Número 17

3 cerros, lagunas, ojos de agua, ríos y mares, por es - tar vinculados al culto a sus muertos y/o deidades titulares o a sus rituales. Horadar un cerro, como lo hace la minería de socavón, tiene impactos muy fuertes en el imaginario, las tradiciones y la cali - dad de vida de los pueblos indígenas. Profanar una laguna o un río a través del desagüe o derrame de sustancias tóxicas no es un asunto cultural ni am - biental menor. Arrasar con un espacio íntegramen - te, retirando de él todo vestigio de vida y dejando en testimonio un vacío irremisible, constituye no sólo una depredación integral, sino una metáfora desoladora del alcance de la codicia sin límite. Ya en un número previo, En el volcán ha dado cuenta de este tipo de amenaza incorporando a su sección “Cuexcomate” un material de divulgación fundamentado que lleva por título “El respeto a nuestra tierra es justicia ¡no a las mineras”, el cual puede consultarse y ser difundido por nuestros lec - tores (http://www.enelvolcan.com/edicionvirtual/ mineras/index.html?pageNumber=1). El proceso reivindicativo y propositivo surgido en Chiapas en 1994, con sus importantes repercu - siones nacionales e internacionales, del cual son ex - presión los recientes comunicados del Subcoman- dante Marcos dados a conocer en estos últimos treinta días, como el proceso que, potenciado hoy tecnológicamente, ac- tualiza y profundiza la tradicional expo - liación de recursos, definitoria de un co - lonialismo que no cesa, imprimen a este arranque de año un derrotero claro de re- flexión y acción, en señalamientos que no sólo rebasan la cuadrícula de los calenda- rios, y donde “lo nuevo” tiene raíces que en ambos casos remiten a viejas tensio - nes estructurales no resueltas, sino que orienta la atención a temas y problemas que afectan directa o indirectamente a toda la ciudadanía, sea o no “originaria”. La resistencia mapuche, que sufre la cri - minalización etnocida del Estado chileno al servicio de los terratenientes y del gran capital, se erige combinando justamente los dos procesos aludidos: por un lado, la lucha autonómica y por otro la defensa del territorio. Los tres procesos denotan la exigencia de nue - vas modalidades de reflexión, de participación y de hacer política, pues, además, tienen que ver con realidades y retos que atraviesan calendarios y terri - torios, en una época en que todo está relacionado. La depredación y la exclusión, con ser diferenciales, tienen ya hoy un alcance que todo involucra. Como una imagen en espejo, las medidas para enfrentar esa depredación y esa exclusión, demandan descu - brir, develar sus articulaciones mutuas: de la mano va la dimensión política de esos procesos, para los cuales no hay salidas especulativas o retóricas, sino eminentemente organizativas y relacionales. Un año más. La reflexión aportada desde Chia - pas sobre el momento político actual del país y el pronunciamiento en contra de los proyectos de mi- nería generado en el único “Pueblo Mágico” del es - tado de Oaxaca, Capulalpan de Méndez, así como las luchas del pueblo mapuche, apelan una vez más a la incorporación de las agendas de los pueblos al almanaque político imprescindible del 2013.

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