Número 52
32 lucha contra el fraude electoral de 2012 y toda la movilización social ( masivas asambleas “infor- mativas”, asambleas distritales, asambleas cons- titutivas, afiliaciones a través del trabajo de “casa por casa” etc., ) que implicó el tránsito del movi- miento lopezobradorista hacia el partido Morena entre 2012 y 2015. Además de ello es necesario recordar la labor a la cual se dedicó el naciente partido para poder recopilar las más de 2 millones 800 mil firmas, que solicitaron una consulta po- pular que sometiera a la consideración ciudadana el aceptar o desechar la reforma privatizadora del petróleo de diciembre de 2013. 2 Contrariamente a lo que los analistas vincu- lados al establishment neoliberal pregonan, en Morena es un consenso pensar que lo que se vive en México es un autoritarismo escondido en una fachada procedimental que encubre el he- cho de que el Estado -particularmente el gobier- no- está secuestrado por una suerte de oligarquía (“la mafia del poder”) (López Obrador, 2007 y López Obrador, 2010). La derecha neoliberal se expresa en una suerte de monstruo bicéfalo cons- tituido por el Partido Revolucionario Institucio- nal (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN) los cuales orquestaron desde el año 2000 una fa- ramalla de “alternancia” en la que los partidos pueden ser distintos (PAN 2000-2012/PRI 2012- 2018) pero el proyecto político y económico es el mismo, es decir el neoliberal. Peor aún, para darle continuidad a ese autoritarismo disfrazado de democracia electoral, PRI y PAN han tenido que orquestar los fraudes electorales de 2006 y 2012, en los que cada una de las dos cabezas del monstruo bicéfalo se ponen de acuerdo en apoyar a aquella que tenga las mayores posibilidades de derrotar al movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Es esto lo que se ha lla- mado “el amasiato” entre el PRI y el PAN (Del- gado, 2016). La llamada transición democrática en México, que fuera tan celebrada con el triunfo 2 Como es sabido por mayoría aplastante la Suprema Corte de Justicia des- echó esta solicitud alegando que era un tema de ingresos y gastos del Estado los cuales no pueden ser sometidos a consultas populares por precepto cons- titucional (Torres, 2014). de Vicente Fox (2000-2006) no resulta más que un “mito” como lo ha señalado John Ackerman (2015) cuando expresa que “la alternancia” no fue sino el camino hacia la infiltración de la ló- gica príista en todas las fuerzas políticas inclu- yendo a las de la oposición. El “retorno del di- nosaurio” no solamente se observa con el nuevo arribo del PRI a la presidencia de la república en 2012, sino con la adopción del PAN y del antaño izquierdista Partido de la Revolución Democrá- tica (PRD) de la cultura política del clientelis- mo, el acarreo, la compra de votos, los fraudes electorales y el lavado de cerebro neoliberal que se hace fundamentalmente a través de los me- dios electrónicos de comunicación. El que el PRI haya dejado de ser el partido hegemónico, el que ya no sea consustancial al gobierno, el que ahora haya partidos de oposición que logran triunfos electorales, no quiere decir que en México haya democracia. En realidad, la supuesta democracia en México esconde un régimen autoritario que protege al narcotráfico, impulsa el pensamiento único neoliberal, reprime ferozmente a los mo- vimientos sociales, criminaliza la protesta, judi- cializa la represión, recicla a los partidos que han abandonado la defensa de la soberanía y ha insti- tucionalizado el fraude electoral. Hay alternancia solamente entre los partidos neoliberales y para que eso suceda el fraude se ha institucionaliza- do. Los argumentos de Ackerman sintetizan en lo esencial lo planteado por los documentos fun- damentales de Morena, lo aseverado por López Obrador en sus distintos discursos y el sentir de la dirigencia y militancia de Morena. Desde 1988 cuando la izquierda ganó las elec- ciones con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el fraude se ha ejercido de manera sistemática cada vez que la izquierda ha triunfado en las votacio- nes. Hay que matizar esta afirmación diciendo que aun cuando el PRI fuera una fuerza avasalla- dora hasta antes de 1988, el fraude siempre fue usado para adulterar los resultados electorales en aquellos lugares y momentos en los cuales por alguna circunstancia perdía las elecciones. Otro matiz necesario es que a partir de la refor-
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