Lo eventual es aquello que se encuentra sujeto a cualquier contingencia. Se refiere a lo accidental, a lo provisional. Lo eventual es lo fortuito, lo circunstancial, lo accesorio, lo interino, lo incierto.
Asignar a un trabajador la categoría de eventual no es asunto baladí. Y menos, cuando la eventualidad laboral resulta, paradójicamente, regularizada. Como el mundo está al revés, resulta que a fin de evitar contrataciones de base, una institución cuya materia de trabajo tiene precisamente carácter permanente y no eventual, encarga ésta, de manera creciente y progresiva, a trabajadores “eventuales" que sin embargo sólo lo son en términos de su precariedad e incertidumbre laboral, pero no en términos de su capacidad, de su formación y de la tarea que les es encomendada. Y para completar el cuadro, quienes diseñan y deciden esas contrataciones de vergüenza, tienen a menudo, precisamente, una condición laboral estable y segura. Así, naturalizar esa eventualidad laboral, invisibilizarla, justificarla, ignorarla, debiera ser a su vez motivo de vergüenza, no sólo para los funcionarios de la alta burocracia que asumen esta situación como designio presupuestal irrevocable desde su propia contingencia existencial, sino para quienes siendo trabajadores académicos no eventuales, nutren con su inercia una situación inadmisible.
Cuando una empresa o una institución pretende resolver con medidas contingentes aquello que no es eventual, es decir, aquello que es sustantivo, al no adoptar procedimientos acordes con la naturaleza de esa tarea, atenta contra sí misma.
Por ello compartimos una segunda carta. En estos tiempos aciagos de pandemia, el Instituto Nacional de Antropología e Historia se topa con la Covid-19 en una condición de damnificado de larga data, donde los recortes presupuestales han sido el común denominador desde hace varias décadas. En este marco, un pronunciamiento del Colectivo YaPágameINAH/Tod@sSomosINAH expone de manera acuciosa y dolorosamente cierta, que este grupo de jóvenes investigadores, que además son el futuro de la Institución, vive una anómala forma de contratación, sin acceso a seguridad social, con salarios por debajo de sus capacidades, pagos extemporáneos, sin contratos estables, sin aguinaldos y violando reglamentos internos vigentes. Esta forma de contratación ha evidenciado y exacerbado las debilidades en la protección y el ejercicio de los derechos humanos, pues el derecho a un trabajo digno y bien remunerado es uno de ellos. Su condición no es inusitada en un país con precariedad laboral manifiesta. La carta que aquí se incluye es un llamado general para que todos los trabajadores académicos de base en México hagamos nuestras las demandas de los colegas en condiciones de precariedad laboral y demos la lucha por dignificar el trabajo y la existencia de todos los trabajadores, en el entendido que lo que está en juego son las instituciones mismas, y en este caso, de enseñanza e investigación.