Número 67

46 12 tífico, de innegable trascendencia académica y polí - tica. Pensamos que una “desestructuración” básica de palabras y conceptos puede aportar a la reflexión sobre lo explícito y subyacente en estas definicio - nes, situando estos en el contexto histórico de su producción, señalando posturas teóricas y compro- misos (académicos y políticos), diálogos y debates del pensamiento científico, las fuentes de las “ver - daderas definiciones”, pero no verdades absolutas, según Pablo González Casanova 7 . Seguir la formación de conceptos sobre los in - dígenas en México implica demostrar que se defi - nen en un contexto de relaciones de dominación y de resistencias y, desde una ciencia, la antropología mexicana, que se desarrolla en estrecha relación con el Estado y sus instituciones durante largo tiempo. Diccionarios y filósofos coinciden en definir el concepto como la capacidad de abstracción, crea- ción de ideas que se expresa en palabras y produ - ce imágenes de objetos. El concepto puede tener un carácter universal y/o interdisciplinario, precisa Labastida, pero su cualidad todavía aceptada es definir límites, fronteras y relaciones entre objetos, y, particularmente, ser una herramienta para guiar la investigación 8 . El acento, en este caso, está puesto en el significado de los conceptos y representaciones subyacentes que son constructos histórico – sociales y la trascendencia política del discurso antropológico sobre los pueblos indígenas, para repensar nuevas formas de relación entre el científico y los sujetos- objetos de estudio. Desentrañar la naturaleza de la relación entre poder y discurso científico es una tarea necesaria a la hora de legitimar el conocimiento científico. Pa - rafraseando a Pickering, estudioso de la política de las representaciones, el poder de los científicos que representan realidades sociales a partir de concep - 7 Pablo González Casanova y Marcos Roitman, La forma- ción de conceptos en ciencias y humanidades. Siglo XXI, Mé- xico, 2006: 207 8 Ibid. tos y palabras, puede invisibilizar, sustituir grupos y categorías 9 sociales y determinar sus necesidades y aspiraciones, pero también cuestionar y reproducir las estructuras de poder. El científico no escapa a su tiempo y entorno, y no siempre logra sustraerse a las jerarquías y asimetrías sociales, étnicas y raciales de su sociedad y prejuicios de su tiempo, convalida un determinado orden de status y relaciones sociales y contribuye a su transformación. Luego, entonces, es importante reconocer los intereses y las disputas en- tre los actores involucrados en los procesos de pro - ducción y recepción del discurso científico. Las preguntas básicas son: ¿Cómo se conceptua - liza, en la antropología mexicana, a los Otros inter - nos? ¿Cuál es la trascendencia académica y política de estas conceptualizaciones para los sujetos defini - dos? Se trata de analizar la naturaleza de los con - ceptos y las implicaciones del discurso científico que genera la antropología mexicana sobre los pueblos indígenas y de repensar nuevas formas de relación entre el científico y sus objetos de estudio. Es importante reconocer los intereses y las dis- putas entre los actores involucrados en los procesos de producción y recepción del discurso científico. Los conceptos que definen al indígena en esta an - tropología expresan perspectivas teóricas en boga, contextos históricos en que se producen, formas de interpelación del sujeto definido, los imperativos de la disciplina y de las instituciones. Antropología del siglo XIX Indio, indígena, raza, tribu aborígenes La antropología del siglo XIX definió al Otro a través de categorías de raíz colonial, indio, indígena, de uso exclusivo para los grupos sociales considerados atra - sados, primitivos, y raza, un apelativo de uso más genérico, raza civilizada, raza indígena, denotando un sentido biológico. La idea de que el mestizaje se promueve para “mejorar la raza” a través de la in - migración extranjera en el discurso político tiene un 9 Michel Pickering, 2001.

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