7, Marzo de 2012

Globalización y crisis del Estado-nación, desde el sur

 

{tip ::Ponencia para el congreso LA DIS-UNITA’ D’ ITALIA E DELLE ALTRE NAZIONI: SPINTE DISGREGATRICI E NUOVI MITI DI FONDAZIONE IDENTITARIA. Salerno, Italia, del 2 de marzo de 2012.}[1]{/tip} En fecha reciente (21-11-2011), Esteban Cabal publicó un artículo cuya tesis central se infiere de su título: “El fin de la soberanía nacional y las naciones-Estado”.{tip ::Rebelión. (21-11-2011)}[2]{/tip} Se sostiene que la globalización económica está ocasionando el nacimiento de un nuevo modelo político destinado a sustituir al viejo de naciones-Estado, iniciado con la independencia de Estados Unidos en 1783 y la revolución francesa en 1789. Despojados los Estados cada vez en mayor medida del atributo de la soberanía, se considera que se configura un sistema de gobernanza mundial, un “Nuevo Orden Mundial” regido por corporaciones privadas o instituciones trasnacionales o internacionales.

El desmantelamiento del Estado Benefactor y su transnacionalización ante la crisis de acumulación de los años 70, marca el inicio de las políticas neoliberales, mundialización capitalista o globalización, junto a la revolución informática y de las comunicaciones que tiene lugar en estas décadas, así como la apertura de los mercados del antiguo bloque socialista, incluyendo China y Vietnam, por lo que no debe extrañarnos que la globalización misma se convierta en un tema especifico de la investigación por colegas antropólogos como Marc Abélés{tip ::Marc Abéles. Anthropologie de la globalisation. Paris: Payot, 2008.}[3]{/tip} o Arjun Appadurai{tip ::Arjun Appadurai. El Rechazo de las minorías. Ensayo sobre la geografía de la furia. México: Barcelona: Ensayo Tus Quets Editores, 2007 y del mismo autor: La modernidad desbordada: dimensiones culturales de la globalización. Montevideo, Trilce, FCE,  Buenos Aires.}[4]{/tip}, quienes desarrollan temas como Estado-nación, ciudadanía, sociedad civil, terrorismo, violencia etnocida, entre otros. Por su parte, nuestros vecinos sociólogos refieren incluso a una mutación de las ciencias sociales.{tip ::Michel Wieviorka. Les sciences sociales en mutation. Paris: Sciences Humaines, 2007.}[5]{/tip}


Foto de Darkqueenoir. Tomada de deviantart.com

Rehenes de los poderes fácticos, --se afirma--  las naciones-Estado ya no controlan la gestión de los recursos naturales (el agua incluida), las materias primas, la energía, la salud, la política económica y monetaria, mientras la soberanía alimentaria les ha sido arrebatada. También, --destaca Cabal--, la OTAN, el Consejo de seguridad de la ONU, (y añadiría, el sistema imperialista mundial hegemonizado por Estados Unidos) limitan la soberanía de los estados en materia de seguridad y tienden supuestamente a configurar un ejército mundial único. Se mantiene tajantemente: “Ya no son necesarios los ejércitos nacionales…De hecho existe un proceso silencioso y silenciado de desmantelamiento de las estructuras militares, cada vez más subordinadas a organismos globales”.

En el terreno de la política, se argumenta que “los políticos ya no gobiernan, solo administran, son meros gestores al servicio de las grandes corporaciones que, por otra parte, son quienes financian sus campañas electorales”. En suma, Cabal vaticina: “Vacías de contenido, de competencias efectivas, las naciones-Estado son cáscaras huecas, cadáveres, un emergente poder privado global ha decretado su caducidad y tenderán progresivamente a desaparecer.”

Paralelamente, desde una perspectiva política que podría tener fines intervencionistas, se hace referencia al Estado Fallido” o colapsado. La organización Fund for Peace y la revista Foreign Policy, utilizan el término de Estado fallido para referirse a aquellos países con las siguientes particularidades: pérdida de control físico de su territorio, erosión de autoridad gubernamental, incapacidad de interactuar con otros Estados de la comunidad internacional, imposibilidad de proveer servicios públicos de manera razonable, altos índices de corrupción y severas condiciones económicas. Fue el Comando de las Fuerzas Conjuntas de Estados Unidos que dio a conocer en el año 2009, un reporte en el que subrayan los retos a enfrentar en el futuro cercano en materia de seguridad. El reporte subraya que México y Pakistán tienen los mayores riesgos de colapsar, por lo que el gobierno estadounidense debía poner mayor atención en dichos países, por sus implicaciones en su seguridad nacional.

Coincido con Cabal en el diagnóstico en torno a la pérdida de soberanía de algunos Estados nacionales (sobre todo, los articulados en forma subalterna en la mundialización capitalista actual), y comparto la direccionalidad crítica anticapitalista de su análisis, el cual toca un tema trascendente que en el marxismo forma parte de la llamada “cuestión nacional”. Sin embargo, discrepo de varias de sus derivaciones argumentativas.

Por ejemplo, las ideas en torno al desmantelamiento del Estado, tendencia a su desaparición o substitución en el capitalismo neoliberal, así como las referentes a los Estados “fallidos” son parcialmente ciertas. Es verdad que todas sus obligaciones sociales (salud, educación, seguridad pública, pensiones, vivienda, etcétera) --y por ende las instituciones a ellas relacionadas-- se deterioran o privatizan al desaparecer los elementos constitutivos del Estado Benefactor. Sin embargo, con el neoliberalismo se fortifican sus tareas represivas y de control social (sobre todo los aparatos mediáticos) y, en consecuencia, toman preminencia política las fuerzas armadas, policiales y de inteligencia, locales y globales.  Esto es, la violencia y el autoritarismo --intrínsecos del sistema estatal capitalista-- asumen un papel preponderante.  Los Estados nacionales se trasforman lisa y llanamente en guardianes del orden y la reproducción del sistema mundial de explotación al trasnacionalizarse sus clases dominantes. Así, mientras el Estado  “desmantela” algunos de sus aparatos,  da fuerza a otros.

Particularmente después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y como resultado de la llamada “lucha contra el terrorismo”, y ahora, “contra el narcotráfico” y la derivación de ambas, contra el “narcoterrorismo” --que se han continuado con redoblado vigor durante la presidencia de Barack Obama--, se globalizan  las condiciones de excepción a partir de las cuales los derechos civiles son virtualmente suspendidos para dar pie a procesos de militarización, control de fronteras, aeropuertos,  persecución de población emigrante, con y sin documentos, sobre vigilancia de la ciudadanía, detención de personas sin órdenes de arresto, criminalización de las luchas sociales, utilización masiva y “legitimada” de la tortura, secuestro de ciudadanos y traslado a prisiones clandestinas, cambios en los marcos jurídicos para introducir el delito de “terrorismo” y otros derivados, que en la práctica pueden ser aplicados a un amplio rango de opositores y luchadores sociales.

Se instala el llamado terrorismo global de Estado en el que el marco jurídico internacional deja de tener vigencia para dar paso a una extraterritorialidad de reformas jurídicas, programas operativos y prácticas administrativas que facilitan las tareas de los aparatos de inteligencia, militares y paramilitares. En los hechos, se da una especie de internacionalización de la represión y control de las oposiciones anticapitalistas, democráticas, nacionalistas, o de cualquier otro signo que se manifiesten contra Estados Unidos y contra los gobiernos proclives a este nuevo orden mundial. (Ver: Terrorismo made in U. S. A. en las Américas www.terrorfileonline.org). Pablo González Casanova asienta, en esta dirección, que toda crisis implica una agudización de luchas y reacomodos; una concentración de contradicciones nacionales y de clase, y éstas se manifiestan en la política y la economía, la ideología y la represión.  Los gobiernos de Estados Unidos, y quienes los apoyan y se apoyan en ellos en América Latina, tienen por lo menos la política de la democracia limitada, y la política de la represión selectiva y masiva, encubierta y abierta, con fuerzas y ejércitos especiales y convencionales. La represión encubierta corresponde al llamado terrorismo de Estado en sus distintas versiones{tip ::Pablo González Casanova, “La crisis del Estado y la lucha por la democracia en América Latina: problemas y perspectivas” DE LA SOCIOLOGÍA DEL PODER A LA SOCIOLOGÍA DE LA EXPLOTACIÓN. Pensar América Latina en el siglo XXI. Antología e introducción por Marcos Roitmann. CLACSO Coediciones-Siglo del Hombre Editores. Bogotá, 2009.}[6]{/tip}.

Por ello, es vital entender el doble espacio de las luchas sociales de nuestro tiempo (en los ámbitos nacionales y mundiales), las transformaciones y crisis de los Estados nacionales (que no su desmantelamiento o desaparición), y el nuevo papel que esos Estados asumen en la lucha de clases contemporánea y, sobre todo, es ineludible identificar el carácter rector que adquiere el imperialismo estadounidense (y sus aliados europeos e Israel) como permanentes interventores y participantes activos en favor de sus intereses, y de los de esas burguesías trasnacionalizadas. Lejos de la desaparición de los ejércitos nacionales, para el caso de América Latina, se observa su modernización en todos los órdenes, fortalecimiento de su capacidad de fuego, mayor tecnificación, entrenamiento intensivo en tareas contrainsurgentes, cambio en sus misiones para transformarse en fuerzas de ocupación interna de los pueblos con la justificación ideológica, como ocurre en México y Colombia, de “la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”{tip ::El libro de Marcelo Colussi: El narcotráfico: una arma del imperio (Ediciones electrónicas de Argenpress, 2010),  resulta imprescindible para el análisis sobre el tema en el ámbito planetario y, en particular, para la comprensión de la trágica situación que vive actualmente México. Considerando su trabajo como un aporte a un campo donde hay demasiada mentira, el autor sostiene que alrededor del narcotráfico hay una versión oficial, manejada incansablemente por los medios de comunicación masiva, y una realidad oculta. Observando la magnitud descomunal del negocio de drogas ilícitas, afirma que el circuito comercial mueve unos 800 mil millones de dólares anuales, por arriba de la venta de petróleo pero por debajo de la de armas, que sigue siendo el mercado más redituable en todo el mundo. La hipótesis principal de Colussi radica en plantear que el poder hegemónico liderado por Estados Unidos ha encontrado en este nuevo campo de batalla un terreno fértil para prolongar y readecuar su estrategia de control universal. “Como lo ha encontrado también con el llamado ‘terrorismo’, nueva ‘plaga bíblica’ que ha posibilitado la nueva estrategia imperial de dominación militar unipolar con su iniciativa de guerras preventivas”. Se sostiene que los mismos factores de poder que mueven la maquinaria social del capitalismo global crearon la oferta de estupefacientes, generaron la demanda, y sobre la base de ese circuito tejieron el mito de unas maléficas mafias súper poderosas enfrentadas con la humanidad, causa de las angustias y zozobras de los honestos ciudadanos, motivo por el que está justificada una intervención policíaco-militar a escala planetaria. el imperialismo estadounidense viene aplicando en forma sostenida un supuesto combate al negocio de las drogas ilícitas, cuyo objetivo real es permitir a Estados Unidos intervenir donde lo desee, tenga intereses, o los mismos se vean afectados. Terminar con el consumo está absolutamente fuera de sus propósitos. Donde hay recursos que necesita explotar –petróleo, gas, minerales estratégicos, agua dulce, etcétera, y/o focos de resistencia popular, ahí aparece el demonio del narcotráfico. Ello es una política consustancial a sus planes de control global. Gracias a ella, el gobierno de Estados Unidos cuenta con un arma de dominación político-militar. En realidad, el supuesto combate al narcotráfico es el montaje de una sangrienta obra de teatro. Es un combate frontal contra el campo popular organizado, en el que en Colombia, y ahora en México, por ejemplo, las oligarquías y sus gobiernos se han supeditado dócilmente a las estrategias de Estados Unidos, siendo la plataforma para la contrainsurgencia, la criminalización de las resistencias, la militarización y para-militarización de nuestros países. El consumo inducido de drogas es parte medular del mantenimiento del sistema capitalista, tanto como lo es la guerra, por lo que el autor plantea en su conclusión la misma disyuntiva de Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.}[7]{/tip}.


Ilustración de Sebastian Guidobono / Sguidobono. tomada de deviantart.com

Por otra parte, autores como Leopoldo Mármora (El concepto socialista de nación. México: Cuadernos de Pasado y Presente, 1986) y Ana María Rivadeo (Lesa Patria. Nación y globalización. México: UNAM, 2003){tip ::Recientemente, la Dra. Rivadeo me proporcionó un excelente texto: “Democracia y globalización neoliberal”, en el que profundiza en muchas de las tesis expuestas en su libro Lesa Patria, Nación y Globalización. México: UNAM, 2003.}[8]{/tip} han insistido en la naturaleza contradictoria inherente al capitalismo. Rivadeo lo plantea de esta manera:

“Así, pues, ya en el concepto simple de capital anida una determinación doble y contradictoria: la tendencia a la universalización y la homogeneización de la vida social en todos sus aspectos, y la tendencia, contrapuesta y simultánea, a la desarticulación y la particularización. De modo tal que la primera se realiza por medio de la segunda: la matriz espacial presupuesta –producida y reproducida—por las relaciones de producción y la división social del trabajo capitalista, enhebra en su seno dos dimensiones: está hecha de cortes, de segmentaciones en serie. De límites y de fronteras; pero, al mismo tiempo, no tiene fin…Así, el espacio moderno es un espacio en el que es posible desplazarse indefinidamente, pero a condición de atravesar separaciones…De ahí que el imperialismo no pueda ser más que inter-nacional, o más exactamente, transnacional, y por ende consustancial a la nación…Esta contradicción del capitalismo entre su carácter social-universal, a la vez que privado-individual, condiciona la necesidad del Estado nacional burgués.” (Pp. 84-91)

Teniendo un sustrato económico que abre las fronteras nacionales al capital transnacional, particularmente a su fracción financiera especulativa, para garantizar condiciones óptimas de rentabilidad, la mundialización capitalista neoliberal se manifiesta en todos los espacios políticos, ideológicos y culturales de nuestras sociedades nacionales por medio de la intervención permanente y decisiva del Estado.

En este contexto, se da una doble determinación, por un lado,  la explotación capitalista se desarrolla sobre un horizonte mundial, y, por el otro, los Estados nacionales controlan localmente los conflictos y las contradicciones de la fuerza de trabajo y de los grupos subalternos en general. Así, en la Europa del capital, por ejemplo, las condiciones de la dominación en cada país mantienen sus peculiaridades nacionales, la correlación de agrupamientos políticos, las alternancias, las formas de la resistencia y la lucha de clases.


Ilustración de Alexandro / Zeboogieman. Tomada de deviantart.com

También, el llamado “estado de derecho” en el capitalismo neoliberal se encuentra crecientemente determinado por los intereses generales del poder político-económico, en el contexto de la especificidad histórica del agravamiento de la lucha de clases y la exacerbación de las contradicciones entre ese carácter mundial de la acumulación y la forma nacional de la dominación burguesa, que siempre han sido inmanentes al capitalismo.{tip ::Ver: Ana María Rivadeo. Lesa Patria, Nación y Globalización. Ob. Cit.}[9]{/tip}

A mayor conciencia y conflicto sociales, correlacionados con un mayor grado de expoliación de la fuerza de trabajo, mayor violación de los derechos humanos y deterioro del estado de derecho. La desestructuración permanente del derecho público, privado, civil y penal, y sobre todo del derecho constitucional, proviene fundamentalmente de los poderosos que pueden operar las leyes, tienen el control real del aparato judicial, orientan la actuación del “constituyente permanente” (los congresos o parlamentos) y detentan el monopolio de la violencia considerada legal. En la actual etapa neoliberal, destaca el quebranto por parte de las propias autoridades en el cumplimiento de los marcos jurídicos vigentes, tanto en el ámbito nacional como internacional.

Las cartas constitucionales, expresión formal de una determinada correlación de fuerzas sociales, casi siempre producto de cruentos procesos revolucionarios o de eclosiones socio-políticas, han sido sistemáticamente modificadas en los últimos 30 años en función de los intereses corporativos trasnacionales y los de sus socios que en el interior de nuestros países trabajan diligentemente para reformar o violentar las leyes, si es necesario, para hacer prevalecer la ganancia privada y mantener un entorno estable para el capital transnacional. Son paradigmáticos los ejemplos mexicanos de reforma al artículo 27 constitucional que pone en venta las tierras ejidales y comunales, las propuestas de privatización de Petróleos Mexicanos (PEMEX), y las contrarreformas a la ley de minas para entregar el 26 % del territorio nacional a corporaciones mineras extranjeras.


Foto de Anna / Aurefiction. tomada de deviantart.com

La violación al estado de derecho tiene un efecto hacia abajo y asume características corporativas y clientelares. Al ser el Estado, la clase política y empresarial en general, y los llamados poderes fácticos,  los primeros en violar el estado de derecho, ciudadanos, grupos gremiales, sindicatos, instituciones, asumen con frecuencia una práctica de violación de la ley: ocupan espacios públicos para provecho propio, incumplen las disposiciones administrativas elementales para la convivencia citadina y rural, corrompen y son corrompidos.

La supremacía de los intereses privados por sobre los colectivos ocupa el lugar de la responsabilidad civil y el empoderamiento colectivo; se construye una cultura popular de la corrupción en la que honestidad es sinónimo de estupidez. Esta realidad inducida por el poder no tiene una intencionalidad moral sino política. Se trata de combatir a las resistencias a través no sólo de la represión sino también de la cooptación. Esta doble política busca que los movimientos populares anti neoliberales se atemoricen o se vuelvan cómplices y aliados menores en la ocupación de nuestros países.

Esta globalización neoliberal ha provocado también una degradación profunda de la política y un vaciamiento de la democracia representativa, reduciéndola a sus aspectos procedimentales, con la correspondiente crisis y descrédito de los procesos electorales mismos, las instituciones y los partidos políticos, incluyendo a los de la llamada “izquierda institucionalizada” que devienen útiles y funcionales al poder capitalista; pierden toda capacidad contestataria y trasformadora,  son incapaces de sustraerse a su lógica, y asumen finalmente un papel de legitimación del sistema político imperante.{tip ::Ver: Gilberto López y Rivas. “Los limites de la democracia neoliberal”. Rebelión. 17-06-2006 y “Democracia tutelada versus Democracia Autonomista” en Rebelión. 28-03-2006.}[10]{/tip} Esta democracia se encuentra acotada y bien podría ser calificada como democracia tutelada por los poderes fácticos, las corporaciones, los monopolios mediáticos e, incluso, cada vez mayor grado, por el narcotráfico y la delincuencia organizada. Ana María Rivadeo plantea de esta manera la problemática de la democracia en la globalización neoliberal:

 

 

“El estado nacional actual se encuentra estructuralmente atravesado y dominado por la transnacionalización del capital, así como por la desarticulación, la exclusión y la violencia. Y en esta situación, el universalismo que se impone no es el de la democracia, sino el del capital que se globaliza.”{tip ::Ana María Rivadeo. Ob. Cit., p. 37.}[11]{/tip}

En el terreno de las coincidencias con Esteban Cabal, destaco una de singular importancia con la que concluye su estimulante trabajo: “El capitalismo puede y debe ser sustituido porque es incompatible con la paz y los derechos humanos. Pero la alternativa a la “soberanía nacional” de Sieyéz sigue siendo la “soberanía popular” de Rousseau, la democracia directa, transparente, participativa, y de ningún modo nos podemos encomendar al gobierno plutocrático de las élites. A la sociedad de consumo sólo puede sucederle la sociedad del conocimiento.”

En esa dirección, el Grupo Paz con Democracia en su Llamamiento a la nación mexicana (La Jornada, 16 de noviembre del 2007), señalaba:

“A contracorriente de la propaganda neoliberal, la nación sigue siendo el espacio de nuestras luchas de resistencia, y la base estratégica de nuestra articulación con las resistencias de las naciones y los pueblos del mundo entero al capitalismo. La disputa por la nación pasa por la defensa de sus recursos naturales y estratégicos, por la lucha contra la ocupación neoliberal de nuestros países. La resistencia patriótica es fundamento de las transformaciones democráticas y sociales de largo aliento, que nuestro país requiere urgentemente”.

 

Conclusiones

El capitalismo desde su nacimiento y a lo largo de estos siglos, se ha constituido y desarrollado en dos dimensiones inseparables e interrelacionadas, indisolubles y contrapuestas: a).- Como estructura de clases dentro de los Estados nacionales, a partir de la cual se establece un sistema de hegemonía y  tiene lugar la dominación y la resistencia de las clases subalternas; y b).- Como sistema mundial entre naciones que da curso a las distintas estructuras de explotación colonial, neocolonial e imperialista.

De esta manera, si la acumulación de capital es universal, la forma nacional de dominación da su particularidad histórica y su geografía; esto es, su matriz espacio temporal. Como Leopoldo Mármora expresó:

“El capital sólo puede existir en forma de muchos capitales individuales que sólo realizan su determinación interna cuando se encuentran y relacionan entre sí en el mercado libre. Esa contradicción entre el carácter universal de la temporalidad capitalista, por un lado, y la necesaria existencia del capital en forma de muchos capitales individuales, en relación de reciproca competencia y por lo tanto refractarios y hostiles entre sí, por el otro lado, condiciona la necesidad del estado nacional burgués. Solo en él y a través de él se logra la unificación y universalización definitiva de la temporalidad capitalista.” (p. 107).

En esta relación contradictoria y complementaria encontramos las tendencias universalistas, integracionistas, globalizadoras o mundialistas versus las tendencias particularistas, diferencialistas o segregacionistas  del capitalismo que se expresan también al interior de las propias fronteras nacionales. Los Estados nacionales son el anclaje del capitalismo; la mediación entre estas dos tendencias. De aquí surgen, reitero, las contradicciones entre el carácter mundial de la acumulación y la forma nacional de la dominación. La forma de superar estas contradicciones, desde el capitalismo, son el colonialismo, el expansionismo militar, el imperialismo, las guerras sociales contra los pueblos y el terror de Estado, mientras que las clases subalternas asumen el conjunto de las rebeldías y transformaciones a partir de lo que Boaventura de Sousa Santos denomina una epistemología del sur, que se propone la construcción de Estados plurinacionales e interculturales, el uso contra hegemónico que “significa la apropiación creativa por parte de las clases populares” de los aparatos de Estado “con el fin de hacer avanzar sus agendas políticas más allá del marco político-económico del Estado liberal y de la economía capitalista”, pero también, a partir de la puesta en marcha de procesos autonómicos de pueblos indígenas y otros actores sociales.{tip ::Boaventura de Sousa Santos. Refundación del Estado en América Latina. Perspectivas desde una epistemología del sur. México: Siglo XXI Editores - Universidad de los Andes, 2010, p. 68.}[12]{/tip}

En la época actual, caracterizada por una profundización de las tendencias universalistas del capital, nos encontramos, paradójicamente, en el tránsito de una concepción nueva que logre disolver el vínculo entre nación y burguesía y que tome en cuenta el fracaso del socialismo real. Los distintos agrupamientos políticos democráticos requieren plantearse los términos posibles de la existencia de una nación de nuevo tipo: una nación popular, pluralista y democrática.

Desde el surgimiento de las sociedades nacionales se configura un sujeto sociopolítico, integrado por las clases explotadas y desposeídas, obreros, campesinos, sectores de la intelectualidad, las entidades socio étnicas subordinadas. Este conjunto de clases y grupos sociales subalternos, que forman el pueblo{tip ::“El término pueblo tiene también múltiples connotaciones. Se utiliza comúnmente para designar a cualquier comunidad humana de las definidas como etnias, nacionalidades o grupos nacionales. También en su connotación  jurídica-política significa el sujeto de soberanía, por ejemplo, “el gobierno del pueblo”. En su significado socio-político identifica a las clases explotadas y desposeídas de la población de un país. En su acepción como sinónimo de etnia o nacionalidad, constituye una buena forma de evitar los intentos clasificatorios a los que nos hemos referido. Por ello es el termino preferido por el derecho internacional para referirse a las etnias, aunque en este sentido el concepto pueblo conlleva derivaciones de autodeterminación que no todos los Estados aceptan.”. Leo Gabriel y Gilberto López y Rivas. Autonomías indígenas en América Latina, nuevas formas de convivencia política. México: Plaza y Valdés-UAM-Latautonomy, 2005, p. 40.}[13]{/tip}, va integrándose a los procesos de conformación de la nación en una permanente lucha por sobrevivir y desarrollarse, por romper con los esquemas de dominación y explotación capitalistas{tip ::Gilberto López y Rivas, Nación y pueblos indios en el neoliberalismo, México, 2ª. Edición, Plaza y Valdés y Universidad Iberoamericana, 1996, p. xvi}[14]{/tip} He utilizado la categoría en otro trabajo de “nación-pueblo” para referirme al proceso de construcción de una nación alternativa a la hegemónicamente existente y en el cual pueden participar potencialmente todos aquellos sujetos socio-políticos que de una u otra forma están siendo explotados, marginados, excluidos o negados por el Estado globalizado{tip ::“El desarrollo de la nación tendría que romper con los límites y superar las contradicciones de la nación burguesa, los cuales se expresan fundamentalmente en la explotación de clases, el racismo, la segregación de pueblos indios, la opresión peculiar de la mujer, la discriminación a grupos de edad, el control imperialista de nuestras economías y sociedades. Estas contradicciones se dan en el interior de nuestras naciones, y las luchas por superarlas constituyen la esencia misma de la cuestión nacional de nuestros días”. Ibíd.., p. xvii}[15]{/tip}.

 

 


[1] Ponencia para el congreso LA DIS-UNITA’ D’ ITALIA E DELLE ALTRE NAZIONI: SPINTE DISGREGATRICI E NUOVI MITI DI FONDAZIONE IDENTITARIA. Salerno, Italia, del 2 de marzo de 2012.

[2] Rebelión. (21-11-2011)

[3] Marc Abéles. Anthropologie de la globalisation. Paris: Payot, 2008.

[4] Arjun Appadurai. El Rechazo de las minorías. Ensayo sobre la geografía de la furia. México: Barcelona: Ensayo Tus Quets Editores, 2007 y del mismo autor: La modernidad desbordada: dimensiones culturales de la globalización. Montevideo, Trilce, FCE,  Buenos Aires.

[5] Michel Wieviorka. Les sciences sociales en mutation. Paris: Sciences Humaines, 2007.

[6] Pablo González Casanova, “La crisis del Estado y la lucha por la democracia en América Latina: problemas y perspectivas” DE LA SOCIOLOGÍA DEL PODER A LA SOCIOLOGÍA DE LA EXPLOTACIÓN. Pensar América Latina en el siglo XXI. Antología e introducción por Marcos Roitmann. CLACSO Coediciones-Siglo del Hombre Editores. Bogotá, 2009.

[7] El libro de Marcelo Colussi: El narcotráfico: una arma del imperio (Ediciones electrónicas de Argenpress, 2010),  resulta imprescindible para el análisis sobre el tema en el ámbito planetario y, en particular, para la comprensión de la trágica situación que vive actualmente México. Considerando su trabajo como un aporte a un campo donde hay demasiada mentira, el autor sostiene que alrededor del narcotráfico hay una versión oficial, manejada incansablemente por los medios de comunicación masiva, y una realidad oculta. Observando la magnitud descomunal del negocio de drogas ilícitas, afirma que el circuito comercial mueve unos 800 mil millones de dólares anuales, por arriba de la venta de petróleo pero por debajo de la de armas, que sigue siendo el mercado más redituable en todo el mundo. La hipótesis principal de Colussi radica en plantear que el poder hegemónico liderado por Estados Unidos ha encontrado en este nuevo campo de batalla un terreno fértil para prolongar y readecuar su estrategia de control universal. “Como lo ha encontrado también con el llamado ‘terrorismo’, nueva ‘plaga bíblica’ que ha posibilitado la nueva estrategia imperial de dominación militar unipolar con su iniciativa de guerras preventivas”. Se sostiene que los mismos factores de poder que mueven la maquinaria social del capitalismo global crearon la oferta de estupefacientes, generaron la demanda, y sobre la base de ese circuito tejieron el mito de unas maléficas mafias súper poderosas enfrentadas con la humanidad, causa de las angustias y zozobras de los honestos ciudadanos, motivo por el que está justificada una intervención policíaco-militar a escala planetaria. el imperialismo estadounidense viene aplicando en forma sostenida un supuesto combate al negocio de las drogas ilícitas, cuyo objetivo real es permitir a Estados Unidos intervenir donde lo desee, tenga intereses, o los mismos se vean afectados. Terminar con el consumo está absolutamente fuera de sus propósitos. Donde hay recursos que necesita explotar –petróleo, gas, minerales estratégicos, agua dulce, etcétera, y/o focos de resistencia popular, ahí aparece el demonio del narcotráfico. Ello es una política consustancial a sus planes de control global. Gracias a ella, el gobierno de Estados Unidos cuenta con un arma de dominación político-militar. En realidad, el supuesto combate al narcotráfico es el montaje de una sangrienta obra de teatro. Es un combate frontal contra el campo popular organizado, en el que en Colombia, y ahora en México, por ejemplo, las oligarquías y sus gobiernos se han supeditado dócilmente a las estrategias de Estados Unidos, siendo la plataforma para la contrainsurgencia, la criminalización de las resistencias, la militarización y para-militarización de nuestros países. El consumo inducido de drogas es parte medular del mantenimiento del sistema capitalista, tanto como lo es la guerra, por lo que el autor plantea en su conclusión la misma disyuntiva de Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.

[8] Recientemente, la Dra. Rivadeo me proporcionó un excelente texto: “Democracia y globalización neoliberal”, en el que profundiza en muchas de las tesis expuestas en su libro Lesa Patria, Nación y Globalización. México: UNAM, 2003.

[9] Ver: Ana María Rivadeo. Lesa Patria, Nación y Globalización. Ob. Cit.

[10] Ver: Gilberto López y Rivas. “Los limites de la democracia neoliberal”. Rebelión. 17-06-2006 y “Democracia tutelada versus Democracia Autonomista” en Rebelión. 28-03-2006.

[11] Ana María Rivadeo. Ob. Cit., p. 37.

[12] Boaventura de Sousa Santos. Refundación del Estado en América Latina. Perspectivas desde una epistemología del sur. México: Siglo XXI Editores - Universidad de los Andes, 2010, p. 68.

[13] “El término pueblo tiene también múltiples connotaciones. Se utiliza comúnmente para designar a cualquier comunidad humana de las definidas como etnias, nacionalidades o grupos nacionales. También en su connotación  jurídica-política significa el sujeto de soberanía, por ejemplo, “el gobierno del pueblo”. En su significado socio-político identifica a las clases explotadas y desposeídas de la población de un país. En su acepción como sinónimo de etnia o nacionalidad, constituye una buena forma de evitar los intentos clasificatorios a los que nos hemos referido. Por ello es el termino preferido por el derecho internacional para referirse a las etnias, aunque en este sentido el concepto pueblo conlleva derivaciones de autodeterminación que no todos los Estados aceptan.”. Leo Gabriel y Gilberto López y Rivas. Autonomías indígenas en América Latina, nuevas formas de convivencia política. México: Plaza y Valdés-UAM-Latautonomy, 2005, p. 40.

[14] Gilberto López y Rivas, Nación y pueblos indios en el neoliberalismo, México, 2ª. Edición, Plaza y Valdés y Universidad Iberoamericana, 1996, p. xvi

[15] “El desarrollo de la nación tendría que romper con los límites y superar las contradicciones de la nación burguesa, los cuales se expresan fundamentalmente en la explotación de clases, el racismo, la segregación de pueblos indios, la opresión peculiar de la mujer, la discriminación a grupos de edad, el control imperialista de nuestras economías y sociedades. Estas contradicciones se dan en el interior de nuestras naciones, y las luchas por superarlas constituyen la esencia misma de la cuestión nacional de nuestros días”. Ibíd.., p. xvii