Ricardo Melgar, memorias en espirales de una vida fecunda

En este artículo, vamos hacer un testimonio desde la memoria emocional, para abordar distintos fragmentos de vida que compartimos juntos con Ricardo e Hilda, desde 1972 cuando llegamos a Lima, Perú.

En aquellas coyunturas, estaba en el gobierno el General Alvarado, con un gobierno de centro izquierda que posibilitaba muchos avances y movimientos sociales desde la resistencia al poder hegemónico. Es una coyuntura, que se ampliaba a América Latina, en la cual los jóvenes estudiantes, universitarios y de otras etapas, podían canalizar sus inquietudes  políticas, sociales relacionadas con la defensa de una democracia justa, que impactara en todos los sectores de la población peruana.


Ricardo Melgar e Hilda Tísoc, 1974. Foto: Archivo familiar

Al llegar a Perú, Pablo proveniente de España y Julieta de Brasil, nos encontramos con los jóvenes estudiantes Ricardo e Hilda, con todo lo que significaba ser joven en esta década en América Latina. Desde febrero de 1972, fructificó una  amistad entrañable entre nosotros, por lo que estuvieron presentes en nuestra boda, en junio de 1972, y después, nosotros fuimos los padrinos de su boda en 1974.

Las experiencias que vivimos juntos fueron de orden académico y personal, ya que nos integramos a la vida universitaria, docencia, investigación, y en lo cultural, al disfrutar de las producciones de vanguardia  que emergieron en Perú, y de todas las que llegaban de América Latina. Mencionamos el Festival de Agua Dulce, en Febrero de 1972, cuando se presentaron en Lima, muchos representantes de canciones sociales de protesta.  Además, compartimos la asistencia a los Cines Clubs, en los cuales se presentaban las producciones de vanguardia del nuevo cine latinoamericano, que se produce desde las trincheras de la resistencia. Junto a esto, con Ricardo e Hilda disfrutamos del boom de la literatura latinoamericana, con el realismo mágico. Ricardo desarrolla, en estos momentos, su obra poética  y  publica también varios artículos políticos y sociales.

En el desarrollo de las Ciencias Sociales, se encontraba en auge la teoría de la dependencia, con Aníbal Quijano, en Perú, con Agustín Cuevas, ecuatoriano, desde México  y otros  en América Latina,  que se presentaba como una alternativa crítica muy importante para pensar la situación de América Latina, a partir de los latinoamericanos como sujetos creadores de un pensamiento propio, independiente. Es necesario mencionar que Aníbal Quijano logró mucho impacto en la historia del pensamiento latinoamericano, y  después, se ha ubicado como uno de los fundadores de la decolonialidad, perspectiva liberadora para América Latina y para África.


Ricardo Melgar y Pablo Mariñez, Quito, Ecuador, 1976. Foto: Archivo familiar

Del mismo modo, en esta década no podemos dejar de mencionar a Nicomedes Santa Cruz, poeta y compositor afroperuano de gran alcance, Emilio Choy, gran analista político, a Antonio Cornejo Polar, excelente crítico literario, a Antonio Cisneros, poeta de gran alcance, que llenaban los escenarios peruanos en estos momentos de la vida de Ricardo e Hilda, que se empapaban con todos estos planteamientos.

Un debate muy importante, del cual participó integramente Ricardo, se relaciona con los modos de producción en el Perú y como denominarlos. En el debate, entraron con mucha energía todos los movimientos politicos desde la derecha, hasta la izquierda, y se produjeron exhaustivas  discusiones para clasificar los modos de producción en el Perú, desde predominantemente capitalista, hasta feudal,  semi-feudal,  feudalizante por las comunidades indígenas de la Cordillera Andina y la presencia sintomática de la cultura quechua.

En estas coyunturas, la trayectoria de Ricardo se empalmaba perfectamente con los caminos de lucha y resistencia que se presentaban en todos los ámbitos de la vida social, política, cultural, tanto peruana, como latinoamericana. Nada más importante para un luchador como Ricardo, que encontrar estas condiciones de producción tan propicias para desarrollar sus inquietudes existenciales y plasmarlas en varias producciones tanto en su estancia en Perú, como después en México, donde llegó desde 1977.

En su viaje y cambio a México, Ricardo e Hilda pasaron con nosotros unos días en Quito, Ecuador, donde estábamos desde 1976. En los pocos días que nos visitaron, pudimos compartir con los intelectuales de Ecuador que estaban en la misma tónica de los peruanos, además  participar en los movimientos literarios y del cine, muy presentes en toda la década del 70  y en las siguientes.


Julieta Haidar y Pablo Mariñez con Ricardo Melgar e Hilda Tísoc, 1974

Llegaron a México en 1977, en donde nos volveríamos a encontrar en 1978, cuando obtuvimos dos becas para estudiar la Maestría y después el Doctorado. Cuando llegamos a México, Ricardo ya era profesor investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la Licenciatura de Antropología Social, en donde siempre estuvo desarrollando muchas actividades tanto académicas, culturales, como de continua publicación. La producción de Ricardo Melgar es muy significativa porque abarca múltiples temáticas, problemáticas peruanas y latinoamericanas, que lo ubican como un intelectual riguroso, reconocido en estas dimensiones y también en otros ámbitos internacionales.

En México, continuamos con la amistad que llegó a los 48 años,  y en varias etapas. En México, Ricardo e Hilda tuvieron los dos hijos, Emiliano y Dahil que vimos nacer y crecer, y que actualmente son ya dos excelentes intelectuales, siguiendo la trayectoria de sus padres. Cuando llegamos México, al inicio, hicimos varios viajes juntos por distintos lugares  muy interesantes del punto de vista cultural, de los muchos existentes en la inmensa diversidad cultural de México.

Con Hilda, también hemos trabajado en algunos artículos, lo que mencionamos para destacar que la trayectoria de Ricardo no puede ser pensada sin Hilda, su compañera de toda la vida. Fueron un pareja ejemplar, con proyectos desarrollados de forma colectiva, como un equipo que compartía muchos planteamientos y posiciones políticas, sociales frente a los movimientos que siguieron produciéndose en Latinoamérica. En efecto, constituyen un ejemplo emblemático en muchos sentidos. Al recordar tantos momentos, junto con Hilda y Ricardo, no podemos dejar de sentir una gran nostalgia.


Ricardo Melgar e Hilda Tísoc con dos compañeros de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Cristianas y tres dirigentes indígenas saraguatos. Quito, Ecuador, 1976. Foto: Archivo familiar

La vida fecunda que tuvo Ricardo Melgar queda registrada en la inmensa producción que nos dejó, con la cual su presencia continuará para siempre. La partida de Hilda primero y después de Ricardo, sin duda, nos deja un vacío muy profundo, pero con un aspecto positivo porque podemos seguir sintiendo sus presencias en la obra que dejó Ricardo, luchador incansable por la justicia social de los pueblos.

Aprovechamos este espacio, para homenajear este gran amigo, junto con Hilda su compañera,  esperando que queden presentes para siempre en las memorias en espirales de muchos que los conocimos,  y que pudimos disfrutar de su amistad. La memoria racional, la memoria genética,  la memoria biológica, la memoria de la cultura, la memoria histórica, y principalmente la memoria emocional constituyen una arquitectura que logrará salvarlos del olvido, y Ricardo e Hilda estarán presentes siempre. Esperamos que todos sus amigos y amigas, todos sus colegas contribuyan para difundir su obra, su legado muy importantes para entender los escenarios contradictorios,  siempre presentes en nuestra América Latina.


De izquierda a derecha: Julieta Haidar e Hilda Tísoc, Xochimilco, 1977. Foto: Archivo familiar