Número 60

95 estudiosos de las disciplinas antropológicas, la ENAH, conceptualizábamos como antropología militante . (Ver: http://www.enelvolcan.com/ene- feb2015/379-antropologia-para-el-poder-o-an- tropologia-para-el-pueblo) Por ello, coincido también con John Holloway, quien, en el posfacio, refiere que este trabajo rechaza la objetivación y el monólogo, y, en consecuencia, la autora dialo- ga, piensa desde abajo, pone “la ciencia al revés.” Ciertamente, Duran Matute, a lo largo de sus más de 300 páginas, va entretejiendo la contra- dictoria y compleja realidad de Mezcala, a partir de la narrativa de sus pobladores, una minucio- sa descripción histórico-etnográfica-empírica, sus interpretaciones y reflexiones teóricas, y las referencias continuas a una pertinente, amplia y actualizada bibliografía en torno a cada uno de los temas analizados. El resultado de esta imbri- cada metodología es este estudio a profundidad de un pueblo que se reclama originario o indíge- na, en el contexto que caracteriza la actual forma de acumulación capitalista neoliberal. Duran Matute proporciona en la introducción una síntesis descriptiva de Mezcala, considerán- dola como el escenario local de fuerzas globa- les, porque, precisamente, son estos procesos, que denomina “glocales”, lo que su trabajo busca desentrañar: el impacto de la globalización neo- liberal en las realidades locales, “pero también la participación activa de aquellas personas situa- das localmente en moldear los procesos cultura- les, sociales, económicos y políticos.” (p. 20) Partiendo de una reseña histórica de la comu- nidad, se busca comprender como “las socieda- des son construidas y estructuradas por medio de relaciones de poder, prácticas y retóricas que se mueven constantemente a través de espacios y tiempos.” (p. 21) Para los Cocas de Mezcala, como para la totalidad de los pueblos originarios que van a quedar comprendidos dentro del Estado nación mexicano, la conquista representó una gran ame- naza para su territorio y un atentado político, so- cial y cultural debido a la toma del poder y control, así como la imposición de una lengua, una religión y un conjunto de prácticas que les eran ajenas.” (p. 21) Dato histórico significativo para esta investi- gación es la pérdida de la lengua coca en el siglo XVIII, así como una narrativa “continua de rebe- lión y lucha por la tierra y su uso.” (p. 22) Esto es importante, pues “para los mezcalenses, su identi- dad étnica se basa esencialmente en la posesión de su territorio, que se compone de 3602.2 hectáreas de bosque, recursos naturales y un pequeño pue- blo, además de las dos islas (…) El “territorio” para ellos comprende el lugar, los recursos, la historia, las prácticas y sus relaciones e identidad.” (p. 25) También, como muchos pueblos originarios en el ámbito nacional, Mezcala tiene un gran nú- mero de población migrante, “principalmente en la zona metropolitana de Guadalajara, Tijuana y Estados Unidos, predominantemente en Califor- nia,” (p. 26) por lo que Mezcala se consolida, como una comunidad transnacional .

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