Número 67

27 29 de gente que “infestan Lima”, “la cholada”, esa “gen - te de la mala costumbre de no bañarse, ser apesto- sas, feas y resinosas” [Calderón, 1993:81]. De lo anterior al curso de la limpieza paramili - tar urbana hay por lo menos una abierta complici - dad discursiva. No nos extrañe pues la persistencia y extensión de prácticas de represión y extermino se - lectivo contra los niños de la calle en las principales ciudades de Brasil, Colombia y Guatemala. De otro lado, en nuestros escenarios urbanos de todo el continente, con ligeros matices o variaciones, el mercado mediático promueve con éxito sus artí - culos para limpiar el cuerpo de las manchas inde- seables, producto sea del entorno contaminante o de muchas otras causas. Si bien los productos más exitosos en materia de venta, además de limpiar, se auspician como excelentes blanqueadores. Al final de cuentas la limpieza y el color blanco van del brazo a contracorriente de estas ciudades variopintas. No es casual que el propio mercado haya resituado no sólo nuestros consumos, sino configurado una poé - tica fragmentaria del cuerpo a través de las prótesis, las cirugías plásticas y nuevos productos químicos usados por la industria del maquillaje y la estética médica [Sarlo, 1996:23-44]. Para la burguesía y la pe - queña burguesía acomodada el uso dominante de las prótesis corporales que oferta el mercado, más que atender las reales minusvalías físicas, se orienta en función de las imágenes idealizadas del cuerpo que traducen el paradigma blanco. En el marco de este panorama, caro al neohigie - nismo de nuestras burguesías urbanas, habría que aditarle el develamiento de otro texto y territorio cultural. Asistimos a la multiplicación del shopping center, especie de “cápsula espacial acondicionada por la estética del mercado”, donde los estímulos sensoriales son regulados por un diseño arquitectó - nico globalizado y controlado por el panóptico elec - trónico de vigilancia. En las macro plazas o shoppings las señas de las excrecencias materiales, humanas y simbólicas quedan fuera de los marcos culturales de nuestra percepción médica [Sarlo, 1996: 15-23]. La otredad y la marginalidad quedan tendencialmente excluidas sin necesidad de trabas visibles. La gravitación de lo sucio y lo limpio en la cultura latinoamericana contemporánea es inobjetable, no así sus referentes contextuales e implicaciones polí - ticas Lo sucio y lo limpio son algo más que categorías relacionales en nuestras sociedades sedimentadas en una deshistorizada cosmovisión. De allí que re - sulte poco convincente una caracterización del caso brasileño al margen de la política neoliberal, aquella que multiplicó la pobreza, la favelización y afectó la semántica de lo sucio y lo limpio : Yo creo que la propensión relacional de la cul - tura brasileña explica la preocupación con la limpieza (y la mugre) a manera de una oposi - ción que estructura a la cosmología brasileña. La mugre es equiparada con el mundo de la calle, la explotación, y las perplejas leyes de la vida del trabajo. La limpieza, por otro lado, se asocia con la casa, la maternidad y con los ser - vicios domésticos que son más sagrados por - que no se hacen por el dinero sino por amor y el sentido del deber [Damatta, 2001: 25]. En los espacios públicos abiertos, la calle y la plaza, cuando convergen lo político y lo cultural disi - dente o impugnador de los órdenes establecidos, los controles policiales y sanitarios suman sus esfuerzos. Pero expresiones de este tipo no son cosa del pasa - do. En México, con motivo de la Caravana Zapatista, el gobernador de Morelos puso como condición para su ingreso a la ciudad de Cuernavaca un higienista acto de fumigación y baño de los delegados indíge - nas. Finalmente, el control sanitario y sus motivacio - nes se aplicó moderadamente, justificándose bajo el convincente argumento de asistencia médica a los delegados zapatistas que tenían “chorrillo”. El indio emblemático además de no tener rostro singular, ca - puchas aparte, reproduce la imagen enmierdada del pobre, lo que no anula que el color y olor de la tierra pueda ser resimbolizado.

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