Número 61
39 La perspectiva de Milton Santos (2000) plan- tea la existencia de una base geográfica de la vida social, que implica una organización de la pro- ducción y la técnica como identidad objetivada en la estructura tecnológica, cuestión que deber ser analizada en su versión amplia y contextua- lizarla para concebir el espacio como fenómeno histórico dinámico. El espacio entendido como forma contenido (Santos, 2000) permite su estu- dio no solo como objeto y resultado del trabajo, sino también como condición general de la pro- ducción y de la existencia humana: Tiempo espacio y mundo son realidades históri- cas que deben ser mutuamente convertibles, si nuestra preocupación epistemológica es totaliza- dora. En cualquier momento, el punto de partida es la sociedad humana en proceso, es decir rea- lizándose. Esta realización se da sobre una base material: el espacio y su uso, el tiempo y su uso, la materialidad y sus diversas formas, las acciones y sus diversos aspectos (Santos 2000, 47). Por lo tanto, el espacio es un dato activo don- de la valorización también entra en juego; la comprensión de la espacialidad a través de la contradicción entre el valor de uso y valor de cambio entendiendo el primero como la sustan- cia misma, el fundamento material y de utilidad para la satisfacción de las necesidades humanas, que se expresa como la materialización misma del trabajo humano. He aquí la importancia de ubicar el trabajo dentro de una formación his- Panorámica Inápuchi, Chihuahua, 2008. Foto de la autora.
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