Número 48
44 masiado esfuerzo, a la vez que serví de amortiguador para que el monolito no sufriera daños, de este modo, se logró atenuar su caída, y es posible que el dolor sea a consecuencia de ello. Mucho tiempo estuve “cojo” a raíz de ese episodio. Por otro lado, en los últimos meses he subido mucho de peso, alrededor de 40 kilos de sobrepeso, eso pudo haber influido en este espantoso dolor. Médico: ¿y qué tratamientos has tenido? Paciente. Trabajaba de contrato para el INAH, por tanto, no tenía nin- gún tipo de prestaciones ni seguro médico, es por ello que cuando se dio el acontecimiento fui a ver a un “huesero”, allí en el poblado de Tamuín (México); era un persona mayor, quien con un poco de sebo de gallina, me empezó a sobar la mano y el brazo, él decía que el sebo era caliente y sobaba el brazo y la mano porque afirmaba que ahí se concentraban las terminaciones nerviosas de todo nuestro organismo, y -no he de men- tir- con esa “sobada” logró menguar el dolor. Posteriormente, el malestar volvió a hacer mella en mi organismo, y un año más tarde visité a otra “sobadora y huesera” (hoy finada), en este caso ya fue en Perú, en el pa- raje llamado Chiuyalco; era una mujer menuda y delgada y yo un tipo de más de 120 kilos, imagínese, con una manta logró tronarme todos los hue- sos. Después me dijo que una piedra que ella misma “curó” 3 , debía tirarla en dirección del sitio arqueológico donde me dio el mal, para regresar el malestar a su sitio, y lo hice, en esta ocasión también logró quitarme al menos de manera temporal el dolor, y pues, hace dos meses que regresó el dolor, ahora con mayor intensidad. Pude notar la sonrisa, de entre incredulidad y sorna que mostró el médico cuando le conté el tratamiento que realizaron conmigo, y me dijo que esas prácticas “tradicionales” a veces surten efecto pero es pasajero, porque después los problemas se vuelven crónicos, y ese era mi caso. Me diagnosticó de entrada una severa lumbalgia, debido a que no me ha- bía curado según los protocolos médicos, me recetó analgésicos para el dolor, desinflamantes con complejo B, mientras me pidió que me realizara una ra - diografía de las lumbares, así como una serie de estudios clínicos más, cabe mencionar, por cierto, que la medicina que consumí me lastimó el estómago. Así lo hice y posteriormente regresé con él para un diagnóstico defini- tivo, me dijo en términos generales que la placa mostraba osteofitos 4 en las lumbares, y que si no era esto lo que provocaba el malestar, entonces era probable que tuviera una hernia discal, que si después del tratamiento persistía el dolor, entonces era inevitable recomendar una operación. Estuve medicado durante 15 días, sin embargo y con toda la sinceridad del mundo, el dolor continuaba, no había cambiado en nada mi estado de salud, más bien se deterioraba más. Por ello, y porque sentía que la pierna ya había perdido reflejos, es que decidí acudir a un afamado neurólogo que había realizado sus estudios en Cuba, puesto que el traumatólogo no podía curarme, pero eso sí cobró sus honorarios, que a diferencia de los 3 “Curar la piedra” significa que le realizó un ritual, poniéndole timolina, aguardiente, le fumó a la vez que chacchaba (mascaba) coca. 4 Me comentó que los osteofitos son crecimientos extra de hueso y salen alrededor de las articulaciones, sobre todo a lo largo de la columna vertebral, y que estos pueden crear presión en algún nervio y eso hace que haya dolor y debilidad, y requiere tratamiento.
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