Número 67
50 16 que” impide” la incorporación del indio a la nación y su uso en el léxico antropológico es excepcional en estos años. Los discursos de la antropología no siempre re - sultan de relaciones próximas con los sujetos de es- tudio. Mientras se plantea que “lo esencial del indio radica en las relaciones de explotación”, sin renun- ciar a un tutelaje indirecto, se prepara el Primer Con- greso Indígena en Chiapas en 1974, al cual asistirán representantes de más 300 comunidades y de las cuatro etnias de la región de Los Altos, quienes ex - presarán su voluntad por defender la comunidad y construir la unión entre etnias y, consecuentemente, su voluntad de continuidad como pueblos. En este período todavía se tiene un limitado co - nocimiento de las teorías del sujeto, prevalece una concepción del poder en el sentido althuseriano, ini - cia la reflexión teórica sobre la cultura como poder y la identidad cultural como instrumentos de movili - zación política. El reconocimiento de lo diverso y de la desigualdad social repercute en la investigación y en el quehacer político, pero es el desarrollo del movimiento indígena el que marca su articulación. Los indígenas están todavía ausentes en los estu - dios campesinos, obreros y de género, por la emer- gencia de nuevos sujetos y campos problemáticos en la antropología mexicana y su escasa presencia en el trabajo de la industria y agenda política nacional. A fines de los años setenta el discurso pronun - ciado desde las instituciones indigenistas, recono - ce el carácter multiétnico de la nación y aparenta una ruptura con la representación de un indígena sujeto a políticas de tutelaje. Durante este siglo XX por terminar, desde enfoques teóricos diversos y an - tropólogos nacionales y extranjeros, las definiciones son impuestas a un sujeto que se organiza para par - ticipar activamente en la construcción de su propia definición y representación social. La comunidad antropológica es cada vez más he - terogénea teórica y políticamente, lo que repercute en una disputa más profunda por las definiciones y sus significados. El surgimiento de grupos de antro - pólogos 24 que se oponen a la práctica de una antro - pología estatista y la creciente participación en las luchas campesinas del campesino indígena, contri- buye al cuestionamiento de la relación subordinada entre etnia, estado y nación y estimula su estudio en los nuevos centros de investigación y docencia de la disciplina, que se establecen sin una vinculación or - gánica con el Estado. Etnia, clase y nación Etnia, clase, minoría étnica, grupo étnico nacional, nacionalidad son conceptos que sintetizan un de - bate teórico y político y la lucha emergente de los pueblos indígenas, en un período en el cual los pro- cesos de modernización en la economía y la política provocan un creciente deterioro de las condiciones de vida campesina y migraciones rurales. También es un tiempo de nuevos paradigmas que desplazan viejos conceptos para definir y caracterizar la cues - tión indígena y campesina. La crítica al pensamiento y a la acción del Estado cuestiona la concepción del indígena separado de la nación y sistema de clases, se expresa en una co- rriente del marxismo en la antropología mexicana . . El etnomarxismo sostiene una doble polémica: por un lado, con el indigenismo como política de Estado para con los pueblos indígenas y, por el otro, con el denominado etnicismo, que si bien proponía la de - fensa de lo múltiple, de lo diverso, considera que la problemática étnica es resultado de la contradicción entre dos tradiciones civilizatorias en pugna, el Méxi - co imaginario y el profundo de Guillermo Bonfil. Así que por la naturaleza de esta contradicción, la libe - ración del indígena exige un proyecto étnico propio, que consecuentemente, le separa políticamente de los movimientos sociales. Esta concepción no supe - ra la colocación del indígena fuera de la nación, ni reconoce el protagonismo indígena en su construc- ción, y la trascendencia política de su conciencia de pertenencia a la “comunidad nacional imaginada”. 24 Arturo Warman et al, 1969.
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