Número 67
11 miento de otros 24 buques, dos divisiones de torpederos y demás embarcaciones de apoyo hacia las costas mexicanas del Pací- fico y del Golfo. En las semanas siguientes se mantuvo el amago militar de Estados Unidos sobre los puertos de Mazatlán, Si - naloa; San Blas, en el Territorio de Tepic; San Gerónimo y Salina Cruz, Oaxaca; Tampico, Tamaulipas, y Tuxpan, Veracruz. Previamente, bajo una orden girada el 17 de abril de ese año, el gobierno yanqui había dispuesto la movilización de 75 bu - ques, 695 cañones y 65,850 hombres hacia el puerto de Tampico. 5 Este fue un despliegue militar enorme, incluso para la fuerza naval de los Estados Unidos. Según datos oficiales, en diciembre de 1914, ese país contaba con 224 unidades 5 Gastón García Cantú, Las invaciones norteamericanas en México, Ediciones Era, México, 1980, pp. 294-298. Este autor señala que, al día siguiente de la invasión de Veracruz, en Sa- lina Cruz hubo desembarco de marines yanquis, el 22 de abril de 1914. El dato de Mazatlán (un acorazado y un crucero) fue tomado de un telegrama de Alvaro Obregón a Venustiano Ca- rranza, citado por Juan Barragán Rodríguez, Historia del ejérci- to y la revolución constitucionalista, INEHRM, México, 1985, t. II, p. 465. navales de combate en activo: 34 barcos de guerra, 28 cruceros, 50 destructores, 19 torpederos, 36 submarinos, 28 botes arti - llados, 26 naves auxiliares y 3 monitores. Otro dato que permite sopesar la magni- tud de la fuerza naval estadounidense que intervino en México es el que proporciona Eric Hobsbawm. En ese año, Gran Breta - ña tenía 64 barcos de guerra, Alemania 40, Francia 28, Austria-Hungría 16 y Rusia 23. 6 Para imponer a Victoriano Huerta en el Palacio Nacional, Estados Unidos sólo mo - vilizó tres naves de guerra. Un año y dos meses después, en la debacle del régimen huertista, Washington llevó a cabo una de las mayores operaciones de fuerza naval que hubiera realizado antes de la Primera Guerra Mundial. Los esfuerzos militares del imperio na- ciente se incrementaron, en este periodo, en proporción directa al crecimiento de la revolución. En 1914, a diferencia de 1913, la 6 Ellen C. Collier, cit. Eric Hobsbawm, La era del imperio 1875- 1914, Crítica, Buenos Aires, 2001, p. 359. 63
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