Número 63

14 ‘Es una reunión de adolescentes (generalmen- te de secundaria, entre 12 y 15 años) donde pareciera una pequeña fiesta: bocadillos, mú- sica, baile; generalmente se excluye el alcohol pero las chamacos son muy precoces. Se utiliza también para recaudar fondos en alguna activi- dad social (ya sea laica o pastoral)’ Desde una perspectiva más atrevida quien se identifica como ¡ everybody chilaquil ! sostiene: ‘es como ir de antro pero no en la noche sino en la tarde-noche, esos eventos los hacen mucho aquí en México los chavitos de secundaria’. Por su lado, Mysterius aclara que existen las tardea- das con trago y que esas son las que le agradan: ‘es una fiesta para adolescentes o menores de edad en la que en vez de servirse alcohol se sir- ve refresco / yo prefiero las de alcohol’. En cambio, la perspectiva de las chavas reivin- dica los sentidos más lúdicos y tradicionales de la tardeada adolescente. Para athalia_chiqui- ta : ‘Es un festejo que se hace en la tarde para muchachos de secundaria donde se da refres- co, agua fresca, sandwiches, tortas. Es un fes- tejo sano para jovencitos’. Por su lado, Melissa deja abierta la posibilidad de que la apropiación adolescente de la tardeada haya sido, en otro tiempo, de otra manera, al mismo tiempo que enuncia los atributos positivos que ella ve y dis- fruta: ‘[…] no sé si antes era otra cosa, pero en las que yo he ido, ponen música y bailan, usualmente ligan, venden bebidas a veces pero tradicionalmente no [..,] y claro termina como a las 9, c [sic] pone bien bueno si te quieres divertir en cualquier parte, espero que si vas te la pases ¡Súper!’ Y comenta que en general, estas formas de convivencia y sus sentidos varían dependiendo de la condición etaria, del género, de la adscrip- ción étnica o cultural, de la clase social a la que se pertenezca, etc. De este universo sociocul- tural diverso, se cribarán otras expresiones de las tardeadas dignas de ser tomadas en cuenta para ampliarse con los proyectos de investiga- ción para tesis de quienes ahora son estudiantes antropología. Pero en este mismo artículo que reseño, el Maestro dejó una reflexión más general respec- to al tiempo liminar: la tarde. Además de recor- darnos que la cotidianidad vespertina es la del trajín urbanita que nos coloca entre los despla- zamientos de un lugar a otro, y después a otro y otro hasta llegar de nuevo al barrio, la colonia, el pueblo o la casa; El Chino nos recordó que las tardes también son de rebeldía. La rebeldía popular y diversa, la digna rabia que se expresa en las manifestaciones de dis- tintas ciudades al tomar kioscos, cerrar calles, calzadas y avenidas, por la tarde. Las tardes son liminaridad no solo porque irrumpen entre el día y la noche, sino porque nos permite ver que, así como la cotidianidad urbanita puede ser ex- tremadamente alienante, las calles por la tarde también son de fiesta, carnaval y lucha social. De esto vale la pena una cita en extenso (Melgar Bao, 2014: 51-53): Las manifestaciones vespertinas constituyen toda una tradición en la protesta social urba- na de las clases subalternas a partir del periodo posrevolucionario. Sería muy extenso recuperar los hitos más significativos de esta historia por hacer. Evocaremos uno de ellos, la movilización estudiantil conmemorativa del 26 de Julio de 1968 con motivo del XV aniversario del asalto al cuartel Moncada y en solidaridad con Cuba, a ocho años de bloqueo y embargo por parte del imperialismo estadounidense. Esta marcha se inició muy entrada la tarde y avanzó del Salto del Agua al Hemiciclo a Juárez. No fue una ma- nifestación aislada, formaba parte del clima de agitación de las izquierdas estudiantiles y que llevó al paro de fines de julio del mismo año. Refrenda lo anterior la movilización convocada por la vanguardia estudiantil del IPN, iniciada en la Plaza de la Ciudadela hacia el Casco de San- to Tomás a las cuatro de la tarde en protesta por la represión de los granaderos a alumnos de la Escuela Vocacional 5. Lo refrenda también una marcha mucho más radical que congregó a 30,000 manifestantes a las 3:20 de la tarde en el Museo de Antropología y que se dirigió al zócalo

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