Número 52
48 recursos del grupo en el poder son cuantiosos y variados. Se piensa al proceso electoral como parte de la lucha en el seno del Estado y en el de la sociedad civil, porque se concibe a ambos ámbitos como territorios en disputa. Morena ha logrado trascender la marginalidad que ha carac- terizado a la izquierda: ha convocado a manifes- taciones multitudinarias en las calles; ha logrado afiliar a aproximadamente 2.5 millones de perso- nas; ha logrado impulsar campañas de firmas que han conseguido también millones de adhesiones; se encuentra presente en todo el territorio na- cional y rápidamente se ha perfilado como la pri- mera fuerza política a nivel nacional y en buena parte de las entidades federativas de la repúbli- ca. No es Morena un partido que busque hacer del proceso electoral de 2018 un mero recurso testimonial. Piensa la lucha política como una lucha por el poder del Estado porque, sin deses- timar lo que ha llamado el poder social , considera que el poder político encarnado en el Estado es decisivo para lograr lo que llama el cambio de régimen. Morena también ha aprendido que la lucha electoral es la lucha por lograr una nueva ma- yoría y ello implica el hacer uso de habilidades y recursos que van mucho más allá de la lucha testimonial. Implica la creación de una estruc- tura organizativa y un trabajo militante a ras de tierra, casa por casa y puerta por puerta, que logre convencer a millones de personas de que es necesario salir del escepticismo (“todos los partidos son iguales”) y del fatalismo (“para qué luchar si todo va a seguir igual”). Involucra el conseguir recursos económicos para hacer fren- te a una lucha que resulta costosa en dinero. Por ello mismo requiere de una mística que resuelva dificultades en medio de una precariedad finan- ciera. Entraña también un programa realista, via- ble y responsable de transformación que combi- ne la resolución de las necesidades prácticas sin el abandono de los principios. Una lucha electo- ral victoriosa comprende todos estos hechos y además la necesidad de hacer alianzas. Quien haga política y considere a las alianzas como una traición a los ideales propios, simple- mente no sabe hacer política. Y se reitera que eso es válido para una lucha que busca implantar reformas (cuando éstas resultan peligrosas para los grupos dominantes) o para lograr cambios re- volucionarios. La experiencia de los triunfos re- volucionarios o en general las grandes transfor- maciones, enseñan que éstas solamente han sido posibles cuando han podido concretarse amplias alianzas. En política ni los enemigos ni los amigos son para siempre. Y las fobias y filias personales no son las que importan. Las alianzas pueden ser para metas concretas y de corto plazo, pero también pueden ser de mediano y largo plazo. Al inicio de su proceso de formación, hace ya más de 15 años, el movimiento lopezobradorista fue construyendo un imaginario posneoliberal y ese imaginario se plasmó en el programa de 2006. En los últimos doce años, México profundizó el proceso de descomposición a que lo han llevado las políticas neoliberales, la corrupción y el nar- cotráfico. La articulación de estos tres hechos, han convertido al país casi en un Estado fallido. Lo han sumido en una espiral de violencia que se resumen en la cifra de 235 mil ejecuciones extrajudiciales entre 2006 y 2017 y en aproxi- madamente 30 mil desaparecidos en los últimos cuatro o cinco años. Esto ha matizado el programa posneolibe- ral de Morena y ha puesto a la corrupción en el centro de sus preocupaciones. Por lo demás todo aquel que tenga oportunidad de hablar con la gente en campos y ciudades, podrá ad- vertir que los agravios provocados por el neo- liberalismo, el pueblo los sintetiza en la rabia que provoca la corrupción y particularmente la de los funcionarios del Estado. Desempleo, pobreza, violencia, bajos salarios, inseguridad, son atribuidos al robo que hacen dichos fun- cionarios rodeados de lujos y gastos insultan- tes. La ira contra la corrupción esconde los ul- trajes que provoca el fracaso neoliberal. 9 9 Esta es la conclusión a la que ha llegado el autor quien además de acadé- mico es integrante del Comité Ejecutivo Nacional de Morena. En su calidad de tal y a lo largo de 14 años de participación en el movimiento lopezobradorista,
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