Número 67

23 y por supuesto, la ventaja que yo como sociedad mayoritaria tengo con ello, es que no tengo que hacer nada, porque son ellos los que tienen que adaptarse a nuestro sistema, entonces hay una lógica asimilacioncita, hay una lógica discriminatoria, detrás de un determinado uso de cultura, y ¿por qué lo menciono aquí ante antropólogos y antropólogas? porque nosotros hemos acuñado ese concepto de cultura, ese viene originalmente de la antropología funcionalista de los años 40’s, 50’s. Hoy por la mañana se mencionaba a uno de nuestros “padres fundadores”; de ahí vienen este tipo de nociones simplificadoras de cultura, nosotros pretendemos lavar- nos las manos diciendo “la antropología es algo mucho más completo”, sí, lo es, pero esa noción de cultura ha migrado, ha migrado a la psicología, a la pedagogía, al trabajo social, y en otras disciplinas se sigue mimetizan- do este tipo de concepto, que nosotros creemos que ya hemos superado. Entonces, una labor importante pienso que es la deconstrucción continua de este tipo de conceptos esencializadores, y esto tiene que ver con otro aspecto que llama la atención en el debate actual, donde gran parte de aquellos que utilizan ideas sobre diversidad, interculturalidad, multicul- turalidad, multiculturalismo, como se quiera llamar en nuestras socieda- des, hacen énfasis en actitudes individuales, en competencias intercultu- rales, etcétera, insinuando que el problema es resoluble a nivel individual, y ello tiene que ver mucho con estas teorías del capital humano: “tú eres pobre, tú eres étnico, tú eres rural” entonces resuelve ese problema tuyo y ya se resolverá nuestra relación. Entonces, se trata de una noción que armoniza excesivamente, que con- vive con una noción individualizante de lo que es la diferencia cultural, cuando sabemos y esta mañana Paul explicó como esto tiene un origen colonial; por supuesto es de casta, no se puede resolver a título individual, necesitamos transitar desde una noción “angelical” a una noción conflictiva de interculturalidad, la interculturalidad no es resolver conflictos, es en sí un conflicto, porque nuestras sociedades son conflictivas, son asimétricas y no van a ser armónicas de la noche a la mañana; entonces, a nuestros jóvenes hay que formarlos no en esta idea de negociación de conflictos, de cómo resolver conflictos, como lo hace la tecnocracia neoliberal, sino al contrario, a vivir la identidad propia en situaciones estructuralmente conflictivas, situaciones estructuralmente desiguales, y que no se van a re - solver sino que van a ser parte de la interacción. Entonces no hablemos de interculturalidad como respeto, tolerancia, “buena onda” y “todos iguales”, sino al contrario, aquí hay intereses, aquí hay profundidad en divisiones y necesitamos formarnos para una sociedad que va a seguir siendo de esta manera hasta que no la transformemos desde las distintas trincheras. Esto tiene que ver con otro aspecto que quisiera mencionar, cuando analizamos los modelos sobre todo en educación intercultural, podemos distinguir algunos paradigmas que hay detrás de este discurso, el discurso intercultural como ustedes lo mencionan es más o menos reciente, tiene antecedentes en tanto en Venezuela como en México con esta idea de Aguirre Beltrán pero fundamentalmente se vuelve oficial a partir de los años noventa. Sin embargo, cuando diversos actores diversifican el dis- curso intercultural, lo hacen desde paradigmas distintos pero utilizan el 81

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