Número 54

30 Algunas reflexiones La experiencia sensorial de los ciegos nos mues- tra otras vías posibles para acceder al mundo, mismo que tiene cualidades multisensoriales. En nuestra sociedad solemos considerar actividades o aspectos de la realidad exclusivamente cog- noscibles mediante la percepción visual, pero el mundo presenta aspectos no solamente visuales sino que también está conformado por otras cua- lidades sensibles. Algunas personas, que contamos con una visión activa, no damos cuenta de la presencia multisensorial del mundo pues éste nos es esen- cialmente visual y somos nosotros quie- nes nos encontramos ciegos ante el carácter multisensorial, pues a menudo la información que dan el resto de los senti- dos queda subalterna al ser encubierta por la vista. Lo anterior más que adjudicarlo como un resultado de la he- gemonía de la visión, responde a una fal- ta por no reconside- rar los aportes menos abordados de ésta y su colaboración entre las diferentes modalidades sensoriales. El privilegio de la vista no implica nece- sariamente un rechazo del resto de los sentidos; la percepción visual puede estimular e incorporar al resto de las sensaciones, e incluso reforzarlas. Las narrativas de los compañeros ciegos mues- tran a la categorización sensorial de Occiden- te (la cual considera sólo cinco sentidos y una primacía por lo visual) como insuficiente para comprender la manera en que ellos aprehenden, construyen y habitan el mundo, lo anterior co- bra relevancia cuando se contextualiza con las experiencias de los ciegos principalmente con el objetivo de iniciar una propuesta en contraste y complementaria a la frecuente perspectiva pato- lógica de la ceguera considerada como discapa- cidad visual. Sin duda, el enfoque patológico de la ceguera que propician las instituciones de salud, que tan- to predomina en el sentido común de nuestra so- ciedad, incide en el trato hacia las personas cie- gas -así como a tantas otras que no cumplen con la idea de normalidad 18 - el cual es de distinción, extrañeza y exclusión debido al desconocimien- to de las aptitudes que tienen tales personas. En este camino por señalar algunos aspectos inacep- tables de estas ideas y actitudes hacia los ciegos, preponderantes en nuestra sociedad, cabe acla- rar que no se debe suponer que las perso- nas con discapacidad no precisen en algunos momentos de sus vidas del apoyo de tipo médico. Lo que se cuestiona aquí son las condiciones y las re- laciones sociales que se reproducen en estos encuentros, al reducir de forma exclusiva la vida de las personas a aspectos deficitarios individuales. Las experiencias sensoriales de las per- sonas ciegas trascien- den el aspecto médico por lo que se considera im- prescindible ya no definirse y construirse a sí mismas por un déficit, actualmente se hace nece- sario prestar atención a todo aquello que logran dichas personas y que pasa desapercibi- do ante la mirada de los demás. En este senti- do, es fundamental considerar las experiencias sensoriales de ciegos para que ellos mismos den 18 Marta Allué pregunta ¿Qué se entiende por normalidad? a lo cual refi- ere que el concepto de “normalidad” presenta dos sentidos dependiendo su uso. En una primera dimensión es usado como sinónimo de estándar o lo que es común, y señala “caminar es normal, lo hace la mayoría”. En una segunda dimensión designa un modelo prescrito estableciendo juicios de valor (Cfr: Allué, 2003: 25). A partir de tal explicación se considera más adecuado retomar el primer sentido: que una persona presente una diferencia física, mental o sensorial y se le considere con características “anormales”, estaría refiriendo que sus características no se aproximan a la media o a la mayoría del grupo al que pertenece sin que éstas deban de ser correctas.

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