Introducción
En este artículo expongo la tesis de que el factor central que gesta y finalmente produce la actual pandemia del síndrome Covid-19 es sistémico y epocal, en efecto se trata éste del método de acumulación por despojo que conlleva un conjunto de subordinaciones y expropiaciones que intensificó el capitalismo en los últimos cuarenta años de neoliberalismo como parte de sus crisis económicas. Nos centramos en enfocarlo en la expropiación de la ecorporeidad -entendida ésta como el todo metabólico de cuerpos inorgánicos y orgánicos de la vida humana- y particularmente en la salud, ya que ambas han sido evidentemente la más afectadas y vulnerables. A tal grado que ha producido una época sindémica o de pandemia de epidemias, en la cual se retroalimentan y estallan diversas epidemias a nivel glocal, tanto de predominancia bio-ecológica como socio-cultural: VIH-Sida, dengue, cólera, obesidad, tabaquismo, neurosis, entre otras. Para ejemplificar dicha situación, muestro algunos datos sobre México y finalmente propongo un esbozo de Plan con un enlistado de acciones que a corto y mediano plazos coadyuvarían a superar los estragos de la Covid-19 y de otras epidemias.
Neo-acumulación neoliberal socava la ecorporeidad integral
La crisis capitalista de la década de los setenta el siglo XX desencadenó la neo-acumulación internacional y nacional circunscrita a regiones y áreas concretas que los capitales trasnacionales voraces mediante sus corporaciones han sometido para robar, extraer, expropiar y adueñarse de las riquezas, los patrimonios y las propiedades históricas colectivas, públicas o de pequeños propietarios de los habitantes de poblaciones, comunidades, grupos, etnias, naciones, etcétera (Veraza, 2011). Los Estados y gobiernos subordinados a los dictados del capitalismo trasnacional y sus instituciones estatales globales[2] que han participado adecuando a favor del capital mundial sus legislaciones, patrimonios y territorios y dando cobertura de sus instituciones disciplinarias, militares y policíacas para fomentar estos procesos de posesiones-desposesiones, desplazamientos, cercamientos, extracciones y apropiaciones privadas capitalistas.
Desde la década de 1980, como es ya sabido, el capital social global instauró el paradigma económico político mundial llamado neoliberalismo que ha mostrado principalmente las siguientes características: a) la apertura de fronteras nacionales para la superexplotación de fuerza de trabajo nativa y para introducir los productos de la trasnacionales más poderosas en los mercados nacionales y de esta manera fortalecer el mercado mundial planetario; b) la apropiación de recursos bioculturales para abaratar costos y obtener con ello más ganancias que contrarresten la crisis y que apuntalen a los capitales tecnológicos y financieros más agresivos. Las modalidades mediante las que se han aplicado estas dinámicas las concebimos en el conjunto de ecorporeidad humana, concebida ésta como el conjunto de cuerpos tanto inorgánicos como orgánicos de la especie humana en relación al metabolismo con la naturaleza (Marx, 1979), esto es, en el cuerpo ambiental, en los cuerpos personales-sociales y en el cuerpo societal-cultural. Tenemos pues: A nivel del cuerpo ambiental-ecológico: La extracción y contaminación de aguas y mantos acuíferos. Son despojados los pueblos y comunidades de estos bienes indispensables para su sobrevivencia o los envenenan con sustancias químicas y/o los se dejan inutilizables para consumo vital. Los bosques, áreas selváticas, manglares, playas, desiertos y otras “áreas y corredores protegidos” son deformados o destruidos; así como cerros y montes con vetas minerales son devastados para crear minas de todo tipo; y aún más ahora van sobre los minerales marítimos (Núñez, 2019). Como se ha documentado los procesos de extracción minera terrestre son devoradores de agua, paisaje y mano de obra, además de ser contaminadores, siendo la minería a cielo abierto la más destructiva. Pero igualmente lo son: la industria extractora de carbón, petróleo y gas, lo mismo lo son la industria forestal, así como las multinacionales agropecuarias que contaminan química y genéticamente los campos de cultivo, afectando con ello la pervivencia. Están también las técnicas de biopiratería y de bioprospeccción que llevan a cabo laboratorios, Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s) y Universidades con financiamientos de empresas para agenciarse y traficar con especies de flora y fauna y sus propiedades biológicas, químicas, farmacológicas, ornamentales, medicinales, etcétera. El caos climatológico, así como las contaminaciones del aire y de la atmósfera en general son degradaciones de nuestro derecho a tener un clima vivible y relativamente estable (despojo climático). Los desastres y las degradaciones ambientales propician también los desplazados, expulsados y refugiados ambientales (Adame, 2017: 299-307).
Capitalismo neoliberal devasta el planeta. Fuente: https://buzos.com.mx/index.php/nota/index/450
Respecto al cuerpo humano biopersonal-social tenemos: La drogadicción, las tratas y prostituciones, la extracción y compra-venta de órganos internos, fluidos vitales, etcétera, especialmente el de los cuerpos más vulnerables: infantes y mujeres, y también el alquiler o subrogación de vientres para empresas hospitalarias y médicas privadas que hacen jugosos negocios. Las epidemias y pandemias al enfermar e infectar y matar a millones de personas son otras formas de expropiación de los cuerpos y las vidas de las personas. De la misma manera los fármacos y la medicalización son formas de expropiación de la salud para controlar cuerpos-mentes y reinsertar a los sujetos a la explotación de sus fuerzas de trabajos o para desecharlos desde la lógica del capital por improductivos; a nivel internacional la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la representante de este modelo biomédico dominante que impone criterios, métodos y dicta lineamientos operativos, además de administrar recursos dinerarios destinados a dinamizar los mercados fármaco-médico-sanitarios.
A nivel del cuerpo societal-cultural: La expulsión y la práctica del terrorismo en comunidades por medio de la violencia, la guerra y la inseguridad utilizando grupos delincuenciales y la militarización. Los despejamientos de espacios y las privatizaciones (comerciales, inmobiliarias, particulares) de áreas públicas y comunes en las ciudades: parques, jardines, calles, áreas verdes, etcétera. El utilitarismo que mercantiliza los patrimonios históricos y artístico-culturales: paleoantropológico, prehistórico, arqueológico, artístico tangible e intangible –como las artesanías, las celebraciones, las gastronomías, las fiestas, entre otras–. El extractivismo y mercantilismo de memorias, saberes, y codificaciones culturales tradicionales. Lo que implica la extracción, desposesión y mercantilización de historia y etnohistoria. Igualmente la expropiación de las decisiones políticas sobre gestión y organización de espacios, territorios y lugares públicos y nacionales. Esto por parte de gobiernos y de megaempresas que instrumentan la extracción de petroleras, hidroeléctricas, corredores industriales, caminos, puentes, presas y fracking.
Todo lo cual genera continuamente desposesiones, escisiones y expulsiones de pobladores, así efectos nocivos sobre los vulnerables, que somos la mayoría de los habitantes del planeta.
En sus aspectos generales este es el marco que ha prevalecido de manera intensiva y extensiva durante cuarenta años a nivel mundial con sus particularidades regionales y nacionales; y es justamente lo que posibilita entender las distintas maneras en que ha impactado la actual pandemia del Covid-19 en el conjunto de la ecorporeidad humana expoliada, expropiada y degradada. Por eso afirmamos que “el mayor enemigo actualmente en el mundo no es el coronavirus SARS-Cov-2”, sino dichos procesos de despojos y sometimientos producidos bajo la dinámica de neo-acumulación capitalista neoliberal (Mateos, 2020:18).
Ecorporeidad (ecosistema planetario humano) y coronavirus. Fuente: https://venetoeccellenze.it/come-affrontare-il
La era sindémica o de pandemia de epidemias
Lo que podemos denominar era sindémica como recursividad y cruce mundial de epidemias de diferente tipog, inicia justo a principios de la década de 1980 cuando emerge la pandemia de VIH-Sida, cuando ésta muestra la incidencia de los primeros pero contundentes estragos –en los cuerpos ecológicos, socioculturales y personales vulnerados– tanto de la crisis capitalista multifacética como específicamente de las modalidades y métodos de acumulación y expropiación arriba descritos. Así, desde aquella década se han registrado aproximadamente 14 mil brotes epidémicos, de los cuales 60% han sido por zoonosis, es decir, provenientes de la interacción entre seres humanos y animales comercializados y tratados industrialmente. Pero no sólo, también han aparecido y se han agudizado enfermedades socioculturales epidémicas como la diabetes, la obesidad, el alcoholismo y la depresión, y han reaparecido otras llamadas “menospreciadas” u “olvidadas” como la salmonelosis, cólera, paludismo, dengue, sarampión, etc.
Las tres primeras pandemias del siglo XXI de coronavirus se manifiestan justo cuando ya el neoliberalismo neoacumulador y el productivismo-extractivismo capitalista expoliador, expropiador y degradador están plenos; así tenemos la llamada primera pandemia del siglo XXI de 2002-2003, denominada SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) iniciada en una ciudad industrializada del sur de China, posteriormente en 2009 la provocada por el virus AH1N1 o influenza “porcina” México-Norteamericana que se desarrolló en granjas industriales insalubres y luego el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS por sus siglas en inglés) de 2012-2013 iniciado en mataderos, establos o mercados de carne de dromedarios y camellos en Arabia Saudita. Fueron tres importantes avisos de nuevos y variados tipos de virus zoonóticos obtenidos de ecosistemas milenarios debido a la expansión de empresas capitalistas textiles, bioprospectivas, madereras, mineras, electrónicas, agropecuarias, inmobiliarias y de plantaciones; virus provenientes de granjas, mercados y criaderos masivos de animales para engorda y consumo humano y animal.
Por sus características propias como entes genómicos mutantes y bajo un escenario en que ya el neoliberalismo había lanzado un fuerte asalto sobre los sistemas sanitarios, médicos, de asistencia social y de seguridad, así como de fuertes evidencias de trastornos ecológicos perpetrados por los sistemas comercializadores, las prospecciones, las deforestaciones, los extractivismos[3], los asentamientos urbanos y semiurbanos, que generan degradación ecosistémica y ecorporal. Dichos virus aumentan el riesgo de infección en poblaciones humanas, sobre todo allí donde existe alta densidad demográfica, fuertes conexiones y movilidad intensa de sus habitantes.
La epidemia internacional del Ébola (enfermedad asociada a un filovirus altamente letal) que tuvo su centro en países muy pobres de la costa noroccidental de África, pero que se extendió breve y con baja intensidad en algunos países europeos, Estados Unidos y otros más, marcó en 2014 el siguiente ensayo sistémico de las referidas oleadas epidémicas cada vez más peligrosas ya sea por su contagiosidad, su morbilidad o su mortalidad. En dicha epidemia de Ébola (segunda oleada de otra anterior a finales del siglo XX) imperó una confusa pero determinante actuación dominante y oportunista de las agencias, de las corporaciones, de los organismos internacionales, de los Estados nacionales y de las medidas que adoptaron imponiendo sus criterios, sus visiones y, en general, los intereses médico-económicos de la industria bio-farmacéutica-sanitaria, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la Cruz Roja Internacional, de la ONU, de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y de las Organizaciones No Gubernamentales poderosas e influyentes como la de Bill y Melinda Gates, fueron protagonistas y aliadas en esa imposición (Adame, 2014).
Se trata, definitivamente, de ecodemias y sociodemias que ya habían prefigurado aspectos sustanciales de la pandemia actual por SARS-Cov2. Siendo así que ésta es la más prevista y pronosticada de todos los tiempos por epidemiólogos, virólogos, investigadores, asesores, centros médicos, laboratorios, farmacéuticas, empresarios, ONG´s, así como por cineastas y literatos.
La peculiaridad de la pandemia que padecemos a partir de 2019 radica, en primer lugar, en que es mucho más globalizada en términos cuantitativos (a finales de mayo de 2021 dan cifras “oficiales” de 16 millones de contagiados y cerca de 3 millones y medio de fallecidos a nivel mundial[4]) y cualitativos (estrés, desgano vital, sufrimiento y soledad sociocultural) y con fuertes repercusiones biosociales debido a su contagio comunicacional (mass media) y psicoemocional a través del miedo inducido y expandido. En segundo lugar, por las maneras mundiales y mediáticas de contagiosidad que impactan en los diferentes cuerpos individuales y sectoriales –socioeconómicos, etnoculturales, de edad, etcétera–. Así como, en tercer lugar, por su inserción ahora como cofactor en la crisis económica civilizatoria del sistema capitalista; crisis que tiene su contundente manifestación en el lapso de 2008 a 2018 y desde 2019 convertida en recesión; y justo es en confluencia causa-efecto en 2020 –con la declaratoria de pandemia Covid-19 en marzo– que sufre su recaída completa o depresiva. En cuarto lugar, porque entra de lleno como catalizadora y sintetizadora de la época sindémica o pandemia de epidemias en la que se recombinan y retroalimentan múltiples epidemias con preponderancias biológicas, biosociales, psicosociales y socioculturales; y donde intervienen co-factores como los siguientes: viejos y novedosos microparásitos, ecosistemas degradados, violencias diversas, sistemas inmunes deprimidos, shocks relacionales y corporales, psicoemociones alteradas, etcétera.
Así pues, si bien es cierto –como lo he planteado en otro texto (Adame, 2000)– que ha habido en la historia epidemias y pandemias de 50, 80 o 100 millones de muertes (que van de los siglos XIV al XVII, del XVIII al XIX o las del siglo XX) no se comparan en términos de crisis epocal (Arizmendi, 2020) con la actual y las que vendrán; y aunque todas ellas pueden estudiarse causalmente como parte de los Síndromes de Inmuno Deficiencia Impuestos (SIDIS) (Adame, 2020); la fuerza y contundencia crítica del SIDI en curso es, como vemos, avasallador.
Los estragos del neoliberalismo y la Covid-19 en México
En México el Estado neoliberal y sus políticas, bajo el mando de los partidos revolucionario institucional y de acción nacional (PRI y PAN) despilfarraron la riqueza pública y desmantelaron el mínimo de bienestar popular con lo cual degradaron los niveles y las expectativas de vida del grueso de la población (Adame, 2011). Se privatizaron los bienes de la Nación; se menguó significativamente la planta productiva y agrícola nacional; se polarizó abruptamente el acceso a la riqueza social; se subordinaron los intereses de la Nación con el Tratado de Libre Comercio (igual ahora con el Tratado México-Estados Unidos-Canadá) al imperialismo norteamericano y global.
Pandemia por Covid-19 (SARS-CoV2). Fuente: https://facultades.usil.edu.pe/
Asimismo se golpeó y desatendió a las clases y sectores populares en sus derechos y seguridades; se propició la monopolización y el control privado de los recursos mediáticos; se sumió en la descomposición socioeconómica al país, incrementando miseria, precarización del trabajo, limosnería social, limitación y deserción educativa y escolar, migraciones masivas, dependencia alimentaria, obesidad y desnutrición (Adame, 2012); igualmente aumentó: drogadicción, alcoholismo, semiesclavitud, prostitución, pederastia, vulnerabilidad epidemiológica y salutífera en general; además brotaron mercados clandestinos y semiclandestinos de trata y venta de mujeres, niños, órganos, armas y toda clase de drogas y sustancias bioquímicas. En el número 158 (noviembre de 2020) de La Jornada del Campo –compilado por Andrés Barreda– se documentan más de 50 “infiernos ambientales” (Regiones de Emergencia Ambiental o REAS) contaminadores de agua, suelos, aire y generadores de enfermedades y sufrimientos a comunidades a lo largo de toda la geografía nacional.
Durante los desastrosos 36 años de neoliberalismo “prianista” –más los 2 de morenismo– México logró ser (entre otros rubros) a nivel mundial: el primer lugar en obesidad infantil y el segundo en adultos (solo rebasado por EUA[5]); el primer lugar en diabetes infantil; .el primer lugar en mercantilización del agua; el primer lugar en violencia por crimen organizado; el primer lugar en abuso sexual infantil. Desde 2012 México, por un lado, ocupa el primer lugar de consumo en refrescos azucarados, desplazando a Estados Unidos y superando a países de poblaciones varias veces más grandes como la India y China[6]. Por el otro lado, está el consumo excesivo de sal, pues los mexicanos ingieren 5 veces más de lo permitido, situación que se traduce en un mayor riesgo de hipertensión arterial, infartos y derrames cerebrales, entre otros padecimientos[7].
Desde inicios de la década de 1980, la llamada comida basura o chatarra fue desplazando a la tradicional. El consumo excesivo de alimentos chatarras produce una adicción casi igual a la que generan drogas como la cocaína, la heroína y la morfina (Miranda, 2010). El 23.3% (27 millones) de la población vive en pobreza alimentaria y el 12.5% sufre desnutrición crónica.
Todo ello ha contribuido grandemente a que los cuerpos individuales-sociales de los mexicanos en general y de los grupos vulnerables como indígenas, niños, adultos mayores y los que sufren pobreza y pobreza extrema, padezcan de comorbilidades latentes y manifiestas; siendo susceptibles a las enfermedades contagiosas como lo son precisamente las respiratorias vinculadas a los coronavirus. Y si a todo esto le agregamos el desmantelamiento de las instituciones públicas de servicios médicos, debido a su abandono, y al crecimiento de la mercantilización de la salud, es posible entender datos de la Covid-19: hacia septiembre de 2020 en México 8.6 de cada 100 personas con Covid-19 habían fallecido, lo que ubicaba al país entre las mayores tasas de mortalidad por el virus entre los 20 países más afectados por la enfermedad a nivel mundial de acuerdo con un análisis de la Universidad Johns Hopkins. El 28 de enero de 2021 México llegó a 155 mil 145 muertes confirmadas por Covid-19, con lo que rebasó a India y se colocó en tercer lugar a nivel internacional, según portal de la Universidad de Oxford. Empero, si se toma en cuenta la medición por cada millón de habitantes, México se encontraba en el lugar 19 a nivel mundial. En fin, México no casualmente ha sido de los países a nivel global más golpeados por la pandemia de SARS-CoV2.
México primer lugar en consumo de refrescos Fuente: https://www.bing.com/images/search?view=detailV
Resultados de la pandemia de Covid-19 en la era sindémica capitalista
La pandemia sindémica y sus condiciones de excepcionalidad impuestas, le es altamente re-funcional al capitalismo –especialmente para las fracciones burguesas dedicadas a los servicios, a la producción ciberdigital y a la industria fármaco-médico-sanitaria– y mucho más si se establece globalmente como «estado de excepcionalidad permanente», como «pandemia in permanencia». En efecto, ejemplifiquemos esto con un solo dato: en lo que va de esta pandemia ya subió la acumulación dineraria de los 500 millonarios más acaudalados, esto quiere decir que 0.0001% (un diezmilésimo por ciento) de los actuales seres humanos del planeta resultó beneficiado con la enfermedad y muerte de algunos millones de hermanos de especie (citado por Ortiz Tejada 2021: 12).
En este sentido, quizá no habrá futuro pos-pandémico, pues la sindemia pandémica empata y confluye con la crisis multidimensional epocal civilizatoria provocada por el capitalismo. De esta manera, la permanencia de la sindemia y por ende del estado de excepción mundializado, podría tener perfiles diferentes –a veces bajo, a veces medio o alto– según las circunstancias[8]; con sus respectivos “daños colaterales” prevalentes in crescendo: inequidad, tensiones migratorias, pobreza, desnutrición, hambrunas, precariedad laboral, deterioro ecológico, contaminación, basura, desempleo, inseguridad, control digital, incertidumbre, injusticias, darwinismo individual y grupal, enfermedades físicas-emocionales-mentales-sociales y decesos. Con ello se instauraría la «nueva normalidad globalizada» y, por supuesto, aumentaría el poder y las ganancias de: a) las industrias bio-médico-fármaco-sanitarias productoras de equipos, pruebas, medicamentos, vacunas subvencionadas y de venta garantizada y con altas y continuas plusvalías; b) de las industrias ciber-digito-capitalistas de la cuarta revolución tecnoindustrial, especialmente de las plataformas sociodigitales (“redes sociales”), que subsumen la educación, la diversión, la cultura y el conjunto de las comunicaciones y las informaciones sobre todas las materias y temáticas de “la vida en línea”; c) de las industrias biotecnológicas, agropecuarias y extractivas que aprovecharían las urgencias de materias primas y productos del medio rural.
Paradójicamente la sindemia permanente también empodera a gobiernos e instituciones nacionales que aseguran el autoritarismo renovado como eje para el control y para el sostenimiento de la decadente maquinaria sistémica capitalista, pues éstos a pesar de batallar por dotar de hospitales, equipos, médicos, fármacos y vacunas a los requerimientos del modelo biomédico-oficial dominante, se fortalecen en sus mecanismos controladores, represivos y dictatoriales. Igualmente dicha sindemia emergida con contundencia como era sindémica in permanencia es altamente beneficiosa para las élites globales que deciden los destinos del planeta –grupos industriales financieros, filántropos e inversores[9]– mediante las instituciones globales como el FMI, el BM, el Foro de Davos, la ONU, la OMS y otras más.
Consumo de comida chatarra causa pobreza y enfermedades alimentarias. Fuente: https://www.gaceta.unam.mx/grave-el-consumo-de-alimentos-chatarrra/
Por el lado del modelo biomédico dominante internacional (nucleado por la OMS) y en sus sedes nacionales, hemos visto que desde la década de 1980 y enfáticamente durante la pandemia actual, ha mantenido a toda costa sus preceptos, sus políticas, sus campañas y sus acciones vinculadas a la industria fármaco-sanitaria, a pesar de sus contradicciones, tanteos experimentales y confusiones: busca afianzarse y seguir priorizando la medicalización (dependencia de los servicios y medicamentos de la biomedicina dominante[10]) y la “salvación”[11] mediante la vacunación, aunque con desigualdades y polarizaciones; el llamado apartheid de vacunas. En efecto, el Oxfam (Oxford Committee for Famine Relief) ha denunciado que “cuanto más tiempo se niegue la protección a grandes franjas de la población mundial, mayor será la amenaza de que las mutaciones nos alcancen a todos, las naciones poderosas han asegurado suficientes vacunas para que cada uno de sus ciudadanos sean inoculados tres veces, mientras que en los países pobres aun no reciben la primera dosis” (citado por Ortiz Tejada, 2021:12).
Sin embargo, existen grietas abiertas al interior del sistema biomédico hegemónico, por las propias ineficacias de sus métodos y recomendaciones y, sobre todo por los cuestionamientos, protestas de médicos y personal de salud que han tenido que enfrentar en primera línea la catástrofe, en buena parte debida a la devastación neoliberal de los sistemas de salud oficiales. Al interior del personal médico-sanitario han aparecido por necesidad en la emergencia, otras formas de tratamientos y medicamentos que han probado muchas veces ser eficaces para paliar y superar los múltiples síntomas del Covid-19, mientras los sistemas inmunológicos individuales actúan contra los virus y sus cepas (Adame, 2013). Esto mismo ha pasado de manera semejante con aquellos practicantes y profesionales médicos provenientes de las medicinas subalternas e incluso tradicionales-populares que han aplicado sus terapias y medicamentos y logrado –en muchos casos– ayudar a fortalecer las defensas y los cuerpos-mentes, superando los síntomas nocivos del síndrome.
Ante la envergadura de la crisis multidimensional capitalista y lo que la fracción dominante del sistema ofrece como solución superficial y autoritaria a las diversas crisis, especialmente a la crisis ecocorporal del sistema inmunológico integral que se ve manifestada hoy como crisis epidemiológica y pandémica. Vemos que esa rigidez del modelo biomédico hegemónico oficial medicalizador tendrá –tarde que temprano– que ser forzado a ceder so pena de seguir paliando sufrimientos y aceptando mortandades. De lo que se trata -si es que se quieren ir verdaderamente resolviendo las causas y variables coadyuvantes de la sindemia instalada y en auge- es, en el aspecto médico-salutífero, de transitar hacia una medicina holística y democrática. Que con apoyos coordinados y colaborativos de todos los saberes eco-socio-médicos, justo ahora de manera urgente se encamine a vislumbrar y trabajar científico-críticamente en el fortalecimiento la ecorporeidad humana total; actuando positivamente con medidas radicales, sobre un conjunto de factores del sistema inmunitario integral, desde los económicos y ecológicos, pasando por los nutricio-alimenticios, sanitarios, emocionales, mentales y energéticos, hasta los propiamente médico-curativos del proceso de salud-enfermedad-atención-prevención.
Con las medidas implementadas desde la sana distancia, la aplicación de fármacos, la atención hospitalaria de urgencia hasta la aplicación de vacunas masivas que buscan alcanzar el 70% de la población mundial, se ha respondido siguiendo el simplista “plan mundial” orquestado desde la OMS y sus asesores con dichas medidas de urgencia que –desde nuestra perspectiva– se quedan en la superficie. No van al fondo de las causas y del contexto que alimenta la aparición de microparásitos patógenos, ni tampoco responde a resolver las condiciones que han ocasionado la salvaje neo-acumulación y la crisis multidimensional/civilizacional capitalistas. En suma, quien está afectado –valga decir vulnerado, susceptible, debilitado–, es el conjunto de la ecorporeidad, por ende el sistema inmunológico integral es el que tiene que ser fortalecido.
Una sola salud, un solo planeta. Fuente: www.ttps://blogs.iadb.org/sostenibilidad/es/una-sola-salud-un-solo-planeta
La propuesta alternativa
Desde mi posicionamiento, para responder alternativamente a la grave situación arriba descrita, es necesario construir un verdadero Plan de Regeneración preventivo y anti-epidémico, cuyos ejes, entre otros, deberían ser los siguientes:
- El sistema alimentario a nivel mundial y en todas y cada una de las naciones debe cambiar, en la producción, en la distribución, el transporte, el comercio y el consumo. Comenzando con la producción de carnes y su compra-venta. El encierro, el hacinamiento, el maltrato de animales en granjas insalubres como medios de producción preponderantes a escala industrial, lleva a la potencial y real producción y circulación de microparásitos dañinos; justo el 70% de las epidemias humanas y zoonóticas se ha originado en la interacción con esos lugares (existen más de 200 enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos). El propio SARS-CoV2 posiblemente se originó y se transmitió en un mercado de animales y comidas de animales silvestres en Wuhan. En general, tenemos que sistema alimentario mundial hegemónico y dominante considerado en los consumos ha llevado a la esquizofrénica producción de organismos humanos famélicos y obesos; ha conducido al hambre y al hartazgo, a las adicciones relacionadas con gulas y trastornos alimentarios en todas las edades.
- Fomento a la agricultura agroecológica, orgánica desde las comunidades y grupos campesinos. Producciones sustentables haciendo uso de energías renovables, limpias y locales compatibles con los principios de la economía circular.
- Defender mantos acuíferos y fuentes de agua ante las corporaciones extractivistas y comercializadoras, así como sanearlos. Garantizar el acceso democrático y justo al líquido vital, como derecho humano: disposición y purificación de agua para consumo colectivo y personal en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible.
- Brigadas de enseñanza-aprendizaje de principios nutritivos y dietas sanas y alternativas. Para poder migrar del consumo de alimentos y bebidas procesados, con alto contenido de calorías, grasas, azúcares, sodios, edulcorantes, conservadores y otros químicos hacia dietas saludables que sean además social y culturalmente adecuadas y sustentables.
- Clases masivas y abiertas de gimnasias, yogas, ejercicios, deportes, danzas, etcétera, que robustezcan la capacidad del cuerpo de auto-curarse. El acento primordial debe estar en la flexibilidad y el apropiado funcionamiento físico, energético y mental-espiritual de los cuerpos individuales como primer territorio que habitamos. El SARS-CoV2 y variantes que inducen el llamado Síndrome Covid-19, que es de amplio espectro (en síntomas y efectos), inciden mayormente inflamando órganos y centralmente colapsando el sistema respiratorio humano, por tanto poner énfasis en la conveniente y terapéutica forma de respirar y energizarse.
- Alto a las destrucciones de la biodiversidad, especialmente parar el extractivismo depredador, que no sólo aumenta el caos climático, sino que igualmente propicia mayor vulnerabilidad y exposición al desarrollo de enfermedades infecciosas. Reforestaciones masivas ad hoc de bosques, selvas y demás ecosistemas; de manera importante crear, recrear y crecer parques, jardines y zonas de vegetación en todos los espacios disponibles de las ciudades.
- Incorporar tratamientos, terapias, medicamentos mediante comités abiertos y democráticos de médicos de todas las tendencias que puedan sacar lineamientos y propuestas comunes y consensuadas para contrarrestar las enfermedades crónicas, agudas, infecciosas y especialmente Covid-19 y semejantes. Establecer programas de psicoterapias donde participen especialistas y conocedores-practicantes de todas las modalidades de tratamiento, prevención y atención psicoafectiva.
- Que los centros médicos y de investigación públicos con financiamiento gubernamental den estímulos materiales e ideológicos a aquellos medicamentos, fármacos, y vacunas que tengan los menos efectos secundarios y sean más benéficos para ayudar a resolver malestares y enfermedades. Aquellos centros médico-fármaco-sanitarios con investigadores nacionales, regionales y locales se les deberán apoyar económica y moralmente preferentemente para combatir a las grandes empresas trasnacionales bio-farmacológicas conocidas como Big Pharma que se niegan a abrir sus patentes como dominio público.
- Fomentar, apoyar, financiar y priorizar a proyectos que conjunten, articulen y potencien estos ejes de trabajo.
Bibliografía:
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- Adame, Miguel Ángel (2013) Ecosalud y antropología de las medicinas alternativas y tradicionales, Tomos I y II, México Ed. Navarra.
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- Mateos, Mónica (2020) “El mayor enemigo no es un virus, sino el intrincado sistema socioeconómico. Urge una plataforma de inmunidad integral sostiene el antropólogo Miguel Ángel Adame”, en: La Jornada. Disponible en: https://www.jornada.cm.mx/2020/09/24/cultura/a03nlcul. Recuperado en febrero de 2021.
- Miranda, juan Carlos (2010) “El consumo excesivo de comida chatarra produce adicción casi igual a la de opiáceos”, en: La Jornada. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2010/02/23/economia/023n1eco. Recuperado en febrero de 2021.
- Reality check: “Es realmente México el país más obeso del mundo”. Disponible en: https://www.bbc.com.mundo/noticias-america-latina-46664557. Recuperado en marzo de 2021.
[1] Profesor-investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH-INAH). Dirección electrónica: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
[2] Me refiero al fondo Monetario Internacional (FMI), al Banco Mundial (BM), a la organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la Organización Mundial de Comercio (OMC), al Grupo de los 8 (G-8), al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y a la Organización de Naciones Unidas (ONU).
[3] El extractivismo lo entendemos como la explotación “salvaje” de grandes volúmenes de recursos naturales por parte de compañías trasnacionales, que se exportan como commodities y generan economías de enclave (localizadas, como pozos petroleros o minas, o espacialmente extendidas, como el monocultivo de soja o palma). Dichas corporaciones se instalan principalmente en países semicoloniales y del tercer mundo mediante artilugios y transacciones con gobiernos neoliberales, quedando las poblaciones y comunidades donde llegan a merced de dicha explotación y de sus afectaciones medioambientales y socioeconómicas degradadoras.
[4] La fuente que más se citada respecto a las cifras negras de la Pandemia Covid-19 es la Universidad privada de Baltimore, Maryland (EUA) Johns Hopkins. No obstante la propia OMS ha advertido (22 de mayo de 2021) que la cifra de muertes directas e indirectas está entre 6 y 8 millones; por lo que se deduce que la cifra de infectados también es de 2 a 3 veces mayor a la reconocida por la Johns Hopkinks.
[5] Estados Unidos es el país más que encabeza la lista, con el 38,2% de la población mayor de 15 años con obesidad. México ocupa el segundo lugar con el 32,4% de la población y Nueva Zelanda le sigue, con el 30,7%.
[6] El consumo de bebidas azucaradas mata al año 25 mil mexicanos por la ingesta calórica y está asociada con padecimientos como obesidad, diabetes tipo 2, derrames cerebrales, gota, asma, cánceres, artritis reumatoide, enfermedades arteriales coronarias y óseas, problemas dentales y de conducta, trastornos psicológicos, envejecimiento prematuro y adicción (Boletín UNAM, octubre 2019).
[7] Se estima que entre 75 y 85% de la sal que consumimos los mexicanos provienen de la ingestión de botanas, frituras y panes blancos (Adame, 2012).
[8] Casi a diario, los funcionarios de la OMS y de otras agencias internacionales y nacionales, nos recuerdan en sus declaraciones que a pesar de las campañas de vacunación vigentes, no se prevé que a mediano plazo exista un “riesgo cero”.
[9] Como la ha demostrado Cristina Martín (2020), dichos grupos y personajes poderosos económicamente son multi-socios en diversas corporaciones y oligopolios.
[10] Por ejemplo entre el 18 y el 21 de mayo aparecieron en el estado indio de Maharashi casi 2 mil casos de una infección por hongos negros llamada mucormicosis asociada al Covid-19, el gobierno de la India hizo un pedido masivo de más de 200 mil inyecciones del fármaco antimicótico anfotericina a varias farmacéuticas. Por otra parte, la Comisión Europea en estos mismos días firmó un contrato de compra hasta 2023 con farmacéuticas para contar con casi mil millones de vacunas y además de otra cantidad similar de dosis de un fármaco adaptado a variantes del coronavirus SARS-Cov2. Todo esto es sólo un botón de muestra de los gastos de billones de dólares en inmunizantes y bioquímicos que, de esta manera, fortalecen el círculo vicioso de dependencia y supeditación hacia la biomedicina y su modelo mundial y nacional dominante.
[11] La vacunación como operación mundial “salvar al mundo”