Percepción de salud de personas mapuche usuarias de una unidad de hospitalización de Corta Estadía del sur de Chile

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Introducción

El propósito del artículo es analizar e interpretar la percepción de salud mental de personas mapuche que son usuarias y usuarios de tratamiento psiquiátrico de una unidad de hospitalización de corta estadía en el sur de Chile.

Sin descuidar las patologías de base de las personas que participan en el estudio, o su tratamiento psiquiátrico, el foco de la investigación es interpretar su percepción de salud como un fenómeno integral que describe su calidad de vida (Bermedo y Tereucán, 2020). Satura los diagnósticos, tratamientos y los márgenes institucionales de un establecimiento de salud, para comprender su percepción de salud, objetivada socialmente en un contexto territorial situado (Menéndez, 2015).


Mujeres mapuches de Tirúa en 2015. Foto: Ministerio Bienes Nacionales

Respecto del marco general en el que acontece el desarrollo de la investigación, cabe señalar que las acciones sanitarias institucionales en materia de salud mental evidencian avances importantes posteriores a la Reforma de Salud en Chile. Esto se refleja en la cobertura, tratamiento y en la participación de equipos interdisciplinarios que tienen como finalidad abordar integralmente el cuidado de la salud de personas, familias y comunidades. No obstante, estos esfuerzos no son suficientes para lograr la anhelada integralidad en las acciones en salud, debido a que el foco de la atención sigue centrado en el paciente, priorizando los protocolos y estructura metodológica de la intervención sobre los síntomas, quedando en un segundo plano los aspectos sociales, territoriales y culturales donde habita y existe la persona intervenida (Merino, 2021b).

En el ámbito preventivo y promocional, la intervención en salud mental, gradualmente se orientó a los factores de riesgo, sofisticando estos procedimientos a un nivel que sus intervenciones prácticamente corresponden a patologías en sí mismas, generalmente asociadas a problemas socio económicos y vulnerabilidad social (Castiel y Álvarez-Dardet Díaz, 2010). Aspecto que constituye una estigmatización a los problemas estructurales que vivencian las personas en condición de vulnerabilidad, interviniendo o atenuando los síntomas sin abordar las causas (Merino, 2019) que posteriormente son incorporadas a las patologías de salud mental.

Estos factores de riesgo, generalmente asociados a las desigualdades sociales, se han configurado de forma histórica y estructural en Chile (Illanes, 2010; Merino, 2021a; Molina, 2010; Muñoz, 2019), producto de un marco de derecho débil que tiene viejo arraigo, anterior a la configuración del Estado chileno y que se ha materializado en una historia de despojo, colonización y extractivismo con los pueblos originarios. Expresada en una estructura racista, opera en distintos planos de nuestra sociedad incidiendo en los tipos de trabajo, educación, vivienda, seguridad social al que acceden las personas, en especial la población indígena. Esta configuración histórica y estructural de las desigualdades también guarda una memoria del dolor que ha sido soterrada por la historia institucional oficial, construyendo un imaginario en base a los principios de igualdad, democracia y respeto cívico. Aspecto que no se condice con el origen traumático de la sociedad chilena sustentada en el genocidio y despojo (Portales, 2011).

Estas violencias se han sofisticado. Utilizando distintas tácticas de represión, se configuran nuevas formas de desigualdad, de composición compleja que, en el caso mapuche, ha constituido “un fenómeno inherente que acompaña hasta el día de hoy el proceso de mercantilización de las tierras, tanto en su génesis como en los desarrollos posteriores, violencia que hoy en día ha tendido a naturalizarse, generando como principal consecuencia el empobrecimiento de la vida social y mapuche” (Pichinao, 2015, p. 97). Este empobrecimiento de la vida social mapuche, permeado por la violencia y el despojo cultural-material, ha afectado el desarrollo de las comunidades, impactando en los territorios, tensionando el marco de derecho de los pueblos originarios que, en su extremo negativo determina quién vive y muere, “debido a una historia de colonización, neoliberalismo y neoextractivismo en Chile” (Millalen et al., 2020, p. 3). Por ejemplo, en la provincia de Osorno, al igual que la tendencia observada para las personas que pertenecen a pueblos originarios en otras regiones del país, los mapuche tienen elevadas tasas de suicidio.

Más aún, estas son notoriamente mayores a las registradas para no indígenas. Si bien las tasas de suicidio son mayores entre los hombres mapuche, seguidos de los hombres no mapuche. Las brechas interétnicas son similares en zonas rurales y urbanas. En las primeras el riesgo de suicidio en población indígena es 140% más alto; y, en las segundas, un 130% mayor (Minsal, 2012).

 

Estas desigualdades que se expresan en una precaria salud de la población indígena, están relacionadas, entre otros aspectos, con el sistema económico productivo-cultural que afecta significativamente las dinámicas territoriales donde habitan pueblos originarios (Álvarez y Muñoz, 2017; Bolados García, 2012; Castillo, 2017), así como sus diferenciales epidemiológicos en términos de mortalidad y morbilidad, estructurando zonas o territorios, en los cuales el valor de la vida humana es relativizado según procesos de intercambio, jerarquías raciales (Cuyul, 2016; Nahuelpan Moreno, 2013, 2016) y posición social de las personas en la estructura social.


Figura 1: Enfoques de intervención sanitara en Chile. Elaboración propia en base a documentos del Ministerio de Salud de Chile.(Minsal, 1998, 2005, 2017)

En este sentido, la propuesta intercultural en salud y el marco político indígena respecto de la convivencia armónica, relación de respeto entre culturas y el desarrollo de la población indígena es insuficiente, debido a que los problemas estructurales significativos en la determinación de la salud de la población mapuche no son abordados desde una política intersectorial integral. “Dicha política de salud desplegada en comunidades mapuche no interviene sobre la atención de salud precarizada y de estrato indigente, en la escasez de las tierras, la contaminación letal de los territorios por la industria extractiva, ni en la pobreza exclusión determinados por el despojo territorial” (Cuyul, 2016, p. 445). En este contexto, la Ley Indígena (19.253), el Programa Especial de Salud y Pueblos Indígenas (Pespi) y el artículo 7 de la Ley 20.584, relacionado con el derecho a recibir atención de salud con pertinencia cultural, parte del supuesto de una base institucional para trabajar en salud intercultural con mayor amplitud. No obstante, las experiencias en materia de salud intercultural no son muy alentadoras (Boccara y Bolados, 2008). Por ejemplo, Bolados (Boccara y Bolados, 2008; Bolados García, 2012) describe la participación en salud intercultural en Atacama desde un marco tutelado y en constante tensión, evidenciando conflictos de interés de las personas que representaban a organismos del Estado ante las demandas de las organizaciones de los pueblos originarios. Esta tensión, entre otras cosas, queda en evidencia en la conformación de los Consejos de Desarrollo Local en Salud, organización que se plantea bajo la premisa de una relación ideal entre Estado y comunidad, para fortalecer las redes sociales del territorio para mejorar calidad y atenciones de salud con pertinencia intercultural. Dinámicas similares describe Cuyul (Cuyul, 2013), con la población mapuche, señalando que no existe una salud intercultural, sino acciones del Estado que incorporan prácticas de salud de los pueblos originarios, pero que no se incorporarían estructuralmente en los procesos de salud, enfermedad, atención y cuidado.

El problema de salud intercultural no reside en la falta de capacidad de las personas, en su nivel educacional o en la no valorización de su propia medicina; por el contrario, el origen de gran parte de los problemas en salud (desde la concepción mapuche del término) reside en la estructura sociocultural y la determinación estructural y política impuesta por el estado chileno neoliberal, el que mediante sus agentes y dispositivos reconocen una supuesta diversidad cultural y niegan mediante su limitado abordaje lo que nos hace diferentes, el derecho como sujetos colectivos y el acceso al territorio del cual hemos sido despojados y que permite una buena vida o Küme mongen (Cuyul, 2008, p. 5).

 

En este sentido, la brecha cultural como señala Hasen (2012), no es exclusiva al entendimiento de la diversidad o la explicación que cada grupo cultural despliega para comprender los procesos de salud enfermedad. También corresponde a un fenómeno político con características estructurales asociadas a un modelo económico y cultural que sustenta una forma de convivencia social que naturaliza las desigualdades estructurales de los territorios donde habitan comunidades mapuche.

Desde la posición política y epistémica de la salud institucional, los problemas estructurales que padecen y precarizan la calidad de vida del pueblo mapuche son problematizados por diversos enfoques de intervención (ver figura nº1). Bajo el alero del modelo de atención integral, comunitario y las redes integradas de los servicios de salud, las desigualdades sociales que vivencia el Pueblo Mapuche, son abordadas desde las determinantes sociales en salud, la equidad en el acceso y el marco de derechos ciudadanos en salud (Minsal, 2005, 2017). Sin embargo, estos enfoques que permiten amplificar la relación salud con los problemas estructurales que expolian la vida mapuche, son considerados en la práctica como modelos complementarios y alternativos a las acciones relacionadas con la salud-enfermedad. En esa línea, las intervenciones biomédicas y psicosociales caen en una disputa superficial debido a que las acciones sanitarias siguen centradas en la sintomatología, invisibilizando en el diagnóstico y la técnica el malestar originado por una forma específica de organización social y productiva (Merino, 2019).

 

Materiales y métodos

En este horizonte la investigación corresponde a un estudio cualitativo descriptivo que busca abordar las subjetividades y construcciones sociales de usuarios y familiares de una unidad de hospitalización de corta estadía del sur de Chile.

Las personas que participaron en la investigación son usuarios y usuarias con diagnóstico psiquiátrico que pertenecen al pueblo mapuche huilliche. Previo al proceso de las entrevistas, se realizaron conversaciones con el médico psiquiatra de la unidad de hospitalización de corta estadía y Machis del territorio, entrevistando finalmente a 12 personas (usuarios y familiares).

Cabe señalar que aun cuando todos los participantes estaban compensados, el desarrollo de las entrevistas fue complejo, debido a las patologías de base que presentaban las personas y el efecto adverso de los psicofármacos. Situación que afectó la relación en el proceso de investigación.

Respecto de los criterios éticos, se efectuó una solicitud formal al Comité de Ética de Investigación del Servicio de Salud de Valdivia-Chile, que autorizó el desarrollo de la investigación. Todas las entrevistas se desarrollaron previa aplicación del consentimiento informado, garantizando anonimato y confidencialidad al entrevistado, estipulándose objetivo, riesgo, beneficios y usos de los datos recolectados. Además, la investigación se realizó previa autorización del médico tratante y familiares.

La información fue procesada en el Software Atlas Ti. 8.5. En base al desarrollo de categorías y subcategorías, se indexan los relatos de usuarios y usuarias mapuche. Luego del procesamiento y análisis de los datos, para efectos de esta propuesta, se desprenden 2 categorías madres: a) problemas de salud; y b) identidad, territorio y cuidado. El análisis y presentación de los resultados se presenta en el mismo orden.

 

Resultados

Problemas de salud

Las personas entrevistadas, refieren tener varios problemas de salud, situación que incidió en su institucionalización y posterior tratamiento en la unidad de hospitalización de corta estadía. Los principales síntomas asociados a su malestar se relacionan a la desorientación, ansiedad, problemas para dormir e ideación suicida.

Posterior a su tratamiento las personas refieren sentir mejoras evidentes en el control de los síntomas, no obstante, su compensación no es equilibrada, es decir, declaran sentir mejor estado de salud en algunos aspectos, descuidando otros o emergiendo nuevas formas de malestar.

 

Antes que estuviera en tratamiento me costaba mucho dormir, podía pasar la noche caminando no tenía sueño, y ahora tengo como un trastorno alimenticio, tengo ansiedad en comer y he subido de peso (usuario/a 3).

 

Tenía movimientos involuntarios al dormir, insomnio y falta de apetito, intolerancia a algunos alimentos (usuario/a 7).

 

Los efectos colaterales derivados del tratamiento principal, son considerados problemas menores y que forman parte de la nueva vida que deben asumir las personas que experimentan intervenciones en el ámbito de la salud mental. En este sentido, el tratamiento es exitoso en la medida que el síntoma sea controlado desde la disciplina que gestiona el cuidado. Sin embargo, estos efectos colaterales son atenuados cuando el proceso de intervención en salud es abordado por otras disciplinas que puedan aportar a generar un bienestar integral.

Generalmente las acciones en salud tributan a los protocolos establecidos desde la disciplina fundante o principal, en el que la técnica está subordinada al ejercicio de poder avalado en los procesos micropolíticos que se producen y reproducen institucionalmente. Este fenómeno, es considerado un problema no solo para la persona que vivencia nuevos síntomas o malestares, también constituye uno de los nodos críticos que la institucionalidad sanitaria en Chile desea superar. Aspecto que se evidencia en los objetivos sanitarios para la década 2011-2020 y que se orientan a: 1) mejorar la salud de la población; 2) disminuir las desigualdades en salud; 3) aumentar la satisfacción de la población frente a los servicios de salud; y d) asegurar la calidad de las intervenciones sanitarias. Esta necesidad, también se visibiliza en los documentos de trabajo del Ministerio de Salud, previo al desarrollo de la reforma sanitaria del año 2000. Por ejemplo, en el texto El modelo de atención, publicado en 1998, se destaca que “uno de los factores críticos del sistema de atención vigente hoy día en la mayoría de los países occidentales es la creciente especialización, que lleva a respuestas fragmentadas y dispersas en materia de cuidados de la salud” (Minsal, 1998).

Respecto de los síntomas asociados a los problemas de salud mental, desde una perspectiva institucional sanitaria hegemónica (Menéndez, 2016), se destacan las alucinaciones auditivas y su relación con ideaciones suicidas y aquellas de índole megaloide. En todos los casos los itinerarios de atención/desatención de las personas entrevistadas evidencian un profundo malestar.

 

Deseos de morirme por sentirme afligido (usuario/a 2).

 

No sabía dónde estaba, me desorientaba completamente. (…) Escuchaba voces que me llamaban, que me gritaban que me vaya con ellos. Que salga de mi casa. He intentado suicidarme tres veces (usuario/a 3).

 

Yo me fui de aquí un tiempo, anduve por las calles, me quiso dar una perdición del tiempo. (…) Cuando caí en depresión, como que sentía que todo se me venía en contra y me daban ganas de dejar de vivir (usuario/a 4).

 

Pasaba largo tiempo caminando sin darme cuenta de la noción del tiempo (usuario/a 7).

 

Estas voces que describen la forma como las personas perciben su cuidado, en relación con la integridad de una existencia desorientada del tiempo y el espacio, son contempladas desde la cosmovisión mapuche como la pérdida del espíritu. Síntomas producidos por el exceso de preocupaciones o causadas por un weküfu o entidad maligna que consume el alma de las personas.

Por ejemplo, en el contexto del archipiélago de Chiloé-Chile, se describe la pérdida del espíritu asociada al síndrome cultural del susto, como señala Jaime Ibacache en el libro Síndromes culturales en el archipiélago de Chiloé, “la mención a la pérdida de juicio o la pérdida del espíritu también se encuentra, pero más bien como un síntoma o condición provocada por el susto, dando cuenta de que se mantiene en parte la noción de que una parte de la dimensión no corporal de la persona se desprende o sale de ella” (Unidad de Salud Colectiva Servicio de Salud Chiloé, 2010, p. 133). Esto implica, que el tratamiento fundamentado exclusivamente en medicamentos puede minimizar los síntomas pero no soluciona o aborda el problema, debido a que desde la cosmovisión mapuche, la persona afectada por el susto o por el daño causado por un weküfu, debe recuperar su espíritu a través de una ceremonia de curación que debe realizar una autoridad ancestral del Pueblo Mapuche. En este sentido la persona bajo tratamiento psiquiátrico no estaría sana, sino con los síntomas de su enfermedad atenuados. Los cuales co-existen en relación a los distintos procedimientos, racionalidades y cosmovisiones que se materializan en lo simbólico y procedimental de un sistema médico. Su coherencia y eficacia, depende de la construcción cultural que le otorga sentido y pertinencia. Por ejemplo desde la antropología sociocultural.

Un sistema médico se concibe como un conjunto más o menos organizado, coherente y estratificado de agentes terapéuticos, modelos explicativos de salud-enfermedad, prácticas y tecnologías al servicio de salud individual y colectiva. La forma en que estos elementos se organizan internamente, otorgando coherencia al sistema depende del modelo sociocultural en que se desarrolla la medicina (Alarcón M et al., 2003, p. 1062)

 

En este sentido, el marco cultural en el que se interpreta y comprende la enfermedad, está dada por la condición de persona mapuche que ha sido institucionalizada bajo criterios que intervienen la mente y el cuerpo desde un sistema médico institucional hegemónico. Este fenómeno genera varias interfaces que afectan los itinerarios de atención y desatención de las personas mapuche, así como la consulta de otros sistemas médicos tipificados como subalternos e incide directamente en el ser mapuche (Medina e Ibacache, 2020).

Este proceso de salud, enfermedad, atención, cuidado y muerte está mediado por un equilibrio espiritual y corporal simbióticamente conectado con la vida en comunidad y su relación con la naturaleza biótica y no biótica. Esta compleja relación que puede derivar en transgresiones hacia la vida en comunidad, la naturaleza o la propia existencia mapuche, es descrita por Bermedo (Bermedo, 2015) en las dimensiones del sistema biomédico y mapuche williche, en el que se establece esquemáticamente los orígenes de la enfermedad, las distintas técnicas y procedimientos que otorgan coherencia, sentido y pertinencia a la intervención en salud, según el marco cultural en el cual están construidas.

 

Dimensión conceptual

Sistema Biomédico

Sistema Médico Mapuche-Williche

Origen de la enfermedad

Agentes externos específicos y concretos, hallazgos clínicos, etc.

Agentes ambientales, sociales, poderes o agentes sobrenaturales. Transgresiones.

Técnicas de diagnósticos

Uso de exámenes clínicos

A través de la wüillin (orina), de la vista nge (ojo), el newen (fuerza-pulso), el yayafun (tacto).

Técnicas de curación

Tratamiento externo a la persona y con énfasis en el uso de fármacos.

Slawen (remedio que sana la enfermedad), minerales (piedra, greda, etc) ceremonias, lepun, machitún, satun, ululun, etc.

Objetivo

Restaurar o mejorar el estado del cuerpo biológico.

Sanación del cuerpo, la mente, el espíritu, la relación con el entorno.

Relación del agente de salud y usuario

Relación asimétrica. Salud oficial institucionalizada.

Perspectiva holística. Atención de Machi (máxima autoridad ancestral espiritual medicinal con amplio conocimiento en hierbas medicinales, enfermedades del cuerpo y espirituales) Lawentuchefe (experta en hierbas medicinales y amplio conocimiento de las enfermedades del cuerpo), Ngütamchefe (Componedor de huesos), Püñeñelchefe (partera) en contextos comunitarios.

Reclutamiento

Formación en instituciones académicas.

El che (persona) recibe el llamado del espíritu, la naturaleza y su newen para asumir la responsabilidad de sanar y mantener la salud.

Modelo explicativo

Cientista, positivista y reduccionista. Concepción patológica de la salud.

Kume Mongen (buen vivir)

Tabla Nº1: Sistema biomédico y sistema médico mapuche-huilliche. Elaborada en base a propuesta de Sergio Bermedo, 2015.

 

 

Estos problemas que afectan la salud de las personas, no solo deben ser comprendidos en su dimensión cultural, también corresponden a experiencias de injusticia y que bajo el alero de un sistema biomédico, son externalizadas en los sujetos según sus estilos de vida, autocuidado o esterilizados según sintomatología fuera del contexto social e histórico (Barboza-Solís et al., 2020; Cuyul, 2008). Las condiciones biológicas-orgánicas que puedan padecer las personas también están inscritas en una historia de despojo y discriminación que niega el ser mapuche, afectando los procesos de socialización, las acciones en salud, la forma de existir en el mundo y la relación con otros.

 

En el tiempo que estaba en el colegio si era desfavorable, a uno lo menoscababan por el apellido cuando tomaba asistencia el profesor, todos los demás se burlan, sería como un bullying hoy en día, fue en el tiempo que estudie en el liceo (usuario/a 3).

 

La discriminación que uno tiene en la escuela por los apellidos no ha sido desfavorable, pero llega a un punto donde uno sufre discriminación racial, por el hecho de ser mapuche (usuario/a 4).

 

Identidad, territorio y cuidado

Respecto de la relación de las personas entrevistadas con sus prácticas culturales, la mayoría de los usuarios y usuarias de la unidad de hospitalización de corta estadía, tiene vínculos significativos con la cosmovisión mapuche. Además de identificarse como parte del Pueblo Nación Mapuche, la mayoría ha participado en ceremonias tradicionales o tiene familiares que participan activamente en su rol de autoridades tradicionales.

 

Mi mamá era partera y daba lahuenes y a mí me quedó lo de los remedios, le viene de linaje y porque ella cree que le viene de su abuelita y mi hermana es presidenta del consejo de comunidades. Mi mamá viene de un linaje de maestro de ceremonia (Madre de usuario/a 1).

 

Tenemos un terreno sagrado (se omite el lugar) donde se realiza lepun todos los años y ese lugar está cercado, no hay presencia de nadie mientras no llegue la fecha que sea de los guillatunes (usuario/a 3).

 

Mi prima es machi y mi papá es lonco (usuario/a 4).

 

Mi hijo que falleció fue bastonero cuando fue a la escuela (Madre de usuario/a 5).

 

Me siento muy apegado a mi territorio, cuando estoy lejos de mi tierra y mi casa siento tristeza, no me gusta estar en otros lugares y la lengua hablo en mapudungun, me gusta hablar mi lengua, lo poco que sé tuvimos talleres de chezungun un tiempo, me gustaba ir, yo aprendí algo, luego cambiaron de profesor, por eso dejé de ir al taller, me confundí con la nueva forma de enseñar, lo poco que conozco trato de practicarlo (usuario/a 7).

 

Esta relación identitaria con el territorio, el chezungun y el cuidado, permite tener un marco general para comprender la medicina mapuche. Acciones que agencian y gestionan el cuidado en sus dimensiones simbólicas y prácticas siempre en un contexto relacional. Los procesos de salud, enfermedad, atención, cuidado y muerte no están focalizados en el cuerpo que contiene la existencia. La vida y su cuidado siempre está en relación con el territorio, la comunidad, la familia y la espiritualidad.

 

Uno como mapuche cree mucho en los lahuenes, kiufes (refiere a los antepasados, parte de un linaje familiar que genera trascendencia espiritual en la persona)  y ñienes (tiene relación con el concepto Ngen, que es el espíritu dueño de ciertos espacios sagrados), los espíritus de los antepasados están con uno a través de eso. Cuando el machi vio a mi hijo vi que el despertó. Mejoró la relación con uno (Madre usuario/a 1).

 

En el inicio del proceso consulte con machi y ahora sigo con ella y la experiencia ha sido muy buena me asesoraron en el proceso en la continuidad de la vida, me asesoran en cómo debo comportarme, por ejemplo, antes era muy arrebata como el huinca (persona no mapuche), todo era muy rápido, ella me apoya para que haga las cosas correctas y eso me ha dado la posibilidad de crecer como persona como ser humano (usuario/a 6).

 

Mi mamá consultó una médica, ella le dijo que la familia le había hecho un mal, un día vino hacer un sahumerio, a limpiar la casa, pero eso no fue suficiente. Después de un tiempo, el hijo de mi hermana murió, a ella le dio un sobreparto. Después fui donde un Machi, él me dijo que yo había transgredido y que tengo una enfermedad mapuche, me hizo remedio y estuve bien por harto tiempo, pero después dejé de tomar mis remedios y caí otra vez en crisis, tengo que seguir visitando al machi para mejorarme. El Machi me pidió que cuando esté bien le levante un guillatún en el treng tren (Espacio sagrado en determinados espacios del territorio mapuche) (Usuario 7).

 

La salud en la medicina mapuche se desarrolla en un plano relacional, la atención de salud, no consiste solo en la examinación del cuerpo que contiene la enfermedad, o exclusivamente sustentada en el consumo de remedios. Los itinerarios terapéuticos de la medicina mapuche implican la recuperación del equilibrio del ser mapuche, es decir, la relación armónica con la naturaleza,  los espíritus y consigo mismo. En este contexto, una práctica de salud mental orientada solo a la sintomatología, invisibiliza la enfermedad, al ser abordada solo en su manifestación anatomo-patológica. Problema que extiende el sufrimiento debido que no se aborda la dimensión simbólica de la enfermedad y los efectos que tiene en la salud de las personas, familia y comunidad.

 

Discusión

La percepción de salud mental de las personas entrevistadas está íntimamente relacionada con su identidad Mapuche-Huilliche, aspecto, que tiene varias consecuencias y tensiones respecto de los protocolos de intervención de la salud institucional (Minsal, 2016).

La percepción y recuperación de la salud mental, en todos los casos analizados, desborda la intervención biomédica terapéutica y farmacológica, debido a que en la cultura mapuche las enfermedades no obedecen a una anomalía biológica o psíquica que genera un conjunto de síntomas contenidos en el cuerpo humano. La percepción de salud depende de un conjunto de factores en coexistencia simbiótica integrados por el territorio, la comunidad, la familia, la vida humana y no humana. La intervención sobre los síntomas puede atenuar la enfermedad, no obstante, el problema de salud sigue presente, producto que la transgresión que ha roto el equilibrio del ser mapuche no se ha reconstituido. Esto implica la necesidad de fortalecer la ecología de saberes que fortalezcan la coexistencia de sistemas médicos que permitan acciones de salud con pertinencia territorial y cultural.

Estos problemas de salud, también obedecen a una memoria del dolor que se estructura y reproduce en la sociedad chilena a través de prácticas racistas, que configuran a nivel micropolítico un conjunto de desigualdades que expolian la vida mapuche. Fenómeno que se ha agudizado por las prácticas extractivistas en los territorios principalmente de base forestal, minero, energético y acuícola.

Si bien, desde la década de 1990 se ha incorporado gradualmente la salud intercultural como una práctica de reconocimiento institucional a la medicina de los pueblos originarios, su implementación, mantiene estructuras etnocentristas y racistas, aun cuando, sus avances son valorados para aportar en acciones de salud con enfoque integral. Como desafíos se debe avanzar en superar las estructuras administrativas y simbólicas que niegan la medicina mapuche, debido a que la incorporación de un sistema intercultural en salud ha proletarizado a los agentes sanitarios-autoridades tradicionales a la condición de funcionario público, en el que la espiritualidad, conocimiento y prácticas sanitarias han quedado subordinadas a los protocolos, procedimientos, mecanismos administrativos y lógicas del sistema de salud institucional. Reproduciendo en el espacio sanitario las racionalidades y subjetividades que reproducen la subalternidad de la sociedad mapuche.


Foto: https://www.amnesty.org/

 

Agradecimientos: Esta investigación forma parte del trabajo colaborativo entre el Comité Intercultural del Hospital Base San José de Osorno-Chile y el proyecto R14-19 del Concurso regular de investigación científica y tecnológica de la Universidad de Los Lagos.

 

1 Guerrero-Gajardo Zenaida, Hospital Base San José Osorno, Chile. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Participación: Investigadora responsable, trabajo de campo, análisis y redacción.

2 Merino-Jara Claudio, Centro de Estudios del Desarrollo Regional y Políticas Públicas (Ceder), Universidad de Los Lagos, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., Participación: Coinvestigador, trabajo marco teórico, análisis, redacción y elaboración de la estructura general del documento. (Autor correspondiente).

3 Levicán-Cañulef María Angélica, Referente Técnico Intercultural, OIRS, Hospital Base San José de Osorno, Chile. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Participación: Redacción y aporte analítico de la salud intercultural.

 

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