Número 54
50 les en el sistema terrestre– marcarán la irrup- ción súbita de la creciente historia de la econo- mía fósil en el escenario del presente. En efecto, esto ya ocurre a medida que el clima fuera de temporada se empieza a volver la nueva norma. Contrariamente a los erróneos conceptos popu- lares en los medios, ahora es perfectamente posi- ble atribuir una canícula o cualquier otra anomalía al aumento subyacente en las temperaturas pro- medio, en cuya ausencia tales eventos serían ab- solutamente improbables. Se puede legítimamente sospechar del termómetro como un barómetro de la rodante invasión del pasado en el presente. De todo esto, sigue surge una muy peculiar temporalidad de la política del calentamiento glo- bal. Pocos, si es que hubiese algún otro problema comparable, tienen tan alta urgencia incorporada en ellos por la fuerza de las leyes físicas absolutas: el punto de no retorno se acerca cada día más y mientras más cercano esté, lo más rápidas y com- pletas deberán ser las disminuciones en las emisio- nes. La tradición de los muertos respira sobre los cuellos de los vivos, dejándonos con dos opciones: (i ) romper irremediablemente con el sistema eco- nómico actual –y mientras más pesada sea la res- piración, más extremas deberán ser las medidas de
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