20, Abril de 2013

Colombia y la Revolución mexicana: Juan Francisco Moncaleano

“No hay duda que México es la Rusia Americana”
“ya es poco el tiempo que los liberticidas me dejarán entre ustedes y es preciso ganar tiempo”
Juan Francisco Moncaleano [1]

En 1912 afirmar que el México maderista era la Rusia Americana no era precisamente un elogio. El juicio del anarquista colombiano era durísimo. Homologaba al Maderismo con el Zarismo  autoritario y represivo que en 1905 había ahogado en sangre a la insurrección libertaria en ese lejano imperio euroasiático. Ese juicio polémico nos remite a un mirador y una praxis internacionalista que merece ser rescatada.

Nos recuerda que la recepción de la  Revolución mexicana en América Latina no fue pura exterioridad; lo prueba la incorporación Moncaleano y de un número significativo de  internacionalistas. Participaron también muchos otros revolucionarios procedentes de otros países, tantos que el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, dedicó un tomo dando cuenta de ellos en el que incluye al personaje que nos interesa.[2] Y a pesar de ese loable y enjundioso esfuerzo la obra acusa muchas omisiones, las cuales han sido insuficientemente atendidas a pesar de la cauda de publicaciones que han surgido con motivo de la conmemoración de su primer centenario.

En ese mosaico de extranjerías militantes en México, los colombianos no fueron la excepción aunque no siempre coincidieran ideológica o políticamente. Su adscripción a las filas de los caudillos y proyectos del proceso revolucionario hablan de la complejidad que revistió. La figura más recordada en nuestro país, de la presencia colombiana, es la de Julio Cuadros Caldas, más que por su labor en el frente agrario y campesino, por un libro de su autoría de elevado impacto social: El Catecismo Agrario, el cual tuvo muchas ediciones y se convirtió en el manual más socorrido para los trámites campesinos de dotación de tierras ejidales. Fueron relevantes para los años 1924 a 1930 dos libros de tono muy beligerante contra el Partido Comunista de México y la Comintern en el continente: México Soviet y Comunismo Criollo. Ambos textos solventaron las críticas que formulasen las corrientes del llamado nacionalismo revolucionario durante los períodos de Obregón y Calles contra los afanes de los cominternistas mexicanos y extranjeros de profundizar el proceso. Participaron en los diversos escenarios del México bronco de aquellos años otros colombianos que no fueron precisamente intelectuales. Uno de ellos, fue Juan Francisco Moncaleano, a quien dedicaremos este artículo.

 

Moncaleano y Ravachol

Juan Francisco Moncaleano,  en su país de origen, transitó como director fundador del periódico Ravachol, de ideas liberal-socialistas a una postura definidamente anarquista en el curso del año 1910. Desde sus páginas sostuvo una aguerrida campaña anticlerical y dio luces sobre el valor de la Escuela Moderna de Ferrer Guardia. Elegir a Ravachol como título tenía un sentido provocador. Nombre temible eligió nuestro libertario, porque representaba un ícono en la práctica del tiranicidio. François Claudius Koënigstein (1859 - 1892) usó el pseudónimo de Ravachol mientras realizaba tres temibles atentados dinamiteros contra figuras de autoridad en el París de 1891. En los medios anarquistas y liberales el tiranicidio fue considerado como práctica extrema y fue muy temida en los medios europeos, norteamericanos y latinoamericanos. El tiranicidio es una forma de terrorismo, pero en ese tiempo y bajo ese nombre, buscaba legitimarse ideológicamente. En 1902, con motivo del Congreso Panamericano celebrado en México, los delegados colombianos al igual que sus pares mexicanos y de otros países, en particular, los procedentes de los Estados Unidos, estaban conmocionados por la muerte de Mc Kinley, su presidente en manos de un libertario tiranicida. Tal evento tuvo como centro apretarles las cuerdas a los anarquistas y acotar tus movimientos. El asilo y la extradición ingresaron en las agendas y acuerdos intergubernamentales. Por lo anterior, reivindicar a Ravachol era toda una provocación simbólica. El periódico de marras más que convertirse en una tribuna a favor de medidas tan extremistas, lanzó sus bombas de papel contra el clero y las autoridades gubernamentales, aunque en su vida la acción directa, había sido incorporada durante su paso por el ejército colombiano y las huestes radicales del liberalismo. Nuestro protagonista había llegado al grado de coronel del ejército colombiano y militado en las filas del Partido Liberal, antes de encauzar su vida bajo el ideario del socialismo libertario.[3] No fue el único caso de mudanza ideológica a favor del anarquismo. En México tenemos muchos para dicha época, algunos muy notables emergidos de las filas liberales. En Colombia, la activa  propaganda anticlerical que le valió la excomunión a Moncaleano, no puede confundirse con una postura antirreligiosa. Nuestro personaje en un artículo sobre el “Socialismo cristiano”, definió con transparencia su postura ideológica:

“El cristianismo ha grabado, pues, profundamente en nuestros corazones y en nuestros espíritus los sentimientos y las ideas que dan nacimiento al socialismo. Es imposible leer atentamente las profecías del Antiguo Testamento y del Evangelio, y echar al mismo tiempo una mirada sobre las condiciones actuales, sin verse inclinado a condenar éstas en nombre del ideal evangélico. En todo cristiano que comprende las enseñanzas de su Maestro y las toma en serio, hay un fondo de socialismo: y todo socialista, cualquiera que pueda ser su odio contra la religión, lleva en sí un cristiano inconsciente” [4]

 

Moncaleano puede ser visto como un  continuador del legado utopista cristiano de los socialistas libertarios de mediados del siglo XIX, que militaron en las denominadas Sociedades Democráticas de Colombia en tiempos del presidente Juan Vicente Melo, quien se inmoló en territorio mexicano, combatiendo en las filas anticolonialistas contra las fuerzas francesas de Maximiliano.

Desde las páginas de Ravachol, Moncaleano auspició la difusión del pensamiento pedagógico libertario de Francisco Ferrer Guardia y avanzó en su arraigo cultural a través de la fundación de la “Biblioteca Socialista” en los medios obreros y artesanales de Bogotá.[5] Fue expulsado de Colombia con dirección a Cuba.

 

Moncaleano de Cuba a México

En 1911 el anarquista colombiano acompañado de su esposa se vinculó a los anarquistas cubanos. En enero de 1912 se vinculó a la Agrupación Racionalista Ferrer participando en sus veladas. El 18 de febrero, ejerció como docente en la Escuela Moderna del Barrio de Jesús del Monte.  Luis Araiza, en su conocida obra sobre los cuadros obreros mexicanos, le dedica una breve semblanza a Juan Francisco Moncaleano. Desembarcó clandestinamente en el Puerto de Veracruz el 12 de junio de 1912, y se trasladó a la capital, donde decidió afincarse y realizar sus primeras acciones libertarias al lado de sus pares mexicanos. El 30 de junio, al lado de los líderes libertarios Jacinto Huitrón, Eloy Armenta y Pioquinto Roldán, constituyó el grupo Luz, de filiación anarquista. La imagen elegida para autoadscribirse resentía la presencia de una huella de la ilustración. La razón y la luz compaginaban en el imaginario y el fraseario de la época. Moncaleano abogó por impulsar la educación del obrero, llevarles la claridad de la Idea siguiendo los postulados de la Escuela Racionalista de Ferrer Guardia en España, como paso previo para su real insurgencia y emancipación. Viajó a Yucatán con la finalidad de organizar Escuelas Modernas o Racionalistas según el legado de Ferrer Guardia, para finalmente radicarse en la ciudad de México y se vinculó a la Casa del Obrero Mundial. Desde el local de la Unión de canteros aglutinó a varios maestros con la finalidad de apoyar su Escuela Racionalista y fundar otras. Un mes antes había publicado  un artículo en  defensa de Ricardo Flores Magón[6] tras su confinamiento carcelario en los Ángeles.[7]

El 1° de septiembre del mismo año, el Partido Popular Obrero promovió un acto político filo-maderista en el Teatro Principal al que asistió Moncaleano. Después  de que  fue presentada y respaldada la iniciativa de ley sobre Accidentes del Trabajo elaborada por el  ingeniero Carlos Peralta por encargo del gobierno maderista,  y de que hubiese realizado su intervención el Lic. Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, Procurador de Justicia del D. F. Moncaleano pronunció un radical y encendido discurso contra las tesis del disertante oficial. La reacción de Trejo trascendió el evento, ordenando su persecución y detención el mismo día, así como  la requisa y prohibición del vocero anarquista. Fue deportado del país el 10 de septiembre de 1912 con dirección a las Islas Canarias, por haber declarado tal nacionalidad a fin de sortear la repatriación a su país de origen.[8] Sin embargo, las perspicaces o desconfiadas autoridades isleñas no le permitieron desembarcar obligándolo a continuar viaje hasta La Coruña. Desde su no elegido lugar de exilio, nuestro rebelde impenitente solicitó y recibió el apoyo del Partido Liberal Mexicano liderado por los hermanos Flores Magón para salir de España y trasladarse a México vía Los Ángeles, California y La Habana.

Hubo otra persona agraviada por la represión, la compañera de Moncaleano Aurora de la Riva, al parecer se le imputaba también responsabilidad en la labor de agitación en el seno de la Casa del Obrero Mundial que suscitó este acto represivo.[9] Hubo algún contacto del libertario colombiano con el Partido Liberal Mexicano, así parece sugerirlo tanto el artículo que publicase a favor de Flores Magón como la nota de protesta publicada en Regeneración que da cuenta de su deportación:A última hora hemos sabido que al camarada Moncaleano se le aplicará el art. 33 por extranjero pernicioso. Pueblo mexicano: no permitas más injusticias de esta clase contra los hombres que te dicen la verdad y se empeñan y sacrifican por ti emancipación.”[10]

Durante su breve estancia en México Moncaleano publicó algunos artículos como por ejemplo: “El grito de rebelión” hacia 1912 en un periódico poblano de filiación mutualista.[11] Este hecho invita a tomar con cuidado el criterio selectivo de manejar únicamente las fuentes hemerográficas o documentales de entidades afines a la ideología del personaje.  Fue autor de Grito Rojo, que se convirtió en pieza muy leída en las veladas y eventos de la Casa del Obrero Mundial.[12]

 

 

Unidad y ruptura con el Magonismo

Moncaleano, en la ciudad de Los Ángeles, proyectó y dirigió la Casa del Obrero Internacional, mientras Blanca, su nueva compañera, publicó la revista Pluma Roja, de 1913-1915, donde promovió la emancipación de la mujer del control de  la iglesia, el estado y el sistema patriarcal.[13]

La Casa del Obrero Internacional, con su biblioteca y dormitorio para que fuese eje de convivencia libertaria de los exiliados y migrantes fue realmente un proyecto digno de recordar. Los espacios de la casona fueron repartidos para usos diversos de los integrantes de los gremios más representativos.[14] Sin embargo, fue cuestionada más que su función de hospedería la de servir de espacio festivo, de periódico lugar de baile.[15] El moralismo de las corrientes anarquistas fue en este caso, como en muchos otros, contrario a las prácticas culturales de las clases subalternas.

En noviembre de 1915 se hizo pública y definitiva la ruptura entre Moncaleano y Ricardo Flores Magón. El libertario colombiano se pensaba como un cuadro profesional de tiempo completo entregado a la causa de la Idea y como tal, debía ser subsidiado con los magros fondos de Regeneración. Moncaleano ofrecía a cambio, multiplicar la redacción de artículos para el periódico revolucionario. Tal punto de vista fue considerado inaceptable por Flores Magón.

El texto de ruptura de Ricardo Flores Magón es durísimo, lo acusa, además de pederasta, de escritor incompetente siguiendo el juicio de Blas Lara y de Teodoro M. Gaitán, fuera de faltar a la verdad porque nunca recibió tal oferta de parte de Blas o de Teodoro. En palabras del líder del PLM se dijo:

“¿con qué dinero se iban a pagar los gastos de semejante servicio, cuando el periódico vivía, como siempre, en medio de las mayores dificultades?

En realidad, nunca se propuso tal cosa a Moncaleano. Suponiendo que no fuéramos honrados en nuestras informaciones, que retamos a cualquiera que nos lo pruebe, no existió nunca la necesidad de tener que encomendar a un pelagatos la tarea de confeccionar noticias revolucionarias. Revísese con cuidado la colección de Regeneración y se podra ver si alguna vez ha existido la necesidad de inventar noticias. Siempre se ha dicho de qué periódico se toman, para que los que tengan dudas, busquen esos periódicos que, por lo demás, es fácil encontrar, porque siempre nos referimos a su fecha y lugar donde se publica.”[16]

La vida de Moncaleano deja muchas pistas a seguir. En uno de los ventanales de la COM  rememorados por Araiza se leía “Unión Instructiva de la Mujer Obrera por Obreros”,[17] huella ideológica de esta corriente en la que Moncaleano y su compañera dejaron huella indeleble.

 

 

 


Notas:

[1] citado por Rojas, 1912: 1.

[2] INEHRM, 1994, VIII

[3] Villanueva, 1992:71

[4] Ravachol, núm.9, 27/8/1910

[5] Ravachol, núm.13,18/9/1910

[6] Moncaleano, 1912: 1.

[7] INEHRM, 1994, VIII: 266

[8] Araiza, 1965, III: 14-17

[9] Soto, 2000:105

[10] S. B, 1912: 2

[11] Moncaleano, 1912: 2

[12] INEHRM, 1994, VIII: 266

[13] Ruiz y Sánchez, 2006, p.  

[14] Rojas, 1912: 1.

[15] Araiza, 1965, III:14-17

[16] Flores Magón, 1915: 1-2.

[17] Soto, 2000:119

 

Fuentes:

Araiza, Luis, 1965: Historia del Movimiento Obrero Mexicano, Editorial Cuahtémoc, México.

Flores Magón,  Ricardo,  “¡Alto Ahí!”, Regeneración, No. 214 del 27 de noviembre de 1915, pp. 1-2

García Cantú, Gastón, 1969: El socialismo en México  Siglo XIX, Ediciones Era, México.

INEHRM, Diccionario histórico y biográfico de la Revolución mexicana. Tomo VIII: Sección Internacional, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, México, 1994.

Moncaleano, Juan Francisco, “Ricardo Flores Magón en la Prisión”, Regeneración, no. 105, 31 de agosto de 1912, p. 1.

__________ La Guacamaya, del pueblo y por el pueblo, núm.8, 1912, p.2

Muñoz Cota, José, 1967: Querétaro Sinaí en llamas. La Constitución de 1917, Costa–Amic Editor, México.

Rojas, Antonio S.,  “Un hombre de carácter”, Regeneración, no. 109, 28 de septiembre de 1912, p. 1.

Ruíz, Vicki y Virginia Sánchez Korrol, Latinas in the United States: a historical encyclopedia, Vol. 1, Indiana University Press, 2006.

S. B., “Luz”, Regeneración, no. 107, 14 de septiembre de 1912, p. 2.

Soto Martínez, Adriana, 2000: Las mujeres en el Imaginario Anarquista, Tesis de Maestría en Psicología Social de Grupos e Instituciones, UAM-Xochimilco.

Villanueva Martínez, Orlando et al. 1992: Biófilo Placasta El eterno prisionero. Aventuras y desventuras de un anarquista colombiano, Ediciones Proyecto Cultural “Alas de Xué”, Colombia.