Número 61

44 medios de producción, de lo producido, y de su propia humanidad al cosificarlos. El trabajo huma- no y su desarrollo entendido como mediación que no sólo impacta a la naturaleza sino al hombre mis- mo, corresponde a formaciones sociales históricas específicas, es por esto que detenerse en el papel de estas separaciones vinculando el materialismo y la historia a la naturaleza, y los mecanismos por los que se instituye un sistema histórico, muestran que el despojo es fundamentalmente orgánico al modo de producción capitalista. Observar el cambio de esta forma a través del proceso de expansión del mercado a la universa- lización de la forma mercancía como menciona Guido Galafassi, transfiguró al ser humano a par- tir de su expresión como fuerza de trabajo y la naturaleza a partir de su expresión como recur- so natural, siendo así subsumidos bajo la forma mercancía, transformándose en nada más que bienes transables (2005, 81). Otro elemento interesante que retoma este an- tropólogo argentino de la teoría marxista y que brinda luces para la comprensión de los fenóme- nos socio-ambientales es el concepto de aliena- ción que se funda en esta separación entre natura- leza y cultura que llama alienación socio-natural. Escisión que responde al predominio de una ra- cionalidad instrumental bajo una lógica de acu- mulación, el valor de cambio subsume al valor de uso y hay un quiebre en el intercambio metabó- lico. Galafassi retoma los preceptos de la escuela de Francfort quienes sostienen que los procesos de alienación están en el mismo nivel del sistema racional que impone el modelo de paradigmático de racionalidad, por lo que también hay que cues- tionar la racionalidad que dio origen y sostiene a este modo de producción que padecemos: “la historia de los esfuerzos del hombre destinados a subyugar a la naturaleza es también la historia del sojuzgamiento del hombre por el hombre” (Ga- lafassi 2005, 105). Comprender la conformación histórica-espacial del capital, nos remite a proble- matizar la valorización del espacio con una lectu- ra histórica y política: no hay neutralidad. Hay un dominio espacial del capital, y esta ofensiva es una extensión y una demostración de la actualidad de la acumulación originaria como proceso de larga duración. Ver la contradicción en la unidad como plantea Lefebvre (1974), evita dar por hecho una supuesta neutralidad del es- pacio, al contrario, como elemento polivalente y relacional alude a un campo dinámico, heterogé- neo, interrelacionado, y por lo tanto político. “Así pues, no hay un espacio global (espacio concebi- do) de un lado y de otro un espacio fragmentado (espacio vivido), como si aquí hubiera un cristal intacto y allá un cristal o un espejo roto. El espa- cio “es” a la vez total y quebrado, global y fractu- rado. Del mismo modo que es a la vez concebido, percibido y vivido” (Lefebvre 1974, 388). Territorialidad y diversidad biocultural En este sentido, la configuración de la dimensión política, natural y cultural del territorio muestra que la territorialidad indígena trasciende otras escisiones del espacio, como por ejemplo, los li- mites jurisdiccionales impuestos por el Estado, ya que el conocimiento y manejo local sobre los ecosistemas no es visto como algo exterior al ser humano, sino que él forma parte de esa materia- lidad naturaleza y su actividad está fuertemente ligada al modo de vida y sentido del mundo, por lo que la noción sobre el territorio debe exten- derse más allá de habitar una porción de tierra. Aquí se propone tomar la idea de territorio como aquella que sintetiza el conjunto de deter- minaciones objetivas desde las que la valorización del espacio se realiza a través del trabajo como acto vital históricamente situado. Para hablar de territorialidad retomamos el planteamiento de Efraín León sobre la territorialidad campesina: Concebir la territorialidad como la afirmación política de la espacialidad social de un sujeto colectivo, nos ayuda a identificar la existen- cia simultánea en un mismo espacio social de múltiples proyectos y prácticas políticas de adecuación funcional de espacialidades […] A su vez, la noción de territorialidad nos aproxi- ma a la comprensión de la geograficidad social como condición, medio y resultado de la lucha política entre los proyectos territoriales que se encuentran en constante confrontación y con-

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