Número 22

5 san las villas miserias de las ciudades y presionan ante servicios públicos pésimos, arcaicos e incapa - ces de satisfacer las demandas cada vez más exten - didas de la población. Los grandes proyectos urbanos relacionados con los compromisos contraídos por Brasil para los mega- eventos deportivos, para los gigantescos proyectos industriales y portuarios alentados por el gobierno, para los proyectos urbanos de lujo, han ocasionado grandes desplazamientos de población y de “limpie - za social”, concretados con frecuencia a través de la violencia policiaca. Igualmente, la lucha contra la de - lincuencia y la inseguridad se ha llevado a cabo sin contemplaciones, involucrando incluso operaciones militares no exentas de graves violaciones a los de - rechos humanos. La llamada “democracia racial” que ha ocultado convenientemente el racismo en Brasil, no ha logra - do sacar a la población negra de los índices más altos de desempleo, marginalidad y pobreza. El extractivismo de los gobiernos de Lula y Dil - ma ha sumado a los pueblos indígenas al contingen - te de los indignados brasileños. Prueba de ello es el proyecto de la hidroeléctrica de Belo Monte, cu - yos trabajos de ingeniería se proponen dos mega- desviaciones canalizadas del lecho original de uno de los dos principales afluentes del Amazonas, con excavaciones comparadas a las que se hicieron para construir el canal de Panamá, lo que impactaría la vida de los pueblos indígenas asentados en las ri - beras del río Xingú y regiones aledañas, quienes perderían sus territorios –base material de su exis- tencia y reproducción como entidades colectivas–, recursos naturales, incluida el agua, formas tradi- cionales de organización social, economía y subsis - tencia, así como el acceso a la navegación fluvial; asimismo, provocarían la migración abrupta, hacia la región, de al menos 100 mil personas, con el caos social y humano que esto representa; la muerte de millones de peces, aves y otras especies animales, así como la pérdida irreparable de una rica y varia - da biodiversidad. En suma, se trata de un etnocidio y un ecocidio combinados, ambos de lesa humani- dad, cometidos por un gobierno progresista. Así, el pueblo de Brasil, que según los estereoti - pos debería estar enajenado por el opio del futbol, se manifiesta en las calles y en los estadios, por múlti - ples factores y causas que lo llevan a la búsqueda de una nueva realidad. No se trata de un movimiento de derecha, aunque rápidamente los grupos monopóli - cos han querido influir en el movimiento a través del manejo mediático y del golpeteo a un gobierno que no obstante las concesiones otorgadas para el gran capital y sus asociados, no consideran “suyo”. En la geopolítica regional y mundial, Brasil, de - fendiendo sus propios planes de hegemonía, ha ju - gado un papel importante en los proyectos de inte- gración liderados por Venezuela, que hizo posible mandar el ALCA aproximadamente al carajo. Es in - dudable que la caída de los gobiernos del PT sería

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