Número 54

35 Maestre del Templo, sin embargo, con los años los estudios glípticos postulan que ningún signo lapi- dario transmitía mensajes cifrados o herméticos, sólo comprensibles por unos cuantos iniciados. Lo anterior fue motivado por el hecho de que el maes- tro de obras, cuando aparece en alguna represen- tación plástica, es personalizado con la escuadra, el compás y la vara, herramientas de trabajo que han sido asociadas a los símbolos fundacionales de la masonería, ya que masones y templarios se vincularon en un momento de su historia, cuando los ejércitos de los Cruzados avanzaban contra los musulmanes en su trayecto hacia Jerusalén y re- querían modificar los castillos donados por las ór- denes religioso-militares unidas a las Cruzadas, o debían erigir fortificaciones que les protegiera de los ataques que tenían en su camino de la recon- quista de Tierra Santa. En la escala del gremio de los constructores y por abajo del maestro de obras, se encontraban los maçons que eran los oficiales canteros y escultores, quizás de ahí la asociación. Lo mismo ha sido planteado sobre cierta marca cruciforme que al parecer sólo se ha encontrado en edificaciones de templarios, al igual que la co- nocida como “torre de ajedrez”. Sin embargo, la semiótica del repertorio de marcas es abundante e imaginativo, ya que consiste en números, cru- ces, figuras geométricas, letras, llaves, números, símbolos de alquimia, animales y vegetales entre otros, y de lo que no cabe duda es de que se está frente a un lenguaje especializado y dirigido por los constructores de grandes fábricas, en donde la geometría fabrorum era el principio práctico de la construcción desde la Edad Media 6 (imagen 1). 6 Jiménez Martín (coord.), De Sevilla: Fundación y Fábrica de la obra nue- va , Universidad de Sevilla, 2006: 306. Imagen 1. Marca de cantero con elementos geométricos en el pedestal de una de las columnas del Claustro Real del monasterio de Santa María da Vitória Batalha, Portugal. Foto: Susana Gómez

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