Número 3

33 del lado del pueblo en la lucha contra la plutocracia y el imperialismo, se consagra a organizar los munici - pios y comunidades de los pueblos autónomos para la defensa de su vida y de sus derechos, fenómeno que revela cómo en las grandes revoluciones de ayer y hoy el determinismo de clase no acaba con la li - bertad humana. Si muchos de los jóvenes rebeldes de los antiguos y nuevos movimientos revoluciona - rios surgieron de las clases medias e incluso de las oligarquías que en sus países estaban destinados a gobernar, ese hecho se repite hoy con un general del Ejército que al mismo tiempo respeta las leyes here - dadas a pesar de que a menudo constituyan un gran freno incluso para las reformas legislativas necesa - rias. El Presidente Hugo Chávez inicia el proceso al socialismo del siglo XXI manifestando su respeto a la Revolución Cubana, y añadiendo que su herencia ideológica proviene de las líderes de Venezuela des - de la época de Simón Bolívar. Muchos son los que temen que el futuro de este movimiento sea pare - cido al que llevó del Nacionalismo Revolucionario, al Populismo, y de éste al Neoliberalismo. Ese proceso no corresponde al orden de lo necesario; las expli - caciones deterministas no son atendibles. A lo que se tiene que atender es a la lucha que se libra entre la lógica del capitalismo y la lógica del socialismo. Si a cada ataque de aquélla se responde con un incre - mento de ésta las posibilidades de victoria aumentan exponencialmente. Pensar que “lo político” es dete - nerse es un error en términos generales. Termino. Todos los nuevos movimientos rebel - des, incluido el de Cuba son reversibles y serán fácil - mente derrocados si no cuentan con todo el pueblo o con su inmensa mayoría; con ese 80% de ciuda - danos armados que Cuba tiene; o con ese 80% que votó por Evo Morales en Bolivia, o con la inmensa movilización de masas encabezada por las masas que en Venezuela defendieron y salvaron al presidente Chávez de los golpistas traidores. Tener a “todo el pueblo” o a “la inmensa mayoría del pueblo”, es la clave de toda “política del éxito” en la transición a la emancipación humana. Para “ser político” y luchar por la emancipación no hay más alternativa que res - ponder con nuevos avances en la libertad, la justi - cia, la democracia, y el socialismo y con el respeto a las distintas creencias y religiones. Esa es la clave universal de la transición al socialismo del siglo XXI. Frente a ella se levantan muchas y poderosas fuer - zas dominantes. Sus armas más peligrosas son las que corresponden a las contradicciones en el inte - rior del pueblo, en cuyo uso sí se ha especializado el pensamiento neoconservador del imperialismo, sus asociados y subordinados. Nosotros no hemos dado la atención suficiente a “las contradicciones en el in - terior del pueblo” para mejorar nuestra “cultura del éxito”. De hacerlo, la corrupción aparecerá más que como un delito como el arma oculta y más peligrosa del capitalismo, o como la que mejor defiende y res - taura ese modo de acumulación y dominación. En nuestras sociedades y comunidades de recur - sos escasos, a la deshonestidad que pueda darse en algunos dirigentes de los procesos revolucionarios con fines de acumulación personal, se añade el mer - cado paralelo, informal y prohibido en sociedades que sufren la guerra integral, o de amplias dimen - siones. El capitalismo “se hace publicidad” como una sociedad de consumo y de lujo. Sus atractivos “se venden” como si fueran característicos de una sociedad a la que los excluidos pueden aspirar. La guerra de las imágenes se combina con la guerra de las ideas. Una y otra se combinan con las políticas de asfixia financiera y comercial, con las “desestabi - lizaciones” a cargo de agentes provocadores abier - tos y encubiertos, y con los bloqueos criminales. Los efectos que la guerra múltiple produce llevan en los países de transición al socialismo a la creación del “mercado negro” que en la transición a la emanci - pación y al socialismo es el inicio de la diferencia creciente entre el socialismo formal y “el socialismo realmente existente”. Por sí sola, la corrupción que se generaliza es el peor enemigo de las revoluciones emancipadoras. Más que denunciarla necesitamos enfrentarla en forma reflexiva y activa para vencerla. Creo que la venceremos.

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