Número 18

50 te y atole durante los nueve días que dura el Rosario. El alimento es repartido entre los familiares. A los padrinos se les tiene que regalar también, dos carto - nes de cerveza y una botella de alcohol para repartir entre los asistentes. El último día del novenario, conocido como la “levantada de la cruz” , los padrinos tienen que com - prar ramos de gladiolas y diversas rosas; las cuales reparten entre los asistentes. De igual forma los fa- miliares del difunto preparan mole verde acompa - ñado de tamales y una pieza de pan, los cuales se sirven a los participantes como agradecimiento por su apoyo y solidaridad. Por lo cual, previamente se visitar sus hogares para invitarlos a comer una “tor- tilla o taquito”. Los familiares del difunto, como una forma de agradecimiento hacia los padrinos, le hacen entrega de mole y tamales, acompañado de dos guajolotes, cinco pollos grandes, cuatro cartones de cerveza y dos botellas con alcohol (dos para cada padrino). Mis - mos, que los padrinos repartirán entre sus familiares para afirmar los vínculos de reciprocidad y apoyo con “su gente” . Lo que se extienden a otros familiares , pues se les entregan “itacates” (comida en bolsas); los cuales serán llevados a las casas de compadres, fami - liares, amigos y vecinos del difunto, como una forma de agradecer la solidaridad mostrada. CONCLUSIONES La etnografía del guajolote en dos regiones indíge - nas, nos muestra que entorno del guajolote, deri - van saberes cuyo origen nos derivan a la tradición mesomericana. En la comunidad Totonaca de Tepango de Ro - dríguez, el guajolote involucra diversas representa - ciones del tiempo y espacio, ya sea entorno de su ciclo de reproducción y crianza o periodos del año en donde se hace presente la preparación y ofrenda de la carne de guajolote. En tetetelcingo, el guajaolote es un alimento, que representa el reforzamiento de las relaciones entre diferentes organizaciones familiares, conocida como “notch hiloua” o “to gente” . Por otra parte el intercambio de guajolotes vivos, es otra forma de simbolizar el establecimiento de vínculos de reci - procidad, entre las familias cuyos cónyuges se unen; pero también entre los padres de los novios, con sus compadres. No obstante, el guajolote también es un elemento que permite establecer vínculos de reci - procidad con las entidades sobrenaturales. La crianza de guajolotes y sus usos sociales a ni - vel familiar y comunitario, deben ser conceptuados como saberes culturales; es decir, conocimientos y prácticas, adquiridos y reelaborados a través de una larga tradición cultural. Este trabajo, tiene como fin mostrar las posi - bilidades que ofrece el realizar una etnografía del guajolote, ya que puede dar luz, sobre los saberes de una larga tradición cultural. Sin embargo, hace falta mucho por indagar, por ejemplo las diversas formas de criar, cuidar, curar, sacrificar y cocinar los guajolotes. BIBLIOGRAFIA BASICA • Camacho-Escobar, Marco Antonio, Pérez-Lara, Elizabeth, Arroyo-Ledezma,Jaime y Jiménez-Hi - dalgo, Eduardo (2009) “Diferencias y similitudes entre el guajolote silvestre y de traspatio ( Melea- gris gallopavo ) Revista Temas de Ciencia y Tecno- logía , mayo-agosto, pp: 3-62. • De Asís Flores y Troncoso, Francisco, (1982) His- toria de la Medicina en México desde la época de los indios hasta la presente , Tomo I, IMSS, México. • Hernández, Francisco, (1959) Historia Natural de Nueva España , Obras completas Tomo III y volu - men II, UNAM, México.

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