25, Septiembre de 2013

Sistemas normativos, principios comunitarios para la autodefensa: San Luis Acatlán y Olinalá Guerrero

El presente artículo, trata sobre la organización social, la reproducción cultural y, por ende los valores comunitarios, de los llamados pueblos de tradición cultural mesoamericana. Asimismo, explora de manera general el proceso de adaptación de estos pueblos, así como sus transformaciones y adecuaciones para persistir, resistir y adaptarse a las condiciones cambiantes del México moderno. Desde esta perspectiva, analizaremos en particular dos ejemplos: ambos pertenecen a las llamadas policías comunitarias del estado de Guerrero, se hará una reseña de la primera policía comunitaria del estado, la histórica o tradicional  de San Luis Acatlán, para posteriormente explorar la organización ciudadana de reciente creación en Olinalá, Guerrero. Se demostrará como en estos dos pueblos, al poner en práctica sus sistemas normativos, reproducen y recrean su organización social comunitaria.  Antes de explicar la etnografía de estos pueblos se harán algunas consideraciones generales sobre el contexto mayor en el que estas comunidades se insertan, para de esta manera  conocer su acontecer y actualidad.

 

Consideraciones Generales

México es uno de esos países donde nación y Estado están muy lejos de coincidir. La constitución mexicana reconoce la composición “pluricultural” (Artículo 2do.) de la nación y su conformación por múltiples pueblos (aunque nada o muy poco se ha hecho para que ese reconocimiento se traduzca en una realidad legal, política y social). No obstante, el reconocimiento (al menos en el discurso) de esa realidad nos acerca más a la formulación de un nuevo derecho fundamental que supere los daños provocados por varios siglos de colonialismo interno: el derecho de los pueblos que existen en el interior de un Estado a la autodeterminación interna (autodeterminación que en ningún caso significa independencia). Sin embargo, mientras ese derecho no se traduzca en una realidad legal y política, mientras el Estado siga favoreciendo fuertes políticas de uniformización, mientras se siga despojando a los pueblos originarios de sus territorios en aras de un supuesto progreso, mientras no se reconozcan las aportaciones culturales, sociales y económicas de otras culturas, mientras se sigan destinando miserables presupuestos a la educación y a la cultura, nos encontramos con un México fracturado.

Siguiendo esta reflexión, se observan en el ámbito político dos órdenes de gobierno. Uno, que prevalece a nivel federal y de los estados federados, y otro muy diferente, que prevalece a nivel de los municipios, y de las delegaciones políticas, o sea de los pueblos. Este segundo orden se encuentra también -aunque para muchos es una sorpresa- en ciudades de mayor concentración de población como la Ciudad de México y las capitales de los estados.

El primer orden de gobierno, hegemónico y moderno, se considera formal, contractual, letrado, secularizado y racional, es una copia de la política europea enarbolada y propagada como cultura occidental. Se fundamenta en el principio de soberanía, o sea, el monopolio estatal de la fuerza dentro del territorio ocupado por la nación, y está representado por los ya conocidos tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, por los partidos políticos y por las fuerzas armadas.

El otro orden, el que para efectos de este texto interesa, es considerado iletrado, no presenta una separación clara entre política y religión, no cuenta con políticos profesionales –con remuneración formal-, se basa en los usos y costumbres y su manifestación más representativa es el ciclo ceremonial o sistema de fiestas, con sus cargos, fiscales, mayordomías, encargados, comités, asociaciones o cualquiera que sea el nombre que los pueblos designen, así como sus sistemas normativos para impartir justicia,  lo que se explorará más adelante.[1]

A nivel económico también se encuentra otra fractura. Junto a una economía formal promovida por el Estado moderno, economía fundamentada en el modo capitalista de producción y en los mercados autorregulados, encontramos otra: una economía del Don, donde un número considerable de los intercambios se hacen fuera de los mercados autorregulados y donde la naturaleza, la tierra y los seres humanos, fuerza de trabajo, se resisten a ser considerados mercancía. Mientras la primera persigue la maximización de las ganancias, la otra, persigue la autosuficiencia y la construcción de relaciones, o sea la reproducción cultural.

En el nivel social sucede otro tanto. Antes del predominio del modo capitalista de producción la economía siempre fue un elemento de la vida social que era regulado por la misma sociedad. Con la industrialización y su objetivo de maximizar siempre las ganancias, la producción nunca puede parar. Para que esto suceda es necesario que se creen siempre nuevos mercados y que los insumos nunca falten a la industria. Ocurre que dos de los principales insumos de la industria son las materias primas y la fuerza de trabajo, nombres técnicos para designar a la naturaleza y a los seres humanos. En la medida en que los seres humanos, considerados como fuerza de trabajo, logran ser tratados como mercancías, es toda la sociedad la que está siendo arrastrada hacia el ámbito del mercado. Ya no es la sociedad la que regula la economía, sino al revés. Se crea así una sociedad de mercado donde todas las relaciones se van transformando en relaciones de mercado.

Frente a esta sociedad de mercado encontramos otra, a la que podemos denominar una sociedad del ritual, un México profundo, como bien la denominó Guillermo Bonfil, o para otros (Good, Broda) pueblos de tradición cultural mesoamericana, y es aquí en este amplio espectro donde los pueblos de origen mesoamericano ocupan importante espacio. Es una sociedad que pretende, a través del ritual y de su organización social,  apegarse a un orden “cósmico”. A diferencia del otro modelo de sociedad moderna, ésta se crea y se recrea a sí misma a través de sus múltiples relaciones rituales, y sus usos y costumbres.

Evidentemente la relación entre ambas culturas es política y asimétrica. El mundo que tiene como paradigma a la cultura occidental es más poderoso, cuenta con ejércitos profesionales y un amplio aparato ideológico (Iglesia, escuela, medios masivos de comunicación en especial el duopolio televisivo, etcétera) con los que no cuenta el mundo de los pueblos originarios.

Los pueblos originarios viven y han vivido entre estos dos mundos y sólo conociendo su organización social y política, su vida ceremonial, su organización comunitaria, se conocerá su relación con la sociedad llamada moderna, cómo se sitúan ante ella y cómo, sobre todo -y he aquí lo sorprendente y el tema principal de este texto-, a través de sus valores comunitarios han logrado prevalecer y resistir durante tantos años.

Ahora bien uno de los objetivos principales de los antropólogos  que estudian pueblos de origen indígena en México es explicar a qué se debe su continuidad y persistencia a través del tiempo. No importa que el origen de estos pueblos se remonte al final de la Colonia o a sus inicios,[2] o incluso, a la época prehispánica, esta persistencia de más de tres siglos amerita por supuesto una explicación.

Entender por qué  a pesar de todas las adaptaciones a las que han tenido que someterse  continúan, persisten y, lo importante, importantísimo, es que hoy se reconocen herederos de su pasado y mantienen una diferenciación que los hace reconocerse como distintos respecto a la sociedad mayor. ¿Cómo explicar su larga continuidad? ¿Qué hay en su organización social y política que los hace tan persistentes?

Al estudiar los ciclos rituales, así como los sistemas normativos, se puede observar cómo estos elementos comunitarios, construyen a las personas con una lógica cultural distinta, basada en cuatro ejes conceptuales propuestos por Catharine Good para los pueblos de tradición cultural mesoamericana, estos son: a) un concepto de trabajo para el bien común, b) las relaciones de intercambio y reciprocidad que fundamentan la cosmovisión y la organización social; c) la energía o fuerza vital que circula; y d) una clara conciencia de la continuidad o memoria histórica.[3] Todos estos principios tienen acepciones distintas a las del modelo occidental. Para la Doctora Good esta lógica cultural de los pueblos originarios genera acciones en todos los ámbitos de la vida. Construye a la persona con valores distintos a los hegemónicos. Es una lógica económica y política a la vez que cosmológica y ritual. Genera adaptaciones en coyunturas cambiantes, al mismo que continuidad en los principios organizativos.

Estos principios generadores tienen dos características: primero, condensan y reflejan toda una “cosmovisión” (contenida en mitos, leyendas, cuentos, canciones, rituales, fiestas, entre otros) mucho más compleja. Y, segundo, el principio debe ser generador de unidad. Debe contener una relación básica que se constituirá en la relación social fundamental del grupo.

Desde esta perspectiva se demuestra como la organización social y política se construye con base en relaciones de reciprocidad de origen ritual, es en la vida ceremonial donde se establece la relación de reciprocidad que fundamenta y da origen al lazo social entre los miembros del pueblo. Al llevar acabo todas estas actividades con estos principios diferentes, con esta lógica cultural distinta, se está recreando y reproduciendo la memoria y la continuidad histórica de la propia comunidad, lo que asegura la reproducción cultural y con ello la persistencia de usos y costumbres, es decir, la vida de la comunidad. Así la reproducción cultural generada por esta vida comunitaria transforma a la comunidad frente a un entorno que la oprime y con la cual negocia y resiste.

Estudiar los ciclos rituales tiene también implicaciones políticas, puesto que es un contexto de negociación y resistencia, en el pasado y en el presente, es decir, las comunidades al llevar a cabo sus ciclos rituales están de manera implícita resistiéndose ante una realidad hegemónica diferente que los avasalla. Esta es una de las explicaciones importantes que ayuda a responder porqué esas comunidades y/o pueblos originarios, han persistido hasta nuestros días.

Lo interesante es que con esta relación social los pueblos originarios construyen todos sus ritos y todas sus instituciones, es decir, con los mismos valores comunitarios. La misma relación básica unirá cada vez a más personas en la medida que se exprese en rituales y organismos más complejos. El principio generador es como una semilla que al ser sembrada en la vida ritual e institucional del grupo despliega una relación que cada vez une a más y más personas en la medida que se exprese en rituales o corporaciones de mayor complejidad.

Se mostrarán ejemplos en donde se evidencia cómo los valores comunitarios que rigen la reproducción cultural son una esfera de resistencia, en cuanto que ofrecen y garantizan un proyecto de vida distinto, entendiendo que la resistencia se da en la persistencia de los ciclos ceremoniales, pero sobre todo en el traslado de estos valores adaptándolos a la problemática que la sociedad moderna impone a los pueblos de tradición cultural mesoamericana, en el caso que me ocupa la violencia generada por la delincuencia organizada (policías corruptos, impartición de justicia coludida con los malhechores y trasgresores de la ley en general), así como los cárteles del narcotráfico.

 

La Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria de Guerrero, CRAP-PC.

La creación de la Policía Comunitaria en el estado de Guerrero data de 1995, y es una respuesta ante la inseguridad, la inoperancia y colusión con la delincuencia por parte del aparato de justicia en La Montaña y la Costa Chica en todo el país, pero en particular en ese estado. Por tanto afirmar que este es un fenómeno reciente –como algunos medios y analistas políticos afirman--, es una inexactitud, es importante enfatizar que las guardias comunitarias entre los pueblos indígenas, si bien han sido invisibilazadas, han existido desde hace muchos años, son una realidad histórica, presentes en diversos procesos de resistencia indígena frente a instituciones y élites dominantes, desde la Colonia hasta el México posrevolucionario. Adelante se señalan algunas de estas variantes, en distintos lugares.

Uno de los primeros trabajos con respecto a la Policía Comunitaria de la Montaña y la Costa Chica de Guerrero, es el realizado por la antropóloga Good, en 2005, en él enmarca la zona geográfica cultural en donde surge este tipo de organización:

La región indígena más importante en cuanto a población y extensión geográfica es la Montaña, donde conviven en el mismo territorio los tlapanecos,  los mixtecos y los nahuas.  Finalmente tenemos la costa chica, donde también hay una gran diversidad étnica, que empieza al sureste del puerto de Acapulco y se extiende hasta el estado de Oaxaca.  Aquí hay una población afro mestiza importante, junto con viejos asentamientos españoles, y comunidades indígenas de diferentes grupos lingüísticos, entre ellos nahuas, mixtecos, y sobre todo la población de amuzgos. Igual que la cuenca alta del rio Balsas, una parte de la Montaña fue anexado al imperio “azteca” en el siglo XV,  en este caso constituía la provincia tributaria de Tlapa.  Pero otros territorios de la Montaña y la costa chica formaban la antigua provincia de Yopetzingo; esta fue habitada por los yope, un grupo lingüístico-cultural nunca conquistado por los aztecas. Estos pueblos probablemente están emparentados con los tlapanecos actuales.[4]

Posteriormente Good señala características de organización que ya desde entonces tienen una muy cercana semejanza a normas de origen comunitario, y no se identifican con los principios organizativos ni normativos del estado, más bien es contrario a la lógica gubernamental, al respecto cito a Good:

…a nivel del estado las ordenes salen desde arriba y se tienen que acatar hacia abajo, mientras la policía declara que obedece ordenes que salen desde debajo de acuerdo a la voluntad de los pueblos miembros…han sido tajantes en excluir a los partidos políticos como tales de su organización, y minimizar la importancia de las nuevas corrientes religiosas; …Cada comunidad, en sus asambleas internas, designa a las personas que van a servir como elementos de la policía; estos no reciben ningún pago por su trabajo…más bien es una forma de servicio que sustituye el trabajo en el sistema de cargos rotativos para los grupos domésticos. Normalmente siguen por cuatro años para aprovechar el alto grado de capacitación que requieren, pero cada año su comunidad tiene que ratificar el nombramiento y puede remover a alguien que no cumple adecuadamente la responsabilidad.[5]

El texto citado, registra ampliamente la organización interna de la Policía Comunitaria, detalla sus asambleas, la periodicidad de estas, los métodos de impartir justicia y reeducación de los infractores, sus formas de financiamiento, las cuales dependen de contribuciones de cada pueblo. Es muy importante enfatizar que toda su organización de defensa e impartición de justicia, es un reflejo de su tradición comunitaria de pueblos de origen mesoamericano, con sus fiestas patronales y mayordomías.

Actualmente esta organización comunitaria ha tomado el nombre de Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de las Policías Comunitarias CRAC-PC,  debido a la cantidad de organizaciones del mismo tipo que han surgido. Recientemente declaró Pablo Guzmán, coordinador regional de la CRAC en San Luis Acatlán: “la policía comunitaria surgió en 1995, ante el recrudecimiento de homicidios, violaciones y secuestros en La Montaña de Guerrero; explicó que desde esa fecha hasta 1998 detenían a los delincuentes y los entregaban al Ministerio Público, pero salían libres de inmediato, por la corrupción”.[6] Al respecto narra Catharine Good:

Nació como una respuesta auogestionada al alto grado de delincuencia en la zona, que se agudizó marcadamente después de 1990 con la aparición de bandas de asaltantes utas víctimas eran miembros de los pueblos mixtecos, tlpanecos y mestizos de la Montaña, y a la capacidad nula de la policía estatal para enfrentar la situación. Uno de los antecedentes organizativos importantes fue la Luz de la Montaña. Agrupación de productores de café en la Montaña que ya existía en la misma región donde surgió la policía comunitaria.[7]

Desde 2005 y 2006, cuando Good realizó su registro etnográfico señalaba esta experiencia como “una experiencia de justicia local”, puesto que pasaron de solamente detener y entregar a delincuentes ante la justicia estatal a una fase de “impartición de justicia”, rechazaron los pagos monetarios como forma de resolver el asunto, buscando sobre todo reparar el daño, es decir el bien común, el servicio a la comunidad y la rehabilitación de los agresores.

Las razones que la etnografía de Good registra son por demás elocuentes de su origen comunitario:

Los argumentos en contra del pago de multas por parte de los delincuentes incluyen los siguientes. Muchas veces el peso de las multas cae a los familiares de los delincuentes quienes suelen tener pocos  recursos y no son responsables por las transgresiones de algún pariente; en el caso de los delincuentes organizados que pertenecen a una banda, logran pagar la multa sin que ellos sienten una consecuencia personal directa por sus acciones.  El dinero que se extrae como pago de multa no indemniza a los víctimas de la ofensa, quienes se quedan con el daño sufrido; más bien el dinero se para en manos de la policía y los oficiales jurídicos o políticos.  Por lo mismo, el cobro de multas (o mordidas) beneficia a las autoridades ajenas a las comunidades.  Comentaban algunos miembros de la policía comunitaria que ellos habían entregado muchos presos que sirvieron a otros cómo fuente de ingreso; desde su punto de vista con estas prácticas la delincuencia se convierte en un negocio, del que lucran muchos intereses, y nunca surgen estrategias eficaces para disuadir a los criminales, ni para reparar los daños.[8]

Actualmente a esta organización, la CRAC-PC, pertenecen 108 comunidades, formando un sistema de protección y defensa comunitario. Cuenta con un reglamento que establece, por ejemplo, en su artículo 40 relaciones con las demás instancias del poder público y formal bajo los principios de respeto mutuo, coordinación en el trabajo y tolerancia. No son parte del Estado ni se han subordinado al mismo. Es una organización comunitaria exitosa que ha logrado bajar en un 90% los índices de delincuencia en su zona de influencia, así como prácticamente detener la penetración del narcotráfico, ya que para incorporarse a la CRAP-PC las comunidades deben renunciar y denunciar esta actividad. Su actuación está fincada en valores comunitarios de larga tradición cultural mesoamericana, en donde existen diversidad de experiencias de defensa, vinculadas a su territorio[9] y que, además, se encuentran amparadas por legislaciones nacionales e internacionales que les reconocen derechos colectivos, como su derecho a organizarse e impartir justicia (artículo 2º de la Constitución mexicana) y sobre todo en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, firmado por México en 1991, posteriormente garantizado a partir de las reformas del artículo 1º constitucional en materia de derechos humanos en 2011. [10] Para el caso del estado de Guerrero, la existencia de las policías comunitarias se sustenta también en la Ley 701 del mismo estado, en donde se indica que cualquier municipio que tenga el 40 por ciento más uno de población indígena originaria tiene el derecho de implementar su gobierno por usos y costumbres y por la consulta, que no es otra cosa que la asamblea.[11]

Los valores comunitarios que respaldan a esta organización son: la elección en asamblea de sus integrantes, por tanto están expuestos a una constante vigilancia colectiva que exige transparencia y rendición de cuentas. Las medidas que han tomado para la resolución de los delitos persiguen la armonización social y búsqueda de acuerdos, evitando las sentencias carcelarias a cambio de procesos de trabajo comunitario rotativo entre las distintas comunidades y un proceso de reeducación. La tarea de reeducación está a cargo de los Principales, los cuales  imparten pláticas nocturnas a los detenidos, con el objetivo de que retomen los valores que les permitan reintegrarse a sus comunidades. La eficacia está probada por las cifras arriba mencionadas.

 

Olinalá, Guerrero: registro etnográfico de la formación de su policía comunitaria

Olinalá es la cabecera del municipio del mismo nombre, situado en La Montaña de Guerrero, también conocida como la zona de la mixteca-nahua-tlapaneca por la presencia, en los municipios que la conforman, de tres de los cuatro pueblos originarios que existen en Guerrero. Olinalá es un pueblo cuyo rasgo distintivo es la extraordinaria artesanía de maque o laque, técnica con la que embellecen, cajas, baúles, jícaras, muebles, entre otros objetos. Tradición artesanal que también se encuentra en otros pueblos del mismo municipio como Temalacatzingo, pueblo de origen nahua. A decir de muchos especialistas la técnica del maque es de origen prehispánico, lo que se prueba con los restos de jícaras maquedas encontradas en distintos sitios del país.[12]

La población de Olinalá es mayoritariamente mestiza, sin embargo, aunque minoritaria tiene registrada en el Censo de Población y Vivienda 2013, alrededor de 7 mil hablantes de nahua y otros no cuantificados de tlapaneco, de una población total de alrededor de 23 mil habitantes. Aun cuando Olinalá como cabecera municipal es considerada mestiza, tiene una intensa vida ceremonial misma que demuestra la persistencia de tradiciones, usos y costumbres de origen mesoamericano y colonial. Posee ocho barrios y su santo patrón es San Francisco de Asís, al cual festejan cada 3 y 4 de octubre, además de celebrar a los santos patrones de cada barrio. Asimismo se realiza una ceremonia de petición de lluvia en la que los habitantes sacan las imágenes de San Miguel, San Gabriel, San Felipe y el Santo Entierro. También durante la fiesta patronal de San Francisco se registró, tanto en el interior de la iglesia, en la procesión y a la venta en el atrio pero ahí en forma de collares, unos esplendidos adornos de pericón, cempasuchitl y chiles, muchos chiles (producto agrícola importante de la zona)  llamados mazuchiles. Al respecto es de relevancia lo que afirma Johanna Broda:

Otra interesante fiesta de significado agrícola se celebra el 4 de octubre, día de San Francisco. En Olinalá, Guerrero los nahuas hacen una procesión por el pueblo en la que llevan como emblemas unos altos bastones adornados suntuosamente con chiles rojos y verdes, otros productos agrícolas, plantas y flores (Long Solís, 1990). Estos bastones floridos son altamente estéticos y recuerdan las insignias de los dioses prehispánicos en los códices.[13]

Este registro etnográfico fechado en 1990, resulta muy semejante a lo observado en 2011 por Catharine Good y la que suscribe, la única diferencia sería que la población participante en la procesión era mayoritariamente mestiza.

La breve descripción anterior sobre la algunos aspectos de la organización ritual de Olinalá es necesaria para acentuar que aun cuando es un pueblo mestizo conserva, al igual que los pueblos originarios de la Ciudad de México, tradiciones, usos y costumbres de origen nahua que se manifiestan en su ciclo ceremonial, así como en la organización de su policía comunitaria, tema que se explorará a continuación, no sin antes advertir que en este pueblo, a decir de un entrevistado antes existía una forma de vigilancia interna llamada: la ronda.[14] Con este comentario vemos que la organización ciudadana para la vigilancia y protección del pueblo no es algo desconocido para los olinaltecos.

 

 

Entrevista a Nestora Salgado Coordinadora de la Policía Comunitaria de Olinalá,  actualmente presa en el penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit

Durante el más reciente trabajo de campo en Olinalá, Guerrero, en marzo del presente año, fui testigo de un fenómeno nuevo en esta población, la violencia, situación generalizada en el país, pero de la que hasta octubre del año pasado, esta laboriosa población dedicada a la artesanía se había librado. Los mismos artesanos que han sido generosos colaboradores en la realización de la investigación de las lacas de Olinalá me ofrecieron sus testimonios, en especial me introdujeron con la señora Nestora Salgado, líder natural de la entonces incipiente organización comunitaria.

Los habitantes entrevistados en esa cabecera municipal[15] refieren que la delincuencia, secuestros y extorsiones se presentan a partir del cambio de presidente municipal en 2012. Antes de esa fecha el Partido de la Revolución Democrática, PRD, había gobernado en ese pueblo hasta que, en julio del año citado, resulta electo un presidente municipal del Partido Revolucionario Institucional, PRI, en la figura de un hombre oriundo de Olinalá.  Sin embargo, Nestora Salgado quien es reconocida como la cabeza y líder de este movimiento, informa que esta persona instalada en la presidencia organizó su equipo con personas que vivían en el pueblo de Chilapa y de ahí ha traído albañiles, arquitectos, constructores. Otra persona entrevistada externa que los delincuentes que actuaban en Olinalá vienen de Chilapa y se están disputando la plaza, versión que es muy extendida en el pueblo.

Por considerar muy interesante e ilustrativo del proceso de organización de esta nueva policía comunitaria me permito extenderme en la transcripción de la entrevista a la joven dirigente Nestora Salgado:

Aquí íbamos pasando la vida…  pero, ya se sabía que gente extraña empezó a llegar al pueblo, pedían cuotas, extorsionaban, cobraban ‘piso’, robaban a los que salían del banco y tenían amistad con las autoridades del ayuntamiento. Pensamos 'están trabajando con los del ayuntamiento'... tiraban balas cerca del ayuntamiento y no pasaba nada. El pueblo sí estaba algo preocupado. Se juntaron como 2,500 firmas pidiendo que viniera el ejército, pero nunca se hizo nada. Sin embargo, el asesinato de un taxista que había sido desaparecido, y que fue buscado por mucha gente, entre ellos mis hermanos y luego pues apareció ya echado a perder...  Fuimos al sepelio, pues además era mi vecino, y lo llevamos al panteón. Ahí se apareció el presidente con un ramo de flores. Yo pensé, '¿qué pasa, para qué las flores?, mejor hay que pedir justicia', yo siempre he dicho eso.

Esto sucedió el 25 de octubre de 2012. Me regresé del sepelio a mi casa cuando oí las campanas de la iglesia sonar distinto no para llamar a misa y dije ¿qué pasa? Lo que pasó es que estando en el panteón llegaron a decir que ya se habían secuestrado a otro transportista. Yo agarré lo que tenía a la mano  para defenderme y me fui… todos estábamos juntos, todo el pueblo pero nadie decía qué vamos a hacer; unos decían: ‘¿traen con qué?, pues ya sabemos dónde viven’ hasta los niños ya sabían quiénes eran los sicarios. En eso estábamos cuando llega el señor que supuestamente habían secuestrado, traía unas vendas en la mano y sangre y trató de calmar a la gente ‘no pasa nada’. Pero el señor venía asustado, caímos en la conclusión de que lo habían amenazado, que quisieron secuestrarlo, se resistió y pudo escapar aunque algo lastimado. También su esposa nos dijo que del ayuntamiento le habían llamado para que viniera a decirle a la gente que no pasaba nada, ella dijo ‘yo no podía decir eso pues no sabía de mi esposo’.

Con eso el pueblo se enojó más, quisimos ir a detener a esa gente pero ya no estaban, les tiraron balas, les quemaron una camioneta y unas motos. Buscamos y buscamos pero no los encontramos. Le fuimos a exigir al presidente que ya hiciera algo. No salió, se escondió, dijo que no estaba pero no era cierto; ni el síndico salió. Les pedimos ayuda a la policía pero dijeron que no podían hacer nada. Nos enojamos más y les quitamos las armas a los policías. Mientras, (la gente) ya habían agarrado a un muchacho de los responsables de los delitos y lo entregaron a las autoridades... no duró ni treinta minutos cuando el encargado de la policía lo sacó. En otra casa encontramos a una muchachita toda borracha, toda drogada, la entregamos también a la policía y nunca volvimos a saber de ella. Los alumnos de la secundaria y de la prepa señalaron a cinco o seis muchachos como responsables de la venta de droga, y las autoridades no hicieron nada.

En eso ya la gente se iba para sus casas. Se me ocurrió la idea de ir a invitar a la gente a organizarnos, a decirles que tenemos el derecho de exigir justicia. Que agarro y le quito la patrulla a un policía y así con el altavoz me fui por las calles del pueblo. Yo sentía la necesidad de sensibilizar a la gente, de decirles 'nos están matando y no hacemos nada'. Cuando regresé al auditorio ya había mucha gente… usamos los propios vehículos del ayuntamiento y de la policía. Como a las 7 u 8 dio la cara el presidente (municipal), asustado. Dijo que en Olinalá no pasaba nada, que lo que había sucedido pasaba en todos los pueblos, que era normal.

En ese momento hasta fui grosera con ese muchacho… le dije '¿cómo que no pasa nada? Como a ti no te ha pasado... Este problema es de todos pues nos interesa cuidar a nuestras familias'.

En ese momento se resolvió resguardar el pueblo, poniendo retenes en todas las entradas; poco después llegó el ejército. No obstante las personas organizadas no dejaron los retenes.

Nestora:

Cuando llegó el ejército, dices 'es un alivio' pero ni así el pueblo se fue a su casa… en los retenes organizamos a las señoras para que llevaran café, comida todo. El presidente me prestó una camioneta con chofer y todo para que yo fuera todo el tiempo de retén en retén. Pero sólo eso recibimos del presidente, le quedó grande el paquete.

Viendo al pueblo revuelto, la gente lloraba, los señores de edad lloraban, todos muy asustados, pero yo les dije 'tenemos que estar al cien'. Después llegó la marina. Pero yo al ejército y a la marina los veo como adorno, yo no los respeto, no han agarrado a nadie aunque les dimos toda la información. Después vino la subsecretaria del gobierno de Aguirre (gobernador del estado) Roxana Patiño, según a hacer un trato con nosotros, pero no se vio nada”.

Posteriormente se formó un Consejo Ciudadano en donde el presidente municipal logró incluir a algunos representantes del ayuntamiento, quienes después fueron desechados por el propio pueblo. Nestora propuso hacer otro Consejo pero ahora sí con verdadera representatividad, es decir, “ahora si con gente del pueblo”. Los pactos con la subsecretaria Patiño no se cumplieron, nunca fue el gobernador, sólo la subsecretaria llegó un día a repartir televisiones de plasma, refrigeradores, planchas, entre otros regalos, pusieron una carpa con edecanes, las cuales eran las mismas siete o seis muchachitas que durante los días álgidos los habitantes de Olinalá habían interrogado para que dieran los nombres de los delincuentes. Esta información se proporcionó al ejército y a la marina sin resultado alguno. Para esta reunión trajeron a personas de los pueblos aledaños. Nuevamente dice Nestora:

Fue un show, yo ni me acerqué…dije 'esto es un circo, nos vienen a dar de comer cuando no tenemos hambre'… disfrazaron la realidad de las cosas como una fiesta de carnaval… la gente de Olinalá no aceptó nada, sólo los familiares de las autoridades… mucha gente por necesidad cayó, pero de Olinalá poca, y la gente que habían traído de fuera… decían en el micrófono: 'Olinalá festeja el levantamiento de armas…' Me sentí engañada y pensé 'esa gente, las autoridades, están en un lugar donde pueden hacer mucho por ayudar, por acabar con la delincuencia, están en esos puestos porque la gente los puso y no hacen nada…' Me di cuenta de que estamos solos, nadie va a hacer nada; si no somos nosotros nadie nos va a defender”.

Por todo lo sucedido los habitantes de Olinalá decidieron continuar con su organización, ahora desde los barrios, hicieron asambleas nombrando en cada asamblea de barrio representantes a un nuevo Consejo ciudadano, son 32 representantes cuatro por barrio, y a Nestora, como ella dice, “por suerte me volvieron a nombrar”.  La fecha de esta entrevista fue  el 5 de marzo del año en curso. Se supone que en 15 días iban a tomar protesta como policía comunitaria, aunque habían decidido llamarse Policía Ciudadana. Antes fueron nuevamente a los barrios a preguntar cuál era la voluntad de sus habitantes, si querían formar o no la PC. De acuerdo a lo informado por la entrevistada el 80% de los habitantes de Olinalá está conforme. Reconocen y agradecen la presencia, consejos y capacitación de la CRAP-PC, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y serán los de la CRAP-PC quienes irán a tomar la protesta a los integrantes de esta nueva organización comunitaria.

Dice otra vez Nestora Salgado:

El gobernador nos prometió camionetas y armas; creo que es otra mentira más porque sabe mentir mucho, tiene esa facilidad… pero ahora nuestra seguridad está en nuestras manos, no tenemos porqué desaprovechar esta oportunidad, ahorita el pueblo está unido… A petición nuestra hay toque de queda hasta las 10:30… todo está tranquilo. Pero yo me pregunto: ¿por qué el presidente no nos ha apoyado en nada? ¿Qué, le estaremos perjudicando sus intereses?, ¿por qué no apoya? No lo entiendo. Para mi este movimiento es una causa noble y justa, siempre lo he dicho… me han intentado desprestigiar diciendo que mi interés es una candidatura en las próximas elecciones, me han intentado comprar, me han dicho que es muy peligroso, también dicen que quiero el protagonismo, y yo digo si no estoy en una telenovela estoy en la realidad…

Ya tenemos un buen grupo de mujeres que van a ser policías… esta organización no es por un año o tres es por toda la vida. Si es ilegal que sea ilegal, no le estamos pidiendo permiso a las autoridades… a lo mejor estamos fuera de la ley pero la ley no nos ha servido para nada… la marina y el ejército no me interesan, no nos sirven, por mí se pueden ir o se pueden quedar tampoco sirven, les hemos cuestionado: ¿A poco no han agarrado a ningún bandido?… Tengo pues un compromiso muy fuerte porque la gente confía mucho en mí, me puedo equivocar pero no los voy a traicionar.

 

Consideraciones finales

Durante la elaboración final de este texto los acontecimientos tanto en Olinalá como en otros estados de México se han precipitado. Dada la significativa inseguridad que prevalece en el país, producto de la guerra de los carteles del narcotráfico, así como de erróneas políticas en su combate, han surgido entre 13 y 14 grupos  de autodefensa y policías comunitarias en sendos estados de la república.[16] Aún no está muy clara la diferencia entre unos y otros, algunos de ellos sobre todo la llamada UPOEG en Guerrero, usan pasamontañas, hacen retenes en las carreteras e incluso han disparado contra vehículos que se niegan a detenerse, prácticas rechazadas por la CRAP-PC.

Por otra parte han sido detenidos policías comunitarios en Aquila, Michoacán y recientemente el 21 de agosto fueron detenidos por elementos de la Marina Nestora Salgado, y Bernardino García, Coordinadores de la Policía Comunitaria de Olinalá, además de otros 29 elementos de la CRAP-PC Los coordinadores de la PC de Olinalá no han sido liberados, Nestora fue trasladada arbitrariamente al penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit y ya le fue dictado auto de formal prisión, acusada de secuestro agravado. Nestora Salgado migrante desde muy joven  como muchos de sus paisanos, tiene la ciudadanía norteamericana, esto permitió la intervención del consulado lo que facilitó que pudiera entrevistarse con dos personas de su familia, sin embargo, ha permanecido prácticamente incomunicada. Esta joven y aguerrida mujer engrosa actualmente la larga lista de disidentes e inconformes presos por un Estado represor que criminaliza la protesta y organización social rebelde.

Olinalá es un caso interesante, pese a que algunos de sus habitantes se precian de no ser indígenas ni ser un “pueblo con usos y costumbres, por tanto no podemos tener policía comunitaria”, --así lo expresó un profesionista de Olinalá para descalificar la formación de la policía comunitaria--, pero enfáticamente  para marcar una distancia racista con respecto a los indígenas. Aunque Olinalá no se reconoce como pueblo originario tiene muchas de las características culturales de pueblo de tradición mesoamericana. Organización  en Barrios, mayordomos, fiestas patronales, ofrendas agrícolas como los mazuchiles, pero sobre todo una extraordinaria artesanía las cajas, baúles y demás enseres de laca, cuyo proceso de elaboración reúne todos los requisitos de un patrimonio cultural inmaterial, a saber: conocimientos ancestrales, transmitidos de padres a hijos, materias primas del lugar, madera del árbol del Linaloe, las tierras: toctel, tecoxtle y tezicalte, entre otros elementos distintivos.

Como se puede observar en los ejemplos narrados, se hace evidente que los valores comunitarios de los pueblos originarios siguen presentes y activos en todas las esferas de la vida, no sólo la ritual. Se demuestra también que estos valores basados en el trabajo para el bien común, en la reciprocidad -que como ya se explicó, es un dar que circula- en la continuidad a través de la memoria histórica, construyen a las personas en una lógica cultural diferente y estos valores se aplican en los rituales y en la vida ciudadana. Así mismo es muy relevante que muchos de estos pueblos justifiquen, de manera muy acertada, su organización comunitaria en el artículo 169 de la OIT y por ello se conviertan también en defensores de sus territorios, resistiendo y negando la entrada de las compañías mineras, los parques eólicos, la construcción de presas, la destrucción de sus bosques, y la seguridad que el estado no solo no les proporciona y en ocasiones promueve lo contrario.

 

 

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[1] Encarnación, Junior. La lucha entre dos Méxicos. Tesis de Maestría, Universidad Iberoamericana, 2004, págs. 45 y 54.

[2] Wolf, Eric. Europa y la gente sin historia. FCE, México, 1987.

[3] Good Eshelman, Catharine. Ejes conceptuales entre los nahuas de Guerrero: expresión de un modelo fenomenológico mesoamericano. En Estudios de cultura náhuatl. México, IIH-UNAM, 2007.

[4] Good Eshelman, Catharine. Guerrero: Un estado Multicultural. En estudio del desarrollo económico y social de los Pueblos Indígenas de Guerrero. Tomo I. Programa Universitario México Nación Multicultural. UNAM, ISBN, 978-607-02-1094.5. Pág. 34.  Aclaro que para la redacción de mi texto tuve la fortuna de contar con el impreso y el mecanoscrito de la autora. Pág. 6

[5] Ibídem, pág. 38

[6] Rojas, Rosa, CRAC-PC pide a los legisladores consultar iniciativas con Pueblos de la Costa Chica. Continuaran defendiendo su territorio contra la penetración de las mineras. La Jornada, 22 de febrero de 2013, pág. 12.

[7] Good, óp. cit. pág. 34

[8] Ibídem, pág. 36

[9] “…las policías comunitarias son una realidad en todo el país, tienen historia y son de diversos tipos. En el norte…existen las guardias tradicionales de los pueblos Seri y yaqui con una estructura militar producto de la influencia jesuita sobre ellos, pero también de las largas luchas que el Estado mexicano les declaró en el siglo XIX. Por el sur del país existe la guardia tradicional maya que resguarda a Chan Santa Cruz, en el municipio de Carrillo Puerto…Se trata de prácticas milenarias y hasta ahora no se sabe que se hayan convertido en paramilitares”. López Bárcenas, Francisco. Policías comunitarias, grupos de autodefensa y paramilitares. Diario La Jornada, 22 de febrero de 2013, pág. 25.

[10] Ejemplos de lo enunciado son: Las regiones autónomas zapatistas en Chiapas con sus caracoles, la autonomía purépecha en Cherán, y la propia CRAP-PC, la Policía Comunitaria de Temalacatzingo, municipio de Olinalá, Guerrero de muy reciente creación.

[11] Torres, Gonzalo. Comandante de la UPOEG. (Tomado del video Vigilantes mexicanos se levantan contra la delincuencia). Suplemento, La jornada del Campo, 18 de mayo de 2013, pág. 10.

[12] Garza Marcué, Rosa María; Good Eshelman, Catharine; Velázquez Gutiérrez, María Elisa. Primera fase de la Investigación: Las Lacas de Olinalá y Temalacatzingo: retos para su conservación y reproducción cultural. Mecanoescrito, 2010.

[13] Broda, Johanna. ¿Culto al maíz o a los santos? La ritualidad agrícola mesoamericana en la etnografía actual. En el libro: Historia y vida ceremonial en las comunidades mesoamericanas: los ritos agrícolas. Johanna Broda y Catharine Good, coordinadoras. Conaculta INAH, 2004, pág. 75.

[14] Confrontar el texto de Leif Korsbaek: La ronda campesina en el Perú: los ciudadanos contra el Estado. En este trabajo el autor reseña la constitución de este grupo de autodefensa creado en 1976 como una respuesta comunitaria frente a la violencia y el olvido estatal hacia las comunidades indígenas de ese país.

[15] Entrevistas de campo llevadas a cabo entre el 1º y el seis de marzo de 2013.

[16] Dice Luis Hernández Navarro: “Una encuesta de Parametría efectuada en febrero de este año concluyo que 57% de la población estaba de acuerdo en que las comunidades se organicen y conformen una policía propia para defenderse de la delincuencia”. La Jornada, 14 de agosto de 2013.