7, Marzo de 2012

Los campesinos morelenses a través de las páginas de Regeneración (1912-1916)

 

“¡No hay tierras estériles! ¡La tierra vale lo que vale el hombre!”
He aquí la última palabra de la agricultura moderna.
La tierra da lo que se le pide; se trata solamente de pedir
con inteligencia.
{tip ::Kropotkin, 2005:84.}[1]{/tip}

Emiliano Zapata, jefe del Ejército Libertador del Sur, convocó en 1911 a los campesinos del estado de Morelos a la defensa de la tierra, que se encontraba en manos de hacendados y terratenientes. Las haciendas e ingenios azucareros morelenses, en manos de unas cuantas familias, eran los más importantes productores de azúcar del país, y los indígenas morelenses los trabajaban por apenas un mísero jornal. Estos respondieron al llamado de Zapata, tomando las armas en una lucha desigual contra las fuerzas de Porfirio Díaz, el viejo dictador que había gobernado el país durante más de treinta años. Bajo la bandera ideológica del Plan de Ayala, se enfrentaron a las esferas de poder del porfiriato, retomando el control de tierras y cultivos.

 

En México, el principal vocero del anarquismo y el Partido Liberal Mexicano, el periódico Regeneración, dirigido por Ricardo Flores Magón, siguió muy de cerca el movimiento revolucionario, destacando su labor y relevancia como proceso libertador no sólo de México, sino inspirador para la emancipación del resto de nuestra América.

En sus páginas, testimonio constante de la lucha revolucionaria, destacó la presencia del zapatismo como ejemplo de lucha incansable. La emancipación de Zapata y los indígenas morelenses, así como las crónicas de sus hazañas, nutrieron el imaginario anarquista, y presentaron a Morelos como el sitio donde los anhelos libertarios  de Tierra y Libertad se hacían realidad.

Los anarquistas mexicanos y norteamericanos, involucrados desde el siglo anterior a la campaña antiporfirista, e insertos, por tanto, en el contexto revolucionario mexicano, siguieron de cerca las actividades de los caudillos y principales figuras del movimiento, entre ellos, Emiliano Zapata. Pero, lejos de destacar la figura de este líder, como factor clave de la lucha antiporfirista –y más tarde contra otros jefes como Madero o Carranza–, pusieron especial énfasis en lo que la lucha de los campesinos que lo acompañaban representaba, así como su inclusión en el campo ideológico anarquista. En la prensa anarquista se puede vislumbrar la preeminencia que el movimiento zapatista tenía en el imaginario anarquista, al que se consideraba relevante debido a la lucha por la tierra y las reivindicaciones que alcanzó, como la toma de propiedades y cultivos, aunque también mostraron un evidente desacuerdo con las “concesiones” que estos guerrilleros tenían para con los terratenientes, como el pago de indemnizaciones por los territorios expropiados.{tip ::“[…] se expropiarán previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios a los poderosos propietarios de ellos, á fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos ó campos de sembradura ó de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos”, publicado en Córdova, 1973: 437.}[2]{/tip}

Bajo el título de “Zapata y compañeros”, Enrique Flores Magón y, más tarde, Francisca Mendoza, dieron seguimiento, más que a las hazañas de Emiliano Zapata, a los más importantes acontecimientos de la revolución en el sur, dejando este testimonio en más de 70 oportunidades, entre 1911 y 1912. Más tarde, William C. Owen hizo lo propio con la sección en inglés del periódico.

 

Unos rebeldes al estilo de Robin Hood

El empleo de metáforas en la literatura es un recurso que identifica dos elementos discursivos aparentemente opuestos, de tal manera que para referirse a uno de ellos, se emplea la imagen del otro.{tip ::Beristáin, 1985: 310-317.}[3]{/tip} En este sentido, las metáforas anarquistas en torno a la figura de los campesinos morelenses hicieron hincapié en sus cualidades guerreras y su valor, trasladándolos a un plano mítico, a la par de los héroes mitológicos y personajes históricos relevantes. La figura de las mujeres –en su rol como madres la mayoría de las veces como ejemplo de abnegación y sacrificio–, tuvo una significativa presencia en las páginas de Regeneración. Estella Arteaga refiere una escena aparentemente producida en el campamento zapatista:

[…] cierto día, […] se presentó ante Zapata una madre proletaria con sus dos hijos y le dijo estas hermosas palabras que sobrepasan en belleza, virilidad y consciencia a las pronunciadas por las madres espartanas.

“La Revolución necesita de hombres que peleen por Pan, Tierra y Libertad para todos. Aquí están mis dos únicos hijos; llévatelos y si mueren en el combate, entonces aquí estoy yo, para tomar su lugar”.

Palabras sublimes son esas, camaradas, que conmueven el corazón hasta lo más profundo, y que hacen tener fe, más fe aún en el porvenir de la Revolución Social Mexicana.

Una revolución que produce madres tan hermosamente grandes como esa humilde proletaria, está llamada a triunfar, tiene por fuerza que triunfar, a pesar de todos los obstáculos y penalidades.

Compañeras que sois madres: imitad el noble ejemplo de nuestra hermana de Morelos y daréis un impulso vigoroso a la causa de Tierra y Libertad.{tip ::Arteaga, Estella, “Imitadla”, Regeneración, Núm. 238, 4ª época, 13 de Mayo de 1916, p. 2.}[4]{/tip}

La alusión a esta mujer como “proletaria” y no como “campesina” o “indígena”, es digna de tomarse en cuenta. A los ojos de esta anarquista, los revolucionarios zapatistas y los campesinos que los apoyaban, obreros y campesinos, formaban parte de una unidad nominal, no solamente en el plano de la explotación, sino en el ideológico, poniendo a la lucha campesina a la par de las luchas obreras.

Las imágenes sobre la figura del caudillo Emiliano Zapata, el “Robin Hood mexicano”, que entregaba lo decomisado a los campesinos de su tierra, también fue simbolizada. El mote “Atila del Sur”, que le fuera adjudicado por la prensa burguesa y que aludía a una imagen sanguinaria del conquistador asiático, fue retomada por los redactores de Regeneración en un sentido completamente opuesto, así como su papel como caudillo del movimiento suriano, el cual fue ampliamente reconocido, aunque otorgando siempre el crédito a los campesinos como verdaderos baluartes del movimiento:

[…] “el General [Aurelio] Blanquet anda en persecución del rebelde Emiliano Zapata y que muy pronto lo derrotará por completo”, quizá por la mala suerte Zapata caiga en manos de ese asesino militar y arrebate tan preciosa vida, pero, Zapata, no es él solo la revolución social en México, sino los proletarios que luchan por emanciparse del yugo del gobierno y de los capitalistas. Por eso luchan, despojan y ajustician a los hacendados al grito de Tierra y Libertad.{tip ::B. L., “Mentiras y verdades”,  Regeneración, Núm. 115, 4ª época, 2 de octubre de 1915, p. 3.}[5]{/tip}


Librado Rivera y Enrique Flores Magon, editores del periódico anarquista “Regeneracion”.
Foto de Bain News Service, tomada de loc.gov

 

¿“Campesinos anarquistas por naturaleza”?

Para los anarquistas, si bien los campesinos morelenses no abrazaron la causa libertaria como bandera ideológica, la misma lucha que encabezaban los convertía en portavoces de un anarquismo innato, que lejos de seguir las posturas ideológicas de Bakunin, Malatesta o John Grave, se guiaba por el amor a la tierra y a la libertad y una clara aversión a la autoridad del Estado.  Más que su adscripción ideológica, lo demostraban sus acciones:

Que Zapata y compañeros no sean anarquistas en la verdadera significación de la palabra lo admitimos; pero sus obras de expropiación de la tierra y los instrumentos de trabajo, su incendio de los registros públicos de la propiedad en los pueblos y villas que toman el trabajo de las haciendas en común que están verificando, su falta de disciplina y obediencia a autoridades y su completo entendimiento entre ellos mismos, prueban que están más cerca del ideal, de lo que lo está el individuo que en medio de toda quietud en la ciudad de Génova trata de apuñalar el movimiento más hermoso que haya presenciado el mundo.{tip ::Araujo,  Antonio de Pío, “Miente Albertini”, Regeneración, Núm. 100, 4ª época, 27 de julio de 1912, p. 3.}[6]{/tip}

Esta aseveración concuerda con la expresada por Eric Wolf, quien en su estudio acerca de las rebeliones campesinas del siglo XX escribió acerca de la “utopía de los campesinos”, la cual era un reflejo de lo que definió como anarquismo innato.{tip ::Wolf, 1987: 400.}[7]{/tip} Esta relación de campesinado y anarquismo muestra la manera en que los ideales anarquistas se insertaron en el movimiento zapatista, como un medio de legitimar la lucha de ambos actores. Los zapatistas, por un lado, se integraban en el imaginario anarquista, no solo en el contexto nacional, sino en aquellos lectores internacionales que seguían de cerca los avances de su lucha, y para los libertarios, el zapatismo representaba el ejemplo más claro de que la tan anhelada revolución social era una realidad tangible.

Así, la emancipación de los indígenas de Morelos, más allá del liderazgo zapatista se presentó en el imaginario anarquista como la realización de la tan anhelada “revolución social”, predicada desde su surgimiento por sus principales líderes.

 

Presencias anarquistas en Morelos

El imaginario anarquista envistió a las comunidades morelenses que estaban bajo el dominio zapatista de un halo de pureza, que ellos mismos denominaron “comunismo anarquista”. Las relaciones del PLM con el dirigente del movimiento revolucionario del sur fueron ampliamente documentadas en las páginas de Regeneración. En dichos documentos, los embajadores anarquistas decían haber visitado Morelos y contemplado personalmente los resultados de la realización de los ideales zapatistas.

De acuerdo con el testimonio de Ricardo Flores Magón, en 1915, Antonio de Pío Araujo, uno de los más importantes militantes del PLM, viajó al estado de Morelos para entrevistarse con Zapata,  cuya crónica resulta por demás interesante:

Las conferencias entre Zapata y Araujo tuvieron lugar a fines de febrero de este año en la Hacienda de San Juan Chinameca, Estado de Morelos. Desde las ventanas de la casa de la hacienda se veían los campos poblados de trabajadores. Araujo no tuvo más que echar una ojeada a través de las ventanas, para comprobar la gran verdad que había oído de los labios del austero luchador. Vio en los rostros de aquellos trabajadores la satisfacción, la alegría, el bienestar. No vio los rostros angustiados de los trabajadores a jornal, sino las caras satisfechas de hombres y mujeres que no conocen amo.{tip ::Flores Magón, Ricardo, “La muerte del sistema burgués”, Regeneración, Núm. 206, 4ª época, 2 de octubre de 1915, p. 1.}[8]{/tip}

La crónica de Araujo inspiró a Flores Magón a escribir un artículo intitulado “La muerte del sistema burgués”, en el que da cuenta de su visión personal del movimiento suriano: para el líder del PLM, Morelos era el ejemplo de la realización del lema de su partido, Tierra y Libertad, adoptado también por Zapata, lo que significaba una entrañable afinidad hacia los ideales del zapatismo. En esta crónica, con tintes ideales, presenta una visión bastante apartada de lo que era en realidad el contexto morelense de aquella época; fusiona al anarquismo con el zapatismo, haciendo suyo este movimiento, adaptando sus logros y sus metas como ideales propios de su ideología, si bien Zapata nunca se adhirió a ella. Las cualidades del caudillo, personificado aquí como “incansable y honesto luchador”, fueron resaltadas de manera importante.

El “mundo ideal”, descrito por Araujo, era uno en que los campesinos trabajaban la tierra y recibían el usufructo de ella. Describió rostros felices y pueblos ordenados, donde no era necesario el establecimiento de gobiernos, autoridades ni fuerzas del orden público, con un estilo que quizá podría recordarnos la Utopía de Tomás Moro:

En los pueblos no hay policías y, por lo mismo, en ellos reina el orden. No habiendo ricos, no hay necesidad de policías. En los jardines de las poblaciones, donde antes solamente la burguesía se recreaba, Araujo encontró a los trabajadores paseando con sus familias. Ya no había léperos de levita que los rechazaran con la punta del bastón, añadiendo estas palabras: ¡fuera de aquí, pelado!


Zapata. Ilustración de Ozgur Deniz / komandante2005,
tomada de deviantart.com

Por todas partes del territorio controlado por las fuerzas revolucionarias zapatistas, encontró Antonio que reinaba el bienestar. Los domingos, hombres, mujeres y niños vestidos de limpio se dan cita en los pueblos para gozar de la vida social. Nada de andrajos: en su lugar, ropas humildes, es cierto; pero resplandecientes de limpieza.{tip ::Ídem.}[9]{/tip}

Otra crónica digna de tomarse en cuenta es la referida por J. M. Rangel, “una de las figuras más gloriosas de la historia contemporánea mexicana; un tenaz luchador por la causa de la Tierra y Libertad”,{tip ::Araujo, Antonio de Pío, “Por nuestros presos”, Regeneración, Núm. 161, 4ª época, 18 de octubre de 1913, p. 1.}[10]{/tip} quien en 1913visitó el campamento de Zapata. Aquí, en términos más realistas que los empleados por Araujo, describió el panorama morelense, contrastando notablemente la situación de los sitios dominados por los zapatistas y sus enemigos. En su relato, narró sus avatares en su tránsito por territorio enemigo, controlado por las fuerzas federales, haciendo una clara distinción entre ambas situaciones. Mientras que en los pueblos zapatistas, a decir de Rangel, reinaba la paz y la lucha por la defensa de la tierra era baluarte, la situación en los territorios del enemigo era poco alentadora:

Los únicos moradores que brindan en esos lugares sus ricas dádivas a los caminantes, son los arboles ahumados pero cargados de fruta pasada y que denuncian la ausencia, la muerte de los que ayer fueron sus dueños.{tip ::Rangel, J. M., “La revolución en el sur de la república, parte I”, Regeneración, Núm. 152, 4ª época, 2 de agosto de 1913, p. 1}[11]{/tip}

Por la misma época, José Guerra partió a los territorios zapatistas, dejando en las páginas del periódico su crónica respectiva. Este, reporte, más allá de describir la situación de las poblaciones, destacó las semejanzas y divergencias del zapatismo con los ideales del PLM, insertándolo así en la ideología anarquista, los intereses libertarios y el movimiento revolucionario del norte. Intentando dejar claro el hecho de que Zapata no compartía su ideología anarquista, realizó una importante crítica hacia su reconocimiento a la propiedad privada y la necesidad de indemnizar a los dueños de las haciendas recuperadas por los zapatistas, aunque aclaró que esto no era idea u obra de Zapata, sino de los “políticos” que escribían sus proclamas, lanzando estas críticas directamente a Otilio Montaño y Manuel Palafox, quienes trataban “de elevar al poder un nuevo verdugo con el pretexto de que va a resolver la cuestión agraria, cuando en Morelos quedó ya resuelto ese problema con la expropiación.”{tip ::Guerra, José, “La Revolución en el sur de la República (continuación)”, Regeneración, Núm. 151, 4ª época, 26 de julio de 1913, p. 1}[12]{/tip}

El comunismo anarquista, que a la luz de los escritores de Regeneración, había establecido el zapatismo en Morelos, fue presentado en ocasiones en tintes alejados de la realidad, como resultado del arraigo de las ideas anarquistas en los indígenas, quienes sin llamarse a sí mismos de esa forma, mostraban en su lucha su apego a estos ideales.  Como ellos mismos reconocían:

Los surianos luchan por tomar posesión de la tierra y vivir en comunismo. Los indios aspiran a gozar de la vida en que se desconozca lo tuyo y lo mío. Que no sean hombres de academias anarquistas ni escritores a la Juan Grave, no indica nada. Ellos comprenden el anarquismo desde el momento en que arrebatan la tierra a los adinerados y la trabajan para sí.

Esta visión idealizada de la vida cotidiana en los territorios dominados por el zapatismo fue contrastada con la falta de decisión de las naciones europeas, “que se suponen más civilizadas”, para imitar el ejemplo de los campesinos.

 

Tierra y Libertad

El lema de Zapata y el movimiento del sur, Tierra y Libertad, marca una importante similitud con el ideal anarquista, lo que lo acercó aún más al PLM. La conjunción de estos dos importantes conceptos anarquistas, Tierra, que proclamaba el derecho de los campesinos a poseer y trabajar una porción de tierra que le permitiera cubrir sus necesidades básicas{tip ::Piotr Kropotkin, proponía en Campos, fábricas y talleres [1912] una vida productiva y feliz cercana a la tierra, en comunidades autónomas y descentralizadas, donde las personas cooperaran sin competir, reconociéndose una a la otra, cara a cara.}[13]{/tip} y Libertad, concepto que englobaba a toda la ideología del anarquismo, y el hecho de que hubiera sido tomado por Zapata como lema de su movimiento, significó para los anarquistas bajo la bandera del PLM, la concretización de sus ideales. Asimismo, la idea de la acción directa, que consistía precisamente en la toma directa de los recursos, y que fue aplicada por los revolucionarios, fue celebrada ampliamente en Regeneración, y, a la vez, criticada ante la idea de Zapata de otorgar indemnizaciones a los afectados. La idea de la ilegitimidad de la propiedad ostentada por los empresarios y terratenientes hacía imposible que tal compensación fuera aceptada.{tip ::Flores Magón, Ricardo, “Ayudad ahora, mexicanos”, Regeneración, Núm. 76, 4ª época, 10 de febrero de 1912, p. 1.}[14]{/tip}

La imagen del zapatismo en las páginas de Regeneración tuvo varias aristas y modificó su presencia de acuerdo a los acontecimientos, y las divergencias ideológicas irreconciliables entre ambos bandos, mismas que fueron haciéndose más notorias conforme la lucha avanzaba y que paulatinamente dejaron de adaptarse al discurso libertario. El notorio seguimiento que Regeneración había realizado de las actividades de los zapatistas amainó, reduciéndose a partir de 1915 a eventuales menciones acerca de sus actividades, dejando ese celo discursivo tan característico de los redactores del periódico.

 

A manera de conclusión

Este breve acercamiento a la presencia del campesinado morelense y su lucha en el imaginario anarquista, reflejado en las páginas del periódico Regeneración, ha intentado mostrar que la relevancia del líder de este movimiento estaba subordinada a su participación como jefe del movimiento, en su papel de comandante estratégico, más no ideológico. A decir de los anarquistas norteños, Zapata no representaba la lucha de Morelos, sino los campesinos. Él, en su papel de líder de un ejército podía ser reemplazado en cualquier momento. La lucha de los campesinos morelenses se inscribió en el imaginario anarquista como la realización máxima de sus anhelos libertarios. El lema del zapatismo, Tierra y Libertad, igual al adoptado por los seguidores de Kropotkin, fue el punto de enlace de sus ideales.

Aun así, el campesino como ser individual tampoco representaba un rol significativo en el ideario anarquista. Más bien, el movimiento de las masas y lo que su movimiento representaba, era lo relevante para los libertarios.

 

Bibliografía:

Beristáin, Helena, Diccionario retórica y poética, México Editorial Porrúa, 1995.

Córdova, Arnaldo, La ideología de la Revolución Mexicana: la formación del nuevo régimen, México, Ediciones Era, 1973.

Kropotkin, Piotr, La conquista del pan, Buenos Aires, Libros de Anarres, 2005.

Wolf, Eric, Las luchas campesinas del siglo XX, México, Editorial Siglo XXI, 1987.

 

Hemerografía:

Regeneración, (Los Ángeles, Cal.)

 


[1] Kropotkin, 2005:84.

[2] “[…] se expropiarán previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios a los poderosos propietarios de ellos, á fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos ó campos de sembradura ó de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos”, publicado en Córdova, 1973: 437.

[3] Beristáin, 1985: 310-317.

[4] Arteaga, Estella, “Imitadla”, Regeneración, Núm. 238, 4ª época, 13 de Mayo de 1916, p. 2.

[5] B. L., “Mentiras y verdades”,  Regeneración, Núm. 115, 4ª época, 2 de octubre de 1915, p. 3.

[6] Araujo,  Antonio de Pío, “Miente Albertini”, Regeneración, Núm. 100, 4ª época, 27 de julio de 1912, p. 3.

[7] Wolf, 1987: 400.

[8] Flores Magón, Ricardo, “La muerte del sistema burgués”, Regeneración, Núm. 206, 4ª época, 2 de octubre de 1915, p. 1.

[9] Ídem.

[10] Araujo, Antonio de Pío, “Por nuestros presos”, Regeneración, Núm. 161, 4ª época, 18 de octubre de 1913, p. 1.

[11] Rangel, J. M., “La revolución en el sur de la república, parte I”, Regeneración, Núm. 152, 4ª época, 2 de agosto de 1913, p. 1

[12] Guerra, José, “La Revolución en el sur de la República (continuación)”, Regeneración, Núm. 151, 4ª época, 26 de julio de 1913, p. 1

[13] Piotr Kropotkin, proponía en Campos, fábricas y talleres [1912] una vida productiva y feliz cercana a la tierra, en comunidades autónomas y descentralizadas, donde las personas cooperaran sin competir, reconociéndose una a la otra, cara a cara.

[14] Flores Magón, Ricardo, “Ayudad ahora, mexicanos”, Regeneración, Núm. 76, 4ª época, 10 de febrero de 1912, p. 1.