Número 54

34 La información que pueden proporcionar las marcas está ampliamente corroborada en varios países, particularmente en España, Francia e Ingla- terra, en donde su estudio ha tenido un gran avan- ce, lo que permite comprender las diversas etapas de construcción de un edificio monumental, sin embargo, no sirven para fechamientos absolutos, ya que tienen que ser tratadas a la par con infor- mación histórica de archivo, en donde se propor- cione la fecha de inicio de la obra, o por medio de información documental secundaria que aporte datos sobre los diversos momentos de factura y sus posibles constructores. No obstante, el que se cuente con un registro detallado de la ubicación de las inscripciones y la cantidad de marcas en los dis- tintos elementos constructivos pueden sumar en el conocimiento del avance de una obra o si ésta tuvo que ser suspendida por algún motivo, que podrá ser contrastado con la información documental que se obtenga de la fábrica del edificio. El análisis de las marcas ha permitido definir, si se obtiene un registro bien documentado, la zona del edificio en donde se comenzó a trabajar y el avance espacial que se fue desplegando en su construcción. Marcas de canteros en Europa: señales de identidad o señales de obra Según refieren los gliptógrafos, que en términos generales son las personas que estudian los gra- bados de las piedras antiguas, las improntas más tempranas tienen sus principios en uno de los más emblemáticos edificios del califato Omeya andalusí conocido como la Mezquita Aljama de Córdoba, en España, de las cuales han sido loca- lizadas e identificadas más de setecientas marcas de canteros musulmanes correspondientes a las ampliaciones hechas a partir del año 961. 3 En la Europa cristiana la costumbre de identifi- car con firmas personales la obra de los canteros, tuvo su origen a finales del siglo XI y principios del XIII, durante la época conocida como el “siglo de las cruzadas” en el que proliferó la construcción de ca- tedrales, templos, ermitas religiosas y castillos. Es- tas marcas, según documentan los especialistas, se 3 Juan A. Souto, “¿Documentos de trabajadores cristianos en la mezquita aljama de Córdoba?, Al-Qantara XXXI 1, enero-junio 2010, pp.31-75. tallaban en algunos de los sillares de piedra y cons- tituían no sólo la señal de identidad de cada gremio de canteros y del grupo al que pertenecían, sino que funcionaban como marcas de ejecución de obra en las que se indicaba si las piezas debían ser remates, dovelas, molduras o sillares, o si tenían que presen- tar un acabado pulido, flameado o cortado, entre varios de los procedimientos a seguir. Por lo tanto también se hacían signos de posición, de colocación, de orientación, señales de grosor, de juntas, marcas de lecho, marcas de montaje, marcas que indican la línea que se debe seguir. 4 En menor frecuencia es- tos símbolos compuestos de letras, monogramas o anagramas e incluso antropónimos, también fueron tallados en las construcciones de casas de alto esta- tus, puentes y acueductos. Estas marcas correspondían al maestro de obra o a su taller, en donde solían trabajar toda una cor- poración de canteros dedicados a la talla de la pie- dra, como los escultores, los cortadores de piedra y los tallistas, entre otros, y dichas señales o marcas se hacían para identificar el trabajo que efectuaban durante una jornada a efecto de cobrar el salario. Entre los canteros o pedreros profesionales que trabajan propiamente la piedra (canto) había nive- les de especialización, así como una diferenciación en los cargos ejercidos en la obra de cantería, y la primera división está formada por los sujetos que extraían la piedra de las canteras, los acarreadores y los que trabajaban a pie de obra en tareas cons- tructivas, aunque también los había que laboraban en un taller como moldureros, entalladores y asen- tadores, en tanto que los oficiales de Fábrica serían el maestro mayor y su subordinado el aparejador, como refiere Rodríguez Estévez. 5 En el continente europeo algunos investigado- res sostienen (aunque en la actualidad sus plan- teamientos han sido superados), que ciertas mar- cas como el mango en espiral llamado ábacus, era símbolo templario que estaba reservado tanto al maestro del gremio de canteros como al Gran 4 Raúl Romero Medina, “Revisión historiográfica de los signos lapidarios en España. El estado de la cuestión”, en Signum Lapidarium, Estudios sobre gliptografía en Europa, América y Oriente Próximo , Madrid, 2015, pp. 35-56. 5 Juan Clemente Rodríguez Estévez, “Canteros de la obra gótica de la Catedral de Sevilla (1433-1528)”, p. 55-56, Laboratorio de Arte , Revista del Departamento de Historia del Arte, núm. 9, Sevilla, 1996, pp. 49-71.

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