Número 67

41 necesidad física de crear nuevos espacios de convivencia alternativos a los destruidos y ante la necesidad sicológica de mayor convivencia, también se llegó a afirmar que el sismo “disipó las tinieblas y dejamos de estar en escena como convidados de piedra, estáticos y caquécticos, para surgir con muchas luces” (Lousada y Henriques, 2007: 193); así, …La gente tomó el hábito de recibir en casa a círculos más amplios de amigos (en reuniones llamadas “assambleias” o “partidas”), la costumbre de pasear, las salidas al teatro y otros espectáculos, y a frecuentar no sólo tabernas, sino en particular esos nuevos espacios que eran los “cafés”, di- fundidos luego del terremoto Es decir, lo común a esas prácticas fue el surgimiento de nuevas rela- ciones sociales más activas y externas al marco familiar y vecinal , en que se hizo patente “una cierta mundanidad compartida por hombres y mu- jeres” privilegiando el convivio, la distracción y una secularización de las prácticas sociales, menos jerarquizadas, y si bien no todos adoptaron esas nuevas prácticas, todos se tuvieron que posicionar respecto a ellas, pues también entonces se describió en parte de la población, dada la desolación y la ruina provocadas por el desastre, el surgimiento de una “explosión devota”, de una “piedad barroca, tardía y extemporánea”, acompañando pa- radójicamente el “desmantelamiento de antiguas hermandades” (Lousada y Henriques, 2007: 194). “Triste tableau des effets causés par le tremblement de terre et incendies arrivés à Lisbonne le 1 novembre 1755”, grabado anónimo, siglo XVIII. Fuente: http://books.openedition.org/pup/7246 99

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