Número 64
21 Ilustración de Pikisuperstar / www.freepik.com tados-nación y sus instituciones políticas, eco- nómicas y sociales, la consunción del gobierno junto con las estructuras físicas y sociales que lo sostienen, que han sido una creación civili- zatoria fundamental para la sociedad humana, y cuya destrucción ha contribuido a dañar la na- turaleza de las relaciones humanas existentes. En un Estado político que no es y rechaza ser un Estado social, hay pocas expectativas de rescate ante la impotencia y la indolencia personal y co- lectiva. Los derechos sociales se han socavado y su alcance disminuido, afectando los derechos políticos de la sociedad. La democracia, el bien común, el bienestar social, la participación elec- toral, la inversión en educación, salud pública, la protección del ecosistema, son sacrificados para cumplir con la obsesión de la ganancia a corto plazo. Ya no hay, señala Hedges, “impe- dimentos, no hay un mecanismo dentro de las estructuras formales del poder para aminorar el sufrimiento y las injusticias de decenas de mi- llones” de personas. Los grupos oligárquicos trasnacionales y nacio- nales han reescrito las leyes a su favor, eliminan- do obstáculos que podrían impedir la destrucción de la naturaleza y de lo público; una cleptocracia ha transformado a la propiedad de los pueblos en instrumentos de pillaje descarnado y de represión a lo que se le oponga; saquea la hacienda pública, paga poco o nada de impuestos y ha pervertido a lo judicial, a lo mediático y a lo legislativo para enajenar las libertades civiles y para tener la li- cencia de cometer el fraude financiero. Es un modelo económico pensado para vivir a costa de los desesperados por las condiciones labo- rales, económicas, medioambientales y por la vio- lencia sistémica, en particular contra las mujeres y las minorías. Ciudades, pueblos, municipios, esta- dos se ven obligados a contraer deuda y rematar sus bienes para mantener los servicios públicos.
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