Número 67

28 E l primero de noviembre de 1755, a las nueve y veinte de la mañana, Lisboa fue sacudida por un gran terremoto; una hora y media des- pués, desde el Atlántico irrumpió una marejada cambiando el senti- do de la corriente del río Tajo y con ello su estuario, frente a la ciudad, fue incapaz de contener el volumen de agua que se virtió en ella con violencia. Ello, sin embargo, no logró apagar los incendios surgidos por doquier de los edificios colapsados, que ardieron durante una semana. Paul Hersch Martínez La dimensión política y epidemiológica de un terremoto : Apuntes en torno a la damnificación naturalizada Las grandes catástrofes son momentos en que las sociedades se ven obligadas a reflexionar sobre sí mismas y sobre su futuro. Luisa Lima Las víctimas develan la parte silenciosa de la realidad… Manuel Reyes Mate 86

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