Número 64
13 La falta de alimento genera también dificulta- des cognitivas, fatiga, falla renal, problemas en la coagulación, cambios en el ritmo cardíaco y afectación del corazón, alteraciones hormonales, debilitamiento de los huesos y reducción del tono muscular, además de complicaciones digestivas importantes. Las consecuencias del hambre en la salud tienen que ver, además, con la etapa de la vida en la que la privación de alimento se presenta y la duración que tiene. En la infancia, la falta de nutrimentos adecuados se ve reflejada en una de- tención del crecimiento, aparecerán las llamadas líneas de Harris en los huesos largos e hipopla- sia del esmalte en las piezas dentales; además de aumentar la susceptibilidad de los niños a pade- cer enfermedades que, en condiciones de desnu- trición, pueden ser mortales. A temprana edad, la alimentación inadecuada se expresa también en la detención de la maduración sexual, impactando en el ejercicio futuro de la sexualidad y la posibili- dad de reproducción [De Arpe op. cit .]. El hambre y, por consecuencia, la desnutri- ción, aumentan la susceptibilidad a padecer en- fermedades que en la presencia de una buena alimentación no son fatales. Las enfermedades epidémicas y el hambre se presentan casi siem- pre juntas, debido a que el cuerpo se encuentra incapacitado para combatir la enfermedad y los mecanismos de defensa se encuentran debilita- dos; y asociado a las causas sociales que revis- ten las hambrunas y que se reflejan en menor sanidad en el medio ambiente, volviéndose un medio idóneo para la transmisión de enferme- dades. [Richardson 2008]. Así, en general las diarreas son un gran pe- ligro para los niños que no tienen una adecuada nutrición, la falta de alimento generalmente se asocia con falta de agua, y en un episodio dia- rreico, la deshidratación se vuelve mortal; estos procesos son recursivos, porque las enfermeda- des también impactan en la nutrición adecuada. Otras enfermedades virales o bacterianas contra las que el cuerpo, en situaciones ideales, puede luchar sin peligrar la vida, ante el hambre se con- vierten en oportunistas; la última causa de muer- te no será el hambre, sino sus consecuencias. Asociada al hambre, existe la teoría del gen aho- rrador, que se sustenta en la hipótesis de que ante épocas variantes de abundancia y carestía de alimento, el cuerpo humano, en su evolu- ción, generó mecanismos adaptativos entre los que el gen ahorrador, que activaba mecanismos metabólicos que permitían el “almacenamien- to” de calorías para que fueran recuperadas en tiempos de escasez, implicaba una mayor pro- babilidad de supervivencia. En la actualidad, con pocos cambios genéticos en la historia evolutiva del hombre desde la prehistoria y ante una su- perabundancia de alimentos, el gen ahorrador continúa activo, traduciéndose en obesidad y acarreando enfermedades como la diabetes tipo II, algunos tipos de cáncer, hipertensión y enfer- medad cerebral vascular [Zucoloto, 2011: 133]. 3. El hambre y sus consecuencias sociales La hambruna tiene consecuencias fatales para la sociedad en general y en especial para la salud de la población. En el mundo y a lo largo de la historia han sido comunes las hambrunas, algunas causa- das por situación de guerra o crisis política y social y otras, causadas por cambios climáticos, en esta presentación nos ocuparemos de estas últimas. Se conocen algunos casos en los que hubo hambruna en el mundo antiguo como en el an- tiguo Egipto, éstas se conocen por las fuentes escritas directas o indirectas, cuando no hay fuentes, no conocemos estos problemas. La evidencia mencionada refleja la hambruna del denominado Primer Período Intermedio en Egipto, que se caracterizó por un debilitamiento del estado, crisis ecológica, baja del Nilo y crisis socio-económica, que a largo plazo desencade- narían esos períodos de escasez de alimentos y, por consiguiente, de hambre [Gestoso, 2002]. En el libro del Génesis de la Biblia se habla de siete años de vacas gordas relacionadas a las buenas cosechas, seguidos por siete años de va- cas flacas, relacionados a sequía y malas cose- chas produciendo una hambruna generalizada: Los siete años de abundancia llegaron y pasaron, y siguieron siete años de hambre. Cuando todos los graneros regionales quedaron vacíos, José
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