Número 2

67 Y en efecto, llega el momento en que una realidad indignante exaspera y los frutos son entonces otros. Esas pintas brindadas por anónimos y agudos indignados cumplieron en su alcance un cometido comu - nicativo, pero los movimientos de indignados no están llamados a llevar a cabo solamente ese cometido. No estamos lejos de lo que sucede en México. Ningún llamado puede ser hoy más pertinente. El fenómeno de la crisis del compromiso es el fenómeno de la crisis de la indignación. Y es que, remitiendo a lo planteado por Stéphane Hessel, si vamos a la situación mexicana actual, las preguntas se desatan: ¿Podemos enorgullecernos de nuestra sociedad? ¿Cuántos y cuáles son los motivos de indignación que nos cercan? ¿Acaso no ameritan una relación pormenorizada? ¿Qué estamos haciendo como ciudadanos al respecto? ¿La salida es un escepticismo paralizante? ¿ Dónde se encuentra hoy la capacidad de indignación del Pueblo Mexicano , esa capacidad seminal que generó el compromiso de tantos indignados que die - ron su vida por una esperanza luminosa a lo largo de nuestra historia?

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