Número 54
48 Donde quiera que observemos el clima cam- biante, lo encontraremos bajo el control del flujo del tiempo. La transferencia de carbono desde las reservas geológicas hacia las chimeneas y de ahí a la atmósfera, dentro del ciclo de carbono original del que había sido extraído por eras y épocas, pone en movimiento al proceso. Pero los efectos siempre se retrasan; lleva tiempo an- tes de que una cierta cantidad de emisiones de bióxido de carbono (CO2) se muestre como una cantidad correspondiente de calentamiento e in- clusivey antes de que ese calentamiento impacte totalmente sobre los ecosistemas (IPCC, 2013). Por cada cantidad adicional de emisiones que se añada a lo emitido en el pasado, la concentración atmosférica del gas crece, su efecto es aumenta- do aún más de acuerdo con el principio funda- mental de la ciencia climática: las emisiones de CO2 son acumulativas (Sarmiento, 2015). La liberación de una tonelada de CO2 no sería tan peligrosa de no ser por los miles de millones de toneladas que ya se han emitido; es la acumu- lación total la que empuja a la temperatura hacia arriba y mientras más se emita, menor se vuelve la posibilidad de limitar el aumento en curso. Si la humanidad desea evitar el rebase de un cierto umbral –digamos 2 °C– sólo se puede emitir una pequeña cantidad de CO 2 –1 billón 2 de toneladas aproximadamente– y por cada año que las emisio- nes continúen, ya no digamos que aumenten, esa cantidad se ve progresivamente desaprovechada. Si en este segundo se emite una tonelada de CO2, la cuarta parte de esa tonelada permanecerá en la atmósfera durante cientos de milenios. El re- ducir las emisiones de metano (CH4) a la mitad, 2 Un ser humano promedio exhala 1.1 kg de CO2 al día, es decir, le toma 2 años, 5 meses y 25 días emitir 1 tonelada de CO2 a la atmósfera; anualmente, se emiten alrededor de 50 mil millones de toneladas de CO2 a la atmósfera.
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