Número 40
19 de Antropología e Historia, relativo a los diversos escenarios socioculturales de la flora medicinal de nuestro país y a los sa - beres que la enmarcan y que forman parte orgánica de nuestro patrimonio cultural. En ese sentido, empezamos por adver - tir respecto a este término del “patrimonio cultural” que su conceptualización ha ido evolucionando, no solamente por su estre - cha imbricación con el entorno ambiental y con la biodiversidad que posibilita los procesos civilizatorios y que deriva hoy en la figura del patrimonio biocultural como referente, sino en particular, al reconocer que es la población misma quien en primer término constituye ese patrimonio cultu- ral, pues es ella quien lo genera y reprodu- ce, por lo cual sus condiciones concretas de vida no sólo lo moldean, sino que per - mean su integridad. Ahora bien, las principales líneas de in- dagación de las que se ocupa el programa de trabajo referido, derivan de la figura de los actores sociales que desde diversos ámbitos socioculturales, biológicos y políticos hacen uso de las plantas medicinales o se vinculan con ellas en alguna de sus múltiples facetas. El primer escenario de esos actores so - ciales es el de la medicina doméstica y la autoatención, que constituyen el verdade - ro primer nivel de atención en México y en general en todo el mundo, y donde la mujer, sea madre, compañera, hija, abue- la o hasta suegra de quien se enferma, es usualmente quien en ese primer contacto establece diagnósticos y aplica tratamien - tos. Es ella quien, sin formalismos, ex - tiende o no el primer certificado de inca - pacidad laboral y envía o no al niño a la escuela y al marido a su trabajo. Se trata de realidades asistenciales estructurales pero escasamente reconocidas por el salubris- mo oficial en nuestro país. El segundo escenario es el propio de la medicina denominada “tradicional”, aun - que no lo sea en un sentido estático, que es la ejercida por curanderos y parteras, a me- nudo en el marco de sus culturas origina- rias. En este conjunto puede también con - siderarse, aunque con sus particularidades, a aquellos que llevan a cabo acciones de atención mediante prácticas médicas que difieren de la biomedicina dominante. El tercer escenario corresponde al pro - pio de los circuitos de abasto de plantas me- dicinales en nuestro país, las cuales siguen siendo mayoritariamente de origen silves - tre y donde opera una gama de recolecto- Figura 2: Líneas de trabajo del Programa Actores Sociales de la Flora Medicinal en México, del Instituto Nacional de Antropología e Historia
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