Etnobiología Comprometida. Encuentros, acuerdos, producción de conocimientos y acciones colectivas entre pueblos, territorios y academia

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I. EN BÚSQUEDA DE UNA ETNOBIOLOGÍA SOCIALMENTE MÁS COMPROMETIDA

Gran parte de los investigadores formados en programas de ciencias biológicas, humanas y en general en otras disciplinas en las que se abordan las relaciones existentes entre los diversos grupos humanos y los ecosistemas con los que interactúan, son instruidos bajo paradigmas reduccionistas en los que se parcelan los conocimientos y se restringe la gestión de los mismos a los preceptos de la ciencia ortodoxa y de carácter netamente positivista. Procesos de formación y praxis qué han derivado en profundas limitaciones para comprender la complejidad e interrelaciones de las dinámicas que se dan entre los sistemas biológicos y culturales.

En este trabajo, se define lo que desde hace varios años hemos llamado “etnobiología comprometida,” planteamiento que se considera antítesis de algunos procesos dentro de la etnobiología que pueden ser de corte extractivista, colonial o estar en oposición al bienestar de los diversos grupos poblacionales humanos, no humanos y los territorios. En este orden de ideas, esta publicación está dividida en seis apartados: en el primero se realizó una revisión de las razones brindadas por distintos autores, que fundamentan la necesidad del ejercicio de una etnobiología socialmente más comprometida; en la segunda se esgrime la definición de lo que concebimos como una etnobiología comprometida, teniendo en cuenta algunos de sus antecedentes y atributos;  en el tercer inciso planteamos algunas reflexiones en clave crítica sobre la etnobiología y ciertos elementos conceptuales; en la cuarta parte abordamos algunas tendencias contemporáneas en el quehacer de este campo del conocimiento; en el quinto apartado planteamos dos manifestaciones y acciones que buscan una etnobiología más comprometida en distintas escalas, la primera desde una institucionalidad y gremio en crecimiento, y posteriormente desde el trabajo en redes colaborativas a partir de varias acciones realizadas por la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural; finalmente el documento concluye con unas consideraciones finales derivadas de estas reflexiones.


Figura 1. Mural “Abuelas Sabedoras”, Cabildo Indígena Kamëntšá Biyá, Alto Putumayo, piedemonte Andes-Amazonía, Colombia. Artistas: Diego Salas, Mr. Jeres, Corrosivo. Sexta Minga Muralista, Sibundoy, Putumayo.

Es necesario aclarar que en esta iniciativa no se pretende realizar un estado del arte de la etnobiología. La intención de este texto, es contribuir a una reflexión colectiva sobre el quehacer de la etnobiología, como un área cuyo conocimiento socioecológico ha sido sustentado desde hace muchos años por sistemas de conocimientos comunitarios, tradicionales y locales, generalmente poco aceptados por un sistema hegemónico y extractivista; así como brindar reconocimiento a mucha gente, perteneciente o no a la academia, que con su mejor esfuerzo y preparación han apuntalado a la etnobiología como un campo de la ciencia al servicio del estudio y conservación de la vida en su conjunto, a través de la vinculación social, interdisciplinar y la democratización del conocimiento.

En el devenir del quehacer científico, bajo la necesidad de generar información y procesos que permitan ir más allá de los inventarios de los elementos biológicos y físicos, de la descripción de los diversos “sujetos culturales” y del surgimiento de problemáticas socioambientales, emergen campos del conocimiento como la etnobiología que de acuerdo con una de sus acepciones más sencillas y esenciales a partir del concepto de la etnobotánica, mencionado por el maestro Efraím Hernández Xolocotzi , se trata de la comprensión de la interrelación entre los humanos y las otras entidades biológicas: “entre el hombre y las plantas, a través del tiempo y en diferentes ambientes.” (Hernández Xolocotzi, 1979, p. 13).

En el desarrollo de estudios de corte etnobiológico, particularmente los concernientes al campo de la etnobotánica, que históricamente han sido pioneros en la génesis y expansión de las etnociencias, estas iniciativas no sólo están vinculadas a la “ciencia y cultura dominante”, sino en muchos casos son auspiciadas y justificadas bajo los intereses económicos y políticos de poderes hegemónicos que más allá del bienestar del conjunto de la humanidad han pretendido establecer a través del pensamiento y las acciones coloniales en sus diversas maneras de operar, el acaparamiento y control de fuentes de recursos biológicos y conocimientos tradicionales desarrollados principalmente en los países megadiversos, con distintas formas de extractivismo y desposesión definidas en su sentido amplio (Harvey, 2005; Grosfoguel, 2016; Martín y Vega Cantor, 2016).


Figura 2. Trabajo comunitario del pueblo indigena Wiwa, Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia. Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona (OWYBT). Foto: Juancho Bolivar Montero Bolaño. 

Al respecto Grosfoguel (2016) plantea: “Si el extractivismo es una manera de pensar y producir conocimientos, entonces el problema se puede reproducir muy fácilmente por autores blancos y mestizos latinoamericanos con conocimientos producidos por pueblos indígenas y afros en las Américas” (p. 40).

Leanne Betasamosake Simpson, indígena canadiense, defensora de los derechos indígenas, destacada por sus escritos, su música y trabajos académicos, fue entrevistada por Klein (2013), acerca de su visión sobre el extractivismo cognitivo, y ella expresó:

Creo que se requiere un cambio de mentalidad, pasar de ver a los pueblos indígenas como un recurso para extraer beneficios a vernos como comunidades y naciones inteligentes, articuladas, relevantes, vivas y que respiran. Eso requiere que los individuos, las colectividades y las personas desarrollen relaciones justas, significativas y auténticas con nosotros (párr. 67).

 

De igual manera, Vélez Torres, Rátiva Gaona y Varela Corredor (2012) apoyados en  Harvey (2007) mencionan:  

Se parte de proponer que los conflictos por la tenencia y la propiedad de la tierra, así como por el acceso y el uso del suelo y de otros bienes ambientales del territorio, hacen parte de la vulneración y la afectación a comunidades locales por procesos extractivos ligados al despojo (p. 60).

 

De acuerdo con Martín y Vega Cantor (2016) en la apropiación de los bienes comunes de tipo natural en América se emplean diversos instrumentos en lo que ellos denominan una “combinación de todas las formas de lucha”, implantada por las leyes del mercado capitalista. Esta combinación se encuentra constituida por formas legales, jurídicas, económicas, culturales, ideológicas, sociales, “para legitimar el despojo y hacerlo tolerable y aceptable por parte de los habitantes de un determinado país o región” (p. 15).

 

Ya en 1973, Freire precisaba:

Toda invasión sugiere, obviamente, un sujeto que invade. Su espacio histórico-cultural, que le da su visión del mundo, en el espacio desde donde parte para penetrar otro espacio histórico-cultural, imponiendo a los individuos de éste, su sistema de valores.

[…] La propaganda, las consignas, los “depósitos”, los mitos, son instrumentos, usados por el invasor, para lograr sus objetivos: persuadir a los invadidos de que deben ser objetos de su acción, de que deben ser presas dóciles de su conquista. Es necesario que el invasor quite significado a la cultura invadida, rompa sus características, la llene incluso, de subproductos de la cultura invasora (Freire, 1984, pp. 44-45).

 

Valladares (2021) categoriza esta forma de despojo como extractivismo académico, en torno a la necesidad de realizar una antropología comunitaria, que, dada la naturaleza epistémica de la etnobiología, le concierne totalmente.  

Gran parte de la crítica sobre esta forma de apropiación cognitiva y cultural se apoya en la omisión hacia las comunidades con las que se trabaja, sobre sus derechos consignados en la consulta previa libre e informada, establecida en el Convenio 169 de la OIT. Adicionalmente, y con acierto, García Aguirre (2007) comenta:

Los conocimientos tradicionales (CT) se crean, desarrollan y mantienen en ámbitos comunitarios, en los cuales pueden compartirse con otras comunidades y pueblos indígenas; donde su valor no radica en los beneficios económicos que puedan obtener de ellos, sino que forman parte de su patrimonio natural y cultural, además de su construcción identitaria y de su reproducción social como indígenas (p. 4).

 

Complementa esta idea el autor, comentando que, debido a ello, en países como México, la población indígena ha enfrentado problemas de biopiratería y bioprospección principalmente en el campo de la medicina tradicional.

Estas prácticas de extractivismo, acumulación y desposesión en el sur global por parte del norte global continúan a través del liberalismo económico, la cultura dominante occidental y su influencia en los objetivos, métodos y alcances en el objeto y desarrollo de  la ciencia, y han sido analizadas y documentadas por diversos autores, entre ellos Cuvi (2009), De Sousa Santos (2009a, 2010) y Quijano (2014).


Figura 3. “I Congreso Mesoamericano de Pueblos Indígenas, para la Decolonización”, Nahuizalco, El Salvador. Foto: Red LDPBC. 2023.

En este orden de ideas, consideramos que en forma consciente o inconsciente se ha contribuido por parte de algunos sectores de la academia a fomentar o normalizar esta forma de extractivismo y despojo, fundamentalmente bajo los intereses de algunas instituciones y sus metas de ejecución, de prestigio personal - profesional o definidamente con el objetivo de la apropiación de genes o conocimientos tradicionales para incorporarlos a las dinámicas del mercado; “productos” que por excelencia se difunden en círculos privilegiados de circulación de información a través de documentos indexados que por lo general no son de acceso abierto o de interés, por su ámbito divulgativo, estructura o lenguaje técnico, para las poblaciones de las que se obtuvieron los recursos cognitivos o genéticos, y desde luego también por medio de eventos académicos, gremiales y de entidades públicas que matizan estas formas de despojo, con “buenas intenciones” hacia las comunidades depositarias de este patrimonio.

Por supuesto estas reflexiones y conclusiones apuntaladas por una larga historia de sojuzgamiento de numerosos pueblos indígenas y afrodescendientes, entre otros, han derivado en planteamientos internacionales, por los que diversas comunidades en el mundo han levantado la voz, para que los saberes tradicionales, que muchos consideramos parte de una ciencia popular, campesina, nativa o indígena, sean reconocidos y respetados, de la mano con los derechos territoriales y de autogestión de los propios pueblos (Argueta Villamar y Pérez Ruiz, 2019). Esta lucha contra las hegemonías internacionales políticas y en gran medida académicas, forman ahora el contexto que permite plantear un enfoque firme, de lo que en este trabajo denominamos, la etnobiología comprometida.


Figura 4. Cartografía social, Proyecto “Territorios Bioculturales de Rionegro y Sumapaz. Conocimientos aplicados para la gestión socioambiental”. Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE) - Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). Foto: SCE, 2020.

De acuerdo con Estrada Martínez y Sepúlveda Varón (2021), apoyados en Escobar (2016), plantearon:

… los procesos de generación de conocimientos en sus diferentes contextos de aprendizaje y abstracción del mundo son influenciados y alimentados de manera constante por la memoria biocultural y las condiciones socioecológicas en las que habitan los diversos grupos poblacionales del planeta. La multiplicidad de sus ontologías, epistemes, formas de ser y estar en el mundo, se materializan y despliegan en las pedagogías propias y los conocimientos acumulados que estos pueblos y nacionalidades han adoptado para la reproducción social y las formas de adaptación a los entornos en los que se desarrollan (Estrada Martínez y Sepúlveda Varón, 2021, p. 29).

 

Tomado del mismo trabajo de Estrada Marínez y Sepúlveda Varón (2021), se puede plantear que la etnobiología, al igual que la educación vinculada con la defensa de la bioculturalidad, presenta las siguientes cualidades:

…  bajo  una perspectiva  amplia,  ante  la  actual crisis  social  y  el  deterioro  de  las  dinámicas  ecológicas  del  planeta, viene   facilitando   una   multiplicidad   de   emergencias   culturales, organizacionales   y   académicas   desde   el   accionar   colectivo   de diversos   actores   sociales. Estas   iniciativas   permiten   articular procesos  interculturales,  interepistémicos  y  transdisciplinares  entre los sistemas de vida y los saberes de las bases populares, con algunas iniciativas  de  distintos  ámbitos  del  quehacer  científico  (Escobar, 2020).  Síntesis  que  están  posibilitando  el  diseño de  alternativas  al desarrollo y nuevos horizontes de reflexión y agencia.  (p. 29).

 

En relación con la conceptualización de los saberes, diferenciándolos de los conocimientos tradicionales,  Almada y Sanchez (2024) plantean:

Optamos por utilizar “saberes tradicionales” en lugar de “conocimientos tradicionales”, dado que el saber implica una serie de disposiciones corporales, sensoriales y de orden cosmológico que no se resumen a una supuesta percepción de base cognitiva de la realidad. Adicionalmente, esta opción también se alínea a la perspectiva de las sabidurías tradicionales” (Toledo y Barrera-Bassols, 2009), incluyendo los conocimientos, las cosmologías y las prácticas de producción de los mundos de los pueblos y comunidades tradicionales (p. 34).

 

Esta definición de los saberes, presenta una clara connotación vinculada con el concepto brindado hasta ahora a la bioculturalidad, dada la integración de conocimientos, cosmovisiones, oficios y prácticas que se mencionan, los cuales van más allá de los conceptos establecidos tradicionalmente para la etnobiología.

 

II. UNA ETNOBIOLOGÍA COMPROMETIDA CON LA VIDA

Definición y atributos de la etnobiología comprometida

La Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural en alianza con la Sociedad Colombiana de Etnobiología -SCE- y la Universidad Autónoma Chapingo -UACh-, desde el año 2015 han organizado espacios de diálogo, formación, proyectos de investigación y gestión que han abordado  la integración y articulación de diversas ontologías, epistemes, metodologías y acciones colectivas en torno a la generación y gestión de conocimientos sobre diversos aspectos de la bioculturalidad de América Latina. Este ejercicio constante ha permitido reflexionar sobre el quehacer de la etnobiología y la necesidad de asumir compromisos y acuerdos en las relaciones recíprocas que se tejen entre los diversos actores sociales en torno a la conceptualización y praxis de esta área del conocimiento.


Figura 5. Elaboración tradicional del tinte textil a partir de “grana cochinilla” Dactylopius coccus. Ollantaytambo, Perú. Foto: Red LDPC. 2024.

De estas actividades dialógicas y reflexivas y de acción colectiva se ha definido a la etnobiología comprometida como: 

Un área del conocimiento y la práctica, que aborda desde perspectivas integrales, interculturales, decoloniales y de múltiples saberes, las relaciones entre los diversos grupos humanos y sus cosmovisiones con otras entidades no humanas, biológicas, ecosistemas y territorios, facilitando el diálogo, los acuerdos y la participación activa en el diseño, ejecución, seguimiento y beneficios de investigaciones, proyectos, programas, políticas y otras actividades entre los poseedores comunitarios de los conocimientos, tecnologías, servicios y bienes comunes, con los demás actores sociales interesados en el estudio, divulgación, gestión y defensa de la bioculturalidad (Estrada Martínez y Sepúlveda Varón, 2018).

 

En el marco de las consideraciones sobre la etnobiología comprometida que aquí definimos, consideramos pertinente que ésta debe tener los siguientes atributos o derroteros para generar cambios transformativos en los diversos contextos en los que se desarrolla:

La etnobiología es un campo del conocimiento en constante evolución, amplía sus horizontes epistémicos, metodológicos y sus ámbitos de investigación y acción a través del diálogo y articulación con otras disciplinas y desde la multiplicidad de saberes.  


Figura 6. Portadilla de la publicación “La etnobotánica: tres puntos de vista y una perspectiva”, editado por Alfredo Barrera. 1979. Fuente: https://leolibri.net/index.php?route=product/product&product_id=4554

Por la naturaleza de las áreas del conocimiento que confluyen en la etnobiología, y la diversidad y complejidad de los contextos en los que se desarrolla, debe contemplar y aplicar perspectivas de corte intercultural, interepistémico, e inter y transdisciplinares.

Implica procesos de participación activa y decisoria de los diversos actores sociales que son poseedores de los conocimientos locales tradicionales, la cultura, la biodiversidad y los territorios, en las distintas fases de planeación, ejecución, seguimiento y beneficios económicos e intelectuales de investigaciones, proyectos, programas, y de otras actividades propias de la investigación y la gestión, entre otros.  

En su concepción y praxis se pueden articular y complementar los procesos de investigación - gestión a partir de metodologías mixtas, (cuanti y cualitativas), a través de distintas disciplinas, metodologías y marcos de comprensión y participación.


Figura 7. Diálogo de saberes durante el III Foro de Hongueros realizado en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) de México. Foto: Red LDPBC. 2014.

Reconoce que la investigación en torno a la bioculturalidad no es acrítica ni apolítica.

Promueve el empoderamiento de las comunidades locales a través de procesos de autovaloración identitaria y a partir de su memoria biocultural.

El quehacer etnobiológico debe estar a la vanguardia y en diálogo con los desarrollos teóricos, metodológicos y tecnológicos.

La etnobiología debe buscar que la información generada sea vinculante, de acceso abierto y que propenda por la democratización de la producción, circulación y apropiación social de los conocimientos.

Se opone a las prácticas coloniales y al extractivismo de genes, saberes, bienes, servicios y tecnologías tradicionales de las comunidades locales y grupos poblacionales equiparables, en los que existen beneficios de forma unilateral, aprovechando las ganancias  económicas,  intelectuales o sociales, entre otras.

No subalterniza, en lo conceptual, metodológico o a través de la obtención de beneficios logrados, a los miembros de las comunidades con las que se trabaja, pues asume todos estos elementos bajo enfoques relacionales como el diálogo de saberes, la investigación acción participativa, la comunalidad y la investigación - gestión compartida.

Más allá del recaudo de datos y la elaboración de inventarios biológicos y culturales es deseable que contemple la generación de conocimientos aplicados, capacidades instaladas y procesos autonómicos accesibles y acordes a los contextos, realidades y necesidades de las comunidades locales y los grupos poblacionales en donde se realiza.


Figura 8. Portada de la publicación “Valor cultural de los hongos sagrados en la Sierra Mazateca”. Universidad Autónoma Chapingo (UACh). 2016.

Tiene un enorme potencial en la articulación de conocimientos y generación de conceptos, métodos y soluciones basadas en la bioculturalidad de los pueblos para alcanzar una gestión más eficiente y adaptativa que conduzca a estados de sostenibilidad deseables y transiciones socioecológicas.

Debe contribuir con los procesos vinculados al estudio, gestión y defensa biocultural, así como con los cambios transformativos en las condiciones y circunstancias que conlleven al bienestar, la plena realización y la autonomía de las comunidades locales y demás actores sociales involucrados.

 

Algunos antecedentes de la etnobiología comprometida

Como antecedente de este concepto existen diversos textos sobre la “ciencia comprometida”, uno de los pioneros es el de Fals Borda (2014), quien mencionó que diversos científicos:

[…] derivaron su inspiración de la tradición de la sociología dinámica, la sensibilidad política y el celo misionero por el cambio social, actitudes que resucitó C. Wright Mills. Estos sociólogos llenaron los requisitos exigibles en cuanto a idoneidad, pertinencia e integridad, para producir una ciencia propia y seria, poco sujeta a la fuga del talento en sus respectivas sociedades. (p. 104)

 

También este autor comentó:

Sin duda es interesante descubrir que la creatividad de algunos de los mejores profesionales latinoamericanos contemporáneos va en relación inversa a su dependencia de los modelos de investigación y de los marcos conceptuales diseñados en otras partes, tales como los que se acostumbran en Norteamérica y en Europa.

Los trasplantes conceptuales de una cultura a otra, a diferencia de los injertos de órganos en el cuerpo humano, no han recibido toda la atención que merecen. Sin embargo, el principio de la aceptación o rechazo de ideas nuevas puede ir al meollo del problema de la investigación colaborativa y del servilismo científico (pp. 104-105).

 

Adicional a los anteriores derroteros es importante destacar que la etnobiología comprometida también está soportada en algunas de las reflexiones expuestas en los postulados de Freire (1970) , en los cuales se establece que “todos aprendemos de todos” y que las personas con quienes se trabaja no deben ser consideradas objetos o simples informantes sino sujetos políticos dentro de los estudios y la gestión, como parte de la filosofía de la investigación acción participativa (IAP), la educación popular y la ciencia social autónoma.

Así mismo busca el diálogo de saberes, que  debe ir más allá de un concierto de monólogos de acuerdo con el planteamiento en 1978, del maestro Hernández-Xolocotzi (2012) cuando analiza el comportamiento académico frente a “la investigación de huarache”, sino en el real intercambio a través de la articulación de lenguajes comunes, que no se logra de la noche a la mañana, y que constituye un ejercicio dialógico entre la ciencia académica y la ciencia popular - comunitaria (Estrada Martínez y Sepúlveda Varón, 2022).  


Figura 9. Terrazas de Moray, laboratorio agrícola prehispánico y centro de domesticación de plantas de diversos pisos térmicos, Valle Sagrado de los Incas, Cusco, Perú. Foto: Red LDPB, 2024.

La etnobiología comprometida considerada como un área transdisciplinar, es integradora de distintos campos de conocimientos disciplinares estructurados bajo el enfoque de sistemas complejos, abiertos y no lineales como los definidos por García (2006), en el que tales sistemas no necesitan únicamente “una concepción común entre los miembros del equipo de investigación sobre la problemática general a estudiar, sino también de bases conceptuales comunes y de ideas compartidas de la investigación científica y de sus relaciones con la sociedad” (p. 33).

El enfoque transdisciplinar de la investigación comprometida también fue presentado por Riveros Argel et al.  (2020), basados en lo planteado por Cronin (2008):

La investigación transdisciplinaria integra investigadores académicos de diferentes disciplinas y participantes no académicos para investigar problemas del mundo real y crear nuevos conocimientos y teorías. La transdisciplinariedad combina la interdisciplinariedad con un enfoque participativo [que involucra la participación de científicos y partes interesadas no académicas durante todo el proceso de investigación] (p. 7).  

 

Fuertemente ligada con la etnobiología es la vertiente social cuyos antecedentes sobre antropología comprometida han sido sustentados por diversos autores:

En relación con este enfoque, Grimson (2016) comentó:

Se trata de un compromiso en el sentido del interés en preguntarse acerca de cómo el conocimiento antropológico puede contribuir a una crítica de las relaciones de poder instituidas social y culturalmente. Una antropología que sabe, reconoce y respeta que hay muchos otros desarrollos disciplinares, pero que también desea ser respetada en sus opciones. Opciones que por otra parte son diversas y divergentes, en largas tradiciones con los pueblos indígenas, con los afroamericanos, con los movimientos sociales, con los sectores populares. (párr. 4).

 

Para complementar esta percepción, Guerrero Arias (2010) definió:

[…] una antropología comprometida con la vida que trata de entender al ser humano en función del ser humano mismo y contribuir a que éste encuentre las respuestas a las continuas interrogantes planteadas desde que está humanamente presente en el mundo y en la historia.

La antropología como ciencia del ser humano y su cultura, contribuye a que podamos llegar a comprender esa pluralidad diversidad y diferencia cultural existente en la humanidad (p. 351).

 

Así mismo, Martín y Madroñal (2018) manifestaron:

El futuro de la antropología no solo tendría que ver con el éxito de las elaboraciones teóricas y metodológicas que presupone una disciplina, sino también con las estrategias de mantener la variedad y riqueza de la diversidad cultural que la hemos considerado como algo adquirido y en relación con lo cual se desarrolló la disciplina (Martín y Madroñal, 2018, p. 212).

 

Un análisis del desarrollo de las corrientes del indigenismo y la antropología comprometida en México es analizada históricamente por Aguirre Beltrán (1974) quien ubica la génesis de estas corrientes principalmente en los movimientos estudiantiles de los años 60´s y su influencia mundial que derivó en una crítica fuerte a los antropólogos que bajo el patrocinio de fundaciones imperiales realizaban (y llevan a cabo), estudios monográficos de miles de pueblos “primitivos” con metodologías y objetivos cuestionables y que con categorías como la “folk” disfrazan la explotación y la alienación cultural de tales comunidades.

 

III. LA ETNOBIOLOGÍA Y ALGUNOS DE SUS ELEMENTOS CONCEPTUALES, REFLEXIONES EN CLAVE CRÍTICA   

Algunas de las definiciones más reconocidas histórica y científicamente como pioneras en la noción de la etnobotánica, etnozoología y etnomicología, fueron esbozadas a finales del siglo XIX y mediados del siglo XX por cuatro autores estadounidenses. Antecedentes importantes que han dado sustento al desarrollo conceptual de la etnobiología:

 

Harshberger (1896) comentó:

El estudio de la etnobotánica ayuda a dilucidar la posición cultural de las tribus que usaban las plantas como alimento, refugio o vestimenta. La bien conocida clasificación de los hombres en salvajes, pastores, agricultores y civilizados servirá a grosso modo para nuestro propósito. El término pastoral difícilmente podría aplicarse a las tribus de América del Norte. Ellas fueron gente errante que viajaba de un lugar a otro en busca de presas y se asentaba sólo el tiempo suficiente para sembrar un poco de maíz, frijoles y calabazas para romper la monotonía de una dieta animal demasiado estricta (p. 146).

 

También Castetter (1944) afirmó que la etnobotánica se diferenciaba de la botánica económica:

El principal interés de la botánica económica se centra en las relaciones entre las plantas y las civilizaciones modernas o contemporáneas, y su único interés en las relaciones primitivas consiste en la iluminación que puedan arrojar sobre el escenario moderno. La etnobotánica, por otra parte, se ocupa principalmente de las interrelaciones entre el hombre primitivo y las plantas. Además, la etnobotánica se diferencia claramente de la botánica económica en que se ocupa vitalmente de los aspectos culturales fundamentales de la utilización de las plantas, mientras que la botánica económica prácticamente ignora los aspectos culturales, excepto de manera muy general (p. 162).

 

Mason (1899) al referirse en forma pionera al concepto de etnozoología en América como sinónimo de la zoología de los indios americanos, comenta que ésta debe ser resuelta “tal como es relatada por los salvajes” (p. 50).

Wasson (1993) planteó:

Mi esposa y yo fuimos los únicos responsables del desarrollo que hoy en día tiene lo que nosotros fuimos los primeros en llamar etnomicología. Doquier hemos estudiado al hombre primitivo, hemos descubierto el empleo de hongos enteogénicos, oculto tras sobrecogedoras creencias y atavíos de lo Divino. (pp. 10-11).

 

La perspectiva plasmada en estos enunciados, aunque no exenta de cierto nivel de admiración de los autores citados por los diversos grupos poblacionales de las distintas regiones estudiadas y el contexto histórico de las investigaciones, conlleva una fuerte dosis de esa visión hegemónica y colonialista por la que la cultura occidental “descubre” para el resto del mundo, lo que debe ser desarrollado para poder existir, pero sin que ello involucre un interés social hacia los pueblos, ni un reconocimiento de lo que implica una ciencia popular que le ha dado sustento alimenticio,  medicinal e incluso ecológico, por siglos a la humanidad.


Figura 10. III Simposio “Etnoecología y ciencia participativa, perspectivas para el fortalecimiento de la investigación y la gestión socioambiental.” en el marco del III Congreso Colombiano de Ecología. Medellín. Foto: SCE, 2022.

Indudablemente surge la reflexión acerca de todo lo que en nuestros días ha llegado a nosotros en cuanto al mejoramiento a través de los siglos que han realizado pueblos originarios y comunidades locales de todo el mundo, por ejemplo, el maíz o la papa en América, sin que hayan tenido que desarrollarse bajo las formas de producir de occidente, para ser fuente fundamental de alimentación e intercambio entre las sociedades  durante milenios, al igual que la amplia diversidad de especies y los saberes vinculados con ellas, tanto domesticadas como silvestres, como fundamento de civilizaciones enteras que no han requerido el “descubrimiento” de la ciencia instrumental occidental para ser grandiosas y tener hasta nuestros días el alto impacto en los sistemas agroalimentarios del planeta.

También es notable el uso de la palabra “hombre primitivo” o “salvaje” que bajo una perspectiva benevolente, podemos considerar que hace referencia al origen o inicio de la historia de algo, aunque bajo la perspectiva colonialista, se encuentra más relacionada con la concepción que considera que un pueblo es primitivo porque presenta “atraso” con respecto a las sociedades coloniales e industriales.

Filosofía nacida claramente de una visión etnocéntrica occidental, tanto por el manejo del concepto de desarrollo vinculado con lo industrial y la noción de “progreso”, como por la conceptualización del “atraso” en una perspectiva histórica carente de parámetros sociales definidos por: bienestar generalizado de la población, el conocimiento y manejo de la salud y la enfermedad; tecnología de la alimentación, agronomía y manejo biotecnológico de alimentos; astronomía; sistemas de numeración; arquitectura y escultura; hidráulica; artes (textiles, cerámica, orfebrería, pintura, música y labrado diverso); organización social; y el comercio, entre otros (Quijano, 2014). Conceptualización generalizada y eurocéntrica, que justificó y aún lo continúa haciendo en forma arbitraria, la destrucción y dominación en un proceso civilizatorio del Nuevo Mundo (Muñoz Aréyzaga, 2020).

De igual manera es relevante destacar que estos conocimientos y tecnologías de los pueblos y comunidades sociales de base para la ciencia occidental más ortodoxa, influida por la vertiente de pensamiento positivista, no llega a constituir una verdadera ciencia, hasta que no pasa por el tamiz de la valoración del método científico, y los asimila como parte de su propia producción, no importa que esos conocimientos hayan brindado salud y sustento a diversas sociedades, ni que sean la base desde hace milenios de la elaboración de alimentos y medicinas modernas; continúan siendo asumidos como saberes empíricos y folclóricos, que no aprueban estándares de experimentación validados en muchas escuelas de pensamiento e  institutos de investigación;lo cual se justifica aún más por buena parte de la academia con la clasificación entre ciencias duras, blandas y pseudociencias.


Figura 11. XVI Congreso Internacional de Etnobiología. International Society of Ethnobiology (ISE); Sociedade Brasileira de Etnobiología e Etnoecología (SBEE). Belém do Pará, Brasil. Foto: Red LDPBC. 2018.

Para De Sousa Santos (2010) “la zona colonial es, por excelencia, el reino de las creencias y comportamientos incomprensibles, los cuales de ningún modo pueden ser considerados conocimientos, sean verdaderos o falsos” (p. 34).

Antes de continuar es importante mencionar que apoyado en la definición de Etnobotánica de Harshberger (1896), es reconocido a Castetter (1935) por esgrimir la primera mención registrada del término etnobiología:

La etnobiología es un campo de investigación que, si se analiza adecuadamente y se aplica adecuadamente, es de gran valor no sólo en sí mismo, pero también lo es para el antropólogo y el arqueólogo, en general, y al etnólogo en particular, el asunto de determinar los usos de plantas y animales específicos mediante varios grupos indios, junto con los nombres indios de las plantas, es por derecho propio un valioso campo de investigación (p. 3).

 

Diversas definiciones del concepto, desde entonces se han manejado. Particularmente en México, una de las pioneras, fue brindada por Maldonado-Koerdell en 1940 en una conferencia ante la Sociedad Mexicana de Antropología  y publicada por Barrera (1979):

Evidentemente la etnobiología es una ciencia de particularidades, histórica en su método, que aspira a un conocimiento más íntimo del problema de la explotación de la naturaleza por los grupos humanos y a destacar la significación cultural de plantas y animales. En consecuencia, los etnobiólogos deben identificar, describir y clasificar los organismos que tengan o hayan tenido un valor cultural para un grupo humano, conocer su distribución y relaciones ecológicas con el grupo del caso, precisar ese valor y modos de utilización, fijándolo en el complejo cultural correspondiente, describir la secuela histórica de su conocimiento y uso y abstenerse de formular conclusiones o leyes que no interesan a la Antropología (Maldonado Koerdell, 1979, p. 11).

 

Más reflexiones sobre la episteme de los conceptos vinculados con la etnobiología y las ramas que la han sustentado son brindadas por Hersch-Martínez y González Chévez (1996), quienes mencionan que el conjunto de definiciones de la etnobotánica particularmente, son generadas en países industriales y desarrollados del hoy denominado “Norte global” que, aunque matiza la distinción entre “civilizados y primitivos” continúa operativa en esta conceptualización. Una expresión de ello es lo que estos autores comentan sobre los planteamientos de Richard Ford, en los cuales “sintetiza la naturalización de la disciplina e incluso invita en forma velada a cosificar a los informantes al orientar el saber y los recursos de unos a favor de la economía de otros.” (p. 131).


Figura 12. Creación de la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural (Red LDPBC), en el marco del IV Congreso Latinoamericano y V Colombiano de Etnobiología. Popayán, Colombia. Foto: SCE. 2015.

De acuerdo con Martínez Álvarez (2004), la ciencia y tecnología reconocidas a partir del Círculo de Viena pero que hasta nuestros días prevalece, en gran parte de la filosofía de nuestra academia, son una expresión positivista que cuenta con algunas de las siguientes características en contraste con paradigmas emergentes en torno a la generación de conocimientos:

Hace referencia internalista a los “factores epistémicos” y omisión de los “factores extra o no-epistémicos” en la comprensión de las fuerzas motrices del desarrollo de la ciencia y la tecnología (énfasis lógico-empirista y rechazo abierto a los enfoques histórico-culturales, sociológico, económico, ético, etc.) […]

Ha desarrollado un enfoque predominantemente disciplinar en el estudio de la realidad […]

Presenta un menosprecio al conocimiento empírico-cotidiano fruto de la experiencia inmediata (de la prueba y el error), de las tradiciones y costumbres.

Parte de la falsa premisa de que el método científico no debe contaminarse de “factores extra-epistémicos”, por lo que no toma a la ciencia como una empresa social compleja […]

Promueve la separación (disyunción), arbitraria y burocrática incomunicación de las llamadas ciencias naturales y sociales […]

Asume en definitiva una actitud cientificista, expresada en la idea de la neutralidad ideológica de la ciencia […]

Cultiva el elitismo en la ciencia (la ciencia para los superdotados, para los genios) Se expresa abierta o encubiertamente los intereses en la ciencia de los representantes de la clase social dominante […]

Su transferencia en el mal llamado “tercer mundo” y, en especial, en América Latina ha generado fenómenos negativos tales como: la extrapolación y copia mecanicista de paradigmas y modelos de desarrollo científico-tecnológico de los países industrializados, sin considerar las particularidades histórico-culturales de los pueblos, sus tradiciones y limitaciones propias del subdesarrollo. Es decir, ha estado ausente a una reelaboración endógena de tales modelos… (pp. 9-12).

 

En 1976 tuvo lugar en el Ex Convento del Carmen en el Distrito Federal en México, un Simposio de Etnobotánica en el que se presentaron reflexiones muy importantes en torno al concepto de la etnobiología, en una forma crítica que influyó en los actuales conceptos de etnoecología y ecología política, entre otros (Barrera, 1979)

Barrera (1979) comenta que con frecuencia la academia se identifica con los intereses  de la clase dominante:

En nuestro país son todavía los grupos con tradición indígena los que demuestran tener una mayor riqueza de conocimientos sobre su entorno vegetal. Los grupos indígenas que han podido conservar parte importante de su acervo cultural tradicional, son estudiados por “nosotros” y no pueden ellos estudiarse a sí mismos, porque el “progreso” de los miembros de esas comunidades, o sea su incorporación a lo que suponemos que somos “nosotros”, lleva implícito el rompimiento con ellas y con sus patrones culturales (p. 20).

 

Más allá del contexto cultural considerado como importante, desde las primeras definiciones de las áreas etnobiológicas, tanto Hernández-Xolocotzi (1979), como Maldonado-Koerdell (1979), en ese mismo Simposio, insistieron en que la ecología, es decir la influencia que el entorno socio-ambiental tenía en las relaciones entre los grupos humanos y los organismos, debía ser considerada. Ambos plantearon que el estudio de la historia de esas relaciones (para Hernández-Xolocotzi, el factor tiempo), podía brindar fundamento al entendimiento etnobiológico, con la clara perspectiva de que tales relaciones son dinámicas a través del espacio-tiempo y en una influencia recíproca, y que la determinación de las causas que conllevan a la utilización o falta de ella de los organismos por esos grupos es fundamental en los estudios etnobiológicos.


Figura 13. Portada de la publicación “Territorios Bioculturales de Rionegro y Sumapaz. Conocimientos aplicados para la gestión socioambiental”. Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE) - Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). Foto: SCE, 2020. 

Hersch-Martínez y González Chévez (1996) mencionaron a varios autores mexicanos que han criticado la perspectiva unidireccional e instrumental de la etnobotánica, entre ellos: Efraím Hernández-Xolocotzi (1979), Alfredo Barrera (1982), Javier Caballero Nieto (1982), Monserrat Gispert (1979) y Miguel Ángel Martínez Alfaro (1990); adicionalmente aluden a otros autores quienes han propuesto una etnobotánica dialógica a través del empleo de metodologías concretas, como a:  Bernardo Baytelman (1980) y la conceptualización del jardín etnobotánico, Víctor Toledo (1982) que plantea ligar a la etnobiología en un proyecto nacional en el que la ciencia se coloque en función de un proceso amplio de lucha popular y democrática, Monserrat Gispert (1979) en la relación entre investigadores y pobladores en su medio comunitario, Abigail Aguilar (1994) con el planteamiento del cuaderno miniherbario para promotores de salud interesados en plantas medicinales y Erick Estrada (1985) con el concepto de flujo bilateral de información.

También Hersch-Martínez y González Chévez (1996) propenden por una etnobotánica desde procesos de investigación acción participativa, en los que no se debe entender que ésta sólo se refiere a la participación amplia de la población, sino que se inscribe en dinámicas organizativas de la población misma, basadas entre otros en el pensamiento del sociólogo colombiano Orlando Fals-Borda.

 

Por su cuenta Escobar Berón (2016) plantea:

… la importancia de la construcción de la etnobiología como una nueva corriente de acción y pensamiento, independiente, diversa y compleja que abarque no sólo lo biológico y todos los aspectos relacionados con los organismos vivos, el ambiente y los agroecosistemas, sino además todos los aspectos sociales, todos los aspectos del conocimiento y la cultura ligados a la naturaleza.

[…] La etnobiología ante todo fortalece y apoya la gestión y el desarrollo local comunitario. Hoy, la base del conocimiento tradicional tiene tanto riesgo de desaparecer como la flora y fauna silvestre. De aquí la importancia de revertir, devolver, retornar los resultados. Estos estudios deben afianzar, y no debilitar las cosmogonías de los pueblos, además deben servir para su bienestar comunitario, conservación de sus culturas y biodiversidad en el tiempo y espacio (p. 4).

 

Una cualidad fundamental de lo que hoy representa un escenario de verdadera comunicación entre academia y comunidades, es el “diálogo de saberes” que consideramos esencial en los diversos contextos  del quehacer etnobiológico y que ha sido abordado por distintos  autores, entre ellos, Hersch Martínez (2011), quien afirma:

Estos saberes (los locales) se inscriben en realidades a menudo negadas desde la perspectiva epistemológica dominante, al ser elementos propios de la vida de sectores de la población alejados del poder económico y político y de la cultura hegemónica. Las lecturas del mundo y las estrategias de sobrevivencia de los sectores marginales han sido a su vez marginadas: se trata de “saberes descalificados, tomados como primitivos u obsoletos, como elementos a trascender obligadamente el paso a una sociedad moderna” (Foucault, 2003) (pp. 180-181).

 

Argueta Villamar y Pérez Ruiz (2019) plantean que para avanzar en un diálogo de saberes colaborativo y descolonizador es importante:

[…] partir de reconocer que cada uno tiene su propia epistemología, sus propios lenguajes y sus propios métodos, por lo que cada uno debe de mantener sus espacios de producción, reproducción, transmisión y desarrollo de conocimientos. Y que lo que debe crearse de manera conjunta es el espacio para el encuentro y la interacción entre ambos sistemas de conocimiento, que ha de suceder desde el respeto, la horizontalidad, el pluralismo epistemológico y las aportaciones de cada sistema de conocimiento.

Se trata de crear plataformas que bajo acuerdo establezcan las normas para el diálogo y los fines de la participación. En el caso de la investigación, por ejemplo, se debe avanzar hacia modelos de co-investigación que renueven desde cómo construir los problemas, bajo qué conceptos y significados, hasta la construcción de las soluciones y su puesta en marcha, con claridad sobre los beneficios de sus resultados (p. 68).

 

A través de las descripciones y reflexiones anteriores vinculadas con el devenir de la  etnobiología, se hace evidente la necesidad de contar con una actitud crítica y deconstructiva que vaya más allá de planteamientos teóricos en muchos casos inertes,  para conectarse con las realidades y acuerdos comunitarios que impliquen cambios transformativos no sólo en la percepción de problemáticas y elaboración de inventarios diagnósticos sino en el abordaje práctico, la agencia y los procesos organizativos de los propios pueblos frente a los retos socioecológicos y otros desafíos.  

 

IV. INSUMOS Y EXPERIENCIAS ACUMULADAS PARA UNA ETNOBIOLOGÍA COMPROMETIDA

Algunas tendencias contemporáneas en el trabajo etnobiológico    

A la par de la riqueza en sociobiodiversidad de algunos países de América Latina, se ha venido incrementando considerablemente la producción intelectual en el campo de las etnociencias, particularmente en lo relacionado con estudios en etnobotánica, etnomicología, etnozoología, etnoveterinaria,  etnopedología, etnofarmacología, etnofarmacognosia, entre muchos otros.

Diversos investigadores(as) e instituciones han depositado sus mejores experiencias  para consolidar a la etnobiología como un área del conocimiento vinculante, que fomenta la solidaridad y que hace de las relaciones entre las culturas y la naturaleza(s) un conjunto de epistemes, acciones integradoras y vanguardistas, que buscan trascender la visión netamente utilitarista sobre los entes   biológicos y los ecosistemas.


Figura 14. Clausura Foro “Renaciendo mundos, la participación comunitaria en la investigación, gestión y defensa de la bioculturalidad en América Latina.” VII Congreso Latinoamericano y XII Mexicano de Etnobiología, Tlaxcala, México. Foto: Red LDPBC, 2022.

Indudablemente la historia del desarrollo epistémico y metodológico de la etnobiología y sus distintas especialidades y campos del conocimiento asociados, ha presentado diversos momentos o  fases evolutivas propuestos por algunos autores como: Posey (1987); Hernández Xolocotzi (1990); Hunn (2007); Wolverton (2013); Lepofsky y Feeney (2013); D’Ambrosio (2014); Lepofsky et al. (2018); McAlvay et al. (2021); Vibrans y Casas (2022), enfoques que cubren una amplia gama de perspectivas, que han surgido a partir del análisis de las distintas etapas de la historia de la ciencia y el devenir cultural y político de la humanidad.

En relación con la cantidad de estudios etnobiológicos, particularmente en América Latina, los realizados y registrados entre 1963 y 2012, fueron cuantificados por Albuquerque et al. (2013). En su investigación puede observarse, que hasta 2012 había una clara definición del auge del tipo de  estudios (etnobotánicos o etnozoológicos), dependiendo de los países que los realizaban. Así, en Brasil, se contaba con el mayor número de trabajos  etnobotánicos y etnozoológicos; seguido por México, Argentina, Perú y Bolivia, en el área exclusivamente de la etnobotánica. Adicionalmente, destaca que hasta ese año el área etnomicológica sólo estaba cubierta por México con seis investigaciones.

Sobre este último registro, Moreno-Fuentes y Garibay-Orijel (2014) definieron el número de estudios etnomicológicos en el mundo entre 2000 y 2013, encontrando cerca de 30 investigaciones para México (aproximadamente cinco veces lo registrado en cualquier otro país) y menos de cinco investigaciones, pero existentes, en Guyana, Venezuela, Brasil, y Colombia.

Camou-Guerrero et al. (2016), presentaron una perspectiva etnobotánica de México, en torno a la recolección de plantas y la organización comunitaria asociada con ella; las diversas prácticas silvícolas de manejo tradicional; así como el estado del conocimiento etnobotánico por entidades geográficas, número de trabajos presentados entre 1963 y 2010 en los Congresos Mexicanos de Botánica, las instituciones involucradas, grupos indígenas considerados y enfoques. En este estudio definen para este periodo 897 trabajos etnobotánicos presentados, con un repunte de 159 estudios en 1990; y 116 instituciones involucradas en ellos, entre las que se destacan la Universidad Nacional Autónoma de México con el 26%, seguida por la Universidad Autónoma Chapingo con el 9%.


Figura  15. I y II Encuentros de organizaciones y redes por la conservación y defensa de la bioculturalidad y los Territorios de América Latina. Foto: Red LDPBC, 2022-2023. 

De igual manera, en el campo de la etnobotánica mexicana, Efraím Hernández Xolocotzi a través de una práctica docente y de investigación de muchas décadas, influyó en la formación de una gran cantidad de personas quienes incluso actualmente, están marcando derroteros importantes en distintas áreas y disciplinas ligadas a esta área etnobiológica, en las disciplinas  etnoecológicas, agronómicas, forestales, medicinas alternativas, regionalización agrícola, agrostología, fitogenéticos, etnográficos, derechos comunitarios, socioambientales, entre otras. Ortega Paczka (2024) hace un recuento de esta importante influencia y menciona a 38 investigadores de México y otros países de América, quienes han desarrollado estas áreas.

Sobre los estudios etnozoológicos, Argueta, et al. (2012) hacen un recuento histórico, reflejando la situación y las perspectivas de la etnozoología también en México. Un valioso aporte que perfila el potencial de este campo de las etnociencias en el contexto de un país bioculturalmente megadiverso. Así mismo, Santos Fita et al. (2012) enlistaron 374 títulos referentes a trabajos que tratan de la relación seres humanos/fauna, bajo un enfoque etnozoológico, entre 2000 y 2011 para México incluyendo Mesoamérica y las épocas prehispánica y colonial. Los autores resaltan el fuerte incremento de este tipo de estudios a partir del siglo XXI.

Así mismo, Monroy Martínez et al. (2012) realizaron una importante compilación de trabajos etnozoológicos desde un enfoque binacional México-Colombia, en el que se enfatizó el papel de las organizaciones de los pueblos originarios en la defensa de la fauna silvestre y se abordó la pobreza agudizada por la pérdida de animales no domesticados, ecosistemas y culturas asociadas.


Figura 16. Sesiones mensuales de “Diálogo de saberes desde la bioculturalidad y los territorios de América Latina.” Foto: Red LDPBC, 2023.

A su vez Nóbrega Alves y Albuquerque (2017) profundizaron en conjunto con una gran cantidad de autores en el debate sobre temas esenciales de las interacciones entre humanos y animales, enfatizando en la importancia, los aspectos históricos y las actuales tendencias de la investigación en etnozoología, publicación que ha aportado una serie de perspectivas relevantes para el entendimiento de este campo del conocimiento y adicionalmente para la conservación de la fauna en distintos socio-ecosistemas. También Ritter et al. (2015) definieron el estado de la investigación etnobotánica en Brasil a partir de artículos científicos publicados y detectaron los vacíos de conocimiento existentes en este acervo de estudios.

En relación a otros aportes teórico-prácticos de la etnozoología, Costa Neto, Vargas Clavijo y Santos Fita (2009) realizaron un manual que brindó una serie de herramientas ligadas a diversas disciplinas y especialidades en torno a la investigación de las interconexiones entre los seres humanos y los animales.

Por otro lado, González-Rivadeneira et al. (2018) trabajaron en la construcción del estado de la etnobiología en Ecuador, realizando una búsqueda en bases de datos en línea a través de una variedad de palabras clave que facilitaron la identificación de investigaciones relacionadas principalmente con etnobotánica, etnomedicina, etnozoología y en menor medida con etnomicología.

De la misma forma, Reyes-García et al. (2021) expusieron en su trabajo algunas consideraciones sobre los orígenes, evolución y retos de la etnobiología en el Estado Plurinacional de Bolivia, a su vez Moraes et al. (2016) abordaron en un sucinto documento derivado de dos jornadas de trabajo realizadas entre investigadores de este mismo país, la importancia, necesidad y avances de la investigación etnobiológica y el impulso que se debe dar a la etnoecología de la mano de la diversidad de actores locales de este país.


Figura 17. Entrevistas bioculturales del Proyecto Acervo Documental Textual y Sonoro de la Bioculturalidad en América Latina. Foto: Red LDPBC, 2019-2023

Por otra parte, dentro de las tendencias actuales de la etnobiología los aspectos metodológicos son fundamentales, entre los que mencionamos el trabajo emblemático de Albuquerque et al. (2018), en  el que se presenta una compilación robusta de métodos y técnicas cuantitativas y cualitativas en etnobiología y etnoecología, con una amplia versión de perspectivas de conocimientos aplicados.    

De igual manera, Estrada Martínez et al. (2020), desarrollaron un texto denominado: “Metodologías participativas y comunitarias en etnobiología” en el que se brinda un análisis de los fundamentos de la investigación acción participativa, y su ejemplificación a través de estudios de caso realizados en México y Colombia, teniendo como base los postulados de Freire (1970) y Fals Borda (2009), en los que se plantea que las personas no son objetos de estudio o simples informantes, sino sujetos esenciales dentro de los procesos de investigación y gestión.

Por su parte, Naranjo Arcila y Sepúlveda Varón (2020) junto a otros investigadores y diversos actores sociales en Colombia desarrollaron un marco de trabajo metodológico denominado “Etnoecología con énfasis territorial - (ECET),” en el que es posible articular diversas ontologías, epistemes y métodos mixtos de investigación, a través de los cuales se logró acompañar a más de 350 líderes(as) de organizaciones de pueblos indígenas, afro y campesinas, en la conformación y fortalecimiento de comunidades de aprendizaje y acción colectiva para la investigación, gestión y defensa de su bioculturalidad y territorios.  

Una propuesta replicable en diversos contextos que permite vincular una gran diversidad de temas  y métodos etnobiológicos para la generación de conocimientos aplicados y la recolección de información esencial para el ordenamiento territorial, la gobernanza socioecológica y la búsqueda de transiciones hacia estados deseables de sostenibilidad.

Así mismo, Narchi y Ruan-Soto (2023) realizaron un robusto compendio metodológico, plantearon una serie de lineamientos éticos y materializaron un conjunto de consejos de campo, a través de las experiencias acumuladas de 28 autores, que han desarrollado sus trabajos con comunidades locales en México. Aportes derivados de las dinámicas de trabajo en estos territorios que constituyen importantes insumos para el quehacer etnobiológico y en muchos casos son extrapolables a las complejidades de otros contextos de América Latina.

Dentro de las más recientes emergencias académicas en la etnobiología latinoamericana y del Caribe, Albuquerque et al. (2015, 2020) han propuesto una nueva rama denominada etnobiología evolutiva, en la cual se investigan aspectos históricos y contemporáneos que inciden en los conocimientos y prácticas humanas asociados con la biota, a partir de escenarios teóricos en los que se profundiza en las relaciones complejas entre las sociedades y sus ambientes desde las perspectivas ecológicas y evolutivas.


Figura 18. Cartel de difusión del “III Encuentro Audiovisual, tejiendo redes bioculturales” celebrado en el VII Congreso Latinoamericano y XII Congreso Mexicano de Etnobiología. Tlaxcala, México. Foto: Red LDPBC, 2022.

De igual forma, se destacan en la actualidad trabajos de investigación ligados al manejo y domesticación de la biodiversidad en el Neotrópico, principalmente en la comprensión de estas dinámicas en distintas especies de plantas a escalas macroregionales (Mesoamérica, Andes, y Amazonía / Mata Atlántica), en las cuales se articulan visiones interdisciplinares como la etnobotánica, antropología, arqueología, fitosociología, historia, entre otras. Tal es el caso de los trabajos de Olivera et al. (2024); Pancorbo-Olivera et al. (2024); Arévalo Marín et al. (2024); Clemente et al. (2021); Casas et al. (2019); Cornejo et al. (2018);  Zarrillo et al. (2018).

Indudablemente otra tendencia de los trabajos etnobiológicos está relacionado con los estudios específicos de los diversos ecosistemas y ecorregiones existentes, así las investigaciones realizadas en los bosques tropicales, las áreas xerofíticas, los bosques de coníferas, los páramos, los manglares, los diversos cuerpos de agua, las regiones riparias, costeras y marítimas, entre otros, pueden constituir corpus temáticos de gran interés con sus propias cualidades y problemáticas bioculturales asociadas.

Así como por ejemplo en el Simposio denominado ‘Aproximación al estado del arte de los estudios etnobotánicos de México’, durante el XIII Congreso Mexicano de Etnobiología, organizado por Vásquez-Dávila et al. (2024), se dieron a conocer distintos ejemplos del trabajo etnobotánico desarrollado principalmente en el área centro y sur del país, a través de los cuales se observó la gran diversidad biocultural ligada con los ecosistemas que fueron considerados, como en Yucatán, la Sierra de Tabasco, la Sierra de Zongolica en Veracruz, en el estado de Oaxaca, en el Valle de Tehuacán-Cuicatlán, en el oriente del Estado de México, en Morelos e incluso en la Ciudad de México. A través de ellos se observó que el enfoque etnobotánico expuesto brinda un gran aporte de información de interés biocultural, pero que en general ha faltado un mayor involucramiento de las personas de las comunidades consideradas en las distintas fases de los proyectos.

Por otro lado, Camacho Benavides (2018) en una presentación durante el XI Congreso Mexicano de Etnobiología comentó sobre los aportes de la investigación comprometida, desde y para la etnobiología, a través de la enunciación de distintos enfoques epistémicos y metodológicos brindados por diversos teóricos. La misma autora también en en el marco del XIII Congreso Mexicano de Etnobiología, realizó un paralelo reflexivo entre la economía ecológica radical y la etnobiología comprometida (Camacho Benavides, 2024). Ejercicio que constituye un puente integrador entre estas dos perspectivas de cara a una mayor incidencia social en la investigación y la gestión biocultural.

Otro frente de investigación y trabajo que viene cobrando especial interés es el relacionado a las contribuciones de la etnobiología en los procesos educativos, etno-educativos, de educación propia  y en las dinámicas pedagógicas en contextos interculturales e interdisciplinarios; tal es el caso de los estudios realizados por Silva y Baptista (2024); Robles Piñeros et al. (2023); Peñaloza et al. (2023); Baptista (2007, 2014); Baptista y El-Hani (2009); Vasco Uribe (2004); López (2000).

Así mismo, autores como Narchi et al. (2020) han enfatizado sobre la necesidad de incorporar programas y contenidos etnobiológicos en las mallas curriculares de la educación superior.  En este mismo sentido, investigadores como López et al. (2024) a través de simposios y diversos espacios académicos, vienen incentivando el diálogo y la reflexión sobre las potencialidades de la etnobiología como campo del conocimiento que puede articular procesos interepistémicos en las dinámicas y agendas educativas.


Figura 19. Portada del Boletín Q’inti de la Red LDPBC, la SCE y la UACh. Foto: Red LDPB, 2024.

Otra línea de investigación acción que viene tomando forma es la propuesta por Almada y Sánchez (2024), entre otros, en la que se nos invita a re-pensar la etnobiología desde su trasfondo, implicancias e impactos socio-políticos, derivados de sus contextos de agencia sobre el estudio, gestión y defensa de la bioculturalidad y los territorios de los diversos grupos poblacionales con los que interactúa. Su trabajo brinda elementos teóricos y epistemológicos sobre lo que han denominado como etnobiología política, en la que se reconocen a los saberes ecológicos tradicionales como elementos centrales de las luchas históricas de los pueblos en busca de derechos y autonomías, en constante confrontación con el sistema mundial moderno y colonial.

Otros autores que han venido integrando y potencializando el quehacer etnobiológico con la ecología política y otras disciplinas emancipatorias son: Escobar (1999); Leff (2006a, 2006b); Nabhan et al. (2011); Porto-Gnçalves (2012); Toledo y Barrera-Bassols (2013); Wolverton et al. (2014).

En otro orden de ideas, autores como Albuquerque (2024); Albuquerque et al. (2024); Naranjo Arcila y Sepúlveda Varón (2020), entre otros, han venido enfocando sus trabajos en etnobiología no solo en la consecución de información de alto valor biocultural, sino en la producción de conocimientos aplicados que faciliten procesos de gestión compartida en las comunidades locales, la acción-adaptación climática, la generación de capacidades instaladas y la búsqueda de transiciones socioecológicas encaminadas al bienestar del conjunto de los pueblos y sus espacios de vida.

De igual manera, se ha fortalecido la articulación y sinergias entre el quehacer etnobiológico y lo que hoy denominan algunos autores como: “ciencia o investigación participativa” o “ciencia ciudadana”, en el entendido que la práctica etnobiológica se realiza con las personas que habitan y manejan los territorios. Algunos ejemplos de estas iniciativas conjuntas se han expresado en los trabajos de López et al. (2014); Iturriaga et al. (2016) de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad de México -CONABIO-, Soacha-Godoy et al. (2018) por parte del Instituto de Investigaciones de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt de Colombia, Naranjo Arcila y Sepúlveda Varón (2020) de la Sociedad Colombiana de Etnobiología -SCE-, Garzón et al. (2020) de la Escuela de científicos locales por la restauración ecológica del Caquetá y la Amazonía colombiana, y Garzón, y Rodríguez (2021) del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas -SINCHI- Colombia, entre otros.

En esa misma línea, Estrada Martínez et al. (2024b) vienen consolidando simposios y otras actividades justamente en torno a la conjunción de la etnobiología comprometida y la ciencia participativa para el fortalecimiento de la investigación, gestión y defensa de la bioculturalidad y los territorios de América Latina. Espacios que en su cuarta versión han visibilizado valiosas experiencias y logrado reflexiones y acciones relevantes sobre estas temáticas.

Aunado a las anteriores iniciativas y aportes provenientes de las distintas disciplinas y actores sociales que integran la etnobiología, se vienen articulando una diversidad de ontologías, epistemologías, métodos y tendencias sintetizadas en una amplia gama de corrientes teórico-políticas que han encontrado en la etnobiología-etnoecología un campo del conocimiento(s) fructífero para tratar de entender la complejidad de la trama de la vida y de los problemas socioambientales y civilizatorios asociados al actual sistema mundo.

 

Perspectivas y manifestaciones “teórico-políticas” con compromiso social vinculadas al trabajo etnobiológico

A continuación, citamos algunas de estas perspectivas y manifestaciones teórico-políticas y varios de sus expositores que, si bien no necesariamente guardan un origen común, y en muchos casos no dialogan y se reconocen entre ellas, sí están directa o indirectamente influenciadas y vinculadas en su concepción y operatividad con el trabajo etnobiológico pues involucran las relaciones entre los pueblos y los territorios que habitan y adicionalmente todas ellas coinciden en la adopción de un compromiso social, así como en la generación y gestión de conocimientos empeñados en la continuidad de la vida y sus diversidades. (Tabla 1).

 

Tabla 1. Algunas perspectivas y manifestaciones “teórico-políticas” relacionadas con el trabajo contemporáneo y complementario a la  etnobiología. (Modificado de Estrada Martínez y Sepúlveda Varón, 2021)

 

Buen vivir (sumak kawsay / suma qamaña)

Choquehuanca (2010a, 2010b); Acosta (2012); Mamani (2010).

Ubuntu -  (Axioma equivalente al buen vivir en África)

Van Norren (2019); Ramose (1999).

Ecología política

Leff  (2006a, 2006b); Porto-Gonçalves (2012); Toledo (2004).

Movimientos sociales indígenas de América Latina

Stavenhagen (2010); Mamani (2010); Acosta (2012).

Decrecimiento del Norte global

Escobar (2015b).

Pos-desarrollo y pos-extractivismo

Zibechi (2003); Escobar (2012, 2015a); Gudynas (2011a, 2011b); Gudynas y Acosta (2011); Ulloa (2014).

Autonomismo, comunalidad y re-comunalidad

Holloway (2003); Gutiérrez Aguilar (2006, 2011); Tapia (2009); Porto Gonçalves (2006, 2009); Manzo (2015); Rendón Monzón (2011); Martínez Luna (2010, 2015); Leyva Solano et al. (2015).

Ciencia social autónoma e Investigación acción participativa (IAP)

Kusch (1976); Fals Borda (1987, 1999, 2003, 2009, 2014); Ribeiro (1992).

Epistemologías del Sur y ecología de saberes

De Sousa Santos, (2007, 2009b, 2010, 2012); Meneses et al. (2019); Niño-Arteaga (2020).

Ecologismo de los pobres

Martínez Alier (2011).

Ecofeminismo

Braidotti (2004); Mellor (2000); Leff (2004).

Filosofía intercultural

Fornet-Betancourt (2010).

Filosofía y política de la liberación

Leff (2006a).

Economía ecológica radical

Barkín (2009, 2017, 2019).

Modernidad/de-colonialidad

Lander (2000); Walsh (2002); Dussel (2000, 2003, 2005); Mignolo (2004); Castro-Gómez (2007); Rivera Cusicanqui (2010); Grosfoguel (2011); Quijano (2014); Escobar (2016, 2018); McAlvay et al. (2021).

Díalogo intercientífico

Tapia y Delgado (2006); Delgado y Escobar (2006); Haverkort et al. (2013); Delgado y Ricaldi (2012); Betancourt (2019); Sepúlveda Varón et al. (2021); Delgado y Silvestre (2021).

Análisis de redes sociales (ARS) y Teoría del actor red (TAR)

Wasserman y Faust (1994); Palacio (2015, 2017); Latour (2005, 2012).

 

V. EXPRESIONES Y ACCIONES EN BÚSQUEDA DE UNA ETNOBIOLOGÍA MÁS COMPROMETIDA

Una institucionalidad y gremio en crecimiento

Como parte importante de los esfuerzos de investigadores e instituciones dentro de la consolidación y formalización del gremio etnobiológico, podemos destacar la constitución de organizaciones etnobiológicas nacionales e internacionales; coordinación de eventos vinculados con esta área; diseño e integración de contenidos y programas curriculares de formación académica a nivel de pregrados y posgrados; creación  de centros de pensamiento, grupos y semilleros de investigación; generación de redes colaborativas; revistas y otras publicaciones de corte etnobiológico que han sido documentadas a través del trabajo de diferentes autores; la creación de códigos de ética que buscan el respeto y mayor equidad entre los actores sociales vinculados, entre otros. En tal sentido, esta serie de avances han facilitado en buena medida una valoración persistente de los hitos de su génesis disciplinar, su estado del arte, las proyecciones de su futuro y potencialidades.

Por el interés de lograr una conjunción de esfuerzos y un corpus intelectual y práctico ligado con la etnobiología se han formado a distintos niveles geográficos comunidades, organizaciones, asociaciones y redes que han otorgado una presencia nacional e internacional. Particularmente en América Latina, se cuenta desde mediados y finales del siglo XX con diversas sociedades, entre las que se destacan: Asociación Etnobiológica Mexicana (AEM) (s.f.), Sociedade Brasileira de Etnobiología e Etnoecología (SBEE) (s.f.), Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE) (s.f.), Sociedad Ecuatoriana de Etnobiología (SEEB) (s.f.), Foro de Etnobiología del Perú (s.f.), Comunidad Etnobiológica Guatemalteca (CEGT) (s.f.), Sociedad Chilena de Socioecología y Etnoecología (SOSOET) (s.f.), Red de Patrimonio Biocultural de México (s.f.) y Grupo de Etnobiología de la Patagonia (-Argentina-) (s.f.). Entre las de cobertura internacional están la Sociedad Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE) (s.f.) organización qué engloba la gran mayoría de las anteriormente nombradas, y con mayor amplitud reseñamos a la Society of Ethnobiology (s.f.); the International Society of Ethnobiology (ISE) (s.f.),  y la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural (Red LDPBC) (s.f.), entre otras.

Para América Latina y el Caribe, el surgimiento de este abanico de organizaciones es profundamente significativo en términos de contar con una “institucionalidad etnobiológica” en actividad y crecimiento. Sin embargo, estos avances han encerrado una serie de dificultades ligadas con los procesos de formalización dentro del ordenamiento jurídico de cada país anfitrión, teniendo en cuenta que las figuras o categorías administrativas revisten complejidades y limitaciones que han intrincado las dinámicas propias del manejo fiscal de los presupuestos, la captación de recursos de funcionamiento y los movimientos financieros que puedan generar sustentabilidad a estas colectividades, entre otros. Aun así, estas organizaciones etnobiológicas han sabido sortear estas y otras adversidades para continuar con su gestión.

En este orden de ideas, las comunidades y asociaciones etnobiológicas se han comprometido en la constitución de espacios académicos de distinto nivel de cobertura temática y geográfica. Entre los de mayor alcance e impacto se encuentran los congresos de etnobiología nacionales que son realizados por cada asociación local de cada país y los internacionales por sociedades multilaterales, tal es el caso del próximo Congreso de la International Society of Ethnobiology (ISE), en su XIX versión que se celebrará en Cairns, Queensland, Australia, entre el 26 y el 29 de julio de 2026, y el próximo Congreso Latinoamericano de Etnobiología, de la Sociedad Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE) en su VIII entrega que tendrá lugar en la ciudad de La Antigua, Guatemala, entre el 5 y el 9 de mayo de 2025.

A estos congresos hay que sumar cursos, diplomados, simposios, foros y otras actividades en las que los especialistas locales indígenas, campesinos, afrodescendientes, raizales, palenqueros, entre otros, a través de la defensa de la bioculturalidad y los territorios, le han brindado al ejercicio etnobiológico un campo contundente que convierte a la diversidad biológica, más que en un tema de análisis teórico, en una entidad de agencia comunitaria y sociopolítica en torno al respeto por la  diversidad. Tal fue el caso del I Foro Campesino para el Intercambio de Conocimientos y Usos Tradicionales de los Recursos Naturales organizado en el marco del V Congreso Mexicano de Etnobiología realizado en la Universidad Autónoma Chapingo en 2003 (Guizar Nolazco y Estrada Martínez, 2003), y los que le han seguido, de representantes comunitarios, también como parte de congresos etnobiológicos; así como los tres foros nacionales de hongueros realizados en México, en cuyo seno se han expuesto, debatido y propuesto acciones en torno a las problemáticas bioculturales y etnobiológicas que distintas comunidades han enfrentado.

Otro logro muy importante de destacar en el seno de estas organizaciones es la admirable gestión realizada para mantener y posicionar las revistas científicas más destacadas de este campo del conocimiento en América latina, como son “Etnobiología” editada por la Sociedad Etnobiológica Mexicana (AEM) (s.f.) y “Ethnoscientia” de la Sociedade Brasileira de Etnobiología e Etnoecología (SBEE) (s.f.).

De igual manera, existen otras revistas de notable impacto a nivel global como es el caso de: the Journal of Ethnobiology de la Society of Ethnobiology (s.f.); Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine (s.f.) y más recientemente Ethnobiology and Conservation (s.f.).

Con respecto a las publicaciones de corte etnobiológico y etnoecológico en general, es necesario tener en cuenta que por la diáspora de autores y la diversidad de temas que abarca la etnobiología, muchos trabajos relacionados directamente con estos temas son publicados bajo diversos áreas disciplinares y en otras publicaciones ligadas al amplio espectro de la diversidad biológica y cultural.  

Con respecto a los programas de formación académica en el campo de la etnobiología, es importante destacar que cada vez son más recurrentes los contenidos en las mallas curriculares que tienen que ver con temas vinculados con este campo del conocimiento en asignaturas, cursos, diplomados y en general programas de pregrado y posgrado. Sin embargo, estos avances no son suficientes en relación con la gran diversidad biológica y cultural de muchos de nuestros países y adicionalmente con las tasas de transformación de ecosistemas y pérdida de biodiversidad documentadas por organizaciones nacionales y multilaterales como es el caso de los informes de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, 2019), entre otros.

En tal sentido, es esencial que se diseñen y ejecuten programas de etnobiología en educación superior y así poder cubrir estas necesidades en temas etnobiológicos que puedan apoyar los procesos ligados al estudio y gestión de la diversidad biocultural. La etnobiología debe posicionarse en pregrados y posgrados más allá de asignaturas electivas - optativas y programas que se pueden entender como accesorios a carreras previamente establecidas.  

En América Latina se destacan dos programas doctorales: En Colombia, el Doctorado en Etnobiología y Estudios Bioculturales, desarrollado por la Universidad del Cauca (UNICAUCA, s.f.) y en Brasil el Programa de Posgrados en Etnobiología y Conservación de la Naturaleza (PPGEtno), de la Universidad Federal Rural de Pernambuco (UFRPE, s.f.), que se desarrolla en oferta doble de Maestría y Doctorado.

Por otro lado, como parte de estos grandes emprendimientos etnobiológicos debemos sumar el establecimiento de códigos de ética por parte de organizaciones internacionales, nacionales y regionales etnobiológicas, como el de la Sociedad Internacional de Etnobiología (ISE) que establece como objetivos: “facilitar la conducta ética y las relaciones equitativas, y fomentar un compromiso de colaboración significativo y responsabilidad recíproca entre las partes.” (ISE, 2006). El establecido por la Sociedad Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE), en la ciudad de Popayán, Cauca, Colombia, como parte del IV Congreso Latinoamericano y V Colombiano de Etnobiología, realizado en 2015 (Naranjo Arcila y Vargas Niño, 2016), denominado Código de Ética para la Investigación Etnobiológica en América Latina (Corona et al., 2016; Argueta et al. 2018) y el Código de Ética de la Sociedad Chilena de Socioecología y Etnoecología (SOSOET) (2022).

Adicionalmente al aporte de las sociedades etnobiológicas, algunas comunidades han generado sus propios protocolos o reglamentaciones éticas como por ejemplo el elaborado por representantes comunitarios y etnomicólogos(as) locales, nombrado “Reglamento para actividades en entornos naturales comunitarios. No a las patentes biológicas”, elaborado para  la región tlahuica Pjiekakjoo, en México (Nazario Velázquez et al., 2021).

Muy vinculado con el tema de este trabajo en dicho reglamento se estableció:

Los recursos genéticos existentes en los territorios comunitarios rurales, deben ser considerados parte de los mismos territorios, bajo un concepto de bioculturalidad. No pueden ser vistos en forma independiente de su vínculo social o ecosistémico. Tampoco se puede plantear el “descubrimiento” de una especie nueva, cuando dicha especie ha sido conocida por los pobladores comunitarios en forma tradicional durante muchos años. Se puede describir una nueva especie sin fines de apropiación privada.

Se prohíbe la extracción de material genético (ejemplares completos, trozos de organismos, esporas, semillas, y todas las estructuras de propagación) en los territorios comunitarios, así como durante eventos ecoturísticos en los que participen comunidades rurales, con fines de apropiación biológica o intelectual, vía patentes, nacional o extranjera, tanto la vinculada con organismos nativos como los que se pretenda modificar genéticamente a partir de éstos (Nazario Velázquez et al., 2021, párr. 4 -5).

 

El fortalecimiento, consolidación e incidencia del gremio de la etnobiología en distintos espacios académicos, comunitarios, de gestión y toma de decisiones, se ven reflejados en las tendencias y acciones anteriormente expuestas, a través de las cuales se hacen evidentes los ingentes esfuerzos de muchas personas e instituciones comprometidas con la vida en sus múltiples diversidades.

En las distintas actividades etnobiológicas cada vez están más presentes los espacios de diálogo, disertación, debate, construcción colectiva y reflexividad en torno al quehacer y los cambios transformativos que puedan generar este campo del conocimiento. Un reflejo inequívoco de una mayor conciencia socio-eco-política consecuente con las realidades de los pueblos, sus procesos organizativos y luchas históricas.

 

El trabajo en redes sociales colaborativas en el quehacer de la etnobiología comprometida

El papel que actualmente juegan las redes sociales de colaboración en las distintas expresiones culturales es ahora fundamental, y como es sabido su impacto positivo o negativo es inconmensurable. Particularmente para los fines de la etnobiología comprometida, consideramos que el planteamiento de Cerda Carvajal (2020) apoyado en Dabas (2006), es importante:

Las redes sociales se crean en un proceso permanente de construcción que se da a nivel individual y colectivo producto de la dinámica de reciprocidad establecida por sus integrantes, permitiendo que los recursos de ésta sean potencializados (Dabas, 1993), gracias a la experiencia de compartir los aprendizajes, conformándose un sistema de interacción abierto, multicéntrico y heterárquico (Cerda Carvajal, 2020, párr. 5).

 

Esta idea se ve complementada, con lo expresado por Garavito-González y Cortés-Millán (2023) apoyados en Zibach, 2007)

[…] pensar la acción colectiva y la defensa del territorio en clave contextual significa reconocer las nuevas formas colectivas, los  nuevos  escenarios  de  encuentro,  las  nuevas  relaciones  sociales asociadas a la movilización y las nuevas expresiones y marcos lingüísticos que de forma estratégica se vienen gestando en América Latina. Estos, debido a su carácter crítico al modelo y al orden dominante,  se  tipifican  como  nuevos  movimientos  sociales  o  movimientos antisistémicos, en que prevalece la defensa de lo común y el realce de la reivindicación de lo popular (Garavito-González y Cortés-Millán, 2023, p. 24).

 

La Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural (Red LDPBC) y la etnobiología comprometida

La Red LDPBC fue creada en conjunto con la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE) y la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), en el marco del IV Congreso Latinoamericano y V Colombiano de Etnobiología, realizado en el año 2015 en la ciudad de Popayán, Cauca - Colombia. Su génesis tiene lugar en el desarrollo de un espacio de diálogo sobre los temas vinculados a los impactos presentes y futuros de temas como: el Protocolo de Nagoya; la apropiación genética y de saberes; los monocultivos por parte de megaempresas agrícolas; organismos genéticamente modificados (OGM); alimentos transgénicos y uso de glifosato; despojo de territorios colectivos, racismo y segregación étnica; y diferentes formas de extractivismo, entre otros.

Adicionalmente, la Red surge de la voluntad manifiesta de consolidar un espacio de encuentro entre distintos sujetos culturales, sin ninguna tara institucional, diversas visiones de mundo, ontologías, epistemes y metodologías para repensar el papel de las diversidades y la participación de los distintos actores sociales en la manera de generar conocimiento,  asumir los modos de vida, relacionarnos con la naturaleza y hacer comunidad, redes y sociedad planetaria desde proyectos y diseños más relacionales y sustentables.

Los objetivos trazados por la Red LDPBC (s.f.) para su constitución y agencia fueron:

Objetivo General:

Convocar a diversos actores sociales para la vinculación y articulación de experiencias y propuestas en torno a la investigación, divulgación, gestión y defensa de la bioculturalidad y los territorios de América Latina.

Objetivos específicos:

Consolidar el entramado de una red de redes biocultural a través de nodos temáticos en diversas regiones de América Latina y actividades de alto impacto socioecológico acordes a nuestras líneas de acción.

Fortalecer el desarrollo epistémico y metodológico, inter y transdisciplinar, a través de investigaciones colaborativas sobre temáticas bioculturales, desde un pluralismo cultural libre de pretensiones hegemónicas y colonizadoras.

Divulgar a través de diversos medios de difusión, lenguajes comunicacionales, eventos presenciales y virtuales, información de alto valor biocultural para el bienestar de los pueblos y territorios de América Latina.

Posibilitar procesos de participación, vinculación y empoderamiento ciudadano que busquen acciones colectivas eficaces para el estudio, gestión y defensa de la bioculturalidad y los territorios.

La Red LDPBC está integrada por 22 nodos temáticos bioculturales y en la actualidad cuenta con 1305 miembros distribuidos en 23 países que abarcan la mayor parte de América Latina y el Caribe (Red LDPBC, s.f.).

Desde la creación de la Red se han realizado diversos proyectos, eventos académico - comunitarios y otras acciones que hemos considerado como una expresión del desarrollo teórico y práctico de una etnobiología socialmente comprometida, algunos de los cuales han sido abordados en distintos espacios y productos de investigación y divulgación que aquí a manera de corolario traemos a colación y adicionalmente pueden ser consultados en extenso en las siguientes referencias Estrada Martínez y Sepúlveda Varón (2003); Red LDPBC (s.f.); SCE (s.f.).

 

Realización de investigaciones científicas y divulgativas

Diversas investigaciones han sido realizadas desde la Red LDPBC, las cuales han derivado en publicaciones científicas y divulgativas, entre ellas:

Acciones en defensa de la bioculturalidad latinoamericana, publicada en 2018 por la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), en la que se definen algunos de los grandes caminos que en las últimas décadas se han transitado a través de investigaciones y acciones comunitarias que le brindan cuerpo y praxis a la defensa del patrimonio biocultural, particularmente en América Latina, por medio del registro por áreas de difusión.

Acervo documental, textual y sonoro de la bioculturalidad latinoamericana, que reúne una amplia bibliografía con enlaces URL vinculados, de libros, artículos y textos derivados de eventos académicos y comunitarios, relacionados con temas bioculturales, este texto fue publicado en 2020, también por la Universidad Autónoma Chapingo (UACh).

Metodologías participativas comunitarias en etnobiología, capítulo del libro Métodos en etnomicología, editado en 2020 por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto de Biología, también de la (UNAM), la Sociedad Mexicana de Micología y el Grupo Interdisciplinario para el Desarrollo de la Etnomicología en Mesoamérica A. C. (GIDEM).

Acciones colectivas por una educación comprometida con la defensa biocultural y territorial en América Latina, capitulo del libro Educação profissional, territórios e resistências: diálogos com Paulo Freire, publicado en línea en 2021 por el Centro Paulo Freire - Estudos e Pesquisas.

La Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural (Red LDPBC). Tejemos conjuntamente hacia la vinculación de conocimientos, acuerdos sociales y luchas, capítulo del libro Transiciones bioculturales en territorios marino-costeros de Latinoamérica, publicado en línea en 2023, por Mawil Publicaciones de Ecuador y la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.

Una de las investigaciones de la Red que hemos considerado como icónicas de una etnobiología socialmente comprometida fue la desarrollada por Naranjo Arcila y Sepúlveda Varón (2020) denominada “Territorios bioculturales de Río Negro y Sumapaz, conocimientos aplicados para la gestión socioambiental” realizada con 350 miembros pertenecientes a pueblos indígenas Mhuysqa y Kichwa, comunidades afro, campesinas y otras organizaciones rurales, no gubernamentales y entidades territoriales, de 52 municipios del departamento de Cundinamarca y otras regiones de Colombia.  

Estas y otras publicaciones pueden ser encontradas en la página web de la Red LDPBC:

 

Realización de cursos talleres 

Capacitación colaborativa entre expertos tradicionales y académicos, como el que tuvo lugar en el III Foro Nacional de Hongueros llevado a cabo en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) en 2014 y al que asistieron hongueras y hongueros, de Oaxaca, Jalisco, Tlaxcala, y Estado de México, así como académicos ligados con el Grupo Interdisciplinario para el Desarrollo de la Etnomicología en Mesoamérica A. C. (GIDEM), de la UACh y del Colegio de Postgraduados; además del que se impartió en la comunidad de San Jerónimo Amanalco en Texcoco, Estado de México, sobre la importancia y elaboración de herbarios comunitarios, entre otros.

 

Vinculación cognitiva y prácticas etnobiológicas

La Red LDPBC ha organización y participado en diversos eventos de cara a una etnobiología comprometida, entre los que se destacan:

Simposios de Congresos nacionales e internacionales, realizados en distintas ciudades de Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Chile, Brasil, Guatemala y El Salvador.

Foros de representantes comunitarios ligados al manejo de diversas entidades biológicas, que se han desarrollado presencialmente en diferentes congresos nacionales e internacionales; así como en forma independiente, como los foros nacionales de hongueros, realizados en México. Estos foros han buscado la expresión de representantes comunitarios como expositores de sus problemáticas bioculturales con sus implicaciones etnobiológicas, así como la organización y acciones que han desarrollado para enfrentarlas. De tales foros se han concretado declaraciones que se han dado a conocer en forma pública, tanto a través de folletos, como virtualmente.

Encuentros latinoamericanos de organizaciones y redes, que bajo el enfoque de defensa biocultural y de territorios, han dado a conocer las particularidades de estudios etnobiológicos y proyectos autonómicos, encuentros en los que durante los años 2022 y 2023 participaron 27 organizaciones de 8 países latinoamericanos a lo largo de tres días de transmisión en línea.

 

Estas organizaciones fueron:

Centro Cipacuna, Pueblo Waorani, Tarimiat Cultura Amazónica Shuar, de Ecuador; Asociación Civil de Médicos Tradicionales de Acaxohitlán, Casa de Saberes-INAH Morelos, Unión de Comunidades Zapotecas Chinantecas, Parque Chamilpa, Coordinadora Nacional Agua para todos agua para la vida, Organización Proselva Tropical, Centinelas de Maíces Nativos de la Sierra de Tenosique, Tabasco, Meliponicultoras Agroecológicas de los Tuxtlas MARETEUX, Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske, de México; Fundación Grupo Proa, Sugamuxi, Red de Acción Frente al Extractivismo, Red de Semillas Libres, de Colombia; Asociación de Producción Pesquera Buzos de Salango, Ecuador; Associação Nacional de Ação Indigenista (ANAÍ), Movimento Associativo Indígena Payayá, Grupo de Estudios Desenvolvimiento Modernidade e Meio Ambiente (GEDMMA), Equipe de Articulação e Assessorias às Comunidades Negras do Vale do Ribeira EAACONE Pueblo Quilombola, Grupo Pró-Mar, de Brasil; Comité Indígena para la Defensa de Bienes Naturales de Nahuizalco, Movimiento de Unificación Indígena de Nahuizaco (MUINA), de El Salvador; Comunidad Etnobiológica Guatemalteca, de Guatemala; Asociación Cultural Social y Deportiva del pueblo Chango de Cardenal Caro, Chile; Asociación de Pueblos Unidos, Perú.

De estos encuentros derivaron dos textos que resumen las reflexiones integradas expuestas por estas organizaciones durante estos foros, y que en conjunto constituyen precisiones sobre agresiones y omisiones, en contra de comunidades; requerimientos de organización; mayor compromiso académico y gubernamental para enfrentar estos problemas; así como sugerencias apoyadas en la experiencia comunitaria. Estas reflexiones serán próximamente publicadas en el Boletín Q’inti de la Red LDPBC.

En 2024 se realizará el III Encuentro de Organizaciones y Redes, en forma virtual, y en 2025 tendrá lugar el IV Encuentro en forma presencial durante el VIII Congreso Latinoamericano de Etnobiología y III Simposio Regional de Etnobiología, en La Antigua, Guatemala.

Ciclo de diálogos de saberes desde la bioculturalidad y los territorios de América Latina. A partir de las iniciativas de la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE), la Red LDPBC y la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), se llevaron a cabo diálogos mensuales entre investigadores académicos y comunitarios, así como organizaciones de base, invitados por la SCE o coordinadores de los nodos de la Red LDPBC, a lo largo del año 2023, eventos que fueron transmitidos en vivo a través de redes sociales.

Estos diálogos abarcaron temas de interés etnobiológico y biocultural diverso entre los que se destacan: soberanía alimentaria, procesos de participación ciudadana en México, la sobrevivencia de la pesca artesanal en tiempos de despojo, etnobotánica desde las experiencias campesinas e indígenas del departamento del Huila en Colombia, sistema frío-caliente en la medicina tradicional en Oaxaca, impulso y reconocimiento de la medicina tradicional en México y en la zona andina, meliponicultoras tradicionales, educación etnobiológica desde una perspectiva de diálogo, experiencias dialógicas de procesos de investigación de posgrado en etnobiología y estudios bioculturales en la Universidad del Cauca, Colombia, experiencias de defensa, cuidado y conservación de semillas nativas, centros de origen de recursos genéticos y conocimientos tradicionales, encuentros en la bioculturalidad con pueblos indígenas y afro en Colombia, y voces de mujeres en defensa y resistencias de América Latina.

Realización de entrevistas con expertos académicos y representantes comunitarios, desde el año 2019 hasta el presente, que están siendo difundidas en forma amplia a través de podcasts y videos, en plataformas de acceso abierto, como parte del proyecto “Acervo documental, textual y sonoro de la bioculturalidad en Latinoamérica”, registrado en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh). Estas entrevistas se están distribuyendo en 2024 a través de un paquete con memorias USBs, para ser reproducidas en aulas, emisoras comunitarias y en cualquier lugar en donde no se cuente con servicio de internet, con fines didácticos, de investigación y aprovechamiento comunitario.

Los temas abordados en estas entrevistas han sido: alimentos transgénicos como amenaza para la salud; el fracking y sus impactos socioambientales; pérdida de bosques amazónicos; importancia de los conocimientos tradicionales etnobiológicos; etnobiología con énfasis territorial como una forma de gestión socioambiental comunitaria; medicina tradicional y salud popular; plantas sagradas en un camino propuesto para la investigación decolonial; importancia biocultural del agua; repercusiones de la adopción de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) 91; la educación al servicio de la etnobiología y la etnobiología comprometida al servicio de la educación; defensa de sitios sagrados por la comunidad indígena Wiwa en Colombia.

Además de: protección de los espacios de vida de territorios indígenas; la COP14 en Egipto polémica entre ciencia colonial y ciencia descolonizadora; Primer Congreso Indígena para la Descolonización en El Salvador, historias de vida ligadas al estudio, conservación y defensa con los pueblos originarios de la amazonía venezolana y control comunitario de la malaria, geopolítica del despojo, dinámicas extractivistas y alguna perspectivas de resistencia desde los pueblos de América Latina; manejo de zonas costeras y su repercusión socioambiental; uso tradicional de tintes vegetales; los hongos silvestres en la comunidad indígena tlahuica pjiekakjó de México; y restauración ecológica en la Amazonía, perspectivas desde la participación comunitaria.

Además de estas entrevistas se realizó un video sobre la celebración del Día de Muertos en Oaxaca desde la perspectiva de interés biocultural y etnobiológico.

Las personas entrevistadas hasta el momento son originarias de Brasil, Colombia, Cuba, México, Bolivia, Venezuela, El Salvador y Estados Unidos de América.

Difusión textual de reflexiones epistémicas, bibliografía y desarrollo de metodologías etnobiológicas a través de libros, capítulos de libros y folletos, elaborados por colaboradores de la coordinación de la Red LDPBC, la SCE y la UACh.

 

Repositorio Bibliográfico Biocultural

Establecimiento de un Repositorio Bibliográfico Biocultural en línea y de acceso abierto  con más de 38,000 títulos en el que los temas etnobiológicos están ampliamente representados por categorías específicas, cartografía social, conocimientos tradicionales, ecología de saberes, plantas enteógenas, etnobiología, etnobotánica, etnoecología, etnozoología, herbolaria, huertos familiares, chacras y chagra, intercambio de semillas, medicina comunitaria, micoturismo, milpa, pesca artesanal, plantas medicinales, tianguis, y viveros comunitarios, entre otros que si bien no son exclusivos del área etnobiológica, la pueden implicar fuertemente, como es la categoría de territorialidad.

 

Realización de Encuentros audiovisuales “tejiendo redes bioculturales” 

El “Encuentro audiovisual, tejiendo redes bioculturales” hasta el momento lleva cuatro versiones en el marco de distintos congresos de etnobiología nacionales e internacionales en Colombia, Ecuador, México y Bolivia. Está concebido como un evento en el que confluyen múltiples manifestaciones artísticas, disciplinas, corrientes de pensamiento y acciones colectivas. Su génesis y razón de ser cobra permanente sentido en el acto de visibilizar, dialogar y reflexionar en torno a la importancia de las diversidades bioculturales que sostienen al mundo. A través de muestras de artes audiovisuales, plásticas, literarias, escénicas y otras actividades de aprendizaje y construcción colectiva, buscamos integrar el universo de las artes con las ciencias (SCE, s.f.).

Las organizaciones coordinadoras son: La sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE), La Red Latinoamericana por la defensa del Patrimonio biocultural (Red LDPBC) y la Sociedad Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE).

 

Pláticas diversas de interés etnobiológico y biocultural

Charlas para universidades y organizaciones comunitarias, como las brindados en el Congreso Indígena de El Salvador y en el Seminario Permanente de Etnobiología: Patrimonio biocultural y diálogo de saberes del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM de México, Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Universidad Surcolombiana, Corporación universitaria minuto de Dios de Colombia, la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) y la Universidad de Tarapacá, de Chile, entre otras.

 

Elaboración y difusión del boletín virtual “Q’inti. Contribuciones etnobiológicas y bioculturales”

Desde la Red LDPBC, la SCE y la UACh, se generó un boletín semestral, creado con el objetivo de dar a conocer  temas ligados al estudio, gestión y defensa de la bioculturalidad y la etnobiología, en forma pública, amplia y de libre acceso (Estrada Martínez et al.  2024a).

Las repercusiones que han tenido estas distintas actividades fueron comentadas durante una reciente entrevista realizada por XEUACh Radio Chapingo a Emma Estrada Martínez en 2024, quien habló a nombre de los autores del Proyecto Acervo Documental, Textual y Sonoro de la Bioculturalidad en América Latina (E. Estrada Martínez, Álvaro R. Sepúlveda Varón, Laura P. Casimiro Hermengildo, Alejandra Naranjo Arcila, Atzin Elihu Calvillo Arriola y Germán Escobar Berón), apoyado por la Dirección General de Investigación y Posgrado de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) y la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE), en relación con  los retos, colaboraciones, logros y trascendencia de esas actividades realizadas a través de casi una década de existencia de la Red LDPBC (XEUACh Radio Chapingo, 2024).

En síntesis, entre lo logrado por medio de este conjunto de actividades de la Red LDPBC, se cuenta con investigaciones etnobiológicas y bioculturales diversas en varios países latinoamericanos; difusión de problemáticas comunitarias y propuestas de acciones ligadas con la defensa biocultural y de territorios; difusión accesible y abierta a través de programas radiofónicos, de temas de interés biocultural, comentados por personas expertas; vinculación constante entre representantes comunitarios y éstos con docentes, investigadores y público en general principalmente de América Latina, en forma presencial y virtual; integración de distintos actores sociales en torno a propuestas de legislación socioambiental, capacitación etnobiológica pública; y contar con un amplio acervo bibliográfico biocultural virtual de acceso abierto.

Los grandes retos actuales  para la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural, así como para las otras organizaciones aliadas, consiste en:

Coadyuvar a la conformación latinoamericana de la Red de Redes con fundamento etnobiológico y biocultural, sumando diversos actores sociales que participen activamente en ella.

Lograr un diálogo generalizado en toda América Latina de mutuo respeto y valoración de los distintos saberes, desde perspectivas igualitarias entre la academia y las comunidades vinculadas a los diversos estudios etnobiológicos.

Conseguir la integración en proyectos de investigación, productivos y de interés social, ligados con la etnobiología de los distintos sectores sociales, dejando de lado egos institucionales, competencia entre organizaciones populares y académicas, cerrazones burocráticas y autoritarismo, para poder enfrentar juntos los grandes problemas socioambientales, entre otros, el cambio climático, la crisis hídrica, la economía de guerra, y el acaparamiento neocolonial.

 

VI. CONSIDERACIONES FINALES

Disoñando una etnobiología socialmente comprometida con otros mundos posibles

De acuerdo con la  lectura retrospectiva sobre la génesis, contextos y finalidades que dan origen a la etnobiología, es claro el carácter colonial y utilitarista de este campo emergente empleado para explorar, inventariar y explotar la biota y los ecosistemas en favor de los intereses hegemónicos del norte global, sus colonias en formación desde finales del siglo XIX y posteriormente las leyes del mercado.

Esta visión reduccionista de los sistemas biológicos y culturales ligada con procesos extractivistas ha dejado una serie de impactos negativos en los modos de vida de las comunidades locales, su reproducción identitaria y la integridad de sus territorios; así mismo ha influenciado los procesos de formación e investigación académica, la manera hegemónica de entender las relaciones entre los humanos con sus entornos, el acercamiento y la generación de mutua confianza de los investigadores(as) con la diversidad de grupos poblacionales, entre otros. Sin embargo, el avance de las ciencias, nuevas dinámicas de generación de conocimientos y el advenimiento de la actual crisis socioecológica, han fracturado algunos paradigmas de la ciencia ortodoxa para dar cabida a una efervescencia de disciplinas que posibilitan una apertura y sensibilidad bajo otros derroteros de justicia, equidad, bienestar y sostenibilidad.

Al considerar  este panorama, no se desconocen o reducen a esquemas simplistas los avances en el desarrollo disciplinar de la etnobiología. Vemos estos antecedentes como un proceso del que emanan lecciones significativas de aprendizaje y oportunidades de apertura para las etnociencias y otros campos del conocimiento híbrido y de frontera.

En este orden de ideas, la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural (Red LDPBC), la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE) y la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) de México, hemos buscado con actividades previas, esta publicación y otras acciones subsecuentes, convocar a las y los interesados a un diálogo continuo y una reflexión profunda, sobre el papel, futuro y  potencialidades de la etnobiología, en consonancia con el actual estado de las cosas y las evidencias cada vez más palpables de una policrisis sistémica en las dinámicas ecológicas y de la humanidad en su conjunto.

Así mismo, exhortamos con respeto a las actuales y futuras generaciones de etnobiólogos(as) a considerar de manera crítica y constructiva en lo individual y colectivo, “¿para qué, el cómo, para quién, y con quiénes?” estamos generando conocimientos teóricos y aplicados. Así como el trasfondo, es decir, las implicaciones e impactos de nuestro ejercicio profesional, más allá de las taras del positivismo científico, el servilismo al extractivismo biológico y cognitivo, la carrera desenfrenada de las publicaciones indexadas, los puntos y los rankings de la institucionalidad académica.

De este ejercicio inacabado y en constante evolución surge la posibilidad de pensar en una etnobiología socialmente más comprometida, a la escala de los pueblos con los que trabajamos y teniendo en cuenta que en este campo del conocimiento complejo se conjugan entre otras las diversidades biológicas, ontológicas, epistémicas, lingüísticas y culturales, que componen y sostienen al mundo.   

Con este propósito nos hemos aventurado a esgrimir unos antecedentes, algunas bases conceptuales y unos atributos de una etnobiología comprometida,  por medio de postulados de gran apertura que tratan de abarcar y conectar de distintas maneras a este disciplina con las diversas otredades que nos encontramos en la teoría y en la práctica de este oficio; desde experiencias de lucha con las grandes injusticias y despojos bioculturales y territoriales practicados o que se han pretendido realizar, en contra de comunidades afectando el espacio vital que han ocupado durante siglos.

Bajo la revisión bibliográfica efectuada en esta iniciativa que incluyó los programas de varios congresos nacionales e internacionales de etnobiología, así como la cuantificación de varios autores y la participación directa en distintos eventos académicos asociados a las etnociencias, se evidenció un considerable incremento en la producción académica durante las dos décadas pasadas, proyectos de gestión e incorporación de contenidos en planes de estudio y de acción gubernamental de corte etnobiológico-etnoecológico en América Latina y el Caribe. Iniciativas que reflejan el interés y el crecimiento en el trabajo de distintas de sus especialidades.

Este aumento de producción intelectual, estado del arte y confluencia de acciones en torno a la etnobiología es muy diciente del interés y las necesidades de generación de esta clase de información de alto valor biocultural en algunas regiones de nuestro continente megadiversas y con una gran presencia de comunidades rurales. Sin embargo, cada país tiene sus propias dinámicas de gestión del conocimiento relacionadas entre otros aspectos con la presencia y agencia de organizaciones locales del gremio etnobiológico o similares, escuelas de pensamiento, posibilidades de apoyo institucional, gubernamental o civil, partidas presupuestales y el acceso a territorios en áreas de conflictos socioambientales y armados.

De igual manera, asistimos a nuevas síntesis en lo teórico y lo práctico en las que la etnobiología se viene articulando con diversas ontologías, epistemologías, metodologías, corrientes de pensamiento y acción, de cara a los entramados vitales y  problemas complejos con los que nos encontramos en las comunidades y los territorios, nuevos ensambles que facilitan la participación activa de los distintos sujetos culturales y las bases populares históricamente subalternizadas, soluciones basadas en la bioculturalidad de los propios pueblos, posicionamientos políticos de los fenómenos socioecológicos desde el respeto y comprensión de las diversidades, complementariedad desde métodos mixtos de investigación, integración con procesos y manifestaciones en la defensa de territorios e identidades bioculturales, desde las artes en lo metodológico, pedagógico y divulgativo, entre otros.

Asumimos que los fundamentos históricos, filosóficos y prácticos de la etnobiología, se encuentra en las comunidades indígenas, afrodescendientes, campesinas, entre otras diversas y equiparables del mundo, y que cada día con mayor claridad se autovaloran en este papel, lo que deriva en que actualmente se hagan escuchar en voz muy alta, tanto en reuniones internacionales como las Conferencias de las Partes (COP) del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, como en los diversos encuentros y foros nacionales y locales, de manera independiente o al lado de la academia. Es parte de la etnobiología comprometida, vincularnos con estas voces ahí en donde se expresen.

Diversas organizaciones como las 27 que estuvieron presentes en el Encuentro de Organizaciones y Redes por la conservación y defensa de la bioculturalidad y los territorios de América Latina organizado por la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural, la Sociedad Colombiana de Etnobiología y la Universidad Autónoma Chapingo, evidenciaron un análisis objetivo del papel que juegan las comunidades en su vinculación con su entorno socioecológico, su capacidad de organización, el empoderamiento que están logrando con base a la comunalidad que practican y su disposición de luchar activamente por sus territorios, que finalmente representa para la etnobiología comprometida, la expresión tangible de la interacción de las diversidades bioculturales.

Así mismo, en el trabajo resaltamos la fraternidad entre etnobiólogas(os) que se ha materializado en los esfuerzos de formalización de diversas comunidades, sociedades y asociaciones nacionales e internacionales que le han brindado una importante representatividad al gremio en América Latina, tal es el caso de la Sociedad Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE) con 16 años de consolidación; Asociación Etnobiológica Mexicana (AEM) con 31 años en funciones; la Sociedade Brasileira de Etnobiología e Etnoecología (SBEE) con 28 años de constitución; la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE) con 15 años de actividad, entre otras.

Organizaciones, que en algunos casos, al lado de comunidades locales, han construido espacios de aprendizaje, divulgación e intercambio académico como son los congresos nacionales e internacionales, cursos, diplomados, foros, entre otros. Eventos que cada vez tienen un mayor impacto, son más sofisticados y robustos en actividades, contenidos y progresivamente más proactivos en la inclusión y participación de especialistas de comunidades locales.

El surgimiento de códigos de ética al interior de estas mismas organizaciones como es el caso de la  Sociedad Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE); la International Society of Ethnobiology (ISE); la Sociedad Chilena de Socioecología y Etnoecología (SOSOET), entre otras, también es un hecho destacado, teniendo en cuenta que la etnobiología comprometida justamente evoca por acuerdos entre investigadores, comunidades locales y otros actores sociales desde derroteros bioéticos y la facilitación de protocolos emanados de las mismas organizaciones sociales de base que establecen reglas de juega claras para las partes en términos de investigación y gestión.

Como extensión de la agencia y gestión de estas organizaciones y actores sociales similares, se han generado redes de colaboración vinculadas con la etnobiología en temas académicos, de activismo informado y acciones colectivas, tal es el caso de la Red de Patrimonio Biocultural de México, perteneciente al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt); la Red Iberoamericana de Ciencia Participativa; la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural; creada en alianza entre la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE) y la Universidad Autónoma Chapingo (UACh); entre otras.

Por todo lo anterior, percibimos que buena parte del gremio de la etnobiología - etnoecología viene adquiriendo un posicionamiento académico y político notable, con una fuerza y compromiso en crecimiento, de la mano de la ciencia popular o ciudadana y la movilización de los pueblos y el surgimiento de paradigmas e innovaciones que facilitan transiciones socioecológicas, alternativas al desarrollo y nuevos diseños civilizatorios. Sin embargo, el trabajo que falta por emprender en torno al estudio y gestión de la diversidad biológica y cultural, principalmente en países megadiversos y del sur global, así como la velocidad y magnitud de la transformación y pérdida de la sociobiodiversidad, hacen que estos avances sean exiguos de cara a todos los esfuerzos que debemos seguir construyendo de manera mancomunada a través de una etnobiología socialmente más comprometida.

En tal sentido, es necesario  asumir la etnobiología comprometida como un ejercicio colaborativo, de intercambio, empatía, solidaridad y profesionalismo en el trabajo continuo al lado de  comunidades locales y los demás actores sociales con los que trabajamos, adicionalmente con las y los colegas investigadores(as), grupos interdisciplinarios, instituciones, organizaciones y en general el gremio etnobiológico y sus redes de colaboración y acción.

En el caso de Latinoamérica y el Caribe hay que seguir impulsando y consolidando una institucionalidad, agremiación y movilización social en torno a la etnobiología y las perspectivas bioculturales, con propósitos ligados al bienestar de los pueblos y territorios, para posibilitar procesos más adaptados y resilientes a los contextos, necesidades, problemáticas y potencialidades de las comunidades locales y demás actores sociales con los que trabajamos.

Se requiere fortalecer el diálogo interinstitucional entre las organizaciones etnobiológicas, programas, proyectos a distintas escalas, intercambios y otros procesos que consoliden escuelas y corrientes de pensamiento y acción desde el diálogo de saberes y las epistemologías del sur global.

Para la investigación, la gestión biocultural, el ordenamiento y defensa de los territorios, los procesos de participación y pluralidad ontológica, epistémica, metodológica y jurídica en el quehacer de una etnobiología socialmente comprometida son fundamentales para su incidencia efectiva en la sociedad y sus ecosistemas.

Es necesario que las ciencias socioambientales, ecológicas, agronómicas y las ciencias humanas desde sus especificidades incorporen en sus mallas curriculares y praxis, campos del conocimiento y perspectivas etnobiológicas que faciliten transiciones socioecológicas esenciales para la continuidad de la vida, en los que la ciencia popular esté presente. De igual manera, es fundamental que se generen nuevos programas de etnobiología en la educación superior y se potencien los procesos académico-comunitarios, interculturales e intercientíficos.

En una etnobiología socialmente comprometida se plantea el reto conceptual, metodológico y pedagógico, de articular de manera integral los saberes locales y demás sistemas de conocimiento para el estudio, conservación y defensa de la bioculturalidad, un desafío que continúa y evoluciona.

Es esencial repensar la etnobiología desde perspectivas socialmente comprometidas como la investigación acción participativa, la ecología de saberes, la ciencia campesina, los procesos de deconstrucción teórica, críticos, decoloniales entre muchos otros, de cara a profundizar en el diálogo y la agencia conjunta con las bases populares, custodias de la memoria y los territorios.

La etnobiología socialmente comprometida no solo se enfoca en la investigación, también dirige sus esfuerzos, resultados y productos hacia la gestión, el fomento de capacidades instaladas y la búsqueda de soluciones a problemas socioecológicos apremiantes junto a los diversos grupos poblacionales.

Es ineludible acercar e involucrar a la población en general con la etnobiología en búsqueda de sensibilizar a las personas sobre la importancia de mantener otros modos de vida, la sociobiodiversidad y los conocimientos locales ligados a ésta. En este propósito es esencial fortalecer las publicaciones científicas de acceso abierto, los boletines de las organizaciones del gremio, los insumos audiovisuales y otros productos de divulgación y democratización del conocimiento etnobiológico.

Es necesario seguir trabajando en redes colaborativas, tejer una red de redes para el estudio, divulgación, gestión y defensa de la biculturalidad y los territorios teniendo a la etnobiología - etnoecología como derrotero de acción política robusta en ontologías, epitemologías, métodos y compromisos sociales.

Vemos con absoluto beneplácito que la etnobiología en América Latina y el Caribe está generando cada vez más espacios y productos autorreflexivos y autocríticos, integración de comunidades y la academia, acciones que denotan el fortalecimiento de un campo del conocimiento integral, dinámico, vanguardista, que está consolidando escuela(s) de pensamiento y acción con un mayor compromiso socio-eco-político a escala de los contextos, necesidades y potencialidades de los pueblos y territorios a los que debe su oficio y los del conjunto de la sociedad global.

La Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural, la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE), la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) de México y los demás actores sociales aliados con los que hemos emprendido este camino, anhelamos que esta intención trascienda, invitamos a otras y otros compañeros a unir esfuerzos y seguir trabajando activamente por una etnobiología socialmente comprometida.

 

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1. Profesora Investigadora de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), México. Miembro del comité coordinador de la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural. (e-mail: )

2. Docente, investigador miembro de la Mesa Directiva de la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE). Miembro del comité coordinador de la Red Latinoamericana por la Defensa del Patrimonio Biocultural. (e-mail: )