Número 67
49 15 zación de las naciones indígenas. El uso de esta categoría que debía restituir derechos es efímera, adquiere una connotación más política que socio - lógica, volverá 19 en forma adjetivada en los años setenta, cuando el marxismo deviene en uno de los paradigmas teóricos de la antropología mexi- cana y a la luz de la necesaria distinción entre co - lectividades para definir políticas étnicas e inter - locutores en los conflictos étnicos. Luego de la segunda guerra mundial, la raza va desapareciendo del léxico antropológico, se de - muestra la inexistencia de las razas y su uso pier - de legitimidad. Los antropólogos físicos aportan pruebas de su variabilidad, Lévi Strauss escribe Raza e Historia y el término raza se vuelve tabú en la antropología. El sentido de raza queda en el imaginario y en el discurso social, se refiere a los rasgos fenotípicos, pero también es perte- nencia a un mismo grupo social, político, “la raza” es un tipo de hermandad en el norte de México y un apelativo común entre la población de origen mexicanos en Estados Unidos. Desde el relativismo cultural, uno de los an - tropólogos más influyentes en este periodo crea la imagen del indio con valores positivos, selec - ciona aquellos funcionales al sistema de domina - ción – el trabajo gratuito a la comunidad--, para “promover el cambio cultural”, (…) para que se integren (…) a la gran comunidad nacional”. 20 El indio aislado y con valores positivos, pero atrasa - do, es sujeto de aculturación y objeto de tutela. Antropólogos recomiendan “proteger” a las co- munidades indígenas para evitar su explotación y segregación y definen y legitiman políticas del Estado, mientras la investigación contribuye a construir nación y a la incorporación del indígena al desarrollo del capitalismo en México, reprodu- cen relaciones de poder. 19 Mendizábal, 1945: 7-22 20 Aguirre Beltrán, 1982: 162 Antropología crítica clásica Etnia, Clase, Indígena Los años sesenta en México son tiempos de grandes disparidades en el campo, la distribución de la tierra es todavía desigual, el minifundismo, el subempleo agrícola es profundo y más de la mitad de la PEA la conforman agricultores sin tierra, la mayoría jorna - leros, provocando una creciente migración que va produciendo un semiproletariado y proletariado agrícola y un, cada vez más significativo contingente de campesinos en la ciudad. El análisis de las clases sociales en el campo mexicano es novedoso y representa un cambio de paradigma en el estudio de las relaciones interétni- cas. El término de indígena no pierde vigencia, pero su inserción en la sociedad, vista a partir de nuevos enfoques, va ampliando su significado. El uso del concepto de etnia, etnia indígena, etnia ladina, apa- rece en la obra Las clases sociales en las sociedades agrarias de Rodolfo Stavenhagen 21 . La antropología crítica a las políticas del Estado hace su aparición y define a los indígenas por su pertenencia al sistema de clases y por su especificidad cultural, a través de los conceptos etnia y clase 22 . A la relativa crisis del culturalismo sucede una visión del Otro desde sus semejanzas de clase con otros sectores sociales. El indio forma parte de las clases sociales explotadas y su asimilación a la socie- dad nacional se producirá sólo a partir de su prole - tarización y despojo de su especificidad cultural, una vieja aspiración de antropólogos indigenistas y de marxistas ortodoxos. El indio requiere ser “destriba - lizado”, para “despertar su conciencia de clase” 23 , lo que significa romper con sus formas de organiza - ción social, relaciones entre grupos y tradiciones cul- turales a las que Ricardo Pozas señala se “aferran” frente al avance del capitalismo. El término de tribu connota aquí una forma de organización tradicional 21 Rodolfo Stavenhagen, 1969. 22 Ibíd. 23 Pozas, 1970.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=