21, Mayo de 2013

Editorial: Aunque la mona se vista de Esperanza, depredadora se queda

La fotografía aparecida en la prensa en estos días es elocuente: un grupo de hombres y mujeres empecinados en la búsqueda de sus familiares desaparecidos en este país se encuentra en huelga de hambre. Es su recurso. Llevan los rostros de sus desaparecidos o asesinados impresos en sus camisetas o en carteles. Y se toman de la mano… ¿qué les queda?  Con el gaznate apretado y la mirada anegada, nos preguntamos: ¿Quiénes somos antes estas tragedias programadas y permitidas?

Días después hay una reunión en la ciudad de México, solicitada por el Movimiento Morelense contra las Concesiones Mineras de Metales Preciosos. Es la oficina de un aparentemente impoluto e inalterable subsecretario en la Semarnat.  Las palabras han sido claras, los argumentos técnicos en contra de la iniciativa minera se han expresado contundentes. Uno de los habitantes de Tetlama llevó a la reunión su testimonio y su mano ya para siempre estropeada y sin un par de dedos, producto de los trabajos de perforación exploratoria en el Cerro del Jumil, afectación de por vida que se niega a “compensar” económicamente la empresa subcontratista contratada por los empresarios canadienses. Es la suya una advertencia de lo que sigue. De repente reparamos en un hombre, ya de edad, también campesino proveniente de Tetlama. Hace algo diferente. No argumenta. Parece que no se dirige a nadie, parece que habla solo y en sigilo: sin embargo, está rezando.  Es su recurso para exorcizar a la minera, que en lugar de esperanza le ha sembrado justificados temores.


Pareciera una obsesión esto de la megaminería tóxica. Nos ocupa y nos reocupa. Es que la magnitud del embate que conlleva es múltiple, ubicua y enorme.

Una valoración interdisciplinaria sobre la gran minería tóxica está en proceso de construcción, considerando sus múltiples impactos. Dicha perspectiva dependerá de lugar cultural de la enunciación de la intelectualidad crítica, de los liderazgos de los movimientos sociales y de los intereses etnoclasistas que unos y otros representen.

Canadá es líder mundial en la inversión minera y principal depredador del medio ambiente en México y América Latina, por lo que debemos tomar muy en cuenta los agravios hacia las poblaciones afectadas en sus zonas de operación  y, en nuestro caso, la inminente amenaza al patrimonio cultural. El señuelo de “dar trabajo”  de las mineras constituye un acto infame que encubre la precarización laboral de los mineros con elevados riesgos para su vida.  Las empresas canadienses han privilegiado a América Latina como su  principal territorio de inversión. En 2012,  Stephen Harper, en el marco de la Cumbre de las Américas (Cartagena de Indias, Colombia), afirmó: “vemos la industria minera canadiense creciendo en las Américas, algo que será beneficioso para la prosperidad mutua y será prioridad de nuestro gobierno…En el futuro próximo vemos una mayor inversión canadiense en recursos naturales en las Américas; esto es algo que será bueno para nuestra prosperidad y es una prioridad de nuestro gobierno.” Fuera de la retórica, tanto al gobierno de Harper, como a las mineras, lo que realmente les interesa es el crecimiento acelerado y seguro de su tasa de ganancia que producirán sus corporaciones.

En el otro polo equidistante, en los espacios públicos y en las redes sociales en expansión, se van incubando y desarrollando diversos pareceres que, sin embargo, es necesario que confluyan a través de una resistencia que cuente con una plataforma unitaria y eficaz, donde quepan y converjan todas las corrientes comunitarias, vecinales e intelectuales críticas.

Cuidémonos y cuidemos este movimiento en defensa de la vida, la salud, el ambiente, los modos de vida y el patrimonio cultural, sorteando los riesgos, articulando la lucha y la resistencia ciudadana y de los pueblos contra la amenaza múltiple que representa la empresa minera Esperanza Silver en el estado de Morelos.

Una plataforma unitaria viable suma porque es plural y democrática. El enemigo real es el capital minero, sus asociados y funcionarios o dirigentes venales. Esta desesperanza Silver es un botón de muestra de muchos otros casos predatorios del capital minero en el país, en el continente y en el mundo. La forma predatoria que reviste el capital minero transnacional nutre la contradicción principal entre sus intereses particulares y los intereses del pueblo-nación. No estamos solos. Nuestra lucha es local y nacional, local y continental, local y global.

Nuestro colectivo En el Volcán ha asumido una posición crítica que pretende sumar conciencias y voluntades, colocando en agenda pública la urdimbre del capital depredador minero. El caso de la empresa canadiense Esperanza Silver es un botón de muestra de cómo operan estas corporaciones en el mundo, en particular, las canadienses, respaldadas por el gobierno reaccionario de Stephen Harper, que en mayo de 2011 obtuvo la  mayoría conservadora en el Congreso.

Harper representa a las corporaciones mineras de su país, a los vendedores de armas a quienes ha prometido la abolición de las restricciones aprobadas en 1995 y a la burguesía agraria vinculada a transnacionales como la Cargill.  El viaje a Canadá de Enrique Peña Nieto, país que considera “socio estratégico de México”, es revelador del reto que enfrentará el movimiento ciudadano. Nos preocupan los alcances de las reuniones sostenidas por Peña Nieto con Harper el 28 de noviembre de 2012, en que prometió fortalecer dicha relación, mientras que el canadiense celebró que la balanza comercial bilateral con México se haya sextuplicado, representado ganancias significativas para su país.

Lo que los medios no reportaron entonces fueron los alcances de la reunión de Peña Nieto con los empresarios mineros y agroexportadores, entre otros. Lo que sí sabemos es que la política de Peña Nieto con respecto a la de Calderón es de continuidad frente a las corporaciones transnacionales vinculadas a la minería, la energía, el  turismo y los transgénicos. Nada bueno se vislumbra en el horizonte con tal sociedad estratégica, de ahí la necesidad de reforzar las estrategias y explorar la naturaleza de aquello que subyace en la raíz de las iniciativas de dichas corporaciones transnacionales.

La renta minera a la que aspira la Esperanza Silver descansa en sus ímpetus para maximizar los procesos extractivos del mineral o minerales con base en recursos tecnológicos, pero también en la explotación de la fuerza de trabajo bajos condiciones poco dignas y faltas de seguridad, independientemente de los impactos negativos que su hacer suscite en los modos de vida comunitarios, en la salud de los pobladores, en el patrimonio cultural y ambiental, amparado o no por las instituciones de gobierno a diverso nivel.

Diversos sectores están respondiendo ante esta situación con dignidad y eficacia, en una lucha que no tiene término inmediato.

Un aporte fundamental en este número de En el Volcán, en el marco de la amenaza megaminera a la que nos hemos referido, es el que un equipo de trabajo nos ha hecho llegar en torno a la afectación que la empresa “Goldcorp” ha generado en la comunidad de Carrizalillo, Guerrero. Lo que se está anunciando para la comunidad de Tetlama y otras comunidades en Morelos, es un hecho consumado ya en Carrizalillo.  Recomendamos la lectura detenida de este ejemplar reporte de daños que fue presentado en el Tribunal Internacional de la Salud, llevado a cabo en Guatemala en julio del 2012, a propósito de los efectos que dicha megaminera tóxica ha generado en tres de sus emplazamientos: en la “Mina Marlín” de San Miguel Ixtahuacán en Guatemala, en la “Mina San Martín” en Valle de Siria, en Honduras, y en la “Mina Los Filos”, actualmente operando en Carrizalillo, Guerrero. Asimismo, el artículo de Pablo González Casanova dedicado a José Luis Ceceña, donde pasa revista crítica al uso conservador de la teoría de los sistemas y reivindica la vigencia de la dialéctica marxista y su entronque con una lectura alternativa de la misma. Los integrantes del Consejo Editorial, consternados por el mafioso fallo conservador de la Corte Constitucional de Guatemala que pretende encubrir al exdictador Ríos Mont, responsable de genocidio contra la población Ixil y crímenes de lesa humanidad, tiene a bien publicar el contundente artículo de Marta Casaús, intitulado “Por qué sí hubo genocidio en Guatemala”, a modo de respuesta. Le sigue el artículo de Ricardo Melgar, en el cual critica la noción ideológica de “archivo muerto”, cribada por la burocracia para justificar la secrecía que garantiza la impunidad y depreda el capital letrado que queda bajo sus fueros institucionales. La reseña crítica de Esperanza Muñoz Elizondo del sugerente libro Turismo y antropología: miradas del sur y del norte, coordinado por Alicia Castellanos Guerrero y Antonio Machuca Ramírez, que coloca en su justa dimensión teórica una temática emergente en nuestros medios académicos. Nuestra sección Librum Tremens eligió algunas obras que seguramente serán del interés de nuestra comunidad de lectores.