Número 61

48 intervenir y participar estratégicamente en la constitución y recomposición de los comunes […] Por consiguiente, una tarea analítico-polí- tica primordial es la de monitorear, esclarecer y visibilizar las diversas estrategias del capital y sus diferentes mediaciones para cooptar, con- tener, eliminar o vaciar los contenidos subver- sivos de las prácticas centradas en lo común (2015, 30). Lejos de una visión voluntarista, estamos ha- blando que es una lucha constante que se engro- sa en la cotidianidad y en múltiples mediaciones. El unir ciertos vértices analíticos como la teoría del valor -con énfasis en el proceso de trabajo- para pensar la relación sociedad-naturaleza y por tanto, la conformación de territorialidades, con la actualidad de la acumulación originaria y el cercamiento de los bienes naturales comunes como elementos que permiten la supervivencia del capitalismo, permiten ubicar el papel de la diversidad biocultural como un claro ejemplo del vínculo metabólico necesario para la repro- ducción social y que incluso ésta noción puede ser distorsionada. De igual manera, el análisis del desarrollo de las fuerzas productivas técni- cas y procreativas en determinadas formaciones sociohistóricas donde predomina cierta racio- nalidad, posibilita pensar en alternativas a este modo de relacionarse con y en el mundo. En este sentido, las prácticas y conocimientos que implican la construcción del territorio de los pueblos indígenas y campesinos son cercados a través de la norma y transfigurados en la prác- tica. Se legitima una racionalidad instrumental capitalista que subsume la capacidad creativa, el vínculo social y productivo, así como la sa- tisfacción de las necesidades, a las demandas de la acumulación y por lo tanto a la mercantiliza- ción de la tierra y el ser humano. Sin embargo, aunque desdibujado, lo común como potencia sigue latiendo como una posibilidad de transfor- mación como plantea Jorge Veraza (2012), en una organización, una apropiación consciente para la gestión de la vida cotidiana donde el dis- cernimiento entre lo nocivo y lo benéfico para la reproducción social debe ser el pilar de la construcción de un nuevo tipo de sociedad. Sin embargo, es importante aclarar que no se está pensando este tipo de relación como idílica y/o dada, sino en visibilizar la importancia de reco- nocer algunas claves para la construcción de un proyecto civilizatorio alternativo. Como afirma Bolívar Echeverría: Producir y consumir transformaciones de la na- turaleza resulta ser simultáneamente, y sobre todo, ratificar y modificar la figura concreta de la socialidad. Dos procesos en uno: en la repro- ducción del ser humano, la reproducción física de la integridad del cuerpo comunitarios del su- jeto sólo se cumple en la medida en que ella es reproducción de la forma política ( polis ) de la comunidad ( koinonía ) […] La “politicidad” del proceso de reproducción social se muestra así en la capacidad que tiene el sujeto de establecer y modificar esa “armonía” entre su sistema de capacidades y su sistema de necesidades, me- diante la determinación del acceso efectivo de los individuos sociales, como productores, al bien /producido global (Echeverría 2012, 172). Pensar la relación sociedad-naturaleza me- diada por el trabajo, entendido en su versión amplia de apropiación y capacidad humana de transformar el mundo y significarlo, permite ob- servar que la construcción de territorialidades implica el uso -valor de uso- del ambiente para la reproducción cultural de un grupo que está en constante contradicción con una valorización del espacio que tiene como lógica la acumulación de capital -valor de cambio- (Echeverría, 2012). Cuando se habla del contraste y relación entre valor de uso y valor de cambio, utilizando el va- lor de uso como un estado previo y necesario al proceso metabólico del capital, no se está abo- gando por un pasado idílico sin contradicción, sino que al ver estos dos valores que componen la mercancía y subordinación de un valor frente al otro, nos percatemos de esta práctica que le oculta al hombre y a la mujer el poder y disfrute de sus medios y capacidad transformadora de su actividad y pensamiento.

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