Número 37

3 dos de Norte América. En dirección con- vergente, Slavoj Zizek ha desarrollado otra fecunda tesis acerca del Estado canalla . 2 Sin lugar a dudas, vivimos tiempos en que los canallas y partidos canallas han copado muchas posiciones de poder en los más di- versos lugares del mundo. México no es la excepción, su Estado, su multiforme parti- docracia y sus políticos configuran el cam - po de la canalla. Todas éstas entidades y actores ya, no ocultan sus acciones e ideas, sienten que viven su primavera, su tiempo de impunidad, ocupando con sus canalla- das un importante nicho en la cultura polí- tica, altamente contaminante. Así, nuestro país está inmerso en una grave y profunda crisis que parece no to- car fondo al cerrarse el ciclo de las refor- mas neoliberales que dan un giro retrogra- do a la explotación del trabajo humano y la naturaleza. Sin embargo, la resistencia ciudadana y de los pueblos en defensa de la vida, el territorio, los recursos, la histo- 2 Zizek, Slavoj. Viviendo en el final de los tiempos . Madrid: Edi- ciones Akal, 2012, p. 185. ria, la cultura de la patria de los desposeí- dos está presente. Existe una amplia gama de movimientos contestatarios opuestos a la lógica depredadora que el neoliberalis- mo aplica. El drama mexicano es un espejo más de muchas otras tragedias nacionales en otras latitudes. Poco se ha abonado en temas como éste, pues, después del montaje «democrático» de los canallas de la partidocracia, lo único que llena el espacio mediático es el cacarea- do «triunfo de la civilidad contra la violen- cia» y de que los comicios se llevaron a cabo conforme a lo esperado: esto es, en medio de la farándula, el despilfarro, la compra de votos, la militarización de varios estados, la abierta represión en varios de ellos, y, por si fuera poco, la penosa participación legi- timadora de personajes otrora emblemáti- cos como Rigoberta Menchú, quien arribó al país, por una buena cantidad de dólares, como pago de su promoción de «la demo- cracia» y de sus exhortos a los padres de los normalistas de Ayotzinapa a decir «la verdad sobre sus hijos». ¡Qué vergüenza! Rigoberta Menchú y Lorenzo Córdova

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