Número 7

19 porvenir de la Revolución Social Mexicana. Una revolución que produce madres tan hermosamente grandes como esa humilde proletaria, está llamada a triunfar, tiene por fuerza que triunfar, a pesar de todos los obs - táculos y penalidades. Compañeras que sois madres: imitad el no - ble ejemplo de nuestra hermana de Morelos y daréis un impulso vigoroso a la causa de Tierra y Libertad. 4 La alusión a esta mujer como “proletaria” y no como “campesina” o “indígena”, es digna de tomarse en cuenta. A los ojos de esta anarquista, los revolu - cionarios zapatistas y los campesinos que los apoya - ban, obreros y campesinos, formaban parte de una unidad nominal, no solamente en el plano de la ex - plotación, sino en el ideológico, poniendo a la lucha campesina a la par de las luchas obreras. Las imágenes sobre la figura del caudillo Emilia - no Zapata, el “Robin Hood mexicano”, que entregaba lo decomisado a los campesinos de su tierra, tam - bién fue simbolizada. El mote “Atila del Sur”, que le fuera adjudicado por la prensa burguesa y que aludía a una imagen sanguinaria del conquistador asiático, fue retomada por los redactores de Regeneración en un sentido completamente opuesto, así como su pa - pel como caudillo del movimiento suriano, el cual fue ampliamente reconocido, aunque otorgando siem- pre el crédito a los campesinos como verdaderos ba - luartes del movimiento: […] “el General [Aurelio] Blanquet anda en persecución del rebelde Emiliano Zapata y que muy pronto lo derrotará por comple - to”, quizá por la mala suerte Zapata caiga en manos de ese asesino militar y arrebate tan preciosa vida, pero, Zapata, no es él solo la revolución social en México, sino los prole - tarios que luchan por emanciparse del yugo del gobierno y de los capitalistas. Por eso lu - 4  Arteaga, Estella, “Imitadla”, Regeneración, Núm. 238, 4ª época, 13 de Mayo de 1916, p. 2. chan, despojan y ajustician a los hacendados al grito de Tierra y Libertad. 5 ¿“Campesinos anarquistas por naturaleza”? Para los anarquistas, si bien los campesinos morelen- ses no abrazaron la causa libertaria como bandera ideológica, la misma lucha que encabezaban los con- vertía en portavoces de un anarquismo innato, que lejos de seguir las posturas ideológicas de Bakunin, Malatesta o John Grave, se guiaba por el amor a la tierra y a la libertad y una clara aversión a la autori - dad del Estado. Más que su adscripción ideológica, lo demostraban sus acciones: Que Zapata y compañeros no sean anar - quistas en la verdadera significación de la palabra lo admitimos; pero sus obras de ex - propiación de la tierra y los instrumentos de trabajo, su incendio de los registros públicos de la propiedad en los pueblos y villas que toman el trabajo de las haciendas en común que están verificando, su falta de disciplina y obediencia a autoridades y su completo entendimiento entre ellos mismos, prueban que están más cerca del ideal, de lo que lo está el individuo que en medio de toda quie - tud en la ciudad de Génova trata de apuña - lar el movimiento más hermoso que haya presenciado el mundo. 6 Esta aseveración concuerda con la expresada por Eric Wolf, quien en su estudio acerca de las rebeliones campesinas del siglo XX escribió acerca de la “utopía de los campesinos”, la cual era un reflejo de lo que definió como anarquismo innato. 7 Esta relación de campesinado y anarquismo muestra la manera en que los ideales anarquistas se insertaron en el movimiento zapatista, como un medio de legitimar la lucha de am - 5  B. L., “Mentiras y verdades”, Regeneración, Núm. 115, 4ª época, 2 de octubre de 1915, p. 3. 6  Araujo, Antonio de Pío, “Miente Albertini”, Regenera- ción , Núm. 100, 4ª época, 27 de julio de 1912, p. 3. 7  Wolf, 1987: 400.

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