Editorial 65: América Latina en la ruta del colapso. Una geopolítica del proceso desestabilizador y la resistencia popular

De acuerdo con el Informe del Club de Roma (The Limits to Growth, 1972), en el que se advirtió que el crecimiento económico encuentra su límite inmediato –por ejemplo- en la dinámica de sistemas, rama de la que se ocuparían distintas áreas de las ciencias de la Tierra y ciencias sociales como la antropología y la ecología política; la emergencia de movimientos sociales, luchas populares y grupos de académicos dedicados a la investigación sobre el cambio climático es una realidad, estos han conjuntado esfuerzos de distintas maneras para presentar alternativas ante lo que ahora tenemos claro es el “caballito de batalla” y ficción de la modernidad capitalista: el desarrollo, el progreso y la libertad de comercio.

A partir de la crisis global del petróleo, a finales de la década de 1970, en la región latinoamericana las agencias de financiamiento y desarrollo internacionales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Departamento del Tesoro de EEUU, entre otros, generaron las condiciones político-jurídicas propicias para que el reacomodo de fuerzas en la esfera de las élites económicas encontrara buen puerto en Nuestra América. Contrariamente a las advertencias que hiciera en sus informes el Club de Roma,[1] las élites económicas del capital global encontraron en el discurso de la “mitigación ambiental” una cortina de humo para continuar con la ideología productivista en el marco del modo capitalista de producción; de esa manera la idea del decrecimiento económico como medida para atenuar paulatinamente el impacto degenerativo ocasionado por años y años de expoliación del planeta, fue relegada.

Como resultado, tenemos por ejemplo que para el caso mexicano en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, y su Reglamento, quedó establecida la negativa al decrecimiento económico al recurrir al eufemismo de las medidas de adaptación y mitigación al cambio climático en ocasión de la instrumentación de grandes emprendimientos, esto es: “[el] Conjunto de acciones que deberá ejecutar el promovente para atenuar los impactos y restablecer o compensar las condiciones ambientales existentes antes de la perturbación que se causare con la realización de un proyecto en cualquiera de sus etapas” (Art. 3, Fracción XIV). Dicho eufemismo suena por demás idóneo para los intereses capitalistas y se revela a la luz de los testimonios de los afectados organizados, sobre todo porque quienes promueven programas y proyectos generadores de impacto ambiental degenerativo están sujetos a otras normativas más como son el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (ONU, 2007) o la Declaración americana de los derechos de los pueblos indígenas (OEA, 2016), que -por decir lo menos- distorsionan cuando no pueden evitar su aplicación.

Estamos pues en la ruta del colapso. América Latina entera se enfrenta a la apropiación capitalista de los bienes comunes en un contexto en el que las élites económicas ahora transnacionalizadas han depredado grandes extensiones territoriales de suelo y mar, provocando severas afectaciones ambientales y a la salud humana. Entre tanto, la resistencia de pueblos, comunidades y luchas populares urbanas, muestran alternativas de vida a la sindemia. En este número conoceremos algunos casos de lo que sucede en distintas zonas de México, Guatemala, Honduras y Argentina, y una amplia referencia periodística que nos llega por medio de Tierra de Resistentes: situaciones en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, que dejan en evidencia que la explotación de la fuerza de trabajo y la expoliación del planeta son leitmotiv en la modernidad que padecemos.

La organización de las participaciones corre de la siguiente manera: una primera sección agrupa un par de reflexiones y análisis generales que inicia con la participación de Miguel Ángel Adame, quien aborda lo que él denomina la expropiación neoliberal capitalista de la ecorporeidad y la salud como gestora del SARS-CoV2, le sigue Ramón Vera-Herrera que nos relata aquello de lo que tanto se habla en estos días: la implacable agroindustria y su telaraña. En la siguiente sección conjuntamos los artículos de divulgación o etnografías como el que nos ofrece Alejandro Aguilar Zeleny, quien presenta un botón de muestra respecto al extractivismo en lo que los antropólogos(as) solemos llamar El México Desconocido y que ocurre en el territorio yaqui, mientras que Edgar Talledos y Gerardo Bautista reflexionan sobre la percepción social del riesgo ante eventos críticos y desastres, y por su parte Eliana Acosta participa con un artículo sobre la lucha de los cholultecas en contra de la empresa embotelladora de agua Bonafont. Ana Pohlenz nos muestra la pertinencia que tienen para Centroamérica las prácticas comunitarias en la generación de energía frente a la imposición de complejos hidroeléctricos, mientras que Verónica Villa expone la intromisión del capitalismo digital en la agricultura latinoamericana con México y Argentina de muestra. Cierran esta sección Luis Martínez Estrada al presentarnos un recuento importante para la memoria política de la lucha ambientalista en Honduras, sus logros y desatinos; y Emiliano Hersch, que plantea un análisis respecto al cambio climáticoy sus consecuencias.

En una tercera sección, nos acompañan con su testimonio luchadores sociales que se sitúan abajo y a la izquierda. Por sus testimonios es que nos pareció pertinente asumir como portada de este número la imagen del Escuadrón 421 en su travesía por la vida,[2] quienes llegarán por altamar a Europa para compartir experiencias de lucha desde los pueblos que integran al EZLN y el CNI-CIG. Los testimonios corresponden a la compañera Sara López, quien nos habla de la lucha y demandas del Concejo Regional Indígena y Popular de Xpujil y la Resistencia Civil en Candelaria, después Eliseo Ek relata cómo ha sido la lucha por el territorio y la vida desde la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal, y Miguel Ángel García nos comparte lo que ha sido la campaña #ElIstmoEsNuestro. Por último, Miguel Ángel Mijangos y Armando Campos nos hablan sobre las batallas incansables del ejido Carrizalillo en contra de la minería de tajo en Guerrero.

Para cerrar este número,  Rocío Juárez nos deja una reseña del trabajo periodístico que se lleva a cabo en Tierra de Resistentes, un ejercicio de periodismo colaborativo con sede en Latinoamérica y del cual son parte activistas, periodistas y académicos militantes con las causas justas de Nuestra América.

 

[1]    Algunos de los temas que han sido abordados por el Club de Roma son: deterioro del medio ambiente físico, crisis de las instituciones, burocratización, enajenación de la juventud, violencia, educación inadecuada, brecha creciente entre países pobres e industrializados, crecimiento urbano incontrolado, inseguridad en el empleo, inflación y disrupción monetaria.

[2]    La imagen corresponde a una acuarela hecha por el monero chihuahuense Kabeza. Para mayor referencia del artista véase: https://twitter.com/monerokabeza?lang=es.