2017

Ventana y espejo (V) Al pie de la historia

Un poquito de tanta verdad, producido, dirigido, escrito dirigido y editado por Jill Irene Freidberg   

Sí, un tiempo vendrá en que estos sabios y amables,
Llenos de ira y de esperanza, que se sentaron en el
suelo para escribir y estaban rodeados de pueblo
y combatientes, públicamente serán ensalzados.  

B. Brecht 

De vez en cuando aparecen ejemplos fílmicos en donde se conjuntan determinadas condiciones en torno a un suceso de la realidad. Están los documentalistas, sus equipos humanos y tecnológicos, las cuatro formas del hacer (saber, poder, querer y deber) y la lucidez para entender que se registra para la memoria y desde un cierto punto de vista humano, ético, político, profesional, la mirada densa a la que alude Octavio Hernández Espejo.

Estrenado hace 10 años –motivo de conmemoración sin duda– en la capital de Oaxaca y en el ex Distrito Federal, Un poquito de tanta verdad es una admirable crónica de un episodio de la guerra del Estado mexicano contra su pueblo, en ese momento organizado en la Asamblea de Popular de los Pueblos de Oaxaca, APPO, y en resistencia contra la violencia del gobierno priista de Ulises Ruiz.

La tarde del 26 de julio de 2007, en el abarrotado auditorio Lázaro Cárdenas del Río del Río de la Universidad Obrera de México ‘Vicente Lombardo Toledano’, la presencia de Jill Friedberg, la guionista, directora y editora del documental, y de profesores de la Sección 22 del SNTE, protagonistas de la historia y también de la cinta, transforma al evento en mucho más que una proyección, sobre todo cuando se entabla el diálogo entre los protagonistas, la documentalista y los asistentes.

Hace algunos años se catalogaba a este tipo de obras como contrainformación, en el sentido en el que el punto de vista no correspondía al de los medios dominantes y porque lo que se expone son las razones de su campo contrario; sin embargo, Un poquito… es información, sin el “contra”, pues lo que en verdad hace el polo mediático dominante es desinformar, mentir cuando es necesario; su labor en sucesos como el de la APPO no cumple con los postulados básicos de la comunicación profesional ni mucho menos es un elemento de mediación o comprensión sino de mediatización. Los lúcidos, articulados, emotivos y profundamente humanos 90 minutos del documental de Friedberg se contraponen a la disgregación, a la superficialidad y manoseo de las noticias televisadas, ya que plasman un todo orgánico compuesto por escenas de varios ámbitos de la lucha popular, de las noches en las barricadas a enfrentamientos con tanquetas y de ahí a la estación de televisión que ocupan y operan las doñas oaxaqueñas. Es un testimonio que informa con arte, en el noble lenguaje / antes reservado / a la glorificación de los reyes (B. Brecht). Y eso fue evidente hace 10 años para los espectadores reunidos en aquel auditorio, que teníamos una noción de los acontecimientos fraccionada, epidérmica e imprecisa, muy diferente a lo que el documental nos mostró.  

Un rasgo de estos sucesos, de acuerdo al film, es la apropiación que el movimiento popular hace de los medios masivos, encabezada por el ejemplo de la radio de la Sección 22 y que después se activa en 14 estaciones comerciales y en la televisora del gobierno estatal ocupadas por los insurgentes. Lo que se ve en la pantalla es al movimiento empleando a tales medios para organizarse y actuar mediante un ejercicio de la libre expresión que trastoca el esquema que centraliza la comunicación e información en algunos cuantos, sin derecho de réplica. Los mensajes que se producen y se difunden en los medios ocupados pertenecen a otra lógica de comunicación; circulan músicas, programas, películas y documentales que rompen con la usual uniformidad consumista y política.

En Un poquito… se incorporan trabajos de artistas y comunicadores, oaxaqueños y no oaxaqueños que entroncan con el movimiento. Canciones, propuestas visuales, plásticas, fotografías, registros audiovisuales, poesía, pasaron a formar parte de un fondo creativo del cual quienes aportaban su trabajo podían emplear el de otros. Al calor de los acontecimientos se produce una comunicación alternativa y popular, informativa y cultural, artística y contestataria que singulariza a ese momento histórico.

La cinta de Freidberg es un ejemplo del documental social estadunidense, que emplea una amplia gama de recursos expresivos, ligado al periodismo de trinchera y en abierta alianza con los movimientos populares y contestatarios de los que, a partir de los 1960, ha sido acompañante, comentarista, crítico, cronista y enjuiciador, potenciado en nuestra época por la aparición de las minorías, las plataformas virtuales, las nuevas tecnologías y los mensajes audiovisuales que, por ejemplo, con motivo de la resistencia antiTrump hacen gala de originalidad, versatilidad, oportunidad y pluralidad. La trayectoria de Friedberg se asimila a esta tradición documentalista y la extiende con su propia trayectoria. Jill es la realizadora de Granito de arena (2007), comentado en el número 44 de nuestra revista con motivo de los documentales que abordan la privatización de la educación pública mexicana, en cuya realización traba contacto con la CNTE y en especial la Sección 22 de Oaxaca, lo que será uno de los vínculos que la lleva a Un poquito de tanta verdad.

 

Democracia en las calles

Seis años antes Friedberg codirige con Rick Rowly Democracia en las calles,[1] otro documental que está al pie de la historia; en él se registran, describen y analizan los acontecimientos acaecidos en Seattle, Washington (la ciudad de Jill), con motivo de las protestas antiglobalización contra la Organización Mundial de Comercio reunida ahí en 1999 con el propósito de dictaminar el futuro de países y de millones de personas, contando sólo con el consenso de las multinacionales y sus gobiernos proclive. Se trata de un hito del documental contemporáneo debido a cómo representa a esa generación de documentalistas, su temática, estructura, su modo de producción colectivo y autónomo, la omnipresencia de las cámaras (como lo previó el soviético Dziga Vertov, registrando y relatando la vida sin necesidad de actores, guiones, escenografías, géneros), el uso de la red de redes, y porque miles de espectadores –no en salas sino en pantallas domésticas, comunitarias, sindicales, etcétera- participaron simbólicamente de los acontecimientos y tuvieron un acceso a la problemática de la globalización neoliberal, una base práctica de educación ciudadana y de entender su derecho a participar en el debate mundial que les afecta en lo personal y nacional.

La protesta en Seattle es uno de los grandes eventos sociales autogestivos, autónomo de las clases políticas, empresas y gobiernos, en el cual la comunidad se autoorganiza cuidadosamente para impedir la celebración de la reunión, evidenciando que la gente no está de acuerdo con las corporaciones, y teniendo como herramienta la organización y la comunicación ciudadanas. Los organizadores de la protesta, conscientes de su importancia histórica, consideraron la necesidad de testimoniar su desarrollo en múltiples escenarios, teniendo como base material la construcción de un enorme conglomerado mediático: la presencia y articulación de 300 cámaras de video ciudadanas emplazadas en todos los intersticios del campo de acción de las protestas a lo largo de 5 días, de las cuales se emplearon en el documental registros de más 100 cámaras.

Es la hora del activismo, de la nueva forma de protesta, de la emergencia de referentes desde la ecología, las minorías, el arte, la cultura, los científicos de alternancia, los otros periféricos y el amor a la Madre Tierra. El documental en ese sentido es un mascarón de proa de esos nuevos tiempos y, por fortuna está a la altura de los acontecimientos; el telón se descorre para Noah Chomsky, Vardana Shiva, Rage Against the Machine, Ralph Nader y una miríada de individuos, organizaciones de base, sindicales, comunitarias que irrumpen en el escenario de la realidad con otras lógicas vitales.

Siete años después Friedberg está en Oaxaca para registrar otra sublevación popular, autogestiva, organizada por colectivos urbanos, profesores, amas de casa, desempleados, jóvenes, inconformes con las prácticas de la clase política y la cultura dominantes, levantados contra el señor de horca y cuchillo; ¿cuántos de ellos han visto los materiales de Friedberg y de otros documentalistas independientes y alternativos, absorbiendo las experiencias de personas como ellos mismos, en lugares y momentos diferentes pero en situaciones de exclusión similares? En Oaxaca también hay organización mediática y muchas videograbadoras en poder de medios independientes como Indymedia o el propio Corrugated Films -la instancia productora de Freidberg-, de periodistas honestos y de muchos comunicadores ciudadanos. Uno de ellos, el estadounidense Brad Will, fue abatido por policías y paramilitares priistas al estar documentando cámara en mano las acciones de un grupo de agresores.

Democracia en las calles y Un poquito de tanta verdad consignan cada cual la violencia estructural contra masas inconformes aunque, comparando lo que se presenta en uno y en otro, lo sucedido en Oaxaca rebasa en perversidad e inhumanidad a lo sucedido en Seattle. Un  terror desde el Estado y los grupos de poder que no escatimó el uso de recursos, desde la violencia que las conciencias doctas y ortodoxas catalogan de legítima, hasta la censura, los rumores, la tortura psicológica y física, las “rafagueadas” nocturnas, la desaparición forzada, el asesinato; armas de fuego, palos, varillas, vehículos usados como arietes, tanquetas blindadas, gases lacrimógenos, chorros de agua de alta presión con irritantes, francotiradores, bombardeo aéreo desde helicóptero. Un poquito de tanta verdad –título tomado del testimonio de una doña que operaba la estación de televisión– enseña la decisión, la creatividad, la valentía, la dignidad del pueblo de Oaxaca en rebeldía, que resistió sitiado el acoso gubernamental y caciquil hasta puntos inconcebibles, resumidos tal vez por la vida que floreció en las barricadas, defensa y control popular.

 

La “trilogía” Mal de Ojo TV

Este documental es parte de una “trilogía” auspiciada también por el colectivo oaxaqueño Mal de Ojo TV, conformada con otras dos muestras que abordan los sucesos relacionados con la APPO, La rebelión de la oaxaqueñas. La contribución de las mujeres al movimiento popular[2] (primera parte, segunda parte) – mediometraje centrado en la participación de las mujeres en el movimiento, y Compromiso cumplido[3], que “denuncia las violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz durante las movilizaciones sociales que estremecieron Oaxaca en 2006 y que dieron como resultado más de 25 asesinatos en el movimiento popular… descubre una estrategia de terrorismo de Estado implementada y la impunidad en que permanecen sus autores”, y hace una crónica general del movimiento en la que hay un segmento dedicado a Brad Will.

En 2006, mayo, sucedió también otro escenario de represión brutal, Atenco, que junto con Oaxaca le daba un marco siniestro al proceso electoral federal en el que se disputaba la presidencia de la República, como si México transcurriera por un periodo de estabilidad, orden y paz republicana. ¿La coyuntura electoral será la explicación de la violencia extrema en ambos casos; el asalto a los medios privados y públicos explicará lo extremo de la agresión al pueblo de Oaxaca o fue la prolongada resistencia y la constante creatividad de la gente?

El exgobernador de Oaxaca y el exgobernador del Estado de México –hoy día el Señor Presidente-, ambos priistas, permanecen impunes, ricos y poderosos sin que les pese haber engendrado un clima de terror y devastación cuya sombra ha llegado incluso más allá de la noche de Iguala.

 

El Batallón de San Patricio

La última vez que vi a Jill Irene Freidberg fue en el Museo de Nacional de las Intervenciones, en Churubusco. De origen irlandés, estaba ansiosa por llegar a sala dedicada a la memoria de los otros irlandeses que hace 170 años también se alinearon con el pueblo mexicano, el Batallón de San Patricio. El recinto estaba cerrado por mantenimiento.

Como sea, el auditorio Lázaro Cárdenas del Río está listo para la conmemoración de los 10 años de la trilogía Mal de Ojo TV en julio de este año, teniendo muy en cuenta las palabras de Jesús Márquez, al pie de la historia:

Si el olvido social tiene sus procesos (vg. el silencio), sus prácticas (la imposición, la censura), sus productos (la novedad, el vacío), y un lugar desde donde se ejerce (el Poder), el rescate de la memoria colectiva se sustenta en todo aquello que permite recordar y apropiarse del pasado para una convivencia plenamente humana.

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Un poquito de tanta verdad
A Little Bit of So Much Truth. EUA – Oaxaca. 2007. 90 minutos.
Producido, dirigido, escrito dirigido y editado por Jill Irene Freidberg 

Cámara
Jill Irene Freidberg
Mal de OjoTV

Música original: James Van Leuven / Plan B  

Cámara adicional:
Ojo de Agua
Mario Viveros
Gringoyo Productions
Canal Seis de Julio
Cooper Bates
Universidad de la Tierra
CMPIONarco News
Indymedia Oaxaca 

Fotografía fija:
John Gibler
Pablo Specas Castells
Araceli Herrera
Nino Oliveri
Vil Coyote
Katie Orlinsky
Bradley Stuart
Octavio Nava
Luis Pérez Guarneros
Luis Alberto Cruz Hernández
Alicia Huerta Cortez
LIMEDHH Oaxaca 

Narración: Lupita Patterson

 

[1] Democracia en las calles. This Is What Democracy Looks Like. EUA. 2000. 112 minutos. Dirección: Jill Friedberg y Rick Rowley.

[2] La rebelión de las oaxaqueñas. La contribución de las mujeres al movimiento popular. México. 2007. 32 minutos. Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca, A. C. y Mal de Ojo TV. Equipo de producción: Aline Castellanos Jurado, Tonatiuh Díaz González R., Alejandra Canseco Martínez, Ana María Hernández Cárdenas, Adriana Bautista Hernández, Clara Canseco Rodríguez.

[3] Compromiso cumplido. México. 2007. 72 minutos. Mal de Ojo TV y Comité de Liberación 25 de Noviembre.