19, Marzo de 2013

Efectos patológicos previsibles de la iniciativa de minería a tajo abierto en el cerro El Jumil, Temixco, en la salud pública

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Resumen

A partir de la Manifestación de Impacto Ambiental presentada por la empresa canadiense “Esperanza Silver”, relativa a la explotación de minería a tajo abierto que se pretende establecer en el cerro El Jumil, municipio de Temixco, se analizan diversos efectos nocivos en términos de salud pública, documentadamente previsibles. Estos incluyen la variedad de impactos tóxicos del cianuro y eventualmente del mercurio que serán utilizados en la separación respectiva del oro y la plata, los efectos patogénicos del particulado que se incorporará en el aire sujeto a dispersión por vientos y las consecuencias sanitarias inevitables de la contaminación del agua, suelo y subsuelo, incluidos los lechos de ríos y riachuelos. Muchos efectos de este tipo de explotación no se pueden descartar a cabalidad porque no han sido caracterizados suficientemente en términos científicos, aunque exista evidencia empírica al respecto y otros sólo serán evidentes años después de la exposición a los agentes agresores. Los estudios que ha presentado la empresa promovente no descartan de manera fundada ni suficiente dichos efectos. Las supuestas acciones de monitoreo no anulan la emisión y uso de agentes tóxicos, cuyo control se presenta de manera esencialmente hipotética. Incluso la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) presentada por la empresa reconoce claramente los efectos nocivos que generará a corto, mediano y largo plazo. Además, en un plano no menos relevante, la empresa ha eludido sistemáticamente la difusión de los múltiples efectos patogénicos de su iniciativa hacia la población afectable en diversas comunidades, en procesos de desinformación deliberada y verificable, lo que de hecho constituye una grave irresponsabilidad sanitaria y política en el proceso de promoción que ha llevado a cabo en la comunidad de Tetlama, prescindiendo de comunicación alguna de dichos efectos –incluso los consignados en su propia MIA- a otras comunidades afectables, como son Alpuyeca, Cuentepec, Xochicalco, Xochitepec e incluso Cuernavaca, distante sólo a 12 kilómetros de la explotación pretendida. Desde una perspectiva epidemiológica incluyente, los efectos generadores de patología incluyen además la incorporación de factores de conflicto intracomunitario e intercomunitario, la desinformación sistemática y la instrumentación de la población como objeto. La explotación minera a tajo abierto pretendida para el cerro el Jumil generará múltiples y severos efectos nocivos para la salud pública, que la MIA presentada no descarta. De ser autorizada dicha iniciativa, las autoridades ambientales a nivel estatal y federal incurrirán en una grave irresponsabilidad sanitaria, ambiental y política, atentado a la integridad sanitaria de las comunidades humanas colindantes y no colindantes con la obra pero ubicadas en el radio de efectos previsibles.

 

 

Introducción

Es necesario reconocer de entrada lo que ya se ha afirmado en otros países sujetos a iniciativas de minería a tajo abierto, y es que los estudios de impacto ambiental son elaborados por empresas consultoras que venden su asesoría en el tema ambiental. Lamentablemente, los estudios de impacto ambiental son contratados por las mismas empresas mineras, no por una entidad independiente, como debería de ser. Por lo tanto, las consultoras privadas que los elaboran reciben su paga directamente de las mineras. Es obvio que esta dinámica debilita desde un inicio la objetividad que el consultor pueda demostrar en el producto entregado. Las consultoras tratarán de satisfacer las demandas de su cliente, y las mineras preferirán contratar a aquellas consultoras que presenten una MIA favorable a sus intereses. En consecuencia, el objetivo de la Manifestación de Impacto Ambiental (en adelante “MIA”) no es el de realizar un verdadero estudio que establezca con rigurosidad las condiciones iniciales de la zona y los impactos que tendría la actividad minera a fin de establecer si la minería es viable o no, sino que simplemente se elaboran como un trámite necesario para iniciar los trabajos en el terreno.

Sin embargo, es de reconocer en este caso y llama la atención que la MIA presentada refleja en muchos de sus pasajes elementos en que reconoce claramente la naturaleza y la gravedad del impacto que generará la iniciativa minera y las múltiples limitaciones que se presentan en términos de la mitigación de dicho impacto. La MIA reconoce explícitamente la irreversibilidad de impactos en nueve rubros: aire, Agua, Vegetación, Suelo, Población, Paisaje, Fauna, Geomorfología y Geología. Muchos de los impactos, reconoce, carecen de mitigación alguna. La MIA brinda elementos categóricos, aunque en forma a menudo aislada, que sustentan la inviabilidad múltiple de la iniciativa.

Tomando como referente la MIA presentada por la empresa minera y a su vez la literatura científica actualizada relativa a la minería de tajo abierto y en particular la destinada a la extracción de oro y plata, enunciaremos las diversas facetas previsibles de daño sanitario severo, provocable por la iniciativa minera y no descartado por la MIA que la empresa presenta.

El denominado “Impacto Ambiental” es un rubro extenso por definición que abarca diversos componentes de una realidad envolvente en territorios específicos. Esa realidad involucra necesariamente en la dinámica ecológica que incluye a la flora y fauna y los elementos inmediatos de su entorno, el ámbito también incluyente de la salud pública, orgánicamente ligado al medio.

Desde una perspectiva epidemiológica incluyente, vinculada orgánicamente con el rubro ambiental, el carácter patogénico de la explotación pretendida tiene al menos dos cauces generales de efecto ambiental directo e indirecto: el propiamente físico-químico por la exposición a agentes tóxicos de difusión múltiple, y el sociocultural, relacionado con la dinámica de las comunidades humanas vulnerables.

 

1. Carácter patogénico estructural de la minería a tajo abierto

Toda explotación minera a tajo abierto, por la misma naturaleza de los procesos de explotación que aplica, genera consecuencias sanitarias graves cuyas fuentes de origen no son susceptibles de control satisfactorio, sino de atenuación o mitigación eventual en algunos de sus procesos. Si bien la MIA anuncia algunas medidas de monitoreo y de protección, los factores patogénicos del proceso de minería a tajo abierto no son controlables a cabalidad. Nos referimos al concepto de prevención primaria mediante el control de la exposición, pues la detección y la vigilancia médicas son estrategias secundarias (Vega-Matos, 2007).

El daño a la salud es absolutamente previsible a pesar de la MIA presentada por la empresa, porque por la naturaleza de los procedimientos que emplea la minería de tajo abierto, no evita la producción de polvo.

 

2. Metales en exposición por producción de polvo

De acuerdo con la literatura científica relativa a la evaluación de riesgos para la salud en zonas mineras, autores como Mejía y colaboradores (1999) destacan la necesidad imprescindible de considerar tres factores complementarios entre sí:

a) la biodisponibilidad, relativa a la caracterización de la biodisponibilidad de metales,

b) el conocimiento toxicológico, relativo al estudio de la toxicidad de los residuos, y

c) el monitoreo ambiental, relativo a la contaminación de los medios del ambiente.

En la MIA presentada, los primeros dos factores se pasan completamente por alto, mientras que el tercero se presenta por consiguiente desvinculado de los dos primeros.

Se ha demostrado claramente que la toxicidad real de un material minero no puede establecerse a través de la caracterización química, pues las interacciones de mezclas complejas constituyen una de las limitantes más serias en su conocimiento, en la toxicología moderna (Mejía y cols., 1999). Este hecho no es tomado en cuenta en la MIA.

A lo anterior se suma la nula recurrencia a la selección de biomarcadores de exposición que deben estudiarse en las comunidades expuestas, impidiendo además definir las rutas de exposición que deben atenderse en cualquier iniciativa minera. El análisis de riesgo de una zona minera debe realizarse mediante métodos que incluyen el monitoreo, la biodisponibilidad y la toxicidad (Mejía y cols., 1999). La MIA prescinde de este principio integral por completo, lo que impide definir el riesgo para la salud y por tanto la toma de decisiones en el momento de diseñar programas de intervención, en particular si tenemos en cuenta que a menudo los niños son el grupo poblacional de mayor riesgo.

Ahora bien, para la legislación mexicana, la toxicidad es un factor que se considera proporcional a la cantidad de metal extraído por una solución de ácido acético, a través de las normas NOM-CRP-001 ECOL/93 y NOM-CRP-002 ECOL/93. Así, cuanto más es el metal extraído por la solución acética, más tóxico es considerado el material. Este parámetro es muy limitado, porque lo que menos toma en cuenta es la posibilidad de la interacción toxicológica entre los metales. Las alternativas planteadas al respecto incluyen la evaluación toxicológica utilizando un modelo animal, lo que permite establecer con precisión la toxicidad total, que es dada por los metales presentes en el material que se analiza (Mejía y cols. 1999). Este principio es totalmente pasado por alto en la MIA.

A su vez, la MIA no aporta elementos objetivos que permitan descartar la contaminación por otros metales y sustancias, como el sílice, el arsénico, el bismuto o el cobre. La empresa ha detectado en El Jumil no sólo oro y plata, y la molienda que pretende llevar a cabo incorporará en el ambiente partículas de muchos metales. En muchos de estos casos, no se han encontrado métodos eficaces de diagnóstico precoz que lleven a una intervención fructífera (Vega-Matos, 2007). Esto es de particular relevancia en los casos de cáncer de pulmón por exposición a metales y otras sustancias ligadas a la minería. En el caso de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), se trata, junto al asma, de la patología más frecuente en pacientes con problemas respiratorios. Es cada vez mayor la evidencia de que la inhalación de polvo mineral en el medio laboral, y el aledaño a minas de tajo abierto, es un factor de riesgo de EPOC. La irritación crónica que producen las partículas de polvos minerales son causantes de bronquitis industrial que complica a la neumoconiosis e interviene en la bronquitis crónica con el tiempo (Mejía y cols. 1999).

 

3. Otras consideraciones de relevancia epidemiológica

La minería a cielo abierto es una actividad en extremo venenosa y contaminante, porque dispersa en el aire grandes cantidades de polvo con material particulado, levantado por las explosiones de dinamita realizadas para demoler las rocas en las minas. Es una consecuencia de la actividad extractiva que los mineros no pueden ni podrán nunca controlar o manejar. Por ello la MIA en análisis no presenta elemento alguno que descarte ese factor determinante de origen.

Los vientos o corrientes aéreas arrastran ese polvo microscópico a grandes distancias, depositándolo sobre extensas regiones, incluyendo ciudades y pueblos.

El polvo extraligero levantado de las minas está formado por partículas que contienen decenas de elementos químicos diferentes. Es de conocimiento básico en geomedicina que si bien algunos de ellos son indispensables para la vida, como el hierro, calcio, cloro, magnesio, iodo, selenio, fósforo, potasio, sodio o azufre, otros son venenosos y tóxicos, como el arsénico, cadmio, plomo y mercurio y finalmente tenemos a los temibles radioactivos, como el uranio, el torio y el cesio.

En este último sentido, la MIA no contiene cartas de geofísica aérea ni otros elementos que demuestren la inexistencia de estos elementos tóxicos y/o radioactivos en el área que pretende dinamitar. Los metales radioactivos y tóxicos se distribuyen en la corteza terrestre en una mínima cantidad y con un proceso de decantación natural, que los hace compatibles con la vida. Pero se convierten en contaminantes y venenosos cuando aumenta considerablemente su concentración y acumulación en los ecosistemas a causa de las emisiones de polvillo microscópico venenoso procedente, en particular, de la minería a tajo abierto (Luna, 2013).  Ese efecto concentrado de gran cantidad de metales tóxicos que súbitamente aparecerán en el municipio de Temixco si se permite la mina y con efectos nocivos previsibles en el ecosistema y en la salud humana no son descartados en la MIA.

Las partículas invisibles existentes en todo polvillo de mina a tajo abierto, por ser muy livianas, son fácilmente arrastradas por los vientos hacia zonas pobladas en los valles y regiones circundantes a las minas, pudiendo alcanzar cientos de kilómetros. Recordemos que la ciudad de Cuernavaca dista sólo 12 kilómetros del cerro del Jumil, por no mencionar a todas las comunidades aledañas afectables, como Alpuyeca, Xochitepec, Tetlama, Xochitepec, Cuentepec y Cuernavaca, comunidades que por cierto no fueron convocadas de manera proactiva a esta reunión a pesar de que les compete directamente. Los vientos predominantes, en virtud de su dirección, conducen el polvo mineral en mayor medida hacia determinadas poblaciones. La MIA no presenta en este sentido elementos de información y análisis que descarten su dispersión. Este material particulado o “polvillo”, se deposita en los suelos y en los cursos de agua. No existen ambientes que puedan escapar a la acción contaminante de la minería a cielo abierto. Además de las personas, el polvo mineral que producirá inevitablemente la mina, también perjudicará a la fauna, la flora y a las actividades productivas como la agricultura y la ganadería. El daño potencial que no descarta la MIA alcanza además a las cadenas tróficas o alimentarias, con lo cual se incrementan los riesgos para la salud (Luna, 2013).

Al iniciarse la explotación minera pretendida, los daños ambientales serán inmediatos, profundos y duraderos. Las poblaciones locales no están lo suficientemente informadas sobre los riesgos, por lo que ingerirán agua y respirarán aire contaminados, además de consumir alimentos contaminados por los metales tóxicos que se incorporarán al agua y al suelo en un proceso no descartado por la MIA.

Esa contaminación no es de carácter biológico, sino químico y eventualmente radioactivo, pues no está excluida la posibilidad de que en el polvo que emita la explotación de El Jumil no se encuentren partículas de sustancias como torio, uranio o cesio. Estudios geoquímicos y geofísicos han demostrado que todas las minas de tajo abierto, sin excepción, contienen siempre numerosos elementos químicos en diversa proporción, incluyendo los radioactivos. La mina pretendida en El Jumil se identifica como principalmente de oro, pero contiene plata, bismuto, cobre y otros minerales, y todo ello, sin posibilidad técnica de separación, se someterá a molienda en un proceso que no puede controlar la empresa. Los materiales radioactivos, no descartados tampoco en la MIA, constituyen una seria amenaza para la salud de las poblaciones asentadas en regiones próximas a las minas de tajo abierto, ya que tienen una alta acción cancerígena, pues sus isótopos destruyen o alteran el ADN y por ello el comportamiento celular.

Los geólogos y personal directivo de las empresas mineras como la Esperanza Silver conocen a la perfección el efecto letal de las partículas del polvillo que levantan las explosiones. El riego intensivo y permanente mediante camiones-cisterna en los caminos dentro y fuera de los cráteres pretendidos y de las áreas de instalaciones se señala en la MIA como medida para disminuir la dispersión del polvo metálico, en un proceso que sin embargo no sólo no modifica en absoluto el problema central de la emisión de ese polvo, sino que implica además otro rubro más de gasto de agua, gasto ya de por sí considerable de un recurso no abundante.

La producción del polvo con particulado es inevitable y la MIA lo refleja cabalmente. La actual tecnología no ofrece otras opciones dada la diseminación de los metales. En la práctica, resulta además imposible reducir la nube de polvo mineralizado que levantará la dinamita al estallar. La apresurada extracción de metales que se pretende, requiere demoler el cerro del Jumil en una significativa extensión, triturar y pulverizar rocas con urgencia, lo que se consigue con explosivos y cargas de altísima potencia, que inevitablemente van a impulsar grandes cantidades de polvo tóxico hacia la atmósfera en un municipio ya conurbado con la capital del estado. Todo este proceso no es descartado en la MIA.

El polvillo o material particulado es el principal tóxico producido por la minería a cielo abierto, pero no es el único. El drenaje ácido de las rocas y el cianuro también representan amenazas concretas para el medio ambiente. Sin embargo, la discusión en torno a la peligrosidad del cianuro ha sido promovida y usada por las empresas mineras en todo el mundo para desviar la atención de la sociedad respecto al principal agente minero contaminante: el polvo mineral en su dispersión aérea, y ello se refleja en la estructuración misma de la MIA, que aborda someramente.

La megaminería a tajo abierto que se pretende instalar en el municipio de Temixco es una modalidad de extractivismo irracional tan brutal en sus procedimientos que únicamente puede desarrollarse si nuestro país, nuestro estado y nuestra sociedad, en forma previa o durante la explotación, son sometidos a una extraordinaria campaña de desinformación para ocultar o desvirtuar sus dañinos métodos y sus destructivos impactos. La escasa información que llega a trascender es incompleta, tendenciosa y en muchos casos falsa. Por ejemplo, la empresa, al referirse al “material” que posee el yacimiento de El Jumil, no revela en la MIA la geoquímica, es decir, el detalle y proporción de los elementos químicos.

La empresa “Esperanza Silver” sabe el real daño que causará, pero  Tetlama y otras comunidades afectables ignoran las implicaciones ambientales y sanitarias nocivas de la mina.

A su vez, la MIA en análisis carece de datos hidro-meteorológicos a partir de series temporales de aforos de caudales, de cantidades de lluvia, temperaturas, etc. durante periodos de 30 años en la región que se pretende explotar. Sin esta información, es imposible determinar con suficiente precisión cuáles serán los impactos que tendrá la explotación pretendida en El Jumil en términos de la dinámica del agua, incluidos el manejo y control de los escurrimientos pluviales y  tampoco se pueden diseñar obras que permitan realmente minimizar el riesgo de accidentes, por ejemplo al ignorar los niveles de crecida de los ríos. La MIA presentada carece de datos hidro-meteorológicos suficientes y para un periodo de tiempo apropiado imprescindibles para descartar efectos nocivos en ese rubro (Zorrilla y cols., 2011)

Se ha prometido trabajo a los habitantes de Tetlama. Pero no se ha informado responsablemente que la mano de obra contratada a su inicio será desechada, puesto que una vez que arranque la explotación de la mina, se requerirá mano de obra mucho más especializada, como operadores de máquinas, ingenieros civiles y geólogos. Estos puestos de trabajo que son los más seguros, no suelen estar ocupados por gente de las localidades aledañas a las explotaciones, sino por extranjeros (Zorrilla y cols., 2011).

Dada la relevancia sanitaria de la disponibilidad de agua para las poblaciones, numerosas preguntas como si se afectarán las cabeceras de agua, si se podrá contaminar el agua de los pueblos río abajo o si disminuirá el agua en los pueblos río abajo quedan sin respuesta alguna en la MIA presentada.

Se dispone de estudios detallados y fundamentados realizados en México en torno al impacto de la minería de tajo abierto, como el presentado en 2002 por el Centro de Análisis e Investigación FUNDAR. Los casos analizados en Oaxaca y en Sinaloa en ese marco, hacen evidente la dinámica de desinformación y muchos de los efectos nocivos previsibles referidos antes.

Hay que añadir que la MIA no aclara la cantidad de energía eléctrica que requerirá la mina y la sustentabilidad de su origen. Tampoco aclara ni descarta cómo incidirá la iniciativa tomando en cuenta la existencia documentada de mecanismos de retención de arsénico en suelos y sedimentos calcáreos (Martínez Villegas y cols. 2003). A su vez, se ha documentado en México cómo los residuos de minería tóxicos tienen efecto contaminante a largo plazo en comunidades aledañas a minas, donde agentes como el arsénico y el plomo generan daño genotóxico en la población infantil (Gamiño.Gutiérrez y cols. 2013), algo que no aborda en términos preventivos la MIA.

En síntesis, la explotación minera a tajo abierto pretendida para el cerro el Jumil generará múltiples y severos efectos nocivos para la salud pública, que la MIA presentada no descarta. De ser autorizada dicha iniciativa, las autoridades ambientales a nivel estatal y federal incurrirán en una grave irresponsabilidad sanitaria, ambiental y política, atentado a la integridad sanitaria de las comunidades humanas colindantes y no colindantes con la obra pero ubicadas en el radio de efectos previsibles. Es también asunto de salud pública destacar que la empresa promovente, a su vez, no sólo ha generado desinformación sistemática, sino condiciones de confrontación social deliberada que deben de ser analizadas con detenimiento, al ameritar eventualmente penalización por parte del Estado Mexicano.

 

Referencias

FUNDAR, Centro de Análisis e Investigación. “Minería, comunidades y medio ambiente. Investigaciones sobre el impacto de la inversión canadiense en México”, México, julio de 2002. Disponible en: http://www.fundar.org.mx/mexico/pdf/mineria.pdf

Gamiño-Gutiérrez SP, González-Pérez CI, Gonsebatt ME, Monroy-Fernández MG. “Arsenic and lead contamination in urban soils of Villa de la Paz (Mexico) affected by historical mine wastes and its effect on children's health studied by micronucleated exfoliated cells assay”. Environ Geochem Health. 2013 Feb; 35(1):37-51.

Luna, R. “El veneno, en la minería a cielo abierto, es el polvillo de las explosiones”, Organización Periodística Independiente, feb. 14, 2013, disponible en: http://www.opisantacruz.com.ar/home/2012/02/14/el-veneno-en-la-mineria-a-cielo-abierto-es-el-polvillo-de-las-explosiones/13596

Martínez-Villegas N, Briones-Gallardo R, Ramos-Leal JA, Avalos-Borja M, Castañón-Sandoval AD, Razo-Flores E, Villalobos M. “Arsenic mobility controlled by solid calcium arsenates: A case study in Mexico showcasing a potentially widespread environmental problem”. Environ Pollut. 2013 Feb 14;176C:114-122. doi: 10.1016/j.envpol.2012.12.025.

Mejía, J.; Carrizales, L.; Rodríguez, V.; Jiménez-Capdeville, M.E. y F. Díaz-Barriga, 1999. “Un método para la evaluación de riesgos para la salud en zonas mineras”, Salud Pública de México 41(Supl 2): S132-S140.

Vega- Matos, R. “Los impactos sobre la salud humana de los polvos de minerales y el desarrollo sustentable de la minería como alternativa para mitigar sus efectos”, Futuros 18, vol. V, en: http://www.revistafuturos.info

Zorrilla, C.; Sache, W. y A. Acosta. “21 Preguntas para entender la minería del Siglo XXI”, DECOIN, oct. 18, 2011. Disponible en: http://www.noalamina.org/mineria-preguntas-frecuentes/mineria-general/21-preguntas-para-entender-la-mineria-del-siglo-21

 


[1] Trabajo presentado en la peculiar  “Reunión Pública de Información acerca del proyecto “Mina Esperanza, Tetlama Morelos”, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Temixco, Morelos, febrero 21 de 2013.