Número 42

47  Un mandato de  conducción coerciti- va  es un medio que dispone la autoridad pública para hacer que se presente ante la Justicia alguien que no ha atendido la debida intimación y cuya declaración testimonial es de fundamental importancia para una causa penal. El riesgo de fuga o la peligrosidad del sujeto, así como su desatención a las intimaciones judiciales, obligan al uso de este mecanismo coercitivo. ¿Sería razonable aplicarlo a un ex presidente de la república que siempre se ha presentado a declarar cuando le fue solicitado? Sí, si lo que se quiere es humillarlo, des - tituirlo de autoridad, postrarlo, desmora- lizarlo ante la opinión pública brasileña y el mundo. Hoy, los diarios y noticiarios de todo el planeta mostrarán un Lula llevado por la Policía Federal en medio de un fuer - te esquema de seguridad. Lo harán, como si fuera un delincuente. No fue preso ni es culpable de nada en términos jurídicos, es verdad. Pero eso, ¿a quién le importa? Pa - rece “preso” y “culpable”. Con eso basta, al menos, por ahora. No debe sorprender que el hecho ocu - rra menos de una semana después que, en el festejo de los 36 años del Partido de los Trabajadores, el ex presidente Lula mani - festó que si fuera necesario e imprescin - dible, será él quién asuma el desafío de presentarse como candidato de las fuerzas progresistas a la futura elección presiden - cial. Allí, miles de militantes le brindaron su apoyo y solidaridad ante los ataques re- cibidos. La respuesta de la justicia golpista no demoró en llegar. Hace 25 años elegí Brasil como el país en que quería vivir y criar a mis hijos. Aquí pasé casi la mitad de mi vida. Como inte - lectual, como militante y como brasileño por elección, me siento profundamente avergonzado e indignado.  Aquí no está en juego ninguna causa por la justicia, la transparencia ni el necesario com- bate a la corrupción . Aquí está en jue- go un proyecto de país y, no tengo dudas también, un proyecto de región. El golpe judicial, policial y mediático que se lleva a cabo en Brasil no es ajeno a la situación que vive el continente y a los vientos que corren a favor de las fuerzas conservadoras y neoliberales en toda América Latina. Intentan cambiar la historia, torciéndola a favor de sus intereses antidemocráticos. No lo lograrán. Expreso aquí mi plena y fraterna solida - ridad con el ex presidente Lula y su familia. Lo hago convencido de mi deber como responsable de una de las mayores redes académicas del mundo. No escribo estas lí - neas en representación de las instituciones que componen el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) ni, mucho menos, en nombre de las personas que allí se desempeñan. Sin embargo, estoy seguro que serán muchos los que sumarán su grito de indignación ante una ofensiva que no conseguirá disminuir nuestra energía mi- litante ni nuestro compromiso inquebran- table con las luchas por la transformación democrática de América Latina. Pablo Gentili CLACSO /  Secretario Ejecutivo (+5411) 4304-9145  / 4304-9505 Twitter: @_CLACSO Twitter: @pablogentili www.clacso.org

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