Número 63
215 países del Pacífico, de las luchas campesinas, del surgimiento del movimiento obrero y de las primeras fuerzas políticas de izquierda en países como Ecuador, Perú y Chile. Por historia personal, nací y viví en La Plata pero estudié sociología en la Universidad de Buenos Aires, podía lucir un bagaje relativamente amplio de referencias sobre la realidad de los países del Atlántico. De los luchadores y pensadores de Perú, Chile, Ecuador o Colombia la visión que orientó mis primeros borradores se ordenaba detrás de grandes hipótesis de investigación, seguramente válidas, pero también insuficien- tes. El largo plazo esconde algunas trampas y suele resultar engañoso cuando se quiere po- ner en un mismo saco, hechos parecidos pero también distintos. El primer gran aterrizaje que logré en esa es- pecie de amable “toma y daca bibliográfico” fue- ron algunas sugerencias de Ricardo para abordar el estudio de la obra de José Carlos Mariátegui que marcaron un punto de inflexión. La cuestión indígena y el tema campesino ampliaron, de la mano de Ricardo, una visión demasiado estre- cha que cargaba desde mis años de estudiante en Buenos Aires. Si el surgimiento y el devenir del sujeto histórico responsable de hundir al capita- lismo estaba explicado en una obra monumental como El Capital , poco había para añadir más alla de discutir los temas especificamente políticos y las vías de acceso al poder de la izquierda lati- noamericana. En su casa de Cuernavaca y entre pisco y vino tinto, le escuché a Ricardo afirmar que el peor error del pensamiento social mar- xista estaba en reducir el análisis a la espera de que maduraran las uvas verdes de las “condicio- nes objetivas” estructuralmente determinadas. Casi en sus propias palabras, el “economicismo” desvirtuó el pensamiento de Marx y degradó el arsenal teórico de su obra. Por el contrario, en el momento de estudiar a los actores sociales debía ponderarse a quienes sin ocupar un lugar cen- tral en la literatura socialista clásica, podían ju- gar un rol sustantivo en los procesos revolucio- narios de la región. Y otra vez, Ricardo insistía, los pueblos originarios y las diversas formas de lucha y organización de las comunidades cam- pesinas no podían ser entendidos como agentes accesorios en la transformación de los capítalis- mos latinoamericanos. Regresé a Mariátegui de otra manera, com- prendí el injustificado desdén político de los dirigentes de la Tercera Internacional y de los propios comunistas peruanos, con el legado in- telectual de quien había sido su principal im- pulsor y dirigente. También el estudio crítico del APRA y el papel de su fundador Haya de la Torre, adquirieron un espacio propio. No era productivo subsumir los movimientos popula- res bajo un denominador común y querer asimi- lar a Getulio Vargas con Lázaro Cárdenas o al MNR Boliviano con el APRA o fusionar el pen- samiento político de Perón con las propuestas de Haya de la Torre. El debate sobre los temas de actualidad es otro hermoso capítulo de la relación con Ricar- do. La polémica sobre las explotaciones mineras a cielo abierto, el deterioro ambiental o el mane- jo irresponsable del agua potable fueron asuntos de la vida cotidiana que ocuparon un lugar rele- vante en su agenda de los últimos años. Polemi- zó sobre esas cuestiones con la misma seriedad y el mismo compromiso con el cual se metía en un archivo para escribir un libro sobre el exi- lio latinoamericano en México o estudiar vida y obra de los principales pensadores de una mo- dernidad alternativa para nuestros países. Y ya en la adversidad mostró un temple ad- mirable. Ese lado flaco de todos los seres vivos, la salud, le quitó tiempo y le aumentó preocupa- ciones. La pérdida de Hilda Tísoc, su compañera de toda la vida y sus propios achaques físicos fueron un condicionante que supo afrontar con enorme entereza. Continuó trabajando y hasta poco antes de su muerte pudimos entrevistar- lo vía “zoom” y hacer un repaso de algunos as- pectos de su obra y de su vida personal. Meri- toria labor de coordinación a cargo de Marcela Dávalos y Perla Jaimes. Esperamos tener pronto la edición de esas cuatro entrevistas y poner a disposición del público, a través de las redes del INAH, la imagen y el audio de Ricardo Melgar.
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