Número 14

3 sostenida por Felipe Calderón hasta los úl - timos días de su aciago mandato, son tras - tocados en saldo del crimen organizado y en muy contadas ocasiones, en pequeños y erráticos “daños colaterales” generados por “errores” de sus aparatos de fuerza (ejército, marina y todo tipo de policías). El autoproclamado “presidente del empleo”, en víspera de su retiro fuera del país, naturalmente, se afana y se ufana en llevar adelante el proyecto de Ley Federal del Trabajo aprobado en la Cámara de Di - putados, el cual considera obsoleta la Ley de 1970 que supuestamente ya no respon - de al “diagnóstico” de sus proponentes. Este engendro legal es regido por ideas extraídas del desván ideológico del conser - vadurismo, como la del “trabajo decente”, aunada a otras muy neoliberales como la de la “productividad” y la “seguridad”, o muy propias del acervo controlista de la vieja policía sanitaria, como la de la “higie - ne”. Nos detendremos en la noción de de - cencia desde la cual re-significan el trabajo. El término “trabajo decente” fue acu - ñado por Juan Somavía, abogado chileno, salido de las canteras de la muy reacciona- ria Facultad de Derecho de la Universidad Católica de su país y vinculado a las redes políticas, intelectuales y empresariales de la Democracia Cristiana chilena e interna - cional. Juan Somavía, en su calidad de ti - tular de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lanzó esta noción ideológica del “trabajo decente”, la cual fue respalda - da por Alfredo Sfeir-Younis, su paisano, eco - nomista y funcionario del Banco Mundial vinculado a la USAID, y por el teólogo Konrad Raiser, fallecido en 2003, a un año de haber dejado la presi - dencia del ConsejoMundial de Iglesias. Sorprende que un organismo laico y multilateral como la OIT formali - ce y justifique el uso ideológico del trabajo “decente”. Esta noción reaccionaria, que ahora asume como propia la clase política mexicana con Felipe Calderón a la cabeza, tiene pues factura de origen conocida. El “trabajo decente” de fondo pretende justificar un programa de control de la fuerza de trabajo al ser -

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