19, Marzo de 2013

Editorial: Por un frente único contra el capital depredador de cultura y calidad de vida: NO a la minería a tajo abierto

Morelos, más allá de su pequeña extensión territorial, es uno de los estados con mayor biodiversidad en México, pero también ocupa uno de los primeros lugares en la transformación de sus ecosistemas nativos, debido principalmente al desarrollo agropecuario y habitacional urbano que se ha dado en las últimas décadas. Las tendencias de los procesos de urbanización se han expandido a los medios rurales: pueblos y particularmente a través de los fraccionamientos campestres.

Al impacto negativo urbanizador que afecta los mantos freáticos al sembrar superficies con materiales refractarios a la captación de agua pluvial, al usar materiales de construcción ajenos la mayoría de las veces a las condiciones ambientales, al introducir plantas  exóticas y anómalas a los ecosistemas se suma, el impacto que generan algunas actividades productivas. Éstas últimas traen también como consecuencia el deterioro del ambiente y la pérdida de la calidad de vida. El irracional uso de las barrancas, ojos de agua, manantiales, riachuelos y ríos configuran síntomas de una tradición cultural propia de quienes sin ser conscientes de ello, impulsan un movimiento ecocida de alto costo civilizatorio. Un peligro que se cierne actualmente sobre los ecosistemas morelenses es la iniciativa de una mina a tajo abierto para la obtención de oro, plata y otros metales en los cerros El Jumil y Colotepec, que albergan evidencias arqueológicas y son parte del complejo cultural de la Zona Arqueológica de Xochicalco, Patrimonio de la Humanidad desde 1999. Este tema ha sido abordado ya en el número anterior de En el Volcán y seguramente continuará siendo motivo de reflexiones y señalamientos.

La minería tiene un largo historial en Morelos, abarca modalidades, tendencias y destinos diversos signados por los tiempos, las culturas, las formas de estratificación social y la economía. La minería, la metalurgia y la orfebrería prehispánica dejaron huellas en el sistema cultural de Xochicalco, que incluye el Cerro del Jumil, sus inmediaciones y el núcleo central de la zona arqueológica. El legado colonial y republicano tiene en su haber muchas historias por armar y valorar. En la actualidad, el proyecto extractivista de la corporación canadiense Esperanza Silver abre muchas interrogantes y algunas conclusiones irrefutables sobre los costos que tendrá en sus siete zonas concesionadas en el estado de Morelos. Vayamos de lo general a lo particular para que nuestro público lector comprenda las premisas fuertes de nuestra oposición a dicho emprendimiento del capital minero en curso.


Ataredecer sobre El Jumil. Foto de Marcos “el medra”

Existe consenso en la literatura sobre el tema de la minería a cielo abierto, en el sentido de que constituye una actividad industrial de alto impacto ambiental, social y cultural. Es también una actividad industrial insostenible por definición, en la medida que la explotación del recurso supone su agotamiento y la modificación irreversible de los sitios donde se realiza.

La minería a tajo abierto utiliza a gran escala ingentes cantidades de cianuro, una sustancia muy tóxica, utilizada para recuperar el oro del resto del material removido. El noventa por ciento de la producción mundial de cianuro es utilizada en los procesos de recuperación de metales y demanda el uso grandes cantidades de agua, limitando con ello la disponibilidad del preciado líquido para actividades domésticas y agrícolas.

La minería a cielo abierto o a tajo abierto es una práctica de explotación prohibida en varias naciones y entidades federativas allende nuestras fronteras, pero sí puede ser exportada a otros países, principalmente a los que se encuentran en vías de subdesarrollo permanente o en desarrollo depredador supeditado.

Así, por ejemplo, una iniciativa ciudadana en el estado de Montana, en Estados Unidos, prohibió desde 1998 el cianuro en la separación de metales preciosos, al igual que Colorado lo hizo en 1997.

El Consejo de Estado en Turquía prohibió la producción de oro a través del proceso de lixiviación de cianuro, e igual  se hizo en la República Checa en 2002 y en Alemania.

A su vez, en 2002, Costa Rica dictó una moratoria en relación con este tipo de minería. En Argentina, esta prohibición se ha establecido ya en diferentes provincias entre 2002 y 2008.

Más de la mitad de todo el oro del  mundo proviene de territorios indígenas. En lugares tan distantes como Ghana, Indonesia, Perú y Argentina, las minas de oro a tajo abierto han desplazado a comunidades sin su consentimiento y destruido maneras tradicionales de vincularse con el medio y de ganarse la vida. Los pueblos indígenas han sufrido de manera desproporcionada los  impactos negativos de la minería de oro, intensificando las injusticias que ya sufren. Este proceso resulta agravado por las iniciativas de la minería a tajo abierto.

Se contaminan afluentes de agua, se desvían caudales, se generan nuevos “refugiados ambientales” mientras los pobladores que se ven obligados a migrar de su lugar de origen por la alteración del medio; como ejemplo, baste citar a los habitantes del cerro San Pedro en San Luis Potosí.

El costo del oro para el planeta y sus habitantes, es mucho más que el valor del metal. La producción de un anillo de oro, genera 20 toneladas de desechos con las consecuencias inherentes.

La compañía minera “Esperanza Silver de México” presentó ante la SEMARNAT un estudio de Impacto Ambiental, elaborado por los despachos “Planeación y Proyectos de Ingeniería” y “Ordóñez Profesional”; en este estudio, es de resaltar que ambas compañías presentan las siguientes conclusiones, mismas que se transcriben literalmente:

“VII.3 Conclusiones

El balance final de la implementación del proyecto minero La Esperanza nos arroja un saldo desfavorable para el medio en el que se pretende desarrollar, porque si bien creará, temporalmente, condiciones favorables para los habitantes de la comunidad en el sentido social y económico, la repercusión en el medio físico y biológico será desfavorable, aun cuando las condiciones actuales nos indican un deterioro parcial del predio por actividades agropecuarias, estas se han venido desarrollando paulatinamente acorde a las posibilidades de los habitantes de la comunidad de Tetlama y a las posibilidades que los terrenos ofrecen para su explotación.

Sin embargo el proyecto generara un deterioro acelerado, no solo en la superficie del terreno, sino en todos los horizontes del mismo, modificando la calidad del aire (que podrá ser mitigada y se recuperara); el componente agua superficial del predio, en donde se modificaran los patrones naturales de escurrimiento hacia los arroyos existentes y la calidad del agua por posible aporte de sedimentos sustancias peligrosas usadas en los procesos; al igual que en el elemento agua subterránea por posibles derrames y aporte se sustancias peligrosas, tanto en el corto, como el largo plazo, ya que los materiales contaminados permanecerán en el predio, aspectos que resultan poco visibles pero importantes por las repercusiones que puedan tener en la salud de los pobladores y de las comunidades de flora y fauna del lugar y mas allá por el transporte de los arroyos y el acuífero.

Los siguientes aspectos, no menos importantes, pero que resultan más visibles corresponden al retiro de la vegetación y el suelo que la sustenta, principalmente en los sitios de los tajos; tanto el suelo como la geomorfología y la geología, aunque se trate de un impacto puntual a nivel municipal, tendrá una repercusión importante en el aspecto del lugar, ya que el suelo será removido, la topografía de los cerros será seccionada por los tajos, el mineral extraído mermara el contenido geológico del sitio y las pilas de materiales (que permanecerán en el sitio) formaran un nuevo perfil en el sitio, lo que tendrá efectos notables en la calidad visual del paisaje, ya que el sitio es visible desde diversos puntos colindantes al predio, como la colonia José María Morelos, el aeropuerto, la carretera Alpuyeca-Tetlama y la zona arqueológica de Xochicalco.”


Mina de Corta Atalaya, España. Foto de Charly Morlock

Como se observa, las mismas empresas pagadas por la minera canadiense están marcando todos y cada uno de los problemas que conlleva la implementación de la mina, valiéndose, al igual que en otras partes del mundo y del país, de las siguientes tácticas:

ENTRADA SILENCIOSA, gracias a la complicidad de gente en el poder y apoyándose en el Tratado de Libre Comercio signado por los Estados Unidos de Norteamérica, Canadá y México,  bajo la premisa de conceder “para no ahuyentar la inversión extranjera”.

NEUTRALIZAR Y/ O COMPRAR CONCIENCIAS… de autoridades nacionales, estatales o regionales, así como de algunos pobladores de las regiones escogidas, bajo la promesa de “prosperidad” regional y cambiando cuentas y espejitos por oro, al igual que en la época de la conquista. En Tetlama, esta táctica ya se ha establecido con la compra de voluntades y la ruptura del tejido social es inminente.

CONTROL DE LA PRENSA. Radio, TV, periódicos. Esta táctica aparentemente no ha funcionado suficientemente en nuestro Estado, pues algunos periódicos locales han publicado artículos que señalan los inconvenientes de la explotación de la mina.

DIVIDE Y VENCERÁS. La población está dividida en aliados, neutros y opositores. La táctica de la Empresa es la de ganar más asociados, sumar a los  neutros y debilitar y hostilizar a opositores, acusándolos como “agitadores” y con desconocimiento de causa.

ESTUDIOS DE IMPACTO AMBIENTAL. Ocultan la basura debajo de la alfombra. El Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA), entregado por la empresa minera a la SEMARNAT está lleno de mentiras.

Por ello, entre otras necesidades relacionadas con esta amenaza múltiple, es preciso atraer el interés y la participación de los diversos sectores de la sociedad en torno a la valoración y el reconocimiento de la riqueza biológica de Morelos y a la necesidad de garantizar la permanencia y continuidad del vasto patrimonio natural a través de la elaboración, el consenso y la aplicación de una estrategia estatal sobre la biodiversidad en Morelos.

Es preciso obligar a las autoridades estatales y municipales a que dediquen realmente sus esfuerzos y recursos a la planificación, establecimiento y manejo de áreas naturales protegidas, así como a la promoción de proyectos productivos relacionados con el uso sustentable de la biodiversidad estatal y el bienestar de la ciudadanía.

La destrucción de la cubierta vegetal, el envenenamiento  o agotamiento de la reserva hídrica, la destrucción de los vestigios arqueológicos son todos daños permanentes que estamos obligados a evitar.

Nuestros pareceres y lineamientos académicos no son ajenos ni contrarios a nuestra condición de ciudadanos interesados en el bienestar y el fortalecimiento del ejercicio de la vida democrática en el Estado de Morelos y en el País. Nos anima construir un diálogo orientado a atender los intereses generales de las poblaciones involucradas, de las cuales somos parte. Consideramos que las iniciativas mineras y todas aquellas que involucren a la población deben ser objeto de fiscalización ciudadana y de los pueblos originarios que, constitucionalmente, tienen derecho a la consulta previa, libre e informada, toda vez que afectan los intereses del común. Aunque existen muchas y muy importantes interrogantes en torno a todo este tema toral, elijamos una: Nos preguntamos, incluso desde una perspectiva monumentalista y turística del Patrimonio cultural, ¿qué lógica –si es que existe alguna– subyace al otorgamiento, por parte de la Federación, de una concesión minera a tajo abierto para explotar el subsuelo de una zona arqueológica declarada, para colmo, como Patrimonio Cultural de la Humanidad?

En este número presentamos varios trabajos relacionados entre sí relativos a las reflexiones previas: el texto de Pablo González Casanova, “Ecocidio: conocimiento y corporaciones” se ocupa de una visión general de las condiciones estructurales que están favoreciendo un proceso ecocida a nivel planetario, como expresión del capitalismo tardío que padecemos. El segundo artículo ofrece una perspectiva histórica de una zona de actual expoliación minera en el Estado de Guerrero, que ha afectado las tradiciones y la calidad de vida de sus habitantes. El autor, Miguel Ángel Mijangos, conocedor de primera mano de la problemática desencadenada por la empresa “Gold Corp”, antes de focalizar en un próximo número el proceso de afectación por la mina de tajo abierto, coloca en perspectiva histórica el escenario sociocultural en que se ha establecido el proceso de explotación minera. A su vez, el texto de  la Arqueóloga Silvia Garza Tarazona precisa y fundamenta las implicaciones de riesgo actual inherentes en la iniciativa minera de la empresa canadiense Esperanza Silver, en absoluto esperanzadora para el sistema Xochicalco en su conjunto. El artículo de Paul Hersch Martínez, siguiendo la pauta temática que aborda Garza, expone algunos de los efectos a nivel de salud pública previsibles en la iniciativa desesperanzadora ya referida. Finalmente, este número presenta la tercera parte del detallado estudio arqueológico de la compañera Hortensia de Vega Nova, dedicado al sitio maya de Oxtankah.