8, Abril de 2012

¡Conexión Exitosa!

 

En los últimos años el internet ha adquirido una importancia creciente en la vida social de los individuos y en la forma que tienen de relacionarse afectivamente. Hasta la fecha sigue transformando los modos tradicionales de socialización y participación, no para reemplazarlos, sino para generar nuevas posibilidades que permiten a los individuos estar en contacto, superar las barreras impuestas por el tiempo,  la distancia  y  la soledad.

 

Lo curioso  es que dichas barreras  no son las únicas razones de nuestra elección para  transitar en el mundo virtual, aquella nostalgia de saber del otro y mantener “amores de lejos” se perdió en la memoria de las cartas y del telégrafo; hoy en día es a través del internet donde se busca hacer una vida encontrando nichos tecnológicos para socializar. Estudios recientes del Foro Económico Mundial revelan que desde el 2008 existe un incremento del 82% en el tiempo destinado a las redes sociales como Facebook, MySpace y Twitter (“Jóvenes asiduos a las redes sociales”: 2011). Todo indica que los únicos momentos de desconexión que tiene un individuo promedio son los que destina para dormir, asearse y otros menesteres, pues todo lo demás puede hacerse simultáneamente  en dos realidades.

El internet se ha convertido en un mundo completamente habitable para las mentes. La clave que explica su éxito frente a la realidad cara a cara, es la posibilidad de hacernos visibles en  un mundo que genera presencia y deja huella, es decir, brinda una especie de poder a partir de la visibilidad social dado que lo que no se ve en los medios o no se sube a la red  no existe. En el fondo la socialización es también una batalla contra la soledad,  es la posibilidad de formar relaciones afectivas a través de una identidad nueva que asegura inclusión y visibilidad en las redes sociales, en un mundo que habitan las mentes pero no los cuerpos, lo cual parecería impensable (pues la presencia del cuerpo es fundamental para lograr lazos entre los individuos), pero con la llegada de la tecnología y la nueva realidad virtual esa inclusión y visibilidad se han hecho posibles.

Según el sondeo de Euro RSCG Worldwide 2010, una agencia de mercadotecnia estadounidense, más del 34% de los encuestados aseveran que es posible tener una relación romántica, erótica o coquetear por internet; el 50% mencionó conocer a alguien que ha comenzado una relación por internet y el 26% reveló que las imágenes en internet han influido en cómo piensan sobre el sexo. Por otro lado, en un reciente estudio la Universidad de Columbia reveló que las prostitutas se mudaron a Facebook para ofrecer sus servicios, de manera que el 83% de las mujeres dedicadas a la prostitución cuentan con un perfil para conseguir clientes y afirman tener mucho más autonomía y éxito en su trabajo porque los encuentros pueden ser vía internet o cara a cara (“Sexo servidoras se mudan a Facebook” :2010). A su vez, la Academia Americana de Abogados Matrimoniales reveló que el 80% de las pruebas de infidelidad que se presentan actualmente son muestras de interacción de los acusados generadas a través de las redes sociales (“Facebook causa uno de cada 5 divorcios en EU” :2011). Todos estos datos nos permiten reconocer que la construcción de un mundo digital, en el cual transitamos sin la presencia del cuerpo y por medio de conexiones exitosas es posible y constituye, al parecer, una elección que los individuos toman gracias a la posibilidad que brindan estos espacios para las relaciones afectivas derivando de ello que   la manera en que se pueden representar, podemos afirmar que estas modalidades de construcción de un mundo  digital se convierten en tecnologías  de los afectos.

La construcción de los individuos a partir de plataformas tecnológicas  nos permite representarnos en el ciberespacio y, más interesante aún, recrear identidades que parecen detonar los deseos de los individuos manifiestas en las tecnologías de los afectos pero que están conectadas y se hacen visibles en los espacios virtuales. Estos espacios deben examinarse como un conjunto de prácticas discursivas con sus propias normas y convenciones que transforman las categorías y valores establecidos de la realidad cara a cara, es decir,  se pueden encontrar fácilmente  categorías reconocibles en la realidad virtual que apuntan a  la construcción de sociedades que generan una identidad en conjunto y  responden a la geografía,  la nacionalidad, las tradiciones; locales y culturales que la fincan. Es indispensable comenzar a describir dichas identidades porque, aunque encontramos similitudes en el tránsito de las dos realidades, es innegable que la identidad digital genera retos por su constante transformación,  su reciente aparición y la forma como los individuos se  adaptan a ella.

Retomando a  Doueihi, “La identidad digital es fundamentalmente polifónica: permite pues, una multiplicidad y una diversidad que seguirán siendo un desafío y se resistirán a un control absolutista, pese a los esfuerzos por normalizarlas y perfilarlas” (2010: 27). Es decir,  esta dimensión polifónica de la identidad digital tiene la capacidad de implantar diversas especificidades dentro de una cultura digital que está en constante construcción y que relativiza y atenúa su tendencia universalista, ya que el impacto de la tecnología en la sociedad no puede abordarse de manera generalizada. Es necesario establecer descripciones e información que respondan a la dimensión polifónica de los sujetos para después encontrar conexiones entre éstas y poder hablar del impacto y las transformaciones. Si la realidad virtual se ve construida con similitudes a la realidad cara a cara y aporta nuevas posibilidades en su edificación,  es claro  que el fenómeno también funciona a la inversa: la realidad virtual genera transformaciones en la realidad cara a cara, existiendo una retroalimentación que encuentra distintas formas de manifestarse en cada grupo de la sociedad y de manera individual.  En ella la esfera afectiva no es la excepción dado que se construye articulada en todos los niveles desde lo subjetivo, político, cultural, jurídico.

Otro autor que habla de una perspectiva similar ante lo heterogéneo de las nuevas tecnologías es Daniel H. Cabrera; en su escrito “Las nuevas tecnologías como significaciones imaginarias”, plantea a las significaciones imaginarias como un conjunto heterogéneo que refiere a diversos constituyentes y niveles,  procedentes  de un modo particular de lo imaginario, entendido este a partir de la “teoría de la institución imaginaria de la sociedad” de Castoriadis (1995:35) que pretende abordar las significaciones como instituciones de la sociedad, es decir, entiende a las nuevas tecnologías  como significaciones instituidas que materializan el imaginario de la sociedad actual.

En este sentido, las nuevas tecnologías crean una representación de la realidad pero abren un sinfín de posibilidades para los usuarios que transitan en el ciberespacio,  lo que ofrecen, como bien menciona Daniel H. Cabrera:

“Una interpretación desde lo imaginario social (que) consiste en la elaboración de hipótesis plausibles y posibles de generar nuevas conexiones de significados que permitan nuevas perspectivas de elucidación y otra relación de los individuos…. Pues las significaciones imaginarias sociales son un polo de identificación colectiva en relación al cual es posible una identidad para los individuos” (2009, 8-9)

En la fuente en la cual se construye la identidad es en donde se dan las relaciones tecno-afectivas; el tránsito por  la realidad virtual se convierte para la sociedad y los sujetos en una especie de matriz que recrea una estructuración de las representaciones sociales.

La pregunta más frecuente es si en algún momento de soledad, la necesidad de visibilidad y  el ímpetu por estar conectados tecno afectivamente nos motivará a emigrar a la red para habitar en tierras prometidas de tiempo completo.  La realidad virtual nos ha permitido establecer comunicación con un sinfín de personas, provocando la aceptación y la propensión  de los individuos para manifestar sus afectos por medio de las redes y establecer relaciones de distintos tipos, pero también nos  ha convertido en navegantes solitarios pues las mentes son las que viajan al mundo de la virtualidad y nuestros cuerpos quedan varados en puertos que buscan zarpar a conexiones exitosas que nos permitan permanecer en contacto, cuerpos que por momentos se ausentan como barcos sin tripulación, aunque convivan en el mismo puerto.    Por el momento, vislumbremos cómo poco a poco las transformaciones en nuestras relaciones afectivas modifican la realidad cara a cara estableciendo conexiones exitosas. Conexiones  que tal vez en los próximos años se develaran con intensidades inimaginables, seguramente con el corazón en la mente, y el cuerpo en reposo, en espera de caricias que recuerden que la vida está afuera, en eso que llamábamos realidad.

 

Bibliografía:

  • Bauman, Zygmunt. Amor Líquido. Fondo de Cultura Económica, 2010.
  • Castoradis, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad - Tusquets Editores, Colección Acracia, 1995
  • Doueihi, Mila. La Gran Conversión Digital. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010
  • Fernández Porta, Eloy. Eros. La súper producción de los afectos. México: Editorial Anagrama, 2010.
  • Winocur, Rosalía. Robinson Crusoe ya tiene celular. México: Editorial siglo XXI editores, 2009.
  • S/A, “Sexo servidoras se mudan a Facebook”, Diario el Universal, 12 de febrero de 2011.
  • S/A, “Hombres, quienes usan Facebook para ligar”, Diario el Universal, 14 de febrero de 2011.
  • S/A, “Facebook causa uno de cada 5 divorcios en EU”, Diario el Universal, 14 de Febrero de 2011.
  • S/A, “Jóvenes asiduos a las redes sociales”, Diario el Universal, 14 de diciembre de 2010.
  • S/A, “Los usuarios de redes sociales llegan antes al sexo con sus parejas”, La Vanguardia, 5 de diciembre de 2010.