15, Noviembre de 2012

La importancia y necesidad del arte

 

La versión evolutiva de nuestro origen plantea que una serie de mutaciones genéticas y de comportamiento fueron transformando en un lapso de 65 millón de años a pequeños primates arborícolas en organismos del género Homo, entre ellos Homo sapiens; sin embargo, nuestro origen se remonta aun más lejos en el tiempo: hace 3500 millones de años, cuando surgió la vida en el planeta. Por lo tanto nuestra historia como especie es bastante breve. Erich Fromm plantea la evolución humana de la siguiente manera:

Lo esencial en la existencia del hombre es el hecho de que ha emergido del reino animal, de la adaptación instintiva, de que ha trascendido la naturaleza –si bien jamás la abandona y siempre forma parte de ella– y, sin embargo, una vez que se ha arrancado de la naturaleza, ya no puede retornar a ella, una vez arrojado del paraíso –un estado de unidad original con la naturaleza– querubines con espadas flameantes le impiden el paso si trata de regresar. El hombre sólo puede ir hacia adelante desarrollando su razón, encontrando una nueva armonía humana en reemplazo de la prehumana que está irremediablemente perdida[1].

 


“1.26” escultura de Janet Echelman en Denver, Colorado, EU.

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define a la ciencia, del latín scientia como conocimiento, como un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales. Por su parte, arte, del latín artis que viene a su vez de la raíz indoeuropea ar, se consigna ahí como ajustar, hacer, colocar. El DRAE define arte como la virtud, disposición y habilidad para hacer algo, así como una manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

Ciencia y arte parecen tener un origen común, como parte de las estrategias de alimentación, refugio y reproducción; sin embargo, en diversas etapas de la evolución cultural, cada una parece seguir objetivos distintos. Doald Hoffman, premio Nobel de química y poeta, plantea como sigue las convergencias y divergencias entre la ciencia y la poesía:

Creo que la poesía tiene profundas maneras de comprender el mundo espiritual y tiene también algunas veces maneras de entender a fondo el mundo material. Lo interesante de las diferencias reside en que la ciencia trata de encontrar reglas generales que expliquen esto o aquello, ecuaciones que describan el movimiento de los planetas o del mundo, mientras que la poesía lo hace de manera distinta: en lugar de describir las cosas a través de una ecuación, mira un objeto, un árbol, incluso una ecuación y usa los atributos particulares de ese objeto para conectar el todo en la mente del lector. Busca lo singular para acercarse a lo general y la ciencia lo que busca es lo general.[2]

Revisando la historia de las invenciones desde el dominio del fuego, hace millón y medio de años, el número de ellas ha crecido exponencialmente en los últimos siglos y aun más en las últimas décadas, y a veces nos parece que cada nuevo invento, más complejo y sofisticado que los anteriores, los desplaza. Sin embargo, las artes y las ciencias no requieren necesariamente de tecnologías sofisticadas; mejor dicho, la tecnología surge de la ciencia y del arte. Mediante la observación de los astros a simple vista, las culturas antiguas lograron gran precisión en la formulación de calendarios. Así, un sencillo péndulo fue suficiente para demostrar y explicar la rotación de la tierra, y los experimentos mentales han sido fundamentales en el desarrollo de la física clásica, de la mecánica cuántica, de la relatividad y probablemente también en otras ciencias. En cuanto al arte, sus mensajes pueden ser extremadamente complejos usando medios tan “simples” como la voz y el cuerpo; la literatura existe y se enriquece en la tradición oral, muchos pueblos indígenas y rurales en todo el mundo siguen creando y recreándose de esta manera. Sin embargo, el predominio de la perspectiva europea que domina al mundo a partir de las colonizaciones, sin negar sus valiosas contribuciones a la cultura universal, muchas veces nos impide apreciar, valorar y recurrir a otras formas de percibir y recrear el mundo.

Por lo anterior, tan importante como valorar la creación artística y científica, es desmitificarla como actividad reservada a los genios o a personas educadas en ambientes académicos de élite. Asuntos esenciales tan cotidianos como la alimentación, la salud, la enfermedad, el nacimiento y la muerte han sido tema de la ciencia y del arte desde los albores de las civilizaciones. Por otra parte, el desarrollo de las nuevas tecnologías no implica el fin de las tecnologías tradicionales. El desarrollo de la tecnología ha vuelto accesible a muchas más personas la creación de música, la fotografía y el cine –mediante el video–, lo que no empobrece estas artes: al contrario, las enriquece.


Obra de José Benítez Sánchez (1938-2009), marakame wixarica (huichol) quien creaba a partir de los saberes ancestrales de su cultura prehispánica.

Las artes, las ciencias y las tecnologías tradicionales y de punta se logran amalgamar en diversos proyectos; por ejemplo, la escultora Janet Echelman creó una obra para representar a las 35 naciones del hemisferio occidental, inspirada en el movimiento de las placas tectónicas que provocaron el terremoto en Chile y el subsiguiente tsunami que sacudió todo el Océano Pacífico en 2010, con lo cual se aceleró la rotación terrestre en 1.26 microsegundos. Con datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, Echelman diseñó una malla suave y fina con una fibra más fuerte que el acero, pudiendo atarla a los edificios existentes, previo diseño de un software especial para modelar la complejidad de las redes, así como su montaje y permanencia:

Hace 14 años encontré este material común, red para pescar, que se viene usando de la misma forma, por siglos. Hoy lo utilizo para crear formas permanentes, ondulantes, voluptuosas a la escala de edificios de formas duras, en varias ciudades del mundo. (...). Esta aldea de pescadores [Mahabalipuram, India] era famosa por sus esculturas. Así que ensayé con bronce fundido. Pero las formas grandes resultaban demasiado pesadas y muy costosas. Fui a caminar por la playa, observando cómo los pescadores anidaban sus redes sobre promontorios de arena. Lo había visto todos los días, pero esta vez noté algo diferente; un nuevo enfoque para la escultura; una nueva manera de hacer formas volumétricas sin necesidad de materiales sólidos pesados. El siguiente desafío fue la Bienal de las Américas, en Denver, que me pidió si podría representar las treinta y cinco naciones del hemisferio occidental y sus interconexiones, en una escultura. No sabía por dónde comenzar, pero dije que sí. Había leído sobre el reciente terremoto de Chile y el tsunami que sacudió todo el Océano Pacífico. Con él se movieron las placas tectónicas terrestres, se aceleró la rotación del planeta y, literalmente, se acortó la duración del día. Decidí contactar a la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica), pedí que me dejaran ver la información sobre el tsunami y lo traduje a esto (ver imagen “1.26”). Hace 14 años yo estaba buscando belleza en cosas tradicionales, en formas artesanales. Ahora las combino con materiales de alta tecnología e ingeniería para crear formas voluptuosas y ondulantes a la escala de edificios. Mis horizontes artísticos siguen creciendo[3].

De acuerdo con Jean Dubuffet, coleccionista, curador y promotor de arte, “…todos llevamos un potencial creativo que las normas sociales actuales anulan. Esto se observa en las creaciones de personas que se mantienen al margen de la sociedad, tales como: internos de hospitales psiquiátricos, autodidactas, solitarios, inadaptados o ancianos.”[4] Necesitamos convertir a las artes en actividades incluyentes. Así como en la ciencia las teorías revolucionarias desafían la racionalidad convencional, las personas discapacitadas lo hacen con la sociedad general cuando las vemos desarrollar actividades que el sentido común nos dicta como absurdas: bailarines sin piernas, músicos sordos, fotógrafos ciegos... En este contexto resulta muy pertinente el mensaje del actor John Malkovich con motivo del Día Mundial del Teatro 2012:

Que su trabajo sea potente y original. Además, ojalá sea profundo, emotivo, contemplativo y único. Que nos ayude a reflexionar sobre lo que significa ser humano. Sea esta reflexión, sobre todo, conducida por el corazón, la sinceridad, el candor y la gracia.


Fotografía de Evgen Bavcar, es ciego.

Ojalá que venzan a la adversidad, a la censura, así como a la pobreza y el nihilismo. Sean ustedes bendecidos con el talento y el rigor, para que nos muestren cómo suenan los latidos del corazón humano en toda su complejidad y nos enseñen la humildad y la curiosidad.[5]

Si los artistas se dirigen al mundo espiritual, y es el espíritu el que anima a los científicos a entender, explicar y modificar el mundo material, es deseable que ambas formas de conocer el universo se comuniquen y se enriquezcan mutuamente. Dos buenos ejemplos de esta provechosa relación se han realizado recientemente en México, el 5to. Encuentro Internacional Arte y Nuevas Ciencias 2012 (ciudad de México, del 30 de julio al 10 de agosto) organizado por el Centro Nacional de las Artes, y el V Festival Internacional Discantus (ciudad de Puebla, del 12 al 21 de octubre) organizado por el Laboratorio Multidisciplinario de las Artes y el Colectivo Discantus, cuyo tema este 2012 fue “Interacciones disciplinarias entre las artes y con las ciencias”. En la búsqueda de una nueva armonía, las artes y las ciencias siguen siendo formas importantes y necesarias donde se conjugan la intuición, la imaginación y la razón.


David Toole, bailarín profesional, no tiene piernas.


Evelyn Glennie, percusionista, compositora y pedagoga, es sorda.


Adolf Wölfli (1864-1930), padeció una esquizofrenia muy grave y fue aislado muchas veces por su comportamiento violento y agitado. Autodidacta, hizo dibujos con instrucciones para ser interpretados musicalmente; el mismo Wölfli los interpretaba con una improvisada trompeta de papel.

 


[1] Erich Fromm. El arte de amar. Versión en pdf.

[2] José Gordon. “La metáfora en la ciencia: Entrevista a Doald Hoffman”. En: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/0804/pdfs/98-100.pdf

[3] Janet Echelman: “La imaginación entendida seriamente”. En: http://www.ted.com/talks/lang/es/janet_echelman.html

[4] “Arte marginal”. En: http://es.wikipedia.org/wiki/Arte_marginal

[5] Arturo Jiménez. “La “reconstrucción moral” del país, función crucial del teatro”. Nota periodística en el diario La Jornada, domingo 1 de abril de 2012, sección Cultura, página 2a.

En el artículo “Haciendas y ríos”, Rafael Gutiérrez hace referencia